"PROPUESTA DE DINAMIZACIÓN TURÍSTICA DE LA COMUNIDAD ZAPOTE DE PICACHOS, MUNICIPIO DE TEPIC, NAYARIT, A TRAVÉS DE UN PROYECTO ETNOTURÍSTICO"

Jeraar Atahualpa Ramos García

1.2.- La mancomunidad como concepto aglutinador comunitario y como instrumento de conservación cultural y étnica.

En el caso tanto del concepto de dinamización como de sustentabilidad,el equipo para la realización del proyecto étnico turístico utilizó ampliamente el lenguaje figurativo: “La familia unida sana y fuerte; La familia dividida y enferma”, para lo cual se realiza una reflexión de cómo la cultura Wixárika ha subsistido por tantos años, como resistió la conquista española, y se retoma el concepto de la “MANCOMUNIDAD” y, de igual forma, el por qué, en su cosmovisión, existen elementos altamente relevantes y con una significancia trascendente en su devenir cotidiano. Como ejemplo de esto podemos mencionar  el venado, el maíz, la Diosa Aramara (el agua). Esto muestra el gran significado que para los Wixárika tienen los recursos  naturales y humanos, ya que son indispensables para su sobrevivencia. Mantener vivas sus tradiciones y su vida comunitaria  reflejadas en su sapiencia y en su manera de ser es como nosotros podríamos  inferirles los conceptos de dinamización y sustentabilidad.

Es necesario contribuir de alguna forma a la interpretación de la realidad dada, y ser actores en el proceso historicista del ser humano y del ser que ahora también se suma  en el desarrollo de las ciencias vinculadas al  turismo, en este caso especifico. Así estos conceptos permitieron  expresar las emociones más profundas no sólo vinculadas a las características de un nuevo perfil del profesional en turismo, sino además, las emociones vinculadas a la propia práctica docente y de la visión socioeconómica al trabajar con comunidades indígenas en extrema pobreza.

La tercera fase debe procurar justificar los conceptos, ya que inmediatamente  después que los conceptos son creados, es preciso determinar no sólo si los conceptos generados resultan justificados, es decir, si existe un correlato objetivo, sino, además, si resultan válidos para la organización, su misión y su valor social. Se trata de un proceso de filtrado según criterios cuantitativos y cualitativos y según opciones valorativas. Muchas veces, en esta fase, vuelven a revisarse los criterios de justificación y, aunque esto en principio genera  incertidumbre, el proceso es muy interesante porque fortalece la vigencia de los criterios y el grado de apropiación que de ellos tienen  y, por supuesto, asimilan todos los miembros de la organización. En el caso que analizamos hay momentos claves de conversión – generación de conocimiento a partir de la justificación de conceptos.

Un momento clave fue el que permitió revertir los sentimientos de impotencia y frustración que expresaba la idea de “familia dividida y enferma” y que fatalmente parecía conducir a la inmovilidad, a que no se puede cambiar el destino”. Partimos al análisis retrospectivo de lo dado, para entender el presente, desde cuándo su vida se transformo en ser más miserable y caótica, cuándo se dio  contacto con los turistas y porque éstos dejarían de visitar la comunidad, qué factores aumenta la división familiar, los resultados y los números, efectivamente cuándo se insertan  los paquetes tecnológicos de las dependencias de gobierno y nos apartamos de nuestra cultura, cuando dejan de vivir en comunidad, cada uno nos dedicamos a pedir al gobierno en lo personal recursos para nuestros proyectos.  Cuando  entró en crisis la producción de tabaco en la costa y ya no les dan trabajo como jornaleros agrícolas, y un sinfín de variables que acuñaron su caótico presente, pero también hicieron la pausa cuando abordan   los aspectos  positivos, aquellos de  cuando comparten el trabajo en el coamil de maíz, cuando realizamos los trabajos en la comunidad, juntos ahorramos materiales, mano de obra, tenemos y conservamos alimentos, y valorar también a las mujeres los que no se doblegan por su género y ayudan en las tareas comunales.

El vivir y mantener la vida en comunidad o mancomunada en una fortaleza que permite la subsistencia, la conservación de los recursos naturales, la cultura, la salud, por lo tanto hay que rescatarla y esto aporta al modelo de desarrollo sustentable propuesto por los gobiernos actuales  y por el mundo intelectual de la época. Por lo tanto el discurso de la desterritorialización producido por el espectáculo y el consumo, contraviene a los interés de las comunidades Indígenas Wixárika y por lo tanto el concepto de “Dinamización Turística” propuesto por una corriente en España, principalmente por Antón Álvarez Souza, toma otra notabilidad, por lo que se propone la construcción de una nueva mirada a la visión sobre el desarrollo turístico latinoamericano a partir de una concepción de la cultura y, sobre todo, de la cultura étnica, parte de la Biodiversidad continental, que no legitime la precaria vida cotidiana urbana y reincorpore la noción de colectividad territorial, y por otra parte que no tenga como única opción la vida orientada al consumismo  y generación de  desarrollos de la actividad turística elitistas proyectados a nivel  nacional y estatal como “La Riviera Nayarit”, y evitar con esto contribuir a la visión general de la globalización se mantenga como paradigma insuperable.

En “otro territorio sobre el mundo contemporáneo”, Renato Ortiz propone que “en lugar de pensar el mundo desde América Latina ... pensemos el mundo en su flujo y, luego, hagamos las preguntas pertinentes a nuestra realidad”1 , lo cual puede iluminar la reflexión sólo si se considera que, si bien los centros de poder hoy se han desterritorializado, ese hecho, lejos de conformar una esfera ajena a la política, nos alerta sobre un mundo en donde el ejercicio de lo público se agota en el consumo, hecho cultural por excelencia y acción política que incorpora al individuo al universo globalizado.

Desde sus inicios el proyecto capitalista tuvo un carácter ecuménico y la ciudad -como ámbito del nuevo orden- se convirtió en el escenario adecuado para las nuevas relaciones sociales y las nuevas formas de ejercicio del poder. A partir de la Revolución Industrial, la ciudad fue, cada vez más, esplendor y miseria, opulencia y ruina. Sólo a partir de las reivindicaciones sociales alcanzadas después de 1848, iniciaron las ciudades europeas el lento camino hacia un concepto armónico del espacio urbano y un tránsito hacia las urbes democráticas del siglo XX.

La llamada crisis de la modernidad, como metarelato auto interrogante de la visión hegemónica europea, plantea, desde las ciencias sociales, una relación más horizontal con las culturas del tercer mundo, pero los estudios culturales al partir de una explícita desconexión entre la economía y la cultura 2  eluden los vínculos entre un multiculturalismo que reconoce al otro en su diferencia cultural, y una globalización para la cual todo ser humano está sujeto a unas reglas de mercado que necesariamente lo involucran.

Así, las categorías asociadas a la posmodernidad -fragmentación, dispersión, pérdida del centro, puesta en duda del sujeto, relativización de los discursos o muerte de los grandes metarelatos; en nada cuestionaron el proyecto liberal ni las nuevas relaciones de mercado, y la ciudad, ámbito privilegiado de ese proyecto, tendría que adaptarse a los nuevos requerimientos. De este modo, las ciudades del primer mundo así como a sus destinos turísticos integralmente planificados CTIP añadieron a su infraestructura existente los espacios virtuales necesarios para que los flujos de la posmodernidad se hicieran posibles, flujos de ciudadanos hacia el trabajo o el ocio, flujos de capital, flujos de programación, flujos de información en el ciberespacio, flujos vinculados al universo de un mercado único que desde finales del siglo XX se consolidó como una instancia fundamental de producción de sentidos.3

Es decir que Occidente, simultáneamente a los grandes debates sobre la crisis de la modernidad, construye un proyecto económico que mantiene relaciones que ya no serían llamadas de dominación, pero que aumentan la riqueza de los ricos y la pobreza de los pobres mientras reivindican el enorme conglomerado de otros que la modernidad había dejado por fuera en ese nuevo proyecto al que denomina multicultural. Para ello, exacerba el individualismo occidental hasta el narcisismo contemporáneo y reconoce en las colectividades no occidentales las características culturales que pueden servir al universo del mercado.

En todos los casos, los vínculos reconocidos son lo suficientemente débiles para poder ser satisfechos en el intercambio de bienes y servicios. De ahí que se desregulen y privaticen casi todas las esferas de lo público, mientras se enaltece una desterritorialización que sirve para que nadie se pregunte por la pérdida de poder del Estado y por ende  se dimensione la ciudad para repensar  el concepto de ciudadanía no dependiente  del Estado -  Nación;  se extrapola el valor de  la juventud y la virtualidad para que nadie pregunte por el futuro y la velocidad.  Las diversas lenguas, comidas, religiones y vestidos se sumergen en el espectáculo de los medios despojándolos de su carácter de subversión y la ciudad, como la vida, se torna espectáculo descentrado, desterritorializado, fragmentado, marcado por esos signos identitarios del nuevo orden que son los centros de consumo inducido por las tendencias globalizadas de lanzadas por los países del primer mundo.

El propósito actual parece ser el de ver el mundo como si fuera una colección de estados-nación, cada uno con una sociedad y una cultura nacional exógena. El reto de la globalización es pensar en términos de flujos, incluyendo las identificaciones culturales, que pueden cruzar fronteras nacionales. 4 Tendremos que construir las categorías para pensar los flujos de desempleados que recorren las ciudades, los flujos de desplazados por la violencia, los flujos vehiculares signados por el miedo o los flujos de capital hacia el exterior, flujos que, como tales, son desterritorializados, pero cuyas marcas de identidad inscritas en el proceso de la globalización son  excluyentes ante  la posibilidad de participar en el universo del mercado.

Sabemos que el ser humano sólo se construye como tal a través del Otro/otros, o sea, a través de lo grupal. Por consiguiente, el grupo constituye un tema de  interés fundamental para la sociología del turismo, no sólo por sus repercusiones operativas (si bien éstas han sido y son las que más fácilmente se visualizan y buscan alcanzar) sino, específicamente por la trascendencia vital que tiene como determinante en la constitución y mantenimiento subjetivo - social. Esto hace de lo grupal una dimensión necesaria y fundamental de todo ser humano y, por ende de sus respectivas sociedades,  lo que también vale formulado a la inversa. Fundamentalmente, nos interesa mostrar que lo grupal es un terreno de trabajo teórico y técnico específico que posibilita imaginar y construir propuestas de desarrollo turístico alternativo, diferentes a las conocidas en los distintos ámbitos de inserción laboral, donde las empresas trasnacionales mimetizadas hoy ofertan servicios turísticos ecológicos, sustentables, con lo cual simple y sencillamente han ampliado su poder económico en la utilización y explotación de las comunidades ejidales, pesqueras, indígenas, entre otras. Tal como ocurre con todas las áreas del saber, la elaboración de conceptos sobre lo grupal y de  mancomunidad son dejados de lado ya que el mercado no requiere de este tipo de vida, pues para el gran mercado sólo    tiene validez la propiedad privada y, ante esto, requiere superar obstáculos. En este punto, los aportes de G. Bachelard, entre otros, además de resultarnos de suma utilidad para abordar este tema, permiten desarrollar una actitud de vigilancia epistemológica, ante lo que se presenta como evidente, la delimitación del mismo se torna ineludible si recordamos que el estudio de los grupos se ha elaborado en el cruce de caminos de varias disciplinas y que la noción misma se sitúa en la articulación entre lo psicológico y lo social, de este modo aseveramos que la psicología social, y la sociología turística son las que demarcan, en este orden de especificidad creciente, nuestro campo de trabajo.

Partamos ahora definiendo ¿qué es un grupo o una comunidad? Sin duda,  es una interrogante que buscaremos responder, ya que si bien el vocablo grupo se ha convertido en uno de los términos más corrientes del habla cotidiana, y que en apariencia tiene un sentido evidente, designa en realidad a los conjuntos sociales de talla y estructura diversas. También abordamos uno de los temas más ignorados o sesgados por la ciencia y el  turismo, la relación entre el grupo y lo social, ya que nos permite descartar, de entrada, la concepción de los grupos islas y así poder abordar de mejor manera  algunas de las diferentes propuestas de observancia  posibles de este tema.


1 Renato Ortiz, Otro Territorio, Ensayos sobre el Mundo contemporáneo, Bogotá, Convenio Andrés Bello, 1998, Introducción, pág. xxii.

2 Ver los estudios de Morley, Katz y Ang, entre otros y en América Latina, Martín Barbero y García Canclini.

3 Renato Ortiz, Otro Territorio, pág.100.

4 John Sinclair, Televisión: Comunicación Global y Regionalización, Barcelona, Gedisa, 2000, pág.86 (La cita se refiere a una afirmación de Chris Barker).

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