CUESTIONES

Francisco Javier Contreras H.

LOS EMOTIVOS Y LOS RACIONALES

Hay dos motores de la actividad humana: las emociones y el pensamiento. Todas las actividades que hacen los seres humanos, o nacen de un sentimiento o de una idea: no hay más. Ambas son muy importantes y por ello conviene considerarlas. Normalmente trabajan combinadas y cuando hay un buen equilibrio entre ellas, se producen las mejores obras de que la historia tenga orgullosa memoria y en la medida en que hay más desfase entre las dos, se ven las mayores atrocidades que han lastimado al género humano y que no quisiéramos recordar.

Cuando en una persona predomina la parte racional, ve las cosas como son en sí mismas sin que medie entre ella y el hecho, su interpretación personal de acontecimiento. El emotivo, cuando ve el acontecimiento, primero se llena de emoción, recurre a lo que tiene guardado en su memoria para interpretar lo que ve, la impresión lo embarga, lo llena, lo atiborra y se forma un concepto de las cosas que no es como sucede el hecho en sí, sino como él lo está interpretando, y así toma decisiones.

Si es algo que le gusta, se sintió tan contento que brinca, sale a celebrar, grita, gasta lo que tiene y hasta lo que no tiene en la fiesta y cuando termina la emoción, lo único que le quedó fue la cruda; si lo que sintió fue algo triste, se llena de congoja y llora a grito abierto y contagia su angustia a los demás y luego, los demás que también son emotivos, también estarán llorando con él, y por eso se interrumpen los trabajos, se detiene el mundo y no hay forma de ponerlos a funcionar otra vez, porque están “con la terrible pena”.

Si el emotivo contempló una injusticia, se llena de indignación por la sinrazón presenciada y se convierte en una tromba que quiere ir a destruir el mal y contagia su “justa” cólera a otros igual de emotivos que él, y proceden los linchamientos y los tumultos y al final sólo queda la frustración por el resultado del evento, que casi siempre es un triunfo pirrico, pues se perdió más de lo que se ganó; por lo que concluimos que, el emotivo decide con emoción, y la emoción abotaga su cerebro y no ve nada fuera de su “justa” cólera y puede destruir su mundo, pretendiendo reparara daños.

Así, hemos visto a través de la historia, como en algunos lugares, en ciertas ocasiones, la muchedumbre emotiva ha atacado llena de indignación a alguna persona, pensando que es un humano malo, sea acusándolo de brujo, de diablo, de ladrón, de violador o lo que sea, y en ocasiones ha resultado que no era esa la persona que se suponía, pero el mal ya estuvo hecho, y en ese caso, las lamentaciones sirven para lo mismo.

El emotivo no puede dialogar con nadie, porque, si su interlocutor dice algo con lo que él coincide, entonces se emociona y suelta un torrente de palabras con las que atiborra a su oyente y no lo deja hablar; pero si su compañero de plática da una opinión contraria a lo que él piensa, es tan grande su indignación, que puede decir groserías u ofender de muchas formas, con lo que, lo que originalmente iba a ser una plática, se convirtió en una discusión. Luego podemos afirmar, el emotivo no platica, discute. Y así, como no puede aportar argumentos con qué defender su postura, alza la voz, intimida o impone su autoridad, si es que la tiene y de no tenerla, su única salida es hacerse el enojado, y pretendiéndose indignado, retirarse del lugar de la plática.

Una persona racional, piensa antes de actuar, una emotiva actúa de acuerdo a lo que siente y no se detiene a pensar antes de obrar; luego, el racional es calculador, mientras el emotivo es impetuoso. Actúa por impulsos: si tiene el impulso de reír, lo hace a mandíbula batiente; si tiene el impulso de llorar, lo hace como un plañidero; si se siente triste, no entiende como los demás no comparten su “muy justa” congoja, y hasta puede reclamarles por estar contentos. Quien forme su pareja, jamás va a poder establecer con él un dialogo: o se le somete, o le domina a carambazos, o se va cada cual por su lado; y no hay más.

Obviamente, el emotivo tampoco puede realizar trabajo de equipo, porque al no saber dialogar, tampoco puede negociar y así, en cualquier actividad colegiada que se tenga que realizar; o impone su punto de vista, o se retira despotricando contra sus compañeros de equipo, tildándolos de tontos, porque no supieron valorar sus “muy sabias” propuestas.

Igualmente, no puede hacer sociedad con nadie para cualquier tipo de negocio, pues todo intento que se realice terminará en fracaso por las mismas razones, y nuestro emotivo, en vez de ver su incapacidad para hacer trabajo en conjunto, terminará diciendo que las “sociedades no funcionan”, o como decían algunos de nuestros abuelos: “las juntas ni en los ríos”, sin entender que no ha de haber empresa digna de llamarse así, que pueda realizar una sola persona o que se logre sin trabajo de equipo.

Con lo que acabamos de ver, a una persona en que predomina la parte emotiva, le va siempre mal en los negocios, porque ese asunto que es ante todo una cuestión de mucho cálculo, él no lo puede hacer, por lo mismo que no puede calcular ni actuar en base a ello, sino que como dijimos antes, es espontáneo y un negocio no se puede realizar haciendo lo primero que se te ocurre; sino calculado, midiendo, sopesando, pero sobre todo, viendo a futuro.

Un emotivo pues, no puede realizar acciones que lleven un proceso largo, sea de tiempo o de procesos; porque se va a exasperar rápidamente y actuando en base a su desesperación, mandará todo hasta allá, donde tú ya sabes. Y es por eso que en las naciones subdesarrolladas, donde abundan los emotivos, también pululan los proyectos empezados y nunca acabados, que se traducen en gasto de energías, recursos y nulos resultados.

Evidentemente, en todas partes hay personas equilibradas e individuos en los cuales se da una preponderancia mayor de la parte emotiva o de la parte racional; pero pareciera que en ciertas regiones o países, predomina un grupo sobre el otro. Así los países industrializados pareciera que son predominantemente racionales y los subdesarrollados predominantemente emotivos.

También da la impresión que hay países o regiones donde predominan las personas racionales y países o regiones donde predominan las personas emotivas. Así el norte de Europa pareciera ser una región predominantemente racional y en el sur, parecería que predomina la emotiva. En Italia, el norte me parece que es predominantemente racional, organizada e industrial, mientras el sur tiende a ser emotiva, poco industrial, más agrícola. Podríamos suponer, que el primer mundo es más racional y el tercer mundo más emotivo.

Algunas naciones son típicamente racionales, como suizos o alemanes, de quienes se dice que son capaces de pararse en una esquina de una calle, un día lluvioso, a esperar que el semáforo se ponga en verde para poder cruzar; aunque no haya tráfico de autos, y ello porque en su idiosincrasia está el respeto a la norma, antes que el análisis personal, de si es adecuado pasarse el alto tomando en cuenta que no hay tráfico y que él se está mojando.

Algunas naciones son típicamente emotivas, como aquellas que aun siendo pobres, gastan todo lo que tienen y hasta lo que aún no tienen, en cohetes y música en las fiestas de su pueblo, por la simple justificación de que estamos en tiempo de la fiesta; y vaya a la goma toda las reflexiones que se les quieran hacer con respecto a que tienen grandes carencias en infraestructura, tanto a título personal en su casa como en sus ciudades. Pero en fin, el emotivo se alimenta de emociones, antes que de hechos concretos o de ideas, y para él, el gusto que se dio, vale por las cosas que mañana lamentará su ausencia o carencia.

Pareciera pues que hay una relación estrecha entre racionalismo y productividad, organización y eficiencia; y también una relación cercana entre emotividad y baja producción, desperdicio de recursos, etc.

Históricamente tenemos el ejemplo de Japón, que siendo una sociedad feudal, sin ciencia ni industria, fue invadido por los Estados Unidos en el siglo 19 y obligado a comerciar con ellos bajo la amenaza de sus cañones; y este país, muy racionalmente se puso a pensar:
-¿Por qué puede venir alguien de lejos a obligarme a hacer lo que no quiero?
Respuesta: porque tiene tecnología de la que nosotros carecemos.

Respuesta: Con investigación, con universidades, con educación.
Y dicho y hecho, enviaron a sus jóvenes a estudiar en Europa y en los Estados Unidos, y a vuelta de una generación, ya tenían los ingenieros necesarios para iniciar su revolución industrial, y para 1941 le cobraron la visita a los güeros, bombardeándoles Pearl Harbor: Ya tenían fábricas, ferrocarriles, buques, aviones… ciencia y tecnología. Luego, aunque perdieron la guerra, se dieron a respetar, y hoy usted sabe qué tipo de país es Japón. Esta es una nación típicamente racional, que dio a su problema una respuesta racional.

Tenemos otros ejemplos de naciones, a las que los han invadido o subyugado un extraño enemigo, y éstos, en vez de dar una respuesta racional al problema, se limitan a guardar un gran odio al invasor y transmitírselo de generación en generación, -lo que es una respuesta emotiva-, pero sin hacer nada para cambiar las circunstancias que los hicieron vulnerables ante otros, -lo que sería una respuesta racional-.

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