ALTERNATIVAS SUSTENTABLES Y PARTICIPACIÓN COMUNITARIA

ALTERNATIVAS SUSTENTABLES Y PARTICIPACIÓN COMUNITARIA

Ramón Rivera Espinosa
Universidad Autónoma Chapingo

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PROFESIONALES Y CIUDADANOS PARA UN LUGAR DE VIDA SOSTENIBLE

Paula Marcela Hernández Díaz,

Departamento Ingeniería de Procesos

Universidad EAFIT. 

phernand@eafit.edu.co

Resumen

La universidad se ha transformado al igual que la industrialización y los sistemas productivos hacia el capitalismo y el consumismo. Esto ha favorecido que la ciencia y la tecnología sean influenciados y financiados por los grupos económicos, pero no ha ocurrido igual con la sociedad que en principio debería ser la beneficiaria de los resultados de sus investigaciones. Sin embargo, en las comunidades de países en vía de desarrollo como Colombia se observan cambios en los sistemas económicos que impactan diversos sectores como el educativo, productivo y comercial. Esta nueva estructura se evidencia en la economía compartida o economía colaborativa logrando una prolongación de la vida útil de productos y preservación de recursos naturales. En el trasfondo de estas transformaciones se encuentran líderes comunitarios, muchos de ellos profesionales. Al ser la universidad uno de los llamados a promover el cambio hacia el desarrollo sostenible, se busca encontrar las características que estos profesionales tienen para trasladarlos a los currículos y convertir a las universidades en instituciones sostenibles; de tal manera que los estudiantes en su proceso de creación de conocimiento también adquieran la conciencia de las consecuencias de su profesión y como incidir en la construcción de un desarrollo sostenible local.

Palabras clave:

Educación, desarrollo sostenible, economía compartida, pensamiento sistémico, desarrollo local.

Abstract

The university has been transforming as industrialization and production systems into capitalism and consumerism. This has meant that science and technology are influenced and financed by business groups, but the same has not happened with society which in principle should be the beneficiary of the results of their investigations. However, in the communities of developing countries as Colombia changes are observed in economic systems that impact various sectors such as education, production and trade. This new structure is evident in the shared or collaborative economy which achieves a longer products’ lifetime and preserves natural resources. In the background of these transformations are community leaders, many of them professionals. As the university is called to promote change towards sustainable development, it is necessary to find the features that these professionals have to transfer them into the curricula in order to turn universities into sustainable institutions. Therefore, students will acquire awareness about the consequences of their professions and how they could guidance in the construction of a local sustainable development.

Key words

Education, sustainable development, sharing economy, system thinking, local development.

Introducción

Entre ciudadanos, educados y no, de diferentes niveles socioeconómicos y de formaciones diversas, se debería tejer un lugar de vida sano, agradable, sostenible, o como se establece en Ecuador, de un buen vivir (SENPLADES, 2013).  Sin embargo, se tiene la idea que un país rico es un país que tiene acceso al desarrollo y adquisición de la tecnología, además de la capacidad para acceder a los recursos necesarios para la transformación a productos, independientemente de donde provengan; pero no es un país rico aquel que defiende sus productos locales, su conocimiento tradicional, sus recursos naturales. Por esto los países no industrializados, no desarrollados, no ricos, buscan imitar y adoptar patrones de crecimiento, industrialización y desarrollo de los países que sí lo son. Esta permanente imitación es posible gracias a la globalización y a la permeabilización del sistema económico capitalista en el planeta entero.
 
Al igual que la industrialización que evolucionó de la máquina de vapor a los grandes sistemas de producción en masa, y de la creación de producto duraderos al diseño para la obsolescencia, como mecanismo para aumentar ventas y utilidad (Leonard, 2010: 150) que nutren el sistema capitalista, la educción y en especial la educación superior, con la creación de la universidad, también pasó de ser promulgadora del principio de independencia, con la universitas scholarium – y la universitas magistrorum instituidas por la Universidad de Bolonia y la de Paris, respectivamente, a una separación por especialidades, mediante facultades o departamentos, que según Steger “transforman la universidad en una empresa comercial” (Tünnermann, 2003: 39). Esta transformación es el resultado de la herencia y evolución de la universidad politécnica de Napoleón y sus intenciones utilitaristas, y la universidad Norteamericana que con el propósito de afianzar la relación universidad-sociedad crea estructuras administrativas con docentes especializados en las áreas demandantes, para cumplir con la productividad que surgía en esta nación en el siglo XX. Finalmente, termina siendo la Universidad el suministrador de profesionales que nutren el sistema capitalista y respondiendo a las demandas que este impone.

Con el capitalismo y el consumismo se han generado graves consecuencias de tipo social, ambiental y jerarquización económica, y aunque la sociedad en general, sigue las tendencias que impone la sociedad de consumo, en los últimos 28 años dentro de las tendencias nacientes, está el interés por la problemática ambiental, centrada principalmente en el cambio climático y más reciente, las diferencias sociales y las necesidades básicas no satisfechas, hoy plasmadas en los 17 objetivos de desarrollo sostenible (PNUD, 2015). Los gobiernos y la sociedad han ido adquiriendo conciencia sobre esto, de tal manera que adoptan mecanismos para su solución. La solución surge de personas que conocen las causas, consecuencias y modo de prevención de estas problemáticas, generando iniciativas que impactan de manera positiva no solo la localidad sino al planeta entero.

Mediante el análisis de algunos casos exitosos en la ciudad de Medellín, este artículo busca reflexionar como la economía compartida es un punto de partida para la creación de lugares de vida sostenible y como debería integrarse la educación para el desarrollo sostenible en las universidades. No se pretende en este trabajo dar una orientación a cada profesión, ni estructurar un modelo de plan curricular. Se plantea realizar un análisis sustentado en la vertiente Ciencia-Tecnología-Sociedad.

Ciencia para el desarrollo sostenible

La ciencia por sus características de ser analítica y especializada, ha focalizado sus esfuerzos, su método, en descomponer en partes, considerando los problemas parciales, por lo tanto, las soluciones terminan siéndolo también (Bunge, 1996). Por eso las consecuencias que estamos teniendo hoy día, desde los frentes ambientales y socio-económicos, pueden atribuirse a la incapacidad del hombre, especialmente el científico, que ha creado el mundo a través de sus descubrimientos, y a la apropiación de éstos por las organizaciones sin entender el planeta, los hechos, los fenómenos como un todo interrelacionado y no como la suma de sus partes.

Para que la ciencia contribuya con una visión del desarrollo sostenible, es necesario un cambio evolutivo, un cambio de paradigma que contemple el todo, o al menos que busque relacionar cada hacer científico con el todo.  La sugerencia es que la ciencia sea ecosistémica. Una ciencia ecosistémica es aquella que integra la totalidad en su que-hacer despojándose de la particularidad, de lo local; es una ciencia estructurada, podría decirse en la ecología profunda de Capra y el mundo complejo de Morín. Una ciencia, que va más allá de la metáfora cartesiana, y se incorpora a la trama de la vida (Capra, 1998)

La Economía, el cambio en las ciencias sociales

Para hacer un símil en cómo se puede lograr un cambio y una contribución desde la ciencia, se tomará el caso de la economía, considerada en esencia, ciencia social. Su definición etimológica, con la misma raíz griega de ecología –oikos-, es la encargada de la administración de la casa, es decir del planeta. Como todas las ciencias ha tenido evoluciones, corrientes y cambios. Cristina Carrasco (2012) expone cómo el pensamiento económico, que data de Adam Smith con la obra conocida como “Las riquezas de las naciones”, se transformó en dos escuelas dominantes. La clásica que desarrolla la economía política con estructura “material y carácter social de las leyes económicas” que llega hasta último cuarto del S XIX; y la escuela marginalista o neoclásica, que se focaliza a estudiar al mercado desde, la productividad, utilidad y maximización. Puede decirse, que la economía es la encargada del estudio de cómo la sociedad decide que bienes se producen, cómo se produce y para quién se produce; desde sus orígenes no ha considerado procesos que ocurren fuera del mercado, como los ecológicos; conllevando a un uso no sistémico de los recursos, más bien un uso abusivo y utilitarista de estos para beneficio del hombre, y no de todos; de unos hombres.

Teniendo la economía como ciencia que guía el crecimiento de la humanidad, esta debería tener una transición a ser ecosistémica y volver a su esencia etimológica, donde la casa no es solo el ser humano sino todo lo que sostiene y hace parte del planeta. Así como se dio el cambio alrededor de 1875, podría darse el cambio radical a una nueva economía, con una visión amplia, que comparta la idea que la sostenibilidad no debe estar focalizada solo en el ser humano sino en el planeta completo; pasando de la explotación de los recursos, y la desigualdad, a destruir dualismos como urbano-rural, manual-tecnológico, público-privado. Esto permitirá transformar la visión consumista a una visión de mercados compartidos, solidarios que incluyan personas que no tienen dinero, pero si otros recursos que ofrecer (Jubeto & Larrañaga, 2012); donde la sociedad no gire en torno al capital sino a la vida; no valore únicamente el trabajo de mercado, que potencie y valore el trabajo familiar (Carrasco, 2012).

Un cambio en la estructura formativa de los economistas en la Universidad, puede hacer que sus teorías y proyecciones cambien, al igual que el valor de la naturaleza, los valores, la construcción social: “desplazando el objetivo social desde la obtención de beneficio al cuidado de la vida” (Carrasco, 2012); que no se sigan generando economías aislada luchando solas por un cambio hacia la sostenibilidad, como la economía ecológica que piensa en las capacidades de los ecosistemas naturales para sustentar los sistemas económicos; la economía feminista que busca ir más allá de la idea de igualdad; o la economía del buen vivir 1; sino que sean todos los economistas que tengan estos principios desde su formación dejando atrás la mirada reduccionista al mercado.

Así, puede existir una economía consciente y comprometida que conjugue sistemas económicos con la evolución del ambiente y la economía de interdependencia humana en el mundo natural para generar nuevas políticas y tendencias. Ya no meramente de crecimiento, sino de desarrollo y sostenible, donde prime el cuidado de la vida y no el capital. De igual manera, se podría hacer el análisis con las diferentes profesiones que integran las diversas ciencias creadas por la humanidad.

La ciencia no puede alejarse del ser social ni cultural, que la ha creado, fortalecido y enriquecido gracias a su observación; debe cuestionarse del valor del conocimiento generado por la relación hombre-naturaleza como también de la relación naturaleza-hombre-cultura. Esto puede hacer entrar en razón a la ciencia misma que no es necesario una división de muchos saberes que poco saben; sino una reorganización del saber, evitando la descontextualización, pérdida y desconexión del propósito, orden, retroalimentación, sinergia, recursividad, complejidad propia del ecosistema al que debe realmente conocer y no mutilar (Capra, 1998; Morin, 1999)

La sociedad incidente para el desarrollo Sostenible

No solo el deterioro ambiental y la escasez de recursos llevan al derrumbe de una sociedad. Las decisiones que esta toma pueden llevarla a la permanencia o al declive; esta permanencia puede ser sostenida, tendiente a la caída, o sostenible, tendiente a la permanencia exitosa. Este comportamiento lo describe Diamon (2006) en su libro Colapso; en un mismo entorno y bajo el análisis del método comparativo, se encontró que dos sociedades Nórdicas, la noruega (Islandia) y la inuit, solo por la decisión de control de la primera y la decisión de continuar con los mismos patrones de la segunda las llevaron, a la primera a la permanencia y la prosperidad, a la segunda a la extinción completa.

El llamado a los países no industrializados, que quieren serlo a pesar y repitiendo los problemas y pérdidas que esto acarrea, es a pensarse como sociedad, sus comportamientos, y a rescatar su forma sostenible de desarrollo; con esto se puede estar a tiempo para dar respuesta a las problemáticas que este enfrentando y no seguir patrones obsoletos (Fisher, 2010).

Es por esto que involucrar a la sociedad es de vital importancia tanto para la ciencia, como la tecnología, la innovación y el desarrollo sostenible. La estructura de la sociedad es una relación bi-direccional y dinámica, que incluye a los ciudadanos (comunidad), funcionarios de estado, y empresarios, inmersos todos en lo que hoy se denomina el nuevo contrato social. En este, la sociedad y sus gobernantes, son quienes tienen la fuerza para aceptar una inversión en desarrollos y adopciones tecno-científicas. Por lo tanto, esta sociedad debe estar educada, informada y capacitada para entender no sólo de tecnología sino de ciencia, y las implicaciones que estas pueden ocasionar en sus entornos (Olive, 2007).

El grado de educación será acorde con su desempeño y papel dentro de la sociedad; es decir inevitablemente se tendrán clasificaciones sociales. Pero, es y será responsabilidad de los cargos altos y medios del gobierno y de las organizaciones, propender por acciones que eduquen a los menos “ilustrados”, en sus iniciativas y responsabilidad en la toma de decisiones. El desarrollo debe ser generado desde una identificación, apropiación y uso de la cultura, del contexto y de planear proyectos de vida donde se tenga una “capacidad de elección técnica”. De esta manera, cada región o país tendrá su propio desarrollo diferenciado y auténtico y no un desarrollo artificial como se ha venido evidenciando, principalmente en los países en vía de desarrollo (Novoa, 2008).

La comunidad

Una comunidad organizada tiene un gran poder de generar cambios, permanencia o incluso fracaso. Se ve en los sindicatos conformados en las organizaciones, en las revoluciones y tomas sociales. El éxito de Simón Bolívar para lograr libertar cinco naciones, fue su ideal de unión; incluso el ex presidente de Colombia Suarez, quien compartió esta intención de unidad expresaba "…Bolivia, Colombia, el Ecuador, el Perú y Venezuela, debieran formar…una especie de unión natural, una confraternidad espontánea de pacíficos esfuerzos en pro de su bienestar y creciente cultura…” (López, 2010). Desde el punto de vista social, la unión de una comunidad puede logar cerrar una industria que contamine o deteriore el ambiente, evitar una tala masiva de árboles para la expansión o crecimiento urbano, un abuso de poder sobre una etnia o grupo minoritario de gran valor cultural, la recuperación de una especie nativa en proceso de extinción. Entre más organizado y determinado el grupo, mejor, o peor; hay que considerar que en “las sociedades creativas, las masas se miran en la élite (por ejemplo, el Renacimiento italiano), en las sociedades destructivas (por ejemplo, el nacionalsocialismo alemán), la élite se mira en las masas” (Wagensberg, 2006: 112).

Sin embargo, dentro del análisis que puede hacerse a un país con problemas ambientales que afectan a la comunidad y sociales como necesidades básicas insatisfechas, es que un alto porcentaje de la responsabilidad que las situaciones no tengan mejoría, que las organizaciones no cumplan o sean responsables de sus acciones, la tiene la misma comunidad. La culpabilidad está en su responsabilidad en elegir; en un país democrático, es el pueblo quien elige sus gobernantes, y son estos quienes, al postularse, tienen la responsabilidad de cumplir sus planes de gobierno. De acuerdo con el Índice de Democracia del 20132 (The Economist Intelligence Unit, 2014), el 50% de los países del mundo viven en democracia; de estos, solo 25 países tienen una democracia plena, lo que significa solo 0.8 billones de habitantes, y un considerable número de 54 países tienen democracias imperfectas, es decir 2.5 billones de personas. Se puede deducir del informe que la democracia tiene una relación estrecha con la economía, visible en la caída de algunos países industrializados frente a la crisis de la zona euro, como Grecia e Italia. De los países con democracia plena, se encuentran cuatro países subdesarrollados, entre ellos dos latinoamericanos, Costa Rica y Uruguay; analizando sus resultados la alta valoración se soporta en el buen proceso electoral y la libertad civil. Estos factores esenciales de la democracia, denotados principalmente en la posibilidad de elegir y ser elegido y la libertad de expresión, tanto de los medios como de los candidatos y el mismo pueblo; llevan a encontrar que es la educación, el interés y credibilidad en la política, así como la presencia de corrupción, que tienen el trasfondo de los resultados obtenidos en los países latinoamericanos, que en su gran mayoría tienen una democracia imperfecta; incluso los dos países con altos resultados, fallan en los tres indicadores centrales y que trascienden a la participación y poder (o no poder) del pueblo.

Los parámetros económicos rigen la permanencia, estabilidad y crecimiento en términos de riqueza de una comunidad que se construye en un entramado de relaciones, afectivas, éticas, sociales, económicas, laborales. Dadas las condiciones capitalistas, el valor está en el trabajo de mercado, donde los hombres están aventajados por una permanencia de una economía patronal; mientras que el trabajo familiar, doméstico y de cuidado no han sido incorporados de manera justa y más bien se han convertido en un trabajo de mercado (Jubeto & Larrañaga, 2012). Este comportamiento socio-económico ha desorientado la estructura de comunidad, haciendo que lo que se tenga en común sea la lógica capitalista consumista del tener; sin embargo, se ha demostrado a través de la economía solidaria, con emprendimientos locales, organizados por miembros de la comunidad, hombres y mujeres,  como la agroecología3 , que cuando se lucha por la permanencia de los vínculos sociales, y las redes familiares comunitarias se logra un “claro vínculo entre sostenibilidad ecológica y reproducción económico-social”. (Herrero, 2012: 63). 

La mezcla de co-creación basada en el inventario de recursos (fortalezas y habilidades y oportunidades con los recursos existentes) de una comunidad para la creación de negocios y la economía solidaria o del compartir4 , se podrían consolidar en un nuevo paradigma de creación socio-económica sostenible, que integra generalmente grupos comunitarios pequeños, localidades responsables y conscientes de defender sus riquezas naturales y culturales, y jóvenes inquietos por encontrar una manera diferente de mercado. Donde la importancia se encuentra en la experiencia significativa asociada a los valores y al bienestar, al uso de los productos y no de su tener, y la creciente aceptación de las redes sociales que a su vez conllevan una transformación y revalorización del concepto de comunidad. Donde el poder popular está logrando que se migre de consumidores pasivos a creadores y colaboradores activos. Esta es una revolución del mercado de igual a igual, sin intermediarios, que crece rápidamente gracias al desarrollo tecnológico de internet y la comunicación móvil, (Botsman & Rogers, 2010; Fast company, 2014).

Cada sociedad, cada comunidad está llamada a estar informada, a tener acceso al conocimiento y ojalá a las tecnologías, para crear e innovar acorde con sus recursos, porque, aunque “la teoría es global, la experiencia es local” (Wagensberg, 2006: 42) y así, industrializados o no, se puede tener un punto de partida similar con resultados diferentes, que garanticen el éxito; esto depende de la fuerza y determinación de cada comunidad.

En Medellín se tienen casos exitosos de la economía compartida o colaborativa. Desde las categorías que se incluyen en este tipo de economía, bienes (objetos usados, en préstamo o personalizados), servicios (transporte, alojamiento, alimentación) y adicionalmente, una categoría emergente: el compartir conocimiento para beneficio de todos. Esta última categoría es fortalecida por la profesión que tiene el líder del proyecto, su saber es fundamental para ponerlo al servicio de la comunidad en conjunto con su aspiración, visión y entendimiento del bien común. Esta combinación permite rediseñar la sociedad que impacta, pasando del desecho al aprovechamiento, del olvido a la fortaleza de saberes ancestrales, de la no ocupación a la valoración del trabajo comunitario, donde finalmente es toda la comunidad quien se lucra.

Profesionales formados para el desarrollo sostenible

La universidad está llamada a jugar un papel protagónico en la educación para el desarrollo sostenible. Para lograrlo se han establecido cinco grandes pilares donde se debe incluir y favorecer el desarrollo sostenible: “Green campus” o campus sostenible, formación del personal administrativo y docente, políticas institucionales, componente social y extensión, currículos e investigación (Leal Filho, Manolas, & Pace, 2009).

La función de la universidad más que formar profesionales debe ser formar ciudadanos, personas conscientes de las consecuencias de sus actos. La Universidad ha cambiado su propósito de compromiso con el conocimiento por el cultivo de disciplinas que tengan demanda en el mercado. Una sociedad de derechos y obligaciones y no de privilegios esta por construirse, un cambio en el sistema que gobierna el mundo tendrá que darse y para logarlo esta la universidad. Donde las futuras personas formadas, que se encuentren en el ejercicio del gobierno, logren entender que no son un grupo privilegiado, sino ciudadanos llamados a transformar la sociedad hacia la protección del planeta, en todos sus componentes. La conducta de los profesores quienes constituyen la universidad, debe ser imitable y en vez de transmitir conocimiento, deben transmitir pasión por el conocimiento (Gaviria, 2015). Deben ser seres que ejemplifiquen el Desarrollo Sostenible en su ser y hacer. Uno de los vicios de la universidad Latinoamérica consiste en aspirar hacia la uniformidad del conocimiento y no buscar la educación para la autonomía.

“El compromiso real de la Universidad se evidencia en la medida que analice, con profunda autocrítica, el papel que ha jugado y debería llevar a cabo en la superación de los problemas más profundos del país; los relacionados con: la justicia, la salud, la educación básica y media, la pobreza, y otros, que requieren buscar formas innovadoras que permitan alcanzar el ideal de país y el bienestar para todos los ciudadanos” (ASCUN, 2012, pág. 30); mismos objetivos que busca la Educación para el Desarrollo Sostenible, pero que no se tiene parametrizado ni ha sido constituido como política de educación en Colombia.

La universidad, como entidad donde confluyen tantos saberes y disciplinas, está llamada a ser crítica frente a la sociedad, su dinámica, su estructura, su formación (Tünnermann, 2003). De igual manera, desde el aula de clase, desde la investigación y la extensión académica a intervenir y mejorar los procesos socio-económicos-ambientales, que en vez de crecimiento propendan por el desarrollo. Por esta razón, si desde la universidad se busca que cada acto, diseño, resultado, no haga el futuro peor, de seguro que la sociedad empezará a cambiar. Porque los profesionales que se están formando hoy, serán los generadores de políticas públicas, gerentes, emprendedores, diseñadores, productores, investigadores y docentes universitarios del futuro cercano. Es momento de generar cambios en la universidad, desde su estructura administrativa por departamentos, hasta la interdisciplinariedad en el proceso enseñanza-aprendizaje logrando combinar educación general y especializada, para tener la oportunidad de compartir con diversas disciplinas en un mismo salón de clase, enriqueciendo las ideas, el enfoque sistémico y la aplicación del conocimiento al todo.

Conclusión

Es en la universidad donde los docentes e investigadores deben conocer las tendencias globales y no ignorar las fortalezas locales, donde la ciencia se vincule con la sociedad y los desarrollos tecnológicos, fruto de la investigación, sean propios para la región de incidencia. Un estudiante que participe en un proceso de formación bajo estas consideraciones, en grupos interdisciplinarios de trabajo, de seguro será una persona, que no sólo en su estancia como estudiante, sino que en su desempeño profesional, se estará cuestionando y enfrentando a lograr un Desarrollo Sostenible, promoviendo ideas y proyectos de bienestar común como los producidos en la economía compartida y otro tipo de alternativas que demuestran que el cambio si es posible, que se puede recuperar, usar y aprovechar el conocimiento tradicional y local.

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1 “El Buen Vivir propone el logro colectivo de una vida en plenitud, en base a la cooperación, la complementariedad, la solidaridad y la justicia, siendo la vida un sistema único, interrelacionado, marcado por la diversidad y la interdependencia entre seres humanos y con la naturaleza; se trata de una permanente construcción de equilibrios que aseguren la reproducción ampliada de la vida” (León, 2012)

2 El informe califica 60 indicadores, categorizados en cinco condiciones consideradas esenciales en una democracia: proceso electoral y pluralismo; libertad civil; funcionamiento del gobierno; participación política y cultura política; con el fin de clasificar los países con democracia plena o defectuosa, régimen híbrido o autoritario. De 167 países analizados (se puede considerar la totalidad de la población), 52 tiene un régimen autoritario, 36 tienen régimen hibrido, 54 una democracia imperfecta y 25 una democracia plena.

3 “La agroecología implica contar con diversidad animal y vegetal; ser parte de procesos de comercialización alternativos que se realizan en ferias locales; respetar a la naturaleza para que haya reciprocidad con ella y desde ella; rescatar las formas ancestrales de trabajo; vincularse con organizaciones con iguales fines, para buscar incidencia en decisiones políticas locales y nacionales relacionadas especialmente con la soberanía alimentaria y la dinamización de mercados locales como parte de la misma. Se espera, también, llegar a tener una mínima dependencia de insumos externos, pues el reciclaje de nutrientes y energía es permanente. Buscan que exista complementariedad productiva y con las formas de vida, logrando una buena utilización de recursos locales, optimizando el uso del suelo y planificando el predio, todo esto sin descuidar la organización.” (Salcedo, 2012)

4 Esta economía está fundamentada en cuatro conductores: renovación de la importancia de la comunidad, redefiniendo conceptos como amigo y vecino; tecnologías en tiempo real y generación de múltiples redes sociales que cambian considerablemente el comportamiento social, preocupación sobre las problemáticas ambientales y sociales no resueltas; y una recesión global que cambia el comportamiento del consumidor (Botsman & Rogers, 2010).