UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO LOCAL

UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO LOCAL

Alejandro Hernández Renner (CV)

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4.5. MILIEUX  INNOVADORES Y LA CLASE CREATIVA

Posiblemente en este caso, mas que de teorías competas, deba hablarse de escuelas, que originan en autores o grupos de autores localizados, pero tienen ya un cierto grado de desarrollo, y son de inevitable mención por su popularidad y grado de actualidad.
Por un lado, el GREMI (Groupe de Recherche Européen sur les Milieux Innovateurs), reúne desde 1984 a una quincena de equipos de investigación europeos y americanos, siendo particularmente activo a comienzos de los años 1990. Los trabajos del GREMI están dedicados a desarrollar un análisis territorializado de la innovación poniendo en evidencia el rol del entorno en este proceso. Esta problemática general se articula en torno a tres campos de investigación (Maillat et al., 1993):

  • la red de innovación: orígenes, arquitectura, modo de funcionamiento, interacciones entre los actores, normas de esa relación, procesos de aprendizaje;
  • relaciones entre el entorno (milieu) y la red de innovación;
  • los efectos de la red de innovación sobre el entorno: procesos de aprendizaje, aumento de las capacidades creativas en el entorno.

Existen tres conceptos esenciales de milieu (Maillat, 1991):

  • la perspectiva microanalítica, que analiza el problema en términos de incertidumbre, información y costes de transacción (Camagni);
  • la perspectiva cognitiva: se articula sobre todo a partir de las nociones del aprendizaje y de know-how o savior-faire; se subraya la importancia del mercado local de trabajo y la reproducción de la cultura técnica (Crevosier y Maillat);
  • la perspectiva organizativa: se refiere a sistemas de actores y a estructuras y formas de organización territorializadas y redes extra-territoriales (Quevit).

La consecuencia de este triple enfoque es la identificación de tres características de un entorno o milieu innovador: es un espacio geográfico sin fronteras precisas pero con una cierta unidad que se traduce en comportamientos identificables y específicos, constituido por recursos materiales, inmateriales, y una serie de actores; es un entorno organizado, donde los actores cooperan para innovar, creando redes de interdependencia y recursos que se utilizan en común; la tercera característica de un milieu innovador es su dinámica de aprendizaje, que dota a los actores de una capacidad que persiste en el tiempo de modificar su comportamiento en función de las transformaciones de su entorno (Maillat, 1991).  
Los milieu tienen una relación directa con las redes de innovación: cuando las relaciones de colaboración entre los diferentes actores del entorno innovador se institucionalizan, se convierten en una verdadera organización que se denomina red de innovación. Esta red origina en el hecho de que hoy en día la innovación no es una simple función del emprendedor o de la empresa aislada, sino que tiene un carácter multifuncional que presupone una articulación compleja y no lineal de competencias específicas. La red de innovación es una realidad pluridimensional que tiene las siguientes características (Maillat et al., 1993):

  • una dimensión organizativa, a fin de moderar los costes de transacción;
  • una dimensión temporal, dado que son relaciones estables, que evolucionan sobre la base de la confianza y la reciprocidad;
  • una dimensión cognitiva, porque acumula un know-how colectivo y superior a la suma de los conocimientos individuales de los actores;
  • una dimensión normativa: cada red dispone de su propio sistema de reglas más o menos formalizadas;
  • una dimensión territorial, al constituir para cada uno de los participantes en la red una ventaja competitiva territorializada.

Como norma, las redes de innovación están basadas en la preexistencia de un capital relacional, no sólo de tipo económico e industrial, que permite ampliar el campo de relaciones y formular proyectos comunes.
Para Richard Florida, creador del concepto de la “clase social creativa” (creative class), partimos de una base equivocada cuando consideramos que recursos como la tecnología, el conocimiento, el capital humano o el talento tienen la misma forma que el resto de los factores clásicos de producción, constituyendo un stock. Según la forma convencional de verlo, una región o ciudad tienen un determinado stock de tecnología y talento que influyen positivamente en sus ratios de innovación y crecimiento. Pero estos recursos se diferencian mucho de la tierra o la materia prima, porque no se acumulan en forma de existencias fijas, sino como flujos transitorios, ya que son factores de alta movilidad. Las ciudades o regiones capaces de fijar y acumular estos recursos volátiles son, de acuerdo con la teoría de la clase creativa, abiertas, diversas y tolerantes (Florida, 2005). El talento, parece decirnos, es como el aire.
Florida construye su teoría sobre fundamentos anteriores. En 1995, trabajaba con el concepto de la región que aprende (learning region), bajo la premisa de que en la nueva era del capitalismo, la organización regional va a cambiar, a medida que las regiones adoptan los principios de la creación de conocimiento y de aprendizaje. Las regiones que aprenden deberán aportar las infraestructuras humanas, manufactureras y tecnológicas necesarias para aprovisionar a formas productivas innovadoras intensivas en conocimiento. (...) La globalización ocurrirá cada vez más a través de sistemas complejos de interdependencia e interrelación regional (Florida, 1995). A partir de 2002, desarrolla su idea central de que el talento o capital humano es un motor demostrado del crecimiento, sobre todo a partir de industrias de alta tecnología, y que la diversidad es un elemento atractor del talento, elaborando esta teoría sobre la base metodológica de la geografía económica (Florida, 2002a).
La presencia de la diversidad o “bohemia” en una región o ciudad es señal de que nos encontramos en un entorno abierto que es atractivo para las personas de alto capital humano. Ello estimula el tipo de creatividad y de innovación asociado con las industrias  de alta tecnología, pero no de forma causal: la teoría de este autor es que la presencia de la clase creativa, que él mide por medio de indicadores de la concentración de bohemios, homosexuales, y gente en general diversa, refleja un conjunto subyacente de condiciones o milieu que es abierto y atractivo para personas con talento y creativas de todo tipo (incluyendo a aquellos que trabajan en las industrias de alta tecnología), y constituyen un entorno físico que es favorable al nacimiento y el desarrollo de nuevas industrias y de empresas de base tecnológica (Florida, 2002b). Este entorno físico local es importante, dice, recogiendo una buena parte del legado de Jane Jacobs, y las ciudades donde florece la clase creativa prestan atención a la calidad de vida, la cultura y las dotaciones urbanas de ocio. 
La creatividad, que se asocia directamente con elementos de diversidad, el capital humano, el crecimiento de los ingresos y el de la población, también tiene relación directa con la creación de empresas. Las regiones abiertas y creativas que atraen capital humano se ven favorecidas por elevados índices de creación de empresas (Lee et al., 2004).
La teoría de la clase creativa se ha convertido, según sus críticos, en una especie de nueva teología del desarrollo, que sin duda es políticamente seductora (Peck, 2005), pero que necesita de una serie de pre-condiciones empíricas para servir como una estrategia de desarrollo viable para muchas ciudades (Sands y Reese, 2008):

  • los variados elementos de la clase creativa deben estar todos ellos presentes dentro de la ciudad;
  • debe existir correlación entre la presencia de esta clase creativa y medidas de diversidad, tolerancia, e industrias y trabajadores de alta tecnología;
  • debe existir correlación entre clase creativa, diversidad, alta tecnología y alguna medida del crecimiento de salud o crecimiento económico.  
Otros autores, en fin, alertan sobre las consecuencias del aumento de la desigualdad en ciudades donde conviven los bien pagados integrantes de la clase creativa con mano de obra de servicios barata, muchas veces inmigrante, y avisan del peligro de que en las llamadas ciudades creativas se produzca una polarización social grave si no se toman medidas integradoras. Esto sería un hecho preocupante no sólo desde la perspectiva ética y política, sino también por sus serias implicaciones para la sostenibilidad a largo plazo de la economía creativa (Donegan y Lowe, 2008).