POBLACIÓN, DESARROLLO Y GÉNERO

POBLACIÓN, DESARROLLO Y GÉNERO

Gloria Valle Rodríguez (CV)
Universidad Autónoma de Zacatecas

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III.3 LA VULNERABILIDAD SOCIAL POR GÉNERO. LA POBREZA MULTIDIMENSIONAL.

En los últimos años se ha destacado el creciente papel de la vulnerabilidad como  generadora de desventaja social. La importancia teórica y política de explorar nuevos enfoques radica en que el tratamiento conceptual y la medición de los temas relacionados con las desigualdades y desventajas sociales de ciertos grupos de población es una de las principales bases operativas para el diseño de políticas sociales en el ámbito nacional, regional y comunal. 1

A partir del “Asset vulnerability framework” de Moser2 se sometió a debate un enfoque diferente de la vulnerabilidad, centrado hasta entonces en los llamados grupos vulnerables, para encaminar el tema hacia la cuestión de las desventajas sociales. Desde ese relanzamiento del tema se han realizado valiosísimos aportes, particularmente en el contexto de la CEPAL, con especial insistencia en por ejemplo, las vulnerabilidades social (Busso, 3  Sojo4 ), demográfica5 y otras, tanto en lo concerniente a un escrutinio teórico-metodológico de la problemática, como enfocados a determinadas geografías (América Latina, Nicaragua, El Caribe) o bien a grupos específicos (juventud, tercera edad).

Las situaciones de pobreza y vulnerabilidad que afectan a una parte significativa de la población de la región en general y de México en particular, integran las agendas de los debates y los esfuerzos de reflexión teórica presentes. Se trata en unos casos de conceptos que como el de vulnerabilidad se refieren a fenómenos relativamente nuevos, y otros, como el de pobreza que están a la búsqueda de nuevos modelos teórico metodológicos de explicación y nuevas formas de medición que reflejen la creciente complejidad de los problemas asociados y de sus determinantes. Pobreza y vulnerabilidad social son términos utilizados para denotar diversas situaciones por las que atraviesan individuos y familias en diferentes geografías y contextos sociales. A los tradicionales esfuerzos de todo tipo por caracterizar, explicar y proponer soluciones al persistente problema de la pobreza, se ha incorporado la problemática de los riesgos y las capacidades e incapacidades para enfrentarlos, esto es, el grado de vulnerabilidad a la que una parte significativa de la población se ve expuesta, generalmente en asociación con situaciones de pobreza.

Entre tanto, los relativamente limitados arreglos estadísticos por sexo en relación a estos temas, indican que existen factores de género asociados a la mayor o menor medida en que las personas experimentan la pobreza y vulnerabilidad social. Uno de ellos, es la cuestión fundamental de la participación de la población en la actividad económica y muy en especial la distribución del así denominado trabajo de reproducción, que ha sido tratado más arriba.

“Uno de cada cinco mexicanos es pobre, comparado con sólo uno de cada diez en promedio en la OCDE”. 6 Un informe relativo a estadísticas sociales de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), ha puesto en evidencia que mientras que en México donde se trabaja en promedio 10 horas diarias, entre trabajo remunerado y no remunerado, se tiene la mayor proporción de población en condiciones de pobreza dentro del conjunto de países que integran esa Organización. Ello pone en evidencia un alto nivel de desigualdad entre ingreso y trabajo. Pero además, contra un promedio de 2 horas y 28 minutos en la brecha existente en cuanto al tiempo invertido en el trabajo no remunerado entre hombres y mujeres, en el caso de México la diferencia es de 4 horas y 21 minutos. 7 Luego, aquí se demuestra de nueva cuenta una de las aristas de las desventajas sociales que posee la población femenina, y que apuntan a la necesidad de apelar a la noción de vulnerabilidad por género.

A partir del 2008 en México se ha introducido la noción de pobreza multidimensional y el método correspondiente para medirla, que tiene aquí el especial interés, de que incluye de alguna manera la noción de vulnerabilidad social. Se enfoca la pobreza como un fenómeno social de múltiples dimensiones que reconoce que las personas poseen características tanto cuantitativas como cualitativas que van más allá de la dimensión monetaria tradicionalmente adoptada en muchas aproximaciones al tema, para tomar en cuenta diversas causas y sus efectos.

La definición propuesta considera que una persona se encuentra en condiciones de pobreza multidimensional si no tiene garantizado el ejercicio de al menos uno de sus derechos para el desarrollo social, y si sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades”. 8

Se reconoce que los derechos fundamentales son la expresión de las necesidades, valores, intereses y bienes que, debido a su urgencia e importancia, deben ser considerados como esenciales y comunes a todos los seres humanos.9 Debido a que los derechos humanos son universales, inherentes, indivisibles e interdependientes, los avances o retrocesos asociados a la pobreza  dependerán del cumplimiento de todos los derechos en su conjunto, y no sólo de algunos de ellos: “la falta o agravio de uno afecta la integridad de las personas”. 10

Por otra parte, el bienestar económico, medido a través del ingreso, permite conocer las necesidades que pueden ser satisfechas mediante la adquisición de bienes y servicios que se obtienen en los mercados con recursos monetarios. Uno de los objetivos de este espacio es identificar las condiciones económicas que limitan la libertad de las personas para desarrollarse plenamente.11

Un tercer espacio analítico calificado como “contexto territorial” se refiere al hecho de que la medición de la pobreza debe incluir el grado de cohesión social. Sin embargo, -se reconoce en el Informe- este indicador no constituye una cualidad de los individuos o de los hogares en pobreza sino de los contextos sociales (ciudades, barrios, pueblos o comunidades) en que viven. Si bien el grado de cohesión social no juega el mismo papel que las carencias de ingreso o de acceso  al cumplimiento de los derechos sociales, si proporciona el conjunto de relaciones que ofrecen posibilidades y recursos a las personas y a los hogares para enfrentar  sus carencias. ”Dada la naturaleza  relacional y comunitaria  de la cohesión social,  su tratamiento metodológico y estadístico es distinto al de las carencias económicas y sociales”. 12

En consecuencia, para definir y medir la pobreza, la construcción propuesta considera tres espacios analíticos: el espacio de los derechos sociales; el espacio del bienestar económico, y  el contexto territorial. 13

El espacio de los derechos sociales se compone de seis indicadores: el rezago educativo, el acceso a los servicios de salud, el acceso a la seguridad social, la calidad y espacios en la vivienda, los servicios básicos en la vivienda y el acceso a la alimentación. Para identificar a la población con carencias por derechos sociales primero se identifican las carencias de cada uno de los indicadores que conforman este espacio y se genera una variable dicotómica que permite distinguir si una persona presenta o no carencia en la dimensión respectiva. Posteriormente, se construye el índice de privación social, el cual es resultado de la suma de los seis indicadores asociados a las carencias sociales. Debido a la indivisibilidad de los derechos sociales, se dice que una persona tiene carencia en esta dimensión cuando el índice de privación social es mayor que cero, en otras palabras, cuando presenta al menos una de las seis carencias sociales.14

Para identificar a la población con carencia en el espacio del bienestar económico se utiliza el ingreso corriente, el cual se compara con una línea de pobreza que especifica la cantidad monetaria mínima que se requiere para que una persona satisfaga sus necesidades básicas. En esta dimensión se distinguen dos líneas de carencia: la línea de bienestar económico (LBE), que mide el potencial del ingreso para satisfacer la totalidad de necesidades alimentarias y no alimentarias  de las personas; y la línea de bienestar económico mínimo (LBM), que permite determinar si el ingreso total de una persona es suficiente para adquirir los bienes de la canasta alimentaria.15

Al decir de sus diseñadores, una de las virtudes de esta manera de enfocar la pobreza es que además de tomar en cuenta el aspecto de los ingresos de la población, incorpora, precisamente, el espacio de los derechos sociales y el contexto territorial“La toma en cuenta de estos espacios permite identificar cuatro grupos poblacionales de interés para la política social: i) los pobres multidimensionales; ii) las personas vulnerables por carencia social; iii) las personas vulnerables por ingreso y, iv) las personas que no tienen carencias sociales ni de ingreso”.16

Estos grupos poblacionales se definen como:

  • La población pobre multidimensional es aquella que presenta carencias en ambos espacios.
  • La población vulnerable por carencias sociales es aquella que, a pesar de tener un ingreso superior a la LBE, su índice de privación es mayor a uno, es decir, tiene una o más carencias sociales.
  • La población vulnerable por ingresos es la que tiene un ingreso menor de la LBE y que no tiene carencias sociales.
  • La población sin carencias sociales y con un ingreso superior a la LBE, es decir, quienes no son ni pobres multidimensionales ni vulnerables.17

Al incluir el espacio territorial estos cuatro grupos se despliegan en “zonas de alta y baja cohesión social”.18

Por otra parte, la propuesta también permite identificar dos tipos de pobreza multidimensional: la pobreza extrema y la pobreza  moderada. Los pobres multidimensionales  extremos son aquellas personas  cuyo ingreso  total  es insuficiente para adquirir la canasta alimentaria y que, además, tienen tres o más carencias sociales. Los pobres moderados, de acuerdo con esta medida multidimensional, son las personas que, siendo pobres, no son pobres extremos. 19

La metodología asociada a este enfoque permite obtener tres medidas: incidencia, profundidad e intensidad de la pobreza. Las medidas de incidencia permiten conocer el porcentaje o proporción de la población que es pobre multidimensional o que tiene carencias de educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación, mientras que las medidas de profundidad e intensidad dan cuenta del número promedio, la proporción media y el número total de carencias sociales de las personas, así como la proporción de carencias de la población pobre respecto al máximo posible que podría experimentar la población total del país.20
Como resultado de la aplicación de este modelo de medición de la pobreza multidimensional se han obtenido los resultados que se muestran en el Cuadro 2.
 
Entre el año 2008 y el 2014 la población en situación de pobreza pasó de un 44.3% a 46.2%, no obstante que la pobreza extrema haya disminuido en 1.1 puntos porcentuales en esos cuatro años. Por otra parte, se tiene que si bien la población vulnerable por carencias sociales disminuyó en 3.9 puntos porcentuales, la vulnerabilidad por ingresos muestra una clara tendencia al aumento, al pasar de 4.7 en el 2008 a 7.1 en el 2012.

Démosle una mirada de género a esta situación de pobreza.

Los datos mostrados en el Gráfico 9 indican que tanto la disminución de la pobreza extrema, como el aumento de la moderada han sido muy similares para ambos sexos en el período 2008-2014. Pero un Informe elaborado por el propio CONEVAL nos revela la verdadera situación de desventaja que tiene la población femenina.21

  • Los hogares que son dirigidos por mujeres tienden a contar con mayor carencia por acceso a la alimentación. Esta tendencia es mayor en los hogares con mujeres jefas de familia en pobreza, donde, en 2012, la carencia ascendió a 41.5%, contra 34.9% de los hogares jefaturados por varones pobres. 
  • En 2012, 83.4% de los hombres pobres participaron en actividades económicas, contra 39.4% de las mujeres en la misma condición.  
  • Las mujeres pobres, además, se ocupan con mayor frecuencia en jornadas parciales de trabajo, lo que se traduce en remuneraciones menores. 
  • Sólo seis mujeres ocupadas tienen acceso a seguridad social de forma directa por cada diez hombres en esta situación. 
  • En 2012, 54.1% de las mujeres de 25 a 44 años con hijos trabajaban de manera remunerada, mientras que entre las mujeres que no tenían hijos este porcentaje ascendía a 74.9%. 
  • A pesar de contar con la misma escolaridad, las remuneraciones que las mujeres obtienen por sus empleos son menores a las que perciben los hombres. 
  • Las mujeres, en particular las mujeres en pobreza, presentan una mayor dependencia de los recursos provenientes de programas sociales. 
  • La sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado es aún mayor para las mujeres en condición de pobreza. 
  • El total de mujeres ocupadas que no reciben pago por su labor es superior al de los hombres en la misma situación, principalmente entre los 45 y 64 años: en este grupo de edad existen tres mujeres sin remuneración por cada hombre sin pago. 
  • En promedio, las mujeres dedican a los quehaceres domésticos entre 10 y 20 horas semanales más que los hombres, y entre ocho y 15 horas semanales más al cuidado, sin pago, de niños, ancianos, enfermos o personas con discapacidad.

1 Gustavo Busso: Vulnerabilidad social: Nociones e implicancias de políticas para Latinoamérica a inicios del siglo XXI. CEPAL, Seminario Internacional Las diferentes expresiones de la vulnerabilidad social en América Latina y el Caribe Santiago de Chile, 20 y 21 de junio de 2001. Pág. 3

2 Caroline O. Moser: Reassessing urban poverty reduction strategies: The asset vulnerability framework. WORLD DEVELOPMENT, Vol. 26, No 1, 1998. Pp. 1-19.

3 Busso, Ob. Cit.

4 Ana Sojo (2004): Vulnerabilidad social y políticas públicas. CEPAL, Santiago de Chile, 2004.

5 Jorge Rodríguez Vignoli: Vulnerabilidad demográfica: Una faceta de las desventajas sociales. CEPAL/CELADE. Santiago de Chile, 2000.

6 OECD: RESULTADOS CLAVE: MÉXICO. OCDE Indicadores Sociales. 2011   www.oecd.org/els/social/indicators/SAG

7 OCDE: Society at a Glance 2011: OECD Social Indicators. OECD Publishing, 2011.

8 CONEVAL: Informe de pobreza multidimensional en México, 2008. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. México, 2010. Pág. 26

9 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 25

10 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 25

11 CONEVAL Ib.

12 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 25-26

13 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 24

14 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 27

15 CONEVAL, Ib.

16 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 12-13

17 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 28

18 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 34

19 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 29

20 CONEVAL, Ob. Cit. Pág. 13

21 CONEVAL: LA POBREZA AGUDIZA LA DESIGUALDAD DE GÉNERO. COMUNICADO DE PRENSA No. 003 México, D.F., a 6 de marzo de 2014