POBLACIÓN, DESARROLLO Y GÉNERO

POBLACIÓN, DESARROLLO Y GÉNERO

Gloria Valle Rodríguez (CV)
Universidad Autónoma de Zacatecas

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II. 2 EL TRABAJO DOMÉSTICO.

Entrar en el campo del trabajo doméstico, también llamado reproductivo o de cuidado de los demás, implica enfrentarse a múltiples definiciones. A pesar de todo, hay unas constantes en todas ellas que podemos identificar. Estas constantes aluden a la actividad realizada en el hogar, a las tareas de atención y cuidado de los menores y de los ancianos de la casa, etc. De todas éstas es posible sintetizar una definición como la siguiente: trabajo doméstico es el desarrollado en el hogar para la atención de los otros y la propia; comprende actividades como la limpieza, la preparación de alimentos, la compra, el cuidado de los menores y los ancianos, así como de los enfermos de la familia o unidad de convivencia. A pesar de constituir una dimensión necesaria para la reproducción de la sociedad, su desarrollo ha quedado históricamente circunscrito al marco privado, primordialmente a la esfera doméstica.

En las concepciones de algunos teóricos como Gardner1 , lo que conocemos como trabajo doméstico hoy fue creado por dos procesos paralelos. Por un lado, desapareció en gran medida la producción doméstica para el mercado y la posibilidad de ganar dinero con el trabajo realizado en la casa y por otro el porcentaje de la población dependiente aumentó de forma dramática. Tanto la niñez como la vejez se extendieron.

En particular, para sostener la necesidad de acudir al trabajo doméstico como manifestación de la vulnerabilidad laboral por género hay que poner énfasis en el hecho de que hay toda una serie de actividades fundamentales para la satisfacción directa y diaria de las necesidades humanas (salud, higiene, alimentación, afecto, entre otras) que no reciben reconocimiento social y se hacen en la invisibilidad. Para definirlas, hay quien habla precisamente de trabajo reproductivo (frente a trabajo productivo en términos económicos); quienes lo denominan trabajo no remunerado (frente al remunerado); y quienes prefieren definirlo como trabajo de cuidados (término que abarca no sólo la dimensión material de estas tareas, sino también su componente relacional y afectivo). Este trabajo gratuito es realizado en un altísimo porcentaje  por mujeres, lo que dificulta su acceso al trabajo remunerado y a una participación plena en la vida social.

La contribución del trabajo doméstico a la reproducción de la fuerza de trabajo se produce tanto a nivel cotidiano como a nivel generacional. Por otra parte, se constata –comentan Borderías y Carrasco2 que en la reproducción de la fuerza de trabajo intervienen el salario que permite adquirir bienes y servicios en el mercado y el trabajo doméstico cuya función es tanto la transformación de esos bienes mercantiles en consumibles, como la prestación de determinados servicios, ya sea porque no existen buenos sustitutos en el mercado, o porque los existentes solo son asequibles para sectores minoritarios de la población.

Como se conoce, el costo de reproducción y mantenimiento de la fuerza de trabajo en una sociedad determinada sigue siendo invisible mientras la gama de la actividad económica no incluya el trabajo ’reproductivo’ no remunerado. Por tanto, el trabajo no renumerado necesita hacerse visible, y el significado económico del trabajo debe ser redefinido para incluir el trabajo reproductivo no renumerado.3
           
Se puede conjeturar, sin temor a yerro alguno que a pesar de propuestas políticas y legales dirigidas a favorecer un reparto igualitario, el trabajo reproductivo en el seno del hogar sigue siendo asumido fundamentalmente por las mujeres. Al mismo tiempo es un hecho que tanto la definición como la valoración del trabajo reproductivo se realizan de forma interdependiente y subordinada al trabajo productivo (producción de bienes y servicios), el único que social y económicamente ha recibido el reconocimiento de trabajo.

II.3 HACIENDO VISIBLE EN TRABAJO DOMÉSTICO.

El uso del tiempo, particularmente el dedicado al trabajo remunerado y no remunerado puede ser identificado como un elemento importante a tener en cuenta para determinar la vulnerabilidad laboral por género, por ello su conocimiento puede ser un elemento de interés en ese sentido. Los estudios sobre el uso del tiempo, basados en grandes encuestas han permitido co­nocer los cambios y continuidades en la división del trabajo doméstico entre hombres y mujeres. Las encuestas sobre uso del tiempo han cobrado gran interés en las últimas tres décadas en el ámbito internacional, no sólo por el amplio potencial que ofrecen para diversos estudios sociológicos, demográficos y culturales, sino porque brindan evidencias empíricas sobre la magnitud del trabajo doméstico no remunerado, cuya realización ha recaído fundamentalmente en las mujeres, debido a los patrones de género vigentes”.4

Refiriéndonos al caso de México, la distribución del tiempo que las personas dedican a diferentes actividades es muy diferente según se trate de mujeres u hombres, en tanto que éstas están determinadas por un conjunto de normas socioculturales que establecen papeles diferenciados a cada sexo. De ello se desprende que por lo general, a los hombres se les asocia con lo productivo y a las mujeres con lo reproductivo.

Además de los datos disponibles para el período 1995-2004 mostrados en el Gráfico 3, en la más reciente versión de “Mujeres y hombres en México”,5 se realiza un análisis detallado de algunos de los aspectos relevantes de la participación de la población en el trabajo doméstico no remunerado, que vale la pena incorporar aquí. El Informe parte de reconocer “que predomina todavía en México el modelo bajo el cual  las tareas domésticas se asignan a las mujeres y las extradomésticas a los hombres. Lo anterior, sumado al creciente fenómeno de incorporación de las mujeres al mercado laboral, les ha generado una sobrecarga de trabajo, debido a que ellas siguen siendo las principales responsables de las actividades domésticas y de las actividades de cuidado al interior de los hogares, sin que haya corresponsabilidad por parte de los otros integrantes de la familia, de las empresas y sociedad en general; ni una participación más activa del Estado mediante la provisión de servicios públicos que aligeren dicha carga”. 6
A partir de la “Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares, 2012” se ha estimado que el trabajo no remunerado doméstico y de cuidados de los hogares representa alrededor de una quinta parte del PIB nacional generado entre 2008 y  2012. Para el año 2012 ese valor ascendería a 3 mil 061 billones de pesos, equivalentes a 19.7% del PIB de ese año, que en términos de puntos porcentuales, 15 serían aportados por las mujeres mientras que solo unos 4.7 puntos lo aportarían los hombres.7
Entre tanto, como lo enfatiza el mismo Informe, “La distribución  por sexo de la población que realizó trabajo no remunerado y de cuidados muestra que 52.8% está constituido por mujeres y 47.2% por hombres. Sin embargo, cuando se analiza el número de horas trabajadas y el valor económico generado, las diferencias por sexo aumentan significativamente: las mujeres aportan 78.3% de las horas destinadas a labores en el hogar y generan 76.1% de valor económico; mientras que los hombres contribuyen con el 21.7% de horas, equivalente al 23.9% del valor económico”. 8
La breve referencia que hemos hecho al uso del tiempo por hombres y mujeres en el caso de México y la dinámica que el mismo presenta, nos anima a traer a colación lo comentado por Benería9 , en el sentido de que: “Frente al supuesto de que la división del trabajo según el sexo es "natural" o algo "dado" debido a la fisiología de la mujer y a su papel en la reproducción, la literatura feminista reciente, al ofrecer un análisis crítico de la universalidad de la subordinación de la mujer, ha subrayado la conclusión de que las desigualdades sociales son resultado de una serie de factores susceptibles de cambio. Más concretamente, esa literatura sugiere que el cambio tiene que producirse en dos direcciones: a) participación de hombres y mujeres en las responsabilidades de la familia y de la producción doméstica, y b) participación plena de la mujer en la producción no-doméstica y en la apropiación del producto social, en condiciones de igualdad entre los sexos. Eso implica que la presente división sexual del trabajo no se puede tomar como un dato fijo. Por el contrario, se convierte en un punto focal en torno al cual han de ocurrir cambios de gran alcance”.

En los últimos años, varios organismos internacionales e instituciones nacionales han iniciado el desarrollo de diversos instrumentos metodológicos que permitan la medición y valoración económica del trabajo no-remunerado en los hogares, así como la estimación de la contribución de este trabajo a la economía nacional. Dos de estos instrumentos son el desarrollo de las Encuestas de Uso del Tiempo (EUT) para la medición del trabajo no-remunerado de los hogares como parte del trabajo realizado en la economía nacional, ejemplificado anteriormente en el caso de México, y el desarrollo de Cuentas Satélite del Sector Hogares (CSSH). En México se han estado promoviendo acciones necesarias para valorar al trabajo doméstico no remunerado dentro del Sistema de Cuentas Nacionales de México (SCNM), con el propósito de reconocer su valor en la economía y apoyar así el diseño, desarrollo, seguimiento y evaluación de políticas públicas y toma de decisiones.

Las cuentas satélites de la producción doméstica promovidas en México tienen como objetivo “considerar a los hogares como productores para proporcionar una imagen global de las actividades productivas emprendidas por los hogares y aportar una estimación de su valor eco­nómico. La producción doméstica se puede presentar en términos de horas asig­nadas o imputarles valores monetarios a los bienes y servicios que son producidos y consumidos en el mismo hogar. En la cuenta satélite, la función del consumidor se amplía hasta incluir la función de productor, cuando la producción beneficia a los mismos hogares se le llama “producción propia”, pero deben presentarse por separado para no duplicar la contabilidad porque algunas actividades se incluyen en el SCN, pero otras se excluyen, particularmente los servicios”. 10

Se considera que “dimensionar la magnitud del trabajo no pagado en el marco de una Cuenta Satélite de los Hogares abre la posibilidad de articular la información ahí organizada con los agregados  macroeconómicos -producción, consumo, acumulación, comercio exterior y con todos los agentes: empresas, gobierno, instituciones privadas sin fines de lucro, hogares y el sector externo- de la economía establecidos en el SCN. En esta fórmula, en una CSH también tiene cabida el desarrollo de información detallada de las actividades del hogar, lo cual permitiría analizar algunos de los impactos derivados de los ajustes económicos que se han presentado a lo largo de los últimos veinte años”.11

A partir del Módulo de Uso del Tiempo de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares se han realizado en México varios esfuerzos por estimar el valor económico del trabajo doméstico. Estos estudios revelaron la importancia del  valor económico del trabajo doméstico, en tanto que éste equivalía al 17.41% del PIB nacional.12
En el ánimo de conducir un razonamiento que nos lleve a calcular el total de horas dedicadas por hombres y mujeres al trabajo en general, que conjuntado con la estimación de su valor nos lleven a tener una idea de las desventajas y vulnerabilidad laboral que experimentan las mujeres, planteamos que si conociéramos el salario medio por horas en México, por ejemplo, y suponiendo que las mujeres recibieran el mismo salario por el mismo tipo de actividad que los hombres, pudiéramos hacer el siguiente cálculo:

Salario semanal potencial de una mujer (Sspm):
Sspm = (Phm . Smhm) + (Phd1 . Cea1) + … + (Phdn . Cean)
Donde:
(Phm) = Promedio de horas trabajadas para el mercado;
(Smhm) = salario medio por horas;
(Phdx),   xÎ{1 …. n} = Promedio de horas trabajadas en la actividad doméstica x
(Ceax) = xÎ{1 …. n} = costo estimado por hora de la actividad x
Salario semanal potencial de un hombre (Ssph):
Ssph = (Phm X Smhm) + (Phd1 X Cea1) + … + (Phdn X Cean)
A partir de lo anterior se podría calcular el salario semanal diferencial m/h (Ssdm/h) de la siguiente manera:
Ssdm/h = Sspm - Ssph
El diferencial salarial resultante +/- permitiría hacer análisis objetivos de las desventajas a favor de un género u otro.
           
Un trabajo elaborado por Teresa Rendón 13 aporta una estimación del salario medio de hombres y mujeres a partir de la Encuesta Nacional de Empleo de México del 2000, que pudiera servir para conformar un ejercicio con el modelo de cálculo anterior.
En conclusión, el tratamiento de la participación de la población en la actividad económica es esencial para alcanzar una visión de género de las relaciones entre población y desarrollo. Y todo ello, en gran medida, por los diferenciales tanto cuantitativos como cualitativos que caracterizan la presencia de mujeres y hombres en los mercados laborales y las tareas de reproducción.

1 Gardner, Jean (1993): El trabajo doméstico revisitado: Una crítica feminista de las economías neoclásica y marxista. Ponencia presentada en la Conferencia Internacional .Out of the Margin-(perspectivas feministas en la teoría económica), realizada del 2 al 5 de junio de 1993 en Ámsterdam. DOCUMENTO DEL  PRIGEPP- FLACSO, Buenos Aires, Argentina.

2 Borderías y Carrasco, 1994: El debate sobre el trabajo doméstico. En: BORDERÍAS, Cristina; CARRASCO, Cristina; ALEMANY, Carmen (compiladora): Las mujeres y el trabajo: rupturas conceptuales, Barcelona, Icaria/Fuhem.  DOCUMENTO DEL PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires, Argentina.

3 Cagatay, N. 1999: “Incorporación de género en la macroeconomía”. Versión revisada de una ponencia preparada para la Reunión de Expertas del World Survey on the Role of Women in Development. Julio 1-3 de 1999, en  Ginebra, Suiza. DOCUMENTO DEL PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires, Argentina.

4 INEGI 2005: Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2002. Tabulados Básicos Definitivos. INEGI – INMUJERES – UNIFEM, México.

5 INEGI: Mujeres y hombres en México 2014. Instituto Nacional de Estadística y Geografía.-- México : INEGI,  2015

6 INEGI: Mujeres y hombres en México 2014. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. México: INEGI,  2015. Pág. 25

7 INEGI, ob. Cit. Pág. 39

8 INEGI, ob. Cit. Pág. 40

9 Benería, Lourdes (1979): “Reproducción, producción y división social del trabajo”. Documento del PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires, Argentina.

10 INMUJERES, 2003: “La encuesta del uso del tiempo y sus potencialidades para conocer las inequidades de género”. Instituto Nacional de las Mujeres. México.

11 Gómez Luna, María Eugenia, 2001: Cuenta satélite de los hogares. Valoración del trabajo doméstico no pagado. El caso de México. Taller Internacional Cuentas Nacionales de Salud y Género 18 y 19 de Octubre 2001, Santiago de Chile OPS/OMS – FONASA.

12 Pedrero Nieto, 2004: “Género, trabajo doméstico y extradoméstico en México. Una estimación del valor económico del trabajo doméstico. Estudios Demográficos y Urbanos, Vol. 19, No. 2 (56), pp. 413 – 446. El Colegio de México. México.
 

13 Rendón, Teresa 2003: “Empleo, segregación y salarios por género”. En: De la Garza Enrique y Salas Carlos “Situación del trabajo en México, 2003”, México: Plaza y Valdés- IET. Págs. 129-150.