UNA COMPARACIÓN DEL USO DE REMESAS: URBANO VS. RURAL, NAYARIT 200-2004

UNA COMPARACIÓN DEL USO DE REMESAS: URBANO VS. RURAL, NAYARIT 200-2004

María de Lourdes Montes Torres (CV)
Gabriel Estrella Valenzuela (CV)
Eduardo Meza Ramos (CV)

Universidad Autónoma de Nayarit

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Las remesas en América Latina y el Caribe

Como hemos visto, el envío de remesas de trabajadores que emigran a Estados Unidos a sus familias y comunidades de origen, no es exclusivamente de los países latinoamericanos;  sin embargo,  es importante considerarlo de manera especial porque se señala que a partir de 2003, América Latina y el Caribe ha sido la  región que ha recibido el mayor monto de remesas en el mundo, 29,600 millones de dólares, de acuerdo con el Banco Mundial. Es decir, América Latina y el Caribe superaron ampliamente a la segunda región en obtener recursos por esa vía, el sur de Asia, que obtuvo 18,200 millones de dólares. El aumento en el flujo de remesas ha sido constante en todo el mundo pero en especial en América Latina y el Caribe.
 En todos los países, las remesas de los trabajadores emigrantes superaron los flujos oficiales netos a partir de 1998. El incremento en remesas es un reflejo de las grandes olas migratorias que ocurrieron en los 90. Las estimaciones del Banco Mundial son más conservadoras que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a fines de marzo (2006) dio a conocer un estudio que estimaba el movimiento de remesas hacia América Latina y el Caribe en 38,000 millones de dólares. Según el BID, las remesas ya superaron la inversión extranjera directa y tanto esa institución como los gobiernos buscan formas de abaratar el costo de trasladar el dinero, que en muchos casos supera el 10 por ciento (Bachelet, 2006).
Los envíos de remesas dependen de diversos factores entre los cuales se encuentran las características sociodemográficas del migrante, del mercado de trabajo de Estados Unidos que es el país principal hacia donde se dirigen los migrantes latinoamericanos, la experiencia, los ingresos mensuales, el lugar de residencia en aquel país, entre otros. Sin embargo, los montos no solo han sido constantes y estables,  sino que han ido en aumento (Lozano, 2000).
Como vemos en la gráfica No. 1, los montos de remesas varían en los distintos países de la región teniendo como principales  receptores en el 2004 a México, Brasil y Colombia.
Sin embargo, a pesar de que el monto de remesas que se reciben en los países expulsores de migrantes va en aumento y constituyen un buen porcentaje del PIB de esos países, la verdadera importancia radica en la forma en la que estos recursos pueden contribuir al desarrollo económico de las regiones, mismo que se puede llevar a cabo a partir de que se les dé un uso productivo. Es decir, la idea es hacer que se conviertan en un efecto multiplicador del crecimiento económico.

En Colombia, los bancos están dando los primeros pasos, a partir de canalizar las remesas que envían los emigrantes a sus familias, a través del sector cooperativo colombiano, con miras a buscar el uso productivo de este recurso que favorezca la economía de los hogares (Castañeda, 2006).

Las remesas entre los países de América pueden ser un indicador de una mayor integración económica entre estos países, al igual que los mayores flujos del comercio y los flujos de capital.

Estudios recientes demuestran que las remesas de los emigrantes latinos hacia países subdesarrollados influencian los indicadores de desarrollo humano en los países recipientes (BID, 2004). Lo anterior se presenta a través del apoyo que las remesas prestan a la educación, mejora en los estándares de salud, nutrición y de lucha contra la pobreza. De la misma forma las remesas pueden también ayudar a expandir las inversiones en capital humano, a fomentar el desarrollo local y comunitario, y a expandir el financiamiento de pequeñas y medianas empresas que son constituidas por quienes reciben las mencionadas transferencias monetarias.

Existen también instituciones, internacionales y nacionales que han tomado nota y han decidido emprender estudios para entender este fenómeno y extraer el máximo beneficio de los envíos, con proyectos para promover las remesas, reducir los costos de su envío, y utilizarlas para generar nuevas empresas. Entre estas instituciones se  encuentra el FOMIN ( Fondo Multilateral de Inversiones) del  BID, el FMI, la OECD, Banco Mundial, entre otros.

En Perú, algunas instituciones públicas como el COPEME (Consorcio de Promoción al Desarrollo de la Micro y Pequeña Empresa), la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS), y la Cancillería ya han empezado a ver cómo maximizar las remesas. Estas instituciones coinciden que para fomentar la inversión de los migrantes, es necesario saber cuántos son y dónde residen. La idea es apoyarlos en la formación de asociaciones, brindarles información acerca de las posibilidades de inversión y promover la constitución o ampliación de pequeñas empresas. Otra idea es conectar estas fuentes de capital con programas que impulsen el surgimiento de  proyectos de inversión en el Perú (Torres-Zorrilla, 2005).

Por otro lado México, Centroamérica y el Caribe,  conforman una de las regiones que  han sentido en mayor medida el impacto de la globalización del mercado de trabajo, que se ha presentado principalmente como consecuencia del rápido crecimiento de Estados Unidos, que ha demandado una gran cantidad de mano de obra de los países vecinos. Como consecuencia de lo anterior, han recibido un gran monto de remesas las cuales aunque en su mayoría se emplean para satisfacer necesidades básicas de las familias, también se les ha dado un uso productivo. En El Salvador, Guatemala, Honduras, México y República Dominicana, actualmente se cuenta con fuertes y bien organizadas asociaciones de migrantes que están impulsando proyectos de desarrollo local en sus regiones de origen. En todos hay también diversos programas e instrumentos que pueden servir de base para potenciar las iniciativas  de desarrollo local, mediante adaptaciones innovadoras, que permitan movilizar todo tipo de remesas (Torres, 2001).
Un objetivo principal de FOMIN (Fondo Multilateral de Inversiones) es que las remesas se vayan orientando al rubro de lo productivo, para esto se hace necesario la generación de condiciones económicas y sociales, particularmente legales dentro de cada uno de los países latinoamericanos (Zurita, 2006).
Para el Fondo Latinoamericano de Desarrollo (FOLADE), un paso en esa dirección es que los estados cuenten con legislaciones y políticas económicas claras,  que estimulen a los receptores de las remesas a volcar esos recursos a las unidades micro y pequeño empresariales, con lo cual, sostiene Zurita, es posible una mayor reproducción y circulación de capital que no solo atenderá la demanda agregada por la vía del consumo, sino que generará empleo e ingresos para amplios sectores de la población.
Un ejemplo de ese tipo de políticas es México y El Salvador, donde por cada dólar de remesa recibido el Estado receptor se compromete a invertir tres dólares en el desarrollo e inversión productiva.
En esa perspectiva, el tema de las remesas y su papel en la economía de América Latina es parte importante de la VIII Conferencia Anual que organiza FOLADE  e INAFI-LA  (Red Alternativa Internacional de Instituciones Financieras, América Latina).
Un estudio  de la CEPAL (2002) realizado por Andrés Solimano, destaca el efecto positivo que representa el apoyo al desarrollo de los países receptores de las remesas, con efectos sobre la balanza de pagos, el ahorro, inversión, crecimiento, consumo básico, pobreza y distribución del ingreso, y que proporcionan una fuente financiera para la formación de capital (principalmente proyectos de pequeña escala). Sin embargo, señala la importancia de considerar que el síndrome de dependencia de los ingresos de los emigrantes debe ser evitado. También destaca que los países que reciben un volumen muy alto de remesas, pueden tender a revaluar mucho sus monedas con efectos adversos sobre las exportaciones. En el documento propone políticas para reducir los costos de transferencia de las remesas y mejorar su impacto sobre el desarrollo interno.
          Aunque no se ha encontrado en las investigaciones realizadas un cambio relevante respecto al uso de las remesas, si se conocen estudios acerca de experiencias recientes en distintos países latinoamericanos como El Salvador, Perú, República Dominicana, y México, entre otros, mismos que mencionan cómo se han realizado esfuerzos que han propiciado que las remesas de una manera incipiente sean empleadas de forma productiva,  principalmente de una manera micro. Se conoce que de las inversiones productivas una gran mayoría de los hogares mexicanos llama así a las actividades que realiza por cuenta propia, donde entrarían todos aquellos pequeños negocios conocidos como “changarros”.
Si vemos de una manera más específica algunos casos,  tenemos uno que es  muy interesante el de El Salvador, país donde la migración se caracteriza por ser multicausal. De acuerdo con López y Seligson (1991), se demuestra que en el Salvador muchos negocios pequeños dependen del flujo continuo de las remesas que reciben, mismos que proporcionan mejoras en la economía de los hogares que dependen de ellos.

 En Estados Unidos los salvadoreños se han concentrado en Los Ángeles, Anaheim y Riverside además de San Francisco, California; Houston, Texas; Washington D.C. y Nueva York. Los migrantes salvadoreños se caracterizan por ser principalmente urbanos, hombres y de entre 12 y 45 años. En lo que se refiere a la educación cuentan con un promedio de nivel académico superior a los no migrantes, de tal manera que se puede decir que El Salvador sufre de lo que se conoce como el “brain drain” (Montoya, 2006). 

Se encuentran tres aspectos sobresalientes, el primero que existe una migración de retorno la cual trae consigo recursos económicos y sociales que les permiten iniciar negocios en su lugar de origen, a partir de aprovechar la adquisición de capital humano del migrante en el exterior. El segundo aspecto importante,  es el aprendizaje del uso de nuevas tecnologías que se detectó en los negocios que tienen relación con migrantes, tecnología fácil de usar y de conseguir como por ejemplo computadoras para el diagnóstico de vehículos, equipo para lavar autos, maquinaria para panadería etc.  El último aspecto es que los empresarios salvadoreños, se han beneficiado de la red de contactos en Estados Unidos para abastecer sus negocios y adquirir equipo, entre otras cosas.

Conway y Cohen (1998) realizan un estudio en San Vicente, en el Caribe, y encuentran que a partir de las características de los receptores de remesas el uso que se les da a éstas difiere. Concluyen que cuando los receptores son mujeres o personas de edad avanzada, el uso que se les da a las remesas es principalmente para cubrir las necesidades básicas, mientras que quienes tienen mejores condiciones de vida, mejor nivel educativo y otros ingresos, además de usar las remesas para cubrir necesidades básicas, destinan una parte al ahorro, a comprar tierra o bien a pequeños negocios de tipo rural principalmente.

De igual forma el caso de República Dominicana, país donde se recibe cada vez un mayor monto de remesas y donde un alto porcentaje de la población se ve beneficiada con estas, es otro ejemplo de la formación y sostenimiento de negocios.

Portes y Guarnizo (1991) analizan la migración de los dominicanos a Nueva York y encuentran que los dominicanos han invertido sus remesas en negocios que no son remunerativos, por lo cual necesitan que un miembro de la familia continúe migrando para invertirle remesas a dicho negocio y siga subsistiendo, razón por la cual señalan que las remesas se han convertido en una especie de subsidio para la formación de negocios en República Dominicana. Ortiz por su parte en un estudio que realiza en 1997 y donde  abarca zonas urbanas y rurales, encontró que el 81% de los dueños de los negocios tiene algún miembro de su familia residiendo en el extranjero, y que uno de cada 5 hogares de dueños de empresas recibe remesas.
De acuerdo con el Banco de México (2007) “la economía de América Latina registró un crecimiento sólido en los últimos años apoyado en el fortalecimiento de la demanda interna y una demanda externa robusta. Al mismo tiempo, se registró un superávit de la cuenta corriente, que  reflejó en parte términos de intercambio favorables para la región. En 2006, al igual que ocurrió en 2004 y 2005, el gasto interno y la producción se vieron beneficiados por una evolución favorable de la demanda externa y por importantes incrementos del superávit de la balanza comercial de productos petroleros y de los ingresos por remesas familiares”.