INDUSTRIAS AUDIOVISUALES EN ESPAÑA: PRODUCCIÓN, CONSUMO Y MERCADO

INDUSTRIAS AUDIOVISUALES EN ESPAÑA: PRODUCCIÓN, CONSUMO Y MERCADO

José Patricio Pérez Rufí. Coordinador
Universidad de Málaga

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LA INDUSTRIA DE LA TELEVISIÓN EN ESPAÑA EN 2015: ÚLTIMOS MOVIMIENTOS Y CAMBIOS EN LAS ESTRUCTURAS.

José Patricio Pérez Rufí
(Universidad de Málaga)

Resumen.
La industria de la televisión en España ha vivido en los últimos años momentos muy convulsos a partir del cambio en los hábitos de consumo de ocio de la audiencia, así como por la incidencia de la crisis económica, especialmente en lo relativo a las bases de su financiación. La posición de los operadores de TDT en abierto fue apoyada por los Gobiernos de Zapatero y de Rajoy, si bien el modelo de televisión actual en auge fue el que vivió sus peores momentos entre 2008 y 2012: la televisión de pago es la única que crece en abonados en España de la mano de compañías de telecomunicaciones como Telefónica y Vodafone. La compra por parte de Telefónica de Prisa TV, en lo que supone una fusión de la oferta audiovisual de Movistar TV con la de Canal Plus, sitúa a Telefónica en la cumbre de los grupos audiovisuales españoles. En octubre de 2015 se otorgan seis nuevas licencias de televisión en abierto que podrían atenuar las consecuencias de la aplicación de la sentencia del Tribunal Supremo, que declaró nulo el concurso realizado en 2010 por el Gobierno de Zapatero, y que supuso la desaparición de nueve canales de televisión en mayo de 2014.

Palabras clave.
Estructura del mercado audiovisual; industrias culturales; televisión española; televisión conectada; televisión online; Netflix; Movistar TV; Atresmedia; Mediaset España; Vodafone TV; políticas de comunicación.

1. Introducción.
La televisión en España vive un momento convulso que la aleja de cualquier atisbo de estabilidad. En permanente transformación, el principal rasgo caracterizador del desarrollo de toda la industria ha sido la adaptación a las diferentes circunstancias que le afectan, dispuesta en sucesión a una velocidad inusual en la historia de la televisión española. Así, se ha visto condicionada por elementos propios de la industria como por otros no específicos pero sí tremendamente influyentes como elementos externos.
De entrada, la televisión, al igual que otras industrias culturales, fue alterada por la digitalización y la distribución online de contenidos, al punto de que el cambio en los hábitos de consumo de ocio y comunicación de la audiencia (ahora usuarios) pone sobre la cuerda floja la que ha sido principal inversión y cabeza de los grupos de comunicación en todo el mundo. Simultáneamente, resulta muy afectada por la crisis económica, al ser perjudicadas las bases de su financiación: la televisión de pago vio reducir su número de abonados hasta mínimos como consecuencia del aumento del desempleo, la reducción de sueldos, el encarecimiento de los productos de consumo y otros factores económicos; por otra parte, la televisión en abierto (generalista o temática) sufrió una contundente reducción de sus ingresos a través de la publicidad.
Estas cuestiones relativas al mercado de la televisión (por cuanto hablamos de audiencia y de inversores) han afectado en el caso español tanto a la configuración de los grupos empresariales propietarios de las emisoras, como a las políticas de comunicación aprobadas por los Gobiernos y a las sentencias judiciales resultantes del desajuste entre las leyes y sus aplicaciones efectivas.
El objetivo de este trabajo es realizar un repaso de la actualidad en cuestiones relacionadas con la industria de la televisión en España, en especial en lo relativo a los movimientos estratégicos de los grupos de comunicación implicados en aquella, la configuración de tales compañías, las acciones de los Gobiernos y los cambios en las tendencias de consumo por parte de la audiencia. La hipótesis que planteamos es que los últimos acontecimientos han provocado un giro en la industria televisiva al punto de poder señalar que inicia actualmente un nuevo periodo marcado por el incremento de los abonados a la televisión de pago (que conduce al nuevo liderazgo en el sector por parte de Telefónica/Movistar), en lo que supone un traspaso definitivo del poder hacia las empresas de telecomunicaciones y el salto definitivo a la televisión conectada; por su parte, la televisión en abierto mantiene sus dinámicas pese a los tiempos difíciles que se adivinan en su futuro, apoyada por las políticas de los Gobiernos tanto de Zapatero como de Rajoy.

2. Televisión en España: estado de la cuestión.
Apunta Ramón Zallo (2011, pp. 49 y ss.) que en España los hitos más recientes en políticas de comunicación audiovisual fueron: 1) el Plan Nacional de Transición a la TDT (2007), que adelantaba la instauración de la TDT y el apagón analógico; 2) la Ley 7/2009, de 3 de julio, de medidas urgentes en materia de telecomunicaciones en la que se avanzaba la liberalización en materia de comunicaciones para autorizar el aumento de participaciones en acciones cruzadas y reducir los límites de canales en propiedad, según apunta Ramón Zallo ; 3) la Ley 8/2009 de Financiación de RTVE de 28 de agosto de 2009, que elimina la presencia de publicidad en TVE a partir de 2010; y 4) la Ley General del Audiovisual de 2010. 
Zallo señala que estas leyes han protegido a los operadores privados invitándolos a su fusión y haciéndoles más fácil el paso por la crisis, al tiempo que han reducido el rol de RTVE de cara a dejar más espacio a los operadores privados.
Podemos apuntar que en cada una de las leyes aprobadas falta una visión general del modelo de televisión al que se aspira en España. Las decisiones políticas han parecido primar posiciones ideológicas y premiar amistades mediáticas o reaccionar ante leyes aprobadas por gobiernos previos. Esta provisionalidad legislativa y el estatus transitorio de la propia TDT se están haciendo evidentes en este momento, cuando los espectadores empiezan a primar un consumo de contenidos audiovisual online, en ocasiones al margen de la oferta de los operadores nacionales o mediante alternativas no del todo legales. La limitación del espectro electromagnético justificaba la necesidad de una administración del espectro a través de licencias de emisión. Desde el momento en que el espacio deje de ser un problema con la televisión online, la administración del espectro y sus licencias perderán sentido, al tiempo que los gobiernos pierden el control sobre los contenidos emitidos. La distribución y el consumo de contenidos online libera de facto el mercado, como comentaremos más adelante, al permitir la entrada de nuevos actores dentro del mercado español que, con poderosas marcas transmedia, realizarán una oferta ante la cual el conjunto de agentes nacionales puede no estar preparado.
A las acciones legislativas comentadas cabe añadir la sentencia del Tribunal Supremo que obligó a anular las frecuencias de TDT adjudicadas por el Gobierno de Zapatero en 2010, sin que mediara un concurso público, a los operadores que ya estaban emitiendo. Los canales conflictivos fueron otorgados en julio de 2010 por el Consejo de Ministros como parte del plan de sustitución de la tecnología analógica por la digital. El recorte afectó a los cuatro grupos multimedia de ámbito nacional, es decir, Atresmedia, Mediaset, Net TV (Vocento) y Veo TV (Unidad Editorial). Tras hacerse pública la sentencia del 18 de diciembre de 2013 que ordenaba el cierre de los canales, después de la declaración de la nulidad del acuerdo del Gobierno en noviembre de 2012 y los fallidos recursos de Uteca (organismo que integra a los grupos privados de televisión), el Gobierno de Rajoy concedió una moratoria a las televisiones que no pudo aplicarse por completo, dado que el Tribunal Supremo dio de plazo hasta el 6 mayo de 2014 para que los operadores privados de ámbito nacional cerraran los nueve canales de televisión. El Supremo advirtió en una resolución que superado este plazo sin que se hubiera procedido al apagado de estos canales, adoptaría las medidas que marca la ley, es decir, impondría sanciones económicas por no cumplir un requerimiento judicial. Las competencias recayeron sobre el Ministerio de Industria.
Ante esta situación, varias compañías multinacionales decidieron abandonar la TDT, como MTV o AXN (Sony), que mantuvieron su oferta a través de los operadores de pago. La noche de 5 al 6 de mayo de 2014 los canales afectados cesaron sus emisiones, no sin la petición previa de amparo de Uteca hacia el Gobierno, denunciando la situación de acoso ante la que se enfrentaban. En este sentido, los presidentes de Atresmedia y Mediaset España llegaron a manifestar: “El cese de emisiones de nueve canales de televisión al que se nos está forzando supone una situación sin precedentes en cualquier democracia, un ataque a los derechos de los ciudadanos, que van a ver reducida su capacidad de elección y una significativa merma de los canales que ofreció la transición de la televisión analógica a la digital, mayoritariamente gratuita” (Piña, 2014).
Tras el “apagón” de estos canales, en 2014 se debería producir un nuevo apagón de cadenas con vistas a dejar más parte de espectro electromagnético libre para las frecuencias de datos de móviles 4G (Dividendo Digital). La aplicación de la liberación de frecuencias para el 4G debió efectuarse el 31 de abril de 2014, pero finalmente fue realizada el 31 de marzo de 2015, como respuesta a la petición de las televisiones de una moratoria para preparar la antenización de la audiencia. Entre los meses de mayo de 2014 y marzo de 2015 los espectadores pudieron sintonizar tanto los canales en su frecuencia definitiva como en aquella destinada a ser clausurada.
La actualidad en torno a la oferta de canales en TDT no se queda aquí, dado que el 17 de abril de 2015, apenas medio mes después de la aplicación del “apagón” por el Dividendo Digital y casi un año después del cierre de los canales afectados por la sentencia del Tribunal Supremo, el Gobierno anunciaba la aprobación del concurso para la adjudicación de seis nuevos canales de TDT, tres en alta definición y otros tres en calidad estándar. Ante este anuncio, Uteca afirmaba que esta medida "obvia por completo el principal problema", en referencia a la sentencia del Supremo que amenaza a los operadores. Así, según recogía el diario El Mundo, “las cadenas privadas españolas han insistido al Gobierno en que la prioridad para sus negocios no es la adjudicación de nuevas licencias, sino la garantía de que se mantengan las actuales” (Fernández, 2015).
Con objeto de participar de este nuevo concurso público, los operadores de televisión tuvieron hasta el día 28 de mayo de 2015 para hacer sus propuestas. El Ministerio de Industria admitió las ofertas de nueve de los doce operadores presentados, pertenecientes a  Atresmedia, Mediaset, Prisa, 13tv, Grupo Secuoya, Net TV, Real Madrid TV, Radio Blanca y El Corte Inglés. Cada licencia permite explotar un canal de televisión y cada licitador ha podido optar hasta un máximo de dos licencias: una para la explotación de un canal en HD y otra para uno SD, lo que han hecho 13tv, Atresmedia, Mediaset y Grupo Secuoya. Según la convocatoria publicada en el BOE, la resolución del concurso debería ser pública antes del 9 de octubre de 2015.
Aunque en el momento de redacción de este artículo (julio de 2015) no podemos adelantarnos al resultado de dicho concurso, ya que cualquiera de los candidatos podría hacerse con una licencia de emisión, podemos intuir que el Gobierno intentará reconciliarse con Atresmedia y Mediaset y concederles alguna licencia, incluso las dos que se estipulan como máximo, a fin de suavizar las consecuencias del cierre de canales a raíz de la aplicación de la sentencia del Tribunal Supremo. De darse esta situación, posible también dada la mayor experiencia y la potencia de Atresmedia y Mediaset con respecto al resto de concursantes, se estaría dando la paradoja de que el Gobierno de Rajoy intentaría enmendar las acciones del Tribunal Supremo, consecuencia a su vez de las actuaciones del Gobierno anterior. Esta posible resolución reforzaría el sentido de las políticas del Gobierno de Zapatero en materia de televisión, así como el fallido “concurso” realizado de 2010, en lo que vendría a significar una continuidad en unas políticas de comunicación que han primado los intereses de mercado de los grandes grupos de televisión privada, en detrimento de la pluralidad de líneas editoriales y de los operadores más modestos.
En lo relativo a consumo de televisión en abierto, apuntemos que tras batirse records de consumo en 2012 (con 246 minutos de media diaria por espectador), los datos en 2013 y 2014 reducen estos niveles. En 2013 los 244 minutos consumidos por persona y día suponen el segundo año de mayor consumo televisivo de la historia en España, tras 2012. En 2014 el consumo medio fue de 238 minutos, en lo que podría ser el inicio de una posible decadencia del consumo de televisión en abierto paralela al incremento de abonados de televisión de pago y la explosión de la oferta a través de medios de distribución online.
Con respecto a la televisión de pago, apuntaremos que en España atravesó sus peores momentos en lo más crudo de la crisis financiera, alrededor de 2012. El consumo de ocio del espectador se redujo drásticamente ante la merma de sus posibilidades económicas y una de sus primeras consecuencias fue prescindir de las suscripciones a las televisiones de pago. Si a ello sumamos la competencia (no leal) de las descargas no controladas por los propietarios de sus derechos a través de Internet, que ofrecían el mismo producto de las televisiones de pago de forma “gratuita” para su consumo cuando y donde quiera el usuario, resultó el fracaso de este modelo de televisión. El gran producto de la televisión de pago, el fútbol en directo preferentemente de la Liga Española, encontró igualmente vías alternativas para su acceso por parte de usuarios y espectadores al margen de los cauces oficiales de comercialización.
Según apuntan Pérez, Navarrete y Gómez (2013, p. 7), Canal Plus perdió más de 200.000 abonados, y sólo en el segundo trimestre de 2012 la plataforma se dejó por el camino más de 40.000 telespectadores. GolTelevisión cerró el primer semestre de 2012 con una bajada del 4,4%, quedándose en los 366.383 suscriptores y rompiendo el crecimiento que desarrollaba desde 2008. La tendencia fue similar para ONO, cuyo servicio de televisión perdió en el segundo trimestre de 2012 9.496 abonados, lo que deja el número de clientes con televisión de ONO en 896.636.
Esta situación cambió con posterioridad, al incrementarse el número de abonados a la televisión de pago. Como principal beneficiario de este incremento resultó Teléfonica/Movistar, con un paquete de diversos servicios de telecomunicaciones y de contenidos audiovisuales con diferentes fórmulas, entre ellas Movistar Fusión (Internet fijo, telefonía, Internet móvil y Movistar TV). Con un atractivo precio de entrada, el número de abonados llegó al millón en junio de 2014, superando los dos millones en mayo de 2015, en lo que supone un contundente cambio en la tendencia de la relación de los ciudadanos con la televisión de pago. Telefónica introdujo además una oferta específica de contenidos audiovisuales online centrada en un producto de enorme demanda como son las series de televisión a través de Movistar Series. Este importante avance en la posición de Telefónica también en un mercado del que se había alejado durante años, el de la televisión, lo convirtió en un importante operador que podía codearse con otros operadores del medio, tanto de televisión en abierto (Atresmedia y Mediaset España), como de contenidos de pago (Canal +/Prisa TV). De hecho, con dos millones de abonados a Movistar TV, Telefónica se convertía en el primer operador de televisión de pago en España, superando el 1.600.000 de suscriptores con que Canal + contaba en 2014.
Finalmente, Telefónica formalizó la compra de Prisa TV con la aprobación (con limitaciones) por parte de la CNMC a finales de abril de 2015, convirtiéndose así en el principal operador de televisión de pago en España, al sumar los abonados de Canal + a los de su propia plataforma de contenidos. Previamente, en julio de 2014, Mediaset había aceptado la venta del 22% de su propiedad de Prisa TV por 365 millones de euros. Mediaset se deshacía así de su participación en una empresa en proceso de desvalorización que no le reportaba beneficios.
Junto a la oferta de las nuevas plataformas de televisión online, que comentaremos a continuación, la principal competencia de Telefónica en el campo de la televisión de pago se encuentra en una vía de distribución diversa, la televisión por cable de Vodafone/Ono. Vodafone formalizó la operadora de telecomunicaciones Ono en julio de 2014 por un importe de 7.200 millones de euros. La nueva compañía contaba con 14,7 millones de clientes móviles, más de 1,5 millones de fibra, 1 millón de ADSL y 780.000 de televisión, según datos a 31 de marzo de 2014. En el cuarto trimestre de 2014, Vodafone TV (heredero de Ono TV) contaba con 783.887 abonados, frenando la caída de abonados que Ono sufría desde 2009. La culminación de la fusión e integración de Vodafone y Ono se producía en abril de 2015 con la oferta de los servicios Vodafone ONE, que abarca los servicios de Ono (Internet, televisión de pago, telefonía móvil y telefonía fija) con la telefonía móvil de Vodafone (también durante algunas temporadas con oferta de televisión IPTV, además de Internet y telefonía fija). La oferta de Vodafone se asemeja así a la de Telefónica, como verdaderas rivales en el escenario actual de las telecomunicaciones en España.
Un cambio determinante en la naturaleza de la televisión atañe a la idea de la distribución de contenidos. Efectivamente, ahora la televisión es global, pues Internet ha eliminado el concepto de demarcación ligado al área de alcance de una emisora. Es una consecuencia del cambio en el modelo tecnológico de la televisión, dado que la distribución de la señal no viene por parte de una emisora a través de las ondas hertzianas, sino que el espectador accede a los contenidos a través de su conexión a Internet. El ancho de banda se convierte en el elemento determinante para explicar el nuevo paradigma de la televisión conectada. Según Francisco Campos-Freire (2013, p. 112), "el futuro de la televisión y el audiovisual europeo es híbrido, convergente, conectado, interactivo y cada vez más de pago".
A pesar de todo, esta evolución hacia una televisión conectada no será tan radical como pudiera sugerir este planteamiento y el nuevo modelo de televisión, ya una realidad, será el de “televisión híbrida”. En este modelo el espectador alternará el consumo de la oferta de los operadores dispuestos a través de Internet con la televisión hertziana, aquella que, presumiblemente, concentrará mayores proporciones de audiencia pese a la inevitable fragmentación.
Con el aumento de usuarios de Internet en España, hasta ahora en continuo crecimiento aun sin ser universal, el aumento también de las velocidades de conexión, la definitiva implantación de la tecnología de distribución móvil 4G, el descenso de los precios de conexión a Internet y la renovación progresiva del parque de televisores con acceso a Internet, la televisión conectada se convierte en un medio cada vez más presente entre los españoles, que con la crisis económica dieron la espalda a todo lo que implicaba el gasto en medios y en contratación de oferta de operadores de contenidos audiovisuales online. El futuro online imaginado desde mediados de la década anterior es ya hoy una realidad y un presente que pone en juego la estabilidad de los agentes tradicionales en el medio, sin más alternativa que posicionarse frente a esta nueva oferta y sus nuevos actores. Sumemos a estos factores el crecimiento del gasto en televisión de pago y del número de abonados a través de la oferta consumo de servicios integrados de telecomunicaciones.
En este contexto, un importante operador internacional anunció su entrada dentro del mercado español: la empresa estadounidense Netflix opera en España desde octubre de 2015. Con una tarifa plana mensual, el operador proporciona contenidos audiovisuales online en streaming (películas y series de televisión, principalmente), como televisión bajo demanda. Netflix es una de las grandes marcas del audiovisual online junto a la filial de Google YouTube, con la diferencia de que YouTube ha ofrecido hasta ahora un servicio de contenidos audiovisuales gratuito, basando su financiación en la publicidad y no mediante suscripciones o pagos puntuales. Con más de 60 millones de abonados en todo el mundo, Netflix supone un nuevo agente internacional ante un mercado más bien pequeño como es el español y con una oferta similar por parte de otros operadores, entre ellos los poderosos Telefónica/Prisa (con Movistar TV y Yomvi) y Vodafone/Ono.
Netflix llega a España en un momento en que las limitaciones tecnológicas dejan de serlo y cuando las acciones contra la piratería parecen ofrecer por primera vez resultados positivos para la industria audiovisual (no tanto para los defensores de la distribución de contenidos culturales, cualquiera que sea su medio). De entrada, este contexto positivo para la oferta de contenidos audiovisuales de pago está condicionado, como para el resto de operadores del mercado, por el catálogo presentado. En principio, este catálogo será en España más reducido que el internacional, con vistas a su crecimiento progresivo conforme aumente el número de suscriptores: series de producción propia fuertemente ligadas a la imagen de marca de Netflix como House of Cards o Orange is The New Black estarán ausentes de su catálogo español, dado que las licencias de dichos productos fueron compradas por Canal + y Telefónica.
Netflix cuenta a su favor con la contundente implantación de la telefonía móvil, el hábito de la audiencia por el consumo de contenidos digitales (legales o no) y las expectativas de crecimiento del mercado, además de un previsible descenso de la piratería paralelo a la lenta y progresiva superación de la crisis económica. Su imagen de marca, prestigiosa y respetada, es la principal baza con que cuenta la operadora norteamericana. La expectación generada por el anuncio del inicio de sus operaciones en España le proporcionará, con toda seguridad, una buena entrada en el mercado y un número de abonados a tener en cuenta, tanto más si el primer mes de suscripción se oferta de manera gratuita.
El verdadero reto de Netflix será mantener e incrementar el número de abonados y no convertirse en una marca ligada a una moda pasajera; la historia de la televisión en España ya cuenta con precedentes en este sentido, aun ligado a una tecnología diversa, como ocurrió con Quiero TV. La compañía de TDT de pago Quiero TV (participada en su mayor parte por Retevisión/Grupo Auna) se introdujo en mayo de 2000 en el mercado español con fuerza de la mano de uno de sus productos (el canal 24 horas de Gran Hermano), finalizando sus emisiones con enormes pérdidas en junio de 2002 y liberando frecuencias de TDT que volverían a ser puestas en concurso posteriormente.
Netflix competirá por hacerse un hueco entre la oferta de contenidos audiovisual online de operadores nacionales como Wuaki TV, Imagenio, Yomvi, Movistar Series, Movistar TV, Filmin, Nubeox o Cineclick. Aunque la identidad de cada uno de ellos está muy marcada y ofrecen diferentes servicios y contenidos, la competencia entre los operadores será inevitable y el mantenimiento de una oferta sostenible para tantos agentes implicados tiene un futuro dudoso. La fusión o integración de grupos y marcas es una alternativa que no cabe descartar, tal como hemos visto que ocurrió primero en la oferta de televisión por satélite en los años 90 (que llevó a la fusión de Vía Digital y Canal Satélite Digital) y en otros servicios integrados de telecomunicaciones (como la compra de Ono por parte de Vodafone). La compra de Canal + por Telefónica hace de facto integrante del mismo grupo tanto la oferta online de Prisa (Yomvi) con los diferentes paquetes de contenidos de Movistar/Telefónica (Movistar TV, Movistar Series e Imagenio). El nuevo paquete de contenidos recibió el nombre de Movistar + y se ofrecía el 8 de julio de 2015 a los abonados de Canal + y de a los de Movistar, en principio para los suscriptores de Fusión TV para Todos y de manera gradual para el resto de abonados de Movistar TV.
La oferta de Telefónica a través de los anteriores Movistar TV y Yomvi se presenta así como la principal competencia de Netflix en España. De iniciarse una carrera de fusiones acelerada similar a la que tuvo lugar en la TDT cinco años antes, Netflix, Wuaki TV o Nubeox parecerán obligados a entenderse, situación que por ahora no se plantea probable (habrá que esperar a conocer los primeros resultados comerciales de Netflix), pero que no cabe descartar.
La entrada en el mercado español de operadoras de televisión conectada supone de facto la liberalización del mercado audiovisual en lo relativo a la oferta, dado que no es necesaria la gestión del espectro electromagnético y el número de operadores no dependerá más que de la capacidad que tenga de mantenerse por obra del propio mercado. En este escenario, la rivalidad entre empresas dependerá del atractivo de su producto y de las licencias de distribución en espacios precisos, por lo que el contenido audiovisual adquiere aún más relieve. Netflix produce, por ejmplo, House of Cards, pero su licencia de emisión en España pertenece a Movistar/Canal +: la nueva batalla es la de la oferta digital pero también la de la compra de contenidos de éxitos para emisión exclusiva o de canales Premium, también exclusivos.

3. Conclusiones.
La conclusión principal a la que nos puede llevar un repaso de la actualidad en las cuestiones económicas e industriales relacionadas con la televisión en España es que la estructura del mercado y sus diferentes agentes implicados están lejos de haber logrado una estabilidad, además de que el futuro de la televisión española se debate cada día con nuevos movimientos estratégicos por parte de empresas y Gobiernos, pero también de ciudadanos capaces de decidir en libertad qué modelo de televisión prefieren. Dichas actuaciones obligan a una permanente adaptación a los nuevos contextos, cuyas raíces pueden llegar a las mismas bases estructurales de la industria, y a las circunstancias puntuales que condicionan el mercado.
Durante los últimos cinco años, entre 2010 y 2015, los cambios se han sucedido a una velocidad de infarto: desde el apagón analógico y la puesta en marcha de los nuevos canales de televisión se han sucedido fusiones entre diferentes empresas, con apoyo por parte de los Gobiernos, concursos públicos que no respetaron la legalidad vigente y que fueron cancelados a través de sentencias judiciales, canales que aparecieron y desaparecieron o cambiaron su identidad en función de los movimientos de la audiencia, la introducción de una nueva tecnología como el 4G a costa de las frecuencias de la televisión hertziana (la de más éxito en España, a diferencia del resto de Europa), la oferta de nuevas licencias en concurso y la fusión de varios de los grandes en materia de telecomunicaciones, dejando al frente a Telefónica y a Vodafone en las plataformas de televisión de pago junto a Atresmedia y Mediaset en la televisión en abierto, como verdaderos líderes de la industria televisiva, enfrentados al cambio en los hábitos de consumo de ocio y de producción cultural de los ciudadanos y al reto de la implantación de nuevas plataformas de distribución de audiovisual online como Netflix, cuya consolidación está por definirse, y que abre la puerta a una nueva batalla que aún está por librarse, la del audiovisual online.

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