BIBLIOTECA VIRTUAL DE DERECHO, ECONOMíA, CIENCIAS SOCIALES Y TESIS DOCTORALES


LA DESINTEGRACIÓN DE LAS SOCIEDADES

Autores e infomación del libro

Gustavo Adolfo de Paz Marín


En distantes tiempos remotos se pierde el origen de las diferentes ramas del saber. Desde Platón a Hobbes, la crítica e interpretación de las sociedades se denominaba
«teoría de la sociedad», ahora es «sociología». La filosofía de la conciencia y las especulaciones sobre el pensamiento y la personalidad, actualmente se conoce como psicología. Las «teorías del hombre» pasaron a ser antropología filosófica, o, simplemente, «antropología». La logificación del pensamiento y el lenguaje desembocaron en la creciente importancia de la matemática, que algunos expertos definen como lógica aplicada. Al perder el origen y el carácter teórico de la filosofía especulativa a favor de un conocimiento experiencial, los conocimientos se especializan y cumplen funciones técnico-instrumentales. Las especialidades pierden capacidad crítica al desembarazarse de la teoría pura anterior (la metafísica), pero ganan practicidad y se convierten, desde esta limitada perspectiva, en científicas, al abandonar su base reflexiva y especulativa adaptándose a la verificación empírica. El auge del positivismo provocó una secularización del saber teórico y metafísico pero no su desenlace. Ese carácter sublime que se le otorga a la experiencia tiene sus raíces en la autocomprensión especulativa, abstracta, teleológica y metafísica de las ciencias, es decir, en su propia comprensión teorética. Lo empírico, lo experiencial, la experiencia, es algo mediado y racionalizado desde una relativa circunstancia parcial. Las especialidades ahora son científicas, pero han perdido capacidad crítica en su contenido y realidad circunstancial debido a que la ciencia no es un saber neutro ni exclusivamente basado en la experiencia sensible, psicológica o social. Obviamente, para que exista una ciencia libre es necesario que exista en una sociedad libre, esa es la base material del conocimiento. Una ciencia libre es aquella que se sumerge en las aguas del pensamiento crítico y reflexivo, no la que se adapta a la realidad de lo dado. Esa fragmentada realidad está anegada de ideología y pertenece a una realidad más general que no es libre ni democrática. Frente a la estandarización de las ciencias se opone la irracionalidad de las relaciones sociales, de las fluctuaciones económicas y la precariedad de un espacio público dominado por la productividad mercantil, lo que presenta a la ciencia como un último reducto de racionalidad y criterio independiente. Lo mismo sucede con el pensamiento económico, ético, estético, etc. Las especialidades fragmentaron la racionalidad, una racionalidad que intentó ser absoluta y ser metafísica pero que en su fracaso claudicó ante un positivismo atrapado en los márgenes de una experiencia estereotipada, absoluta y brutal que excluye la teoría y la reemplaza por la hipótesis adaptativa a un medio ideológico y a los datos parciales. La necesidad del pensamiento crítico crece ante la supremacía del saber sometido a lo dado, a la falsedad y la realidad de lo existente. Una racionalidad que es requerida no puede ser meramente saber técnico-instrumental ni exclusivamente teoría pura o especulación metafísica. Ante la hipóstasis de la práctica, la teoría crítica se desarrolló en ocasiones como un saber teórico especulativo, pero la posibilidad de una sociedad no totalitaria hace necesario el establecimiento de una racionalidad alternativa que modifique constantemente la praxis. La teoría continúa siendo un antídoto frente a la barbarie, pero no lo sería sin su inevitable y constituyente dimensión práctica.


La estandarización es lo que provoca la adaptación e impotencia ante el universo dogmático y empírico conceptual en el que vivimos. Esta fuerza integradora, que en las democracias representativas adquiere su máximo esplendor y se muestra como un totalitarismo, es la misma fuerza que, cuando llega al colapso y al delirio, provoca la desintegración de las sociedades. La sociedad, por muy integrada que permanezca, mantiene una desintegración latente que se manifiesta en sus dimensiones prácticas: la política, la economía, el desarrollo técnico y científico, el arte y la cultura, etc. Las crisis económicas ponen de manifiesto que la desintegración es el resultado de una cohesión social formada de una manera muy frágil en torno al denominado «Estado del bienestar», y que la integración de todas las clases sociales y su desarrollo en las sociedades del capitalismo de organización avanzado muestra su imposibilidad ante las desintegradoras estructuras económicas, políticas, culturales y sociales que han sido establecidas sobre la irracionalidad y la ausencia de una verdadera organización democrática. La sociedad totalitaria y fragmentada es, al mismo tiempo, sistema y apertura, socialización y represión, individuación y anomia, y,  en estas circunstancias, se ha reemplazado el anhelo de una vida que no es dada por la necesidad de sobrevivir.

 


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