BIBLIOTECA VIRTUAL DE DERECHO, ECONOMíA, CIENCIAS SOCIALES Y TESIS DOCTORALES


EL FUTURO, DE LA ESPERANZA

Autores e infomación del libro

Alejandro A. Tagliavini


Definitivamente no tengo la pretensión racionalista de haber encontrado la verdad definitiva, ni mucho menos, es un ensayo, pero tendrán que demostrar científicamente qué estoy errado. Por cierto que mi intención inicial era intentar escribir algo "de bolsillo", de rápida y fácil lectura, y lo más "empírico" posible en contraposición con esta sociedad soberbia, racionalista, que se pretende erudita -para disimular su ignorancia- complicando y entreverando las cosas de modo tan inútil que, finalmente, pierde todas sus fuerzas intelectuales en el intento de resolver las torpes complejidades en las que se metió. Y así, complicaron este escrito también, en mi intento por desandar todas sus pretensiones de erudición. Que quede claro, el verdadero sabio es el que encuentra a la verdad de la manera más sencilla. Cuanto más grande, más simple.
Si bien este trabajo está dirigido a explicar el funcionamiento metafísico –esencial- de la sociedad, lo que intentaré en la Parte Primera, me referiré, en la Segunda, a algunos temas concretos -por ejemplo, el sistema bancario- de modo de mostrar como ocurren los fenómenos en ‘tiempo real’, en la vida diaria, simple y sencilla. Más aún, me atrevería a decir que, el valor más importante de este ensayo reside en que es, básicamente, empírico. Es decir que, aquello que no observo directamente en la realidad cotidiana, queda fuertemente corroborado por los hechos corrientes.
Como habitualmente sucede que dos personas distintas interpretan los hechos, los fenómenos, de manera diferente -un niño de un año de edad describiría a un perro como a un animal alto y para un adulto será muy bajo- y aún más, un salvaje, un infante o una persona mayor, probablemente, concebirán ideas totalmente distintas sobre el significado y cualidades de un mismo objeto, en la Introducción -además de introducirnos-, repasaremos rápidamente el conocimiento y sus métodos.
Desde ahora quiero aclarar cuál es mi mérito desde el punto de vista científico. Lo que haré, en definitiva, es recordar que existe la naturaleza con su orden propio: su belleza es una prueba. Y, consecuentemente, intentaré mostrar que, no solo es saludable y pro vida respetarla, sino que se progresará en la misma medida en que se la respete. Pero, no invento ni creo nada, porque ésta verdad es anterior a mi persona, ni realizo descubrimiento radical alguno porque, la naturaleza de las cosas, está al alcance de cualquier ser humano que mire a la vida con suficiente humildad. En consecuencia, mi trabajo es bien sencillo, y sólo consiste en detenernos por un momento y recordar verdades ya muy clásicas.
Hablando de verdades científicas, descubrimientos y demás, viene bien recordar que todos los seres humanos ‘valemos igualmente infinito’. Infinito, nadie más ni nadie menos. De modo que, no es real la fábula racionalista según la cual existen 'iluminados', 'genios', 'próceres', superhéroes de historieta, finalmente, a los que hay que creerles más que al común de los mortales. La verdad vale por sí misma y no tiene relación con quién la diga. Y la inversa, esto es, que no importa cuán 'genial' sea una persona, sus dichos son verdades solo cuando efectivamente los son y no porque él las repita. En definitiva, lo que quiero decir es que no es cierto que sea necesario ser un 'gran intelectual' para estar más cerca de la Verdad, sino que lo que hace falta es ser más humilde.
Puntualizando más, intentaré que nos detengamos y le prestemos más atención a la importancia fundamental y básica de la deliberada ausencia de violencia dentro del orden natural. A ver si nos entendemos, no es una cuestión de gustos, ni de 'pacifismo' sino de eficiencia: es científicamente imposible que la violencia logre cualquier objetivo. Y el reto, que aquí lanzo, es que se pueda demostrar científicamente que existe algo tan incoherente como la 'violencia justa'. Ahora, sería bueno que releamos los textos clásicos, sin duda riquísimos y menospreciados, a la luz de esta necesaria revalorización de estas premisas fundamentales.

Se trata, por cierto, de hacer estrictamente ciencia natural en la medida y del modo en que es posible, según iremos viendo. De manera que haré una distinción muy clara entre religión superior -y la correspondiente fe religiosa- y religión natural -y la fe natural-, y no discutiré aquello propio de la primera. Si repaso temas como los dogmas o la fe, lo hago pura y exclusivamente gnoseológicamente, es decir, como instrumentos del conocimiento humano. Y, en este sentido, sólo hago ciencia natural lo que, en rigor, según veremos, es un círculo virtuoso. Ni discutiré los contenidos de los dogmas, ni de nada propiamente religioso superior -ritos, tradiciones y costumbres propiamente religiosas, derecho de la Iglesia, jerarquías eclesiásticas, y demás- y ni siquiera discutiré el Magisterio de la Iglesia Católica, ni el contenido de su Doctrina Social. Me limitaré, insisto, al campo de la gnoseología natural humana. Consecuentemente, si me refiero a Dios (La Perfección, El Absoluto), lo hago en forma natural.

A santo Tomás de Aquino (1224 o 1225-1275), en particular, lo cito como autoridad científica. Porque, hasta donde sé, es quién mejor ha estudiado al orden natural y ésta es la base de mi trabajo. Los demás documentos o autores católicos, por un lado, como muchos tienen raíz tomista, me sirven para aclarar o ampliar los escritos del Doctor de Aquino. Definitivamente no quiero hacer 'ideología' sino encontrar a la verdad natural en cuanto al hombre y a la sociedad, quiero decir, acercarme lo más posible porque la verdad de modo absoluto es conocida sólo por Dios. Me interesa el campo del conocimiento natural y, como tal, universal -para todas las 'religiones' o no-, en cuanto inferior a la cuestión dogmática. De manera que, incluso para aquellos que no son cristianos, vale todo lo escrito. Porque todo el ensayo, científicamente hablando, parte de la naturaleza humana que es fácilmente mostrable, incluso para los ‘ateos’.

Aunque me parece superfluo y trivial el que alguna vez me hayan acusado de anarquista, esta es una buena oportunidad para hacer una breve aclaración. Lo que, históricamente, propuso el anarquismo fue una sociedad con propiedad al cien por ciento en manos de un Estado coercitivo y sin jerarquías. De aquí su cercanía con el comunismo ya que, ambos, proponían el Estado violento total diferenciándose solamente en que el último sí preveía jerarquías. Mi propuesta es opuesta, como veremos, y consiste en negar totalmente validez a la coerción y sí preveo, en cambio, la existencia de diferentes niveles de autoridad y responsabilidad.

 


Nota Importante a Leer:
Los comentarios al artículo son responsabilidad exclusiva del remitente.
Si necesita algún tipo de información referente al articulo póngase en contacto con el email suministrado por el autor del articulo al principio del mismo.
Un comentario no es mas que un simple medio para comunicar su opinion a futuros lectores.
El autor del articulo no esta obligado a responder o leer comentarios referentes al articulo.
Al escribir un comentario, debe tener en cuenta que recibirá notificaciones cada vez que alguien escriba un nuevo comentario en este articulo.
Eumed.net se reserva el derecho de eliminar aquellos comentarios que tengan lenguaje inadecuado o agresivo.
Si usted considera que algún comentario de esta página es inadecuado o agresivo, por favor, escriba a lisette@eumed.net.

URL: https://www.eumed.net/libros/index.html
Sitio editado y mantenido por Servicios Académicos Intercontinentales S.L. B-93417426.
Dirección de contacto lisette@eumed.net