1. INTRODUCCIÓN:

La globalización se ha convertido en los últimos años en uno de los fenómenos económicos y sociales más estudiados de la actualidad. Todo el mundo habla del tema al tratar casi cualquier asunto de la actualidad económica, política, financiera, social, etc. El problema principal es que muy poca gente entiende en realidad las características y las consecuencias de dicho concepto. Es más, es muy importante señalar que para los grandes expertos en el tema el concepto no es algo genuinamente nuevo, sino una consecuencia directa de un modo de desarrollo económico que se viene dando en los últimos 500 años y que ha visto crecer y perecer a imperios, castas monárquicas, aristócratas, sistemas políticos, etc1 . Si bien este artículo no estudia el fenómeno en sí, sí se centra en una de las características más controvertidas de la sociedad global actual: la generalización de la violencia y el asesinato de periodistas en todo el mundo. Pueden cambiar de un día para otro las tecnologías que nos permiten utilizar Internet, ver la televisión, consultar los medios e incluso comunicarnos entre nosotros, sin embargo, desde hace más de treinta años algo que no cambia en todo el planeta es el asesinato de periodistas. En prácticamente todo el mundo la intimidación, agresión, secuestro, extorsión y asesinato de periodistas se ha convertido en una práctica relativamente común en los últimos treinta años. Si bien, con anterioridad a la fecha comentada también se daba esta situación, el desarrollo de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, ha provocado que cada vez los periodistas lleguen con su información a un mayor número de personas. Por ello, el trabajo de informar actualmente se ha convertido en un arma de doble filo, ya que permite transmitir una imagen “positiva” o “negativa” de un hecho, acontecimiento o persona, a millones de lectores, telespectadores, radioescuchas o internautas. Debido a esto, el control de lo que publican o no los medios se hace crucial para los poderes legítimos o ilegítimos, como el narcotráfico o el crimen organizado. Estos últimos, han visto como tremendamente efectiva la estrategia de ejercer violencia directa contra los medios y sus trabajadores, para así conseguir evitar que determinadas informaciones se publiquen o determinados temas se investiguen. En países como México, la situación ha alcanzado unas dimensiones desproporcionadas, hasta el punto de ser abordado el tema por parte de organismos de defensa de los derechos humanos 2, la propia UNESCO 3 o la ONU4 . A pesar de todo, a medida que pasan los años, esta “globalización” de la violencia contra los medios va irremediablemente en aumento.