POBREZA, DESARROLLO Y POLÍTICA SOCIAL EN MÉXICO

Hilario Barcelata Chávez

HACIA UNA TEORÍA DE LA POBREZA RURAL

Subsidios y cumbres agrícolas
El congreso de Estados Unidos, pasando por encima de las reglas internacionales establecidas (incluido el TLC), y ante la pasividad de nuestras autoridades, emitió la "Ley sobre la seguridad agrícola y la inversión rural de 2002", que aumenta sustancialmente los subsidios agrícolas. Por su parte, la cumbre mundial de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) ha sido prácticamente boicoteada por los países del Primer Mundo. Al tiempo, los agricultores pequeños y medianos de Europa se movilizan cada vez más activamente para resistir las tendencias hacia la reducción de subsidios a la agricultura. Estos hechos muestran que, en materia agrícola, no hay posibilidad alguna de reglas internacionales que se respeten y que cada país debe velar por el bienestar de sus propios productores. En estas circunstancias me ha parecido oportuno difundir un esbozo de teoría sobre la pobreza rural que elaboré hace ya más de una década1.

La agricultura es estacional
Una teoría de la pobreza rural, o una teoría de la pobreza de los productores agrícolas familiares, que es mucho más específica que una teoría general de la pobreza, debe empezar estableciendo las diferencias entre la agricultura y la industria. La agricultura trabaja con material vivo. La producción agrícola consiste básicamente en cuidar y estimular el proceso biológico natural de crecimiento de las plantas. En contraste, en la industria los objetos del proceso de trabajo son materiales inertes. Las plantas tienen un ciclo biológico -un periodo de crecimiento- y crecen en la tierra. Por tanto, el trabajo en la agricultura tiene que hacerse en función de la etapa de crecimiento de la planta y debe realizarse en el sitio donde ésta se encuentra. Es decir, el proceso biológico impone reglas, tanto temporales como espaciales, a las actividades del hombre. En la industria, en cambio, donde se trabaja con fibras, metales, madera, plásticos, granos cosechados, el proceso de trabajo no está constreñido ni espacial ni temporalmente. La velocidad del proceso y el sitio donde se realiza están dictados por el hombre. Estas diferencias pueden resumirse diciendo que, mientras en la industria los procesos pueden ser continuos (24 horas al día, 365 días al año), en la agricultura son estacionales (cosecha en pocas semanas del año, por ejemplo).

¿Quién asume el costo de la estacionalidad?
La estacionalidad agrícola se expresa en requerimientos de fuerza de trabajo desiguales a lo largo del año. En cambio en la industria, estos requerimientos son, en principio, constantes a lo largo del año. Esta diferencia genera consecuencias poco analizadas. La más importante es la relacionada con la pregunta ¿Quién paga el costo de reproducción (manutención) de la fuerza de trabajo -y de sus familias- durante los periodos de escasa o nula actividad agrícola? Esta pregunta puede reformularse así: ¿cuáles son los costos de mano de obra pertinentes en la formación de los precios agrícolas? ¿El costo de los días trabajados únicamente o el costo de reproducción, durante todo el año, del productor y su familia? En la industria (y en los servicios) este dilema no se presenta. En la medida que se trabaja todo el año, el salario está asociado con la manutención del asalariado y su familia también durante todo el año. La presencia de este dilema en la agricultura explica la enorme variedad de formas de producción presentes en ella. Cada forma de producción es una manera particular de solucionar el dilema.

Ventaja capitalista: paga lo que usa
John W. Brewster2, quien fue llamado el filósofo de la agricultura estadounidense, buscando una respuesta a la pregunta sobre los factores que determinan el tipo de granja (familiar o capitalista) que predomina en la agricultura estadounidense, tanto antes como después de la mecanización, señala: "la respuesta parece estar en (1) la medida en la cual un área agrícola sea aproximadamente más adecuada para monocultivos o para cultivos múltiples; y (2) las costumbres que liberan a los operadores capitalistas del mantenimiento de los trabajadores en periodos de desempleo en la granja". Continúa señalando: "... mientras menos y menos productos se cultiven en la granja, más aumentan los periodos de desempleo entre operaciones. Puesto que la mayor parte de los trabajadores en las granjas familiares son trabajadores familiares, esto significa que los operadores familiares deben pagar (en la forma de gastos de manutención de la familia) por su trabajo tanto en periodos de empleo como de desempleo en la granja. En otras palabras, el trabajo es, mayoritariamente, un costo fijo para el operador familiar, pero no para el operador de mayor escala que paga el trabajo sólo por el tiempo que lo utiliza en su granja. Si existiera una costumbre que liberara a la granja familiar del mantenimiento de los trabajadores durante los largos periodos de desempleo entre las operaciones agrícolas, sería muy dudoso que las ventajas gerenciales del operador a gran escala le permitieran desplazar al operador familiar, ni siquiera en áreas de monocultivo (pp.5-6).
Las grandes unidades agrícolas del pasado latinoamericano, como las haciendas mexicanas, resolvieron de una manera inteligente -para sus propios intereses- el problema de la manutención de la fuerza de trabajo en los periodos de desempleo: dándole al campesino el derecho de explotación de una parcela para que derivara de ella su subsistencia y, al mismo tiempo, estuviera disponible para trabajar para el patrón. Se trata, en esencia, de la misma solución de los sistemas feudales y de las aparcerías: otorgando a las familias los derechos de explotación de la tierra, el problema estacional de la agricultura lo asumen ellos, lo que libera al señor feudal o al patrón de tal compromiso. En la agricultura capitalista, como señala Brewster, el problema de la manutención del asalariado en los periodos de desempleo es un asunto suyo y no del capitalista.

Precios ruinosos para el campesino
La formación de los precios en un mercado de productos agrícolas en el cual participan significativamente empresas capitalistas, estará determinada solamente por el costo de la mano de obra durante los días efectivamente trabajados. En la medida en que el productor familiar, sea éste farmer o campesino, concurre a los mismos mercados que los productores capitalistas, y actúa en ellos como tomador de precios, los precios de sus productos sólo pueden remunerar los días efectivamente trabajados. Sin embargo, el campesino y su familia tienen que comer todo el año. He aquí la causa más importante de la pobreza de los campesinos en todo el mundo.

Explicando la desaparición de la esclavitud
A diferencia de estas formas productivas, que trasladan el costo de la estacionalidad a los campesinos o a los asalariados, la economía esclavista en la agricultura tenía que sufragar los gastos de mantenimiento de sus esclavos durante todo el año -como se tiene que hacer, en cualquier forma productiva, con los animales de trabajo- lo cual, sin duda, debe haber minado su capacidad competitiva con la economía capitalista que, como se ha visto, remunera sólo los días trabajados. Mientras la economía esclavista se proveía de esclavos adultos en forma barata, la desventaja apuntada era compensada con la eliminación de los costos de la reproducción intergeneracional de los esclavos. Pero como señaló el notable investigador ruso A. V. Chayanov (1966; 15-16):
"A medida que las fuentes guerreras de captura de esclavos empezaban a agotarse por los ataques frecuentes, el costo primo de adquirir esclavos aumentó; su precio de mercado creció rápidamente y muchos usos de los esclavos que generaban una renta esclavista pequeña, dejaron de ser rentables... un factor importante en la declinación del antiguo sistema esclavista fue que, para poder asegurar el abastecimiento de esclavos, los métodos de guerra y captura tuvieron que ser sustituidos por producción pacífica mediante la reproducción natural. Aquí, la unidad económica antigua enfrentaba costos primos tan altos que empezaron a superar la renta esclavista capitalizada3.

La pobreza campesina
Las únicas formas productivas que asumen los costos de reproducción de la fuerza de trabajo agrícola durante todo el año son las sociedades primitivas, la esclavista, la economía familiar (campesina o farmer). Si la economía campesina no concurriera a un mercado compitiendo con la economía capitalista podría trasladar al consumidor, vía precios, los costos de manutención familiar durante todo el año. Esto debe haber ocurrido en las economías dominantemente campesinas en diferentes partes del mundo. Pero en la medida en que los campesinos deben asumir el "costo social" que el capitalismo impone a la agricultura, se ven obligados a complementar sus ingresos como trabajadores asalariados fuera de la parcela o realizando otras actividades. En algunos casos se ha observado que los ingresos extraparcelarios representan más de 50 por ciento del total familiar (vbgr. en el estado de Puebla o en el altiplano noroccidental de Guatemala4).El costo humano de la migración estacional involucrada es altísimo: separación de la familia, condiciones de vida infrahumanas, en síntesis, la pobreza permanente o la migración definitiva.

Vida digna y subsidios agrícolas
A diferencia de los campesinos de América Latina, los productores familiares de Europa, Estados Unidos y Japón, a quienes sus gobiernos protegen de la competencia exterior y les otorgan cuantiosos subsidios, obtienen suficientes ingresos para sus familias durante todo el año, sin verse obligados a la venta temporal (e itinerante) de su fuerza de trabajo. Estos subsidios pueden interpretarse como un reconocimiento oficial a su derecho a un nivel de vida digno como productores agrícolas independientes. Dada la formación de los precios al concurrir la economía campesina (o familiar) con empresas capitalistas en los mismos mercados, que sólo asumen el costo de la mano de obra efectivamente utilizada, el nivel de vida digno sólo puede alcanzarse con subsidios y/o protección de la competencia exterior. Cuando este derecho no se reconoce se condena, por tanto, a los campesinos a la pobreza permanente e itinerante.

Cargando el costo de la estacionalidad
En un mercado mundial unificado sin sistemas proteccionistas ni subsidios, los precios de productos e insumos agrícolas tenderían a la igualdad en todo el mundo y el ingreso de los productores agrícolas familiares dependería sólo del valor agregado por ocupado. La diferencia de ingresos entre los campesinos del Primer y del Tercer Mundo sería igual sólo a la diferencia de la productividad por hombre ocupado. Sin embargo, la teoría esbozada predice -lo que habrá que comprobar empíricamente- que las diferencias de ingresos son mucho mayores debido a que, mientras en el Primer Mundo se ha decidido que sea la sociedad en su conjunto la que asuma el costo de la estacionalidad del trabajo agrícola (vía precios altos de los productos agrícolas y/o vía impuestos), en el Tercer Mundo tal costo lo asumen enteramente los campesinos.
De lo dicho se sigue que lo que conviene a los países del Tercer Mundo, si quieren abatir sustancialmente la pobreza rural, no es combatir los subsidios agrícolas de los países del Primer Mundo, sino también subsidiar a sus agricultores y protegerlos de los precios bajos del exterior. Quedan muchos ángulos del problema por analizar, como la pobreza de los jornaleros rurales y la migración internacional. Están pendientes también evidencias y consecuencias de la teoría esbozada.


1 Véase Julio Boltvinik, "Presentación", en Economía popular. Una vía para el desarrollo sin pobreza en América Latina, PNUD, Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza, RLA/86/004, Bogotá, pp. VII-LV

2 John W. Brewster, "The machine process in agriculture and industry", en Karl A. Fox y D. Gale Johnson (eds.), Readings in the Economics of Agriculture, George Allen & Unwin Ltd., Londres, 1970, pp. 3-13.

3 A.V. Chayanov, "On the theory of non-capitalist economic systems", en A.V. Chayanov, The Theory of Peasant Economy, Richard D. Irwin, Homewood, Illinois, 1966, pp. 15-16 (Existe traducción al español, incluida en Chayanov, la Teoría de la Economía Campesina, Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1987).

4 Alain de Janvry, "El caso latinoamericano", en Campesinos y desarrollo en América Latina, Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1991 (cuadro 10).

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