POBREZA, DESARROLLO Y POLÍTICA SOCIAL EN MÉXICO

Hilario Barcelata Chávez

POBREZA DE TIEMPO

El tiempo, recurso esencial
El enfoque dominante de la pobreza la concibe como la limitación de recursos financieros que impide a los hogares satisfacer sus necesidades básicas (con harta frecuencia reducidas a la alimentación). Con este enfoque, resultan en igualdad de condiciones (ambos pobres y con la misma intensidad de la pobreza, suponiendo que la línea de pobreza per cápita sea superior a mil 500 pesos por persona) los dos hogares hipotéticos siguientes: el de Juana, que vive sola con su hijo de 2 años, y el de Candelaria, que vive con Pedro y su hija de 2 años; Juana gana 3 mil pesos al mes, Pedro gana 4 mil 500 pesos al mes y Candelaria se dedica al hogar. Juana no tiene quién le cuide a su hijo y para ir a trabajar lo deja amarrado. Es evidente que, a pesar de que ambos hogares tienen el mismo ingreso per cápita, media entre ellos una diferencia abismal. El concepto que puede dar cuenta de esta diferencia es la pobreza de tiempo. Juana carece de tiempo para atender las dos demandas que confronta: cuidar a su hijo y obtener ingresos para satisfacer las necesidades de ambos. Las opciones de pagarle a alguien para que cuide al niño, o llevarlo a una guardería, están fuera de su alcance, dado su bajísimo ingreso y su falta de acceso a una guardería institucional.
La vida humana tiene lugar en el tiempo. Lo bueno y lo malo de ella ocurre en el tiempo: el trabajo obligado, pesado o aburrido, lo mismo que los juegos y el erotismo. Una primera reacción de algunos lectores puede ser de duda. Les puede parecer que en sociedades donde la pobreza es generalizada, donde hay incluso malnutrición en amplia escala, preocuparse por el tiempo resulta un lujo. Después de una breve reflexión, sin embargo, se percatarán que uno de los diez mandamientos se refiere a la obligación de descansar un día a la semana (descanso que incluye a los esclavos y a las bestias); que una parte central de las luchas obreras de los siglos XIX y XX se estructuraron alrededor de la limitación de la jornada diaria de trabajo, y que a los trabajadores que estallaron huelgas reprimidas brutalmente en muchos países no les pareció que pelear por un poco de tiempo libre era un lujo. Que la jornada máxima de ocho horas, las vacaciones y el día de descanso obligatorio fueron establecidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917.

Las fuentes de bienestar
El bienestar de los hogares y de las personas depende de las siguientes seis fuentes: 1) el ingreso corriente (monetario y no monetario); 2) el patrimonio familiar, concebido como el conjunto de activos y bienes durables que proporcionan servicios básicos a los hogares (vivienda y equipamiento doméstico esencial); 3) los activos no básicos (incluye los ahorros, los bienes inmuebles diferentes a la vivienda en la que moran los miembros del hogar, los negocios propios, etc.) y la capacidad de endeudamiento del hogar; 4) el acceso a bienes y servicios gratuitos; 5) el tiempo disponible para descanso, trabajo doméstico, educación y recreación; 6) los conocimientos de las personas, concebidos no como medio para la obtención de ingresos, sino como satisfactores directos de la necesidad humana de entendimiento.
Los tres primeros rubros representan los recursos económicos privados, el primero en forma de flujo y los dos siguientes en forma de acervos (stocks). El cuarto es el flujo del recurso económico público (el llamado salario social). Los cuatro primeros rubros representan los recursos económicos expresables en términos monetarios (ingresos y riqueza privados, y gasto público), mientras los dos últimos tienen sus propias unidades de medida, en mi opinión no reductibles a montos de valor monetario. Es decir, recursos económicos, tiempo libre y conocimientos, son las tres dimensiones irreductibles de las fuentes de bienestar1.
Ingresos corrientes bajos pueden ser sustituidos por desahorro de los activos no básicos o por endeudamiento, sin afectar la satisfacción presente de otras necesidades, pero no por disminuciones de los activos básicos, ya que en este caso tal satisfacción sí se ve afectada. Si disminuyo mis ahorros bancarios (activo no básico) puedo mantener mi consumo privado corriente. Pero si empeño (o vendo) la televisión, el refrigerador o la cama, lo que gano en liquidez lo pierdo en servicios básicos proporcionados por estos activos. Los miembros de un hogar pueden sacrificar su tiempo libre o el que dedican a labores domésticas para obtener más ingresos, aceptando un segundo trabajo o trabajando horas extras. Con ingresos corrientes más altos se puede sustituir la falta de acceso a servicios gratuitos (por ejemplo, pagando por la educación y la atención a la salud privadas) y la carencia de patrimonio familiar (rentando una casa o departamento amueblado). Sin embargo, esta sustituibilidad tiene límites. La falta de tiempo libre y la ignorancia no pueden ser compensadas con más ingresos.
Como síntesis de lo dicho hasta ahora, podemos señalar que el bienestar social está determinado por seis fuentes cuyo nivel, distribución y evolución temporal pueden ser diversos, ya que sus determinantes también lo son. Que, por tanto, en el estudio de la evolución del bienestar en una sociedad es necesario tomar en cuenta estas diversas fuentes y determinantes del bienestar humano. La medición de la pobreza sólo por ingresos supone un reduccionismo que lleva implícito un modelo de hogar en el que no hay trabajo doméstico y de un modelo social en el cual el Estado sólo hace funciones de policía.
Por las razones precedentes, en el desarrollo del Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP) he tomado en cuenta, en la medida de lo posible y con las limitaciones que impone la información disponible, todas las fuentes de bienestar2. Las carencias de cada fuente pueden dar lugar a pobrezas específicas. En la práctica del MMIP, las pobrezas originadas por la insuficiencia de las fuentes de bienestar 3, 4 y 6 (patrimonio básico, acceso a servicios gratuitos y conocimientos) se combinan para determinar la pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Por su parte, la pobreza de tiempo se integra con la pobreza de ingresos, en lo que constituye la pobreza ingresos-tiempo, y ésta se combina con la pobreza por NBI para obtener la pobreza por el MMIP o pobreza integrada.

De tiempos a tiempos
La sentencia bíblica "ganarás el pan con el sudor de tu frente", refleja el estigma asociado al trabajo, que es aplicable tanto al trabajo doméstico como al extradoméstico. Salvo unos pocos afortunados que, aun cuando trabajamos impulsados por la necesidad de sobrevivir, podemos llevar a cabo trabajo creativo, o para algunos privilegiados que no tienen que trabajar, para la inmensa mayoría de la humanidad el trabajo es sobre todo un medio para subsistir. Para ellos, el tiempo se estructura en tiempo necesario (u obligado) y tiempo libre. Es en éste donde hay alguna posibilidad de realización para la mayoría. En el primero son esclavos de los supervisores (o de las cadencias de la línea de producción) o de las necesidades de los niños y los adultos del hogar. Sólo al salir de la fábrica, del comercio, de la oficina o de las rutinas del hogar están ante la posibilidad de elegir qué hacer con su vida3. Podemos asignar las 24 horas del día en las siguientes categorías de uso del tiempo:
Sueño, alimentación y aseo (ocho horas de reposo para el común de los adultos más un par de horas para alimentación y aseo, da unas 10 horas) los siete días de la semana. Se trata de tiempo necesario aun cuando se disfrute llevándolas a cabo.
Trabajo extradoméstico, incluyendo los tiempos de traslado, que constituyen también tiempo necesario. La jornada diaria suele ser de ocho horas. Si se suman los tiempos de traslado se puede llegar -sobre todo en las ciudades muy grandes o el trabajo en lugares alejados en el campo- a 10 y hasta 12 horas diarias. La semana de trabajo suele ser de seis o cinco días a la semana, aunque hay quien trabaja los siete días. Las vacaciones en México suelen ser muy cortas (una semana al año) o no existir (a pesar de la norma legal).
Trabajo doméstico, que es también tiempo necesario que se puede sustituir parcialmente contratando personal. Las jornadas son variables e intermitentes, con tiempos de espera (descanso) a lo largo del día que constituyen tiempo libre restringido, que no permite emprender actividades que requieren varias horas consecutivas, como tomar un curso fuera de casa, aunque sí permite leer o ver la televisión. Suele ocupar los siete días de la semana en los estratos de bajos ingresos. Los estratos altos suelen contratar ayuda doméstica que lleva a cabo el grueso de las actividades, aunque surgen nuevas actividades (como llevar los niños a la escuela, a clases vespertinas o al médico) y se intensifican otras (las compras y pagos).
Tiempo de estudio. Es tiempo necesario hasta cubrir la educación básica y cuestión de elección a partir de ahí. Esta actividad ocupa buena parte del día y requiere también un tiempo de traslado. Suele llevarse a cabo en establecimientos formales cinco días a la semana, con largos periodos de vacaciones.
Tiempo libre. Se suele dedicar a la interacción social y a la recreación. Ver la televisión, leer, visitar a familiares, ir a fiestas o reuniones, jugar, hacer ejercicio. Por definición, tiempo no obligado. En días de trabajo extradoméstico y estudio suele ocupar pocas horas, pero puede concentrarse en días de descanso y en vacaciones.

Pobreza de tiempo
Cuando los miembros del hogar logran balancear los diferentes usos de su tiempo de tal manera que todos gozan de tiempo libre y pueden interactuar, recrearse y optar por llevar a cabo actividades adicionales, no son pobres de tiempo. La pobreza de tiempo aparece cuando el tiempo libre se reduce enormemente o se hace cero. Sin embargo, en los casos más agudos de pobreza de tiempo, el asunto va más allá de la reducción a cero del tiempo libre y suele conllevar conflictos entre el trabajo doméstico, el extradoméstico y el estudio. Es el caso de Juana, el trabajo infantil y las dobles jornadas de muchas personas. Muchos hogares pueden caer en la pobreza de tiempo en sus intentos por evitar la pobreza de ingresos o, en otros estratos sociales, por tratar de igualar el nivel de vida de su grupo social.

Estudios sobre el tema
A pesar de su evidente importancia, la pobreza de tiempo ha sido muy poco estudiada y hay muy pocos programas dirigidos a mitigarla. Con el auge de los estudios de género la investigación del tiempo que las mujeres dedican al trabajo doméstico y extradoméstico ha recibido un gran impulso. Sin embargo, en ellos no se aborda como tal la pobreza de tiempo5. A nivel de los métodos de medición de la pobreza, sólo conozco dos autores y una autora de Estados Unidos que incorporan explícitamente el tiempo en la medición. La autora es Clair Vickery y ha hecho una propuesta interesante. En México yo diseñé un procedimiento para la medición de la pobreza de tiempo como parte de la medición de la pobreza por el MMIP, pero no he analizado detenidamente sus resultados.
Afortunadamente Araceli Damián, profesora-investigadora de El Colegio de México ha puesto atención particular a esta dimensión de la pobreza, la que ha medido utilizando el MMIP. En un Seminario en El Colegio de México presentó resultados de su investigación esta semana. En su ponencia, además de comparar la concepción y medición de la pobreza de tiempo de Vickery y de Garfinkel-Haveman (los otros autores estadounidenses) con la del MMIP, y de evaluar los criterios adoptados en este método, aporta cálculos de la pobreza de tiempo a nivel nacional para el periodo 1994-2000, que vienen a complementar los que había realizado antes para el periodo 1984-19924. En la próxima entrega de esta columna me propongo difundir los principales resultados de su interesante ponencia.


1 El ser humano, dotado con las capacidades que desarrolló a lo largo de su vida, despliega su vida en el tiempo, apoyándose en la herencia de las generaciones que le precedieron y en los recursos económicos a que tiene acceso.

2 Para una explicación del MMIP véase Julio Boltvinik y Enrique Hernández Laos, Pobreza y distribución del ingreso en México, Siglo XXI editores, 3ª edición, 2002.

3 Lamentablemente la mayoría convierte también el tiempo libre en una nueva forma de enajenación. Las estadísticas de las muchas horas semanales que niños y adultos pasan frente al televisor son un testimonio del triste destino de este tiempo libre. Y, sin embargo, es el tiempo que ofrece esa libertad para hacer el cortejo, el amor, jugar, encontrarse con las creaciones artísticas de la humanidad o para cultivar la verdadera vocación.

4 Para una breve revisión de esta bibliografía, sobre todo de la referida a México, véase Araceli Damián, "La pobreza de tiempo. El caso de México", ponencia presentada en el seminario de investigación del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de México, abril de 2002. De próxima publicación en alguna de las revistas de esta institución.

5 Véase Araceli Damián, Adjustment, Poverty and Employment in México, Ashgate, Gran Bretaña, 2000; y Araceli Damián, Cargando el ajuste: los pobres y el mercado de trabajo en México, El Colegio de México, 2002.

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