POBREZA, DESARROLLO Y POLÍTICA SOCIAL EN MÉXICO

Hilario Barcelata Chávez

EVOLUCIÓN DE LOS SALARIOS MÍNIMOS Y MEDIOS

Este primero de mayo los festejos oficiales del Día del Trabajo fueron muy sintomáticos de la situación del poder y del partido oficial en México. Martha Anaya en Milenio Diario le llamó extraña celebración, y destacó los silencios de la multitud que, sin embargo, llenó el Zócalo. En realidad no había nada que festejar. El trabajo se ha estado desvalorizando desde hace casi 20 años. Los ingresos de los trabajadores han perdido sistemáticamente poder adquisitivo, desde entonces. Ernesto Zedillo en su mensaje destacó los supuestos logros: "en este gobierno estamos impulsando la creación de empleos. ¡Llevamos cinco años consecutivos de crecimiento económico y cinco años consecutivos de creación de más y más empleos! ¡Hoy el desempleo es el más bajo en muchos, muchos, años!".
En cambio, sobre salarios no presentó logros, sólo dijo: "con toda razón, ustedes demandan y quieren una economía vigorosa, que sea la base segura para que sus salarios, con toda justicia, mejoren firmemente". Y es que en materia de salarios y de todo tipo de ingresos no hay logros.
Evolución de los salarios mínimos y medios
La evolución de los salarios mínimos y medios durante el gobierno de Zedillo (GZ) ha sido  peor que la ocurrida en el de Salinas (GS), aunque no tan mala como en el de Miguel de la Madrid (GMM). En la gráfica anexa y en el cuadro 1 se muestra la evolución de seis tipos de salarios en el periodo 1980 a 1999. De la misma se hace evidente que:
1) Durante los cinco años transcurridos del GZ todos los salarios que se presentan en la gráfica y el cuadro tienen un comportamiento negativo. Esto lo iguala con el GMM y contrasta con el de Salinas, en el cual cuatro de los seis tipos de salarios evolucionan al alza. Es importante notar, sin embargo, que durante el GMM domina la recesión mientras en el de Zedillo domina el crecimiento. Nótese en la gráfica que la mayoría de los salarios cayeron estrepitosamente en 1995 y 1996 y que después, con el crecimiento y la generación de empleos de las que se enorgullece el Presidente, se mantuvieron estancados. Es decir, los salarios reales caen en la recesión y, en vez de aumentar con la recuperación, se estancan.
2) Los salarios mínimos, como es bien conocido, cayeron en los tres gobiernos. De 41 pesos diarios en 1994 y en 1982, último año del gobierno de López Portillo, cayeron a 17.6 pesos en 1988, a 13.4 pesos en 1994, y a 10.5 en 1999. Aunque la peor baja es la del primer periodo, la baja acumulada en el GZ en cinco años es casi igual que la ocurrida en los seis años de Salinas. Los salarios mínimos de 1999 son sólo la cuarta parte de los de 1982, o lo que no es sino la otra cara de la moneda, han perdido casi 75 por ciento de su valor.
3) En las ramas de jurisdicción federal (textil), los salarios contractuales también cayeron en los tres periodos, de 52.5 pesos en 1982 a 31 pesos en 1988, a 27.5 pesos en 1994 y a 21.2 pesos en 1999. En este caso, la baja en el GZ es el doble que en el GS, aunque es sólo la mitad de la baja en el GMM.
4) En la industria formal de la construcción, en las maquiladoras y en la industria manufacturera en su conjunto, la evolución de los salarios medios reales es negativa en el GMM y en el GZ, y positiva en el GS. En la construcción, donde la serie inicia en 1983, la caída en el GZ es de casi 30 por ciento, lo que sitúa los salarios de esta industria, en 1999, 46 por ciento por debajo de los de 1983, es decir prácticamente a la mitad.
5) En la construcción y en el comercio al menudeo, los salarios medios de 1999 no sólo son mucho más bajos que los de 1994 (30 y 22 por ciento), sino que incluso son más bajos que los de 1988 (10 y 5 por  ciento). Es decir, no sólo se perdió todo lo ganado en los años de Salinas, sino que se perdió más.
6) En la manufactura y en la maquiladora, que son el orgullo del GZ, los motores del crecimiento, los salarios medios reales también cayeron 22.2 y en 6.4 por ciento. Como se aprecia en la gráfica, los salarios han sido los menos fluctuantes en los casi 20 años analizados, mientras los de la manufacturera han fluctuado drásticamente. Los niveles de 1999 son 41.6 por ciento más bajos que en 1982.
7) El aumento de los salarios medios durante el GS, particularmente fuerte en la industria manufacturera, ha sido materia de fuertes controversias. Se trata de un periodo de fuerte desindustrialización, en el cual cierran muchas empresas como consecuencia de la apertura, al mismo tiempo que se abren nuevas empresas asociadas a las nuevas oportunidades de exportación. De esta manera, el incremento en el salario promedio puede reflejar sólo la salida de los peor pagados, en pequeñas y medianas empresas que quebraron, y la permanencia y expansión de los mejor pagados en las grandes empresas nacionales y extranjeras. La política explícita, la que se refleja en los salarios mínimos, salarios públicos y, curiosamente, en las ramas de jurisdicción federal, fue mantener los incrementos salariales por debajo de la inflación.
Evolución de los ingresos del trabajo
Los datos anteriores sobre salarios medios reflejan datos captados por el INEGI en establecimientos formales. Pueden tener, como ha notado Agustín Escobar, un sesgo al dejar fuera al sector informal. Se refieren a salarios exclusivamente, mientras una proporción creciente trabaja por su cuenta, ayuda a la familia sin retribución o es un pequeño patrón. Para evitar estos sesgos y obtener un panorama más completo de la evolución de todos los ingresos derivados del trabajo, procesé las bases de datos de las encuestas nacionales de empleo urbano (ENEU) de los segundos trimestres de 1994 y 1999 para obtener, para un conjunto de 37 ciudades, los ingresos por hora de trabajo y los ingresos mensuales.

Calculé la media y la mediana.
La mediana expresa el nivel de ingresos que divide a la población observada exactamente en dos partes iguales, una que está por arriba y otra que está por debajo de dicha cifra. No se ve afectada, como la media, por los salarios o ingresos muy altos de unos pocos. Cuando la mediana baja apreciamos, de manera muy directa un empobrecimiento de la población.
En el Cuadro 2 se sintetizan los resultados. Entre 1990 y 1994, esta vez expresados a precios de 1999, los ingresos medios de los ocupados de las 37 ciudades más importantes del país, han disminuido sustancialmente, tanto si se calculan por hora de trabajo como mensuales. La media del ingreso por hora pasó de 22.35 pesos en 1994 a 16.51 en 1999 (en pesos de 1999), una disminución de 26.1 por ciento. En tanto, la mediana disminuía de 14.23 pesos a 10.42 pesos, o 21.8 por ciento menos. Las disminuciones de los ingresos mensuales son un poco más bajas (alrededor de 23.5 por ciento), lo que refleja un incremento en las horas promedio trabajadas en el mes. El dato mensual más cercano a nuestra comprensión, la pauperización de la población nacional. La mitad de la población, que ganaba 2 mil 526 pesos o menos en 1994, en 1999 gana mil 935 pesos o menos. Un elemento notable es que ambas fuentes, de naturaleza y cobertura muy diferentes, llevan al mismo resultado: una disminución de más de 20 por ciento, alrededor de una cuarta parte, en los ingresos medios de la población que vive de su trabajo. Esto lo saben muy bien los trabajadores, sus esposas y sus hijos e hijas, que viven diariamente las consecuencias, con frecuencia dramáticas, de esta nueva baja en el poder adquisitivo de sus ingresos. Por ello una demanda reiterada en las marchas y mítines del primero de mayo fue la de aumentos salariales.
Rodríguez Alcaine, líder supercharro, sin embargo se vio obligado a demandar un cambio en el mecanismo mediante el cual se definen los salarios mínimos, que se ha vuelto una vergüenza nacional, como lo demuestran las cifras antes presentadas. El organismo que lleva a cabo las tareas de definición de los salarios mínimos requiere autonomía política y una gran capacidad técnica y un gran prestigio. Este es un cambio que ningún candidato ha planteado. El tema da para mucho más. Apenas lo empezamos a arañar. En próximas entregas seguiremos analizando el asunto con más detalle. Entre otras cosas, resulta necesario procesar la Encuesta Nacional de Empleo Urbano de 1988 para conocer si se confirman los resultados del gobierno de Salinas antes presentados.

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