1.1.1 Objetivos de la gerencia de riesgos. Papel.

Uno de los fines  fundamentales de la  administración de riesgos, es el de minimizar los efectos adversos de los riesgos, con un costo mínimo  mediante la identificación, evaluación y control de los mismos.
Su objetivo esencial es planificar de manera efectiva los recursos de la empresa para lograr el equilibrio financiero y la efectividad operativa luego de una posible pérdida que en un período corto logre la estabilidad del costo de los riesgos y un período largo logre reducirlos al máximo siguiendo siempre las técnicas de identificación, evaluación, control y financiamiento con el menor costo posible. [Ver anexo 2].
La gerencia de riesgos tiene un papel importantísimo en el desarrollo de cualquier entidad, en cuanto que le permite crecer con garantía al lograr amortiguar las consecuencias de un siniestro. Para lograr dicho objetivo es fundamental efectuar un correcto análisis y transferencia de riesgos, contratar las pólizas adecuadas y prever los correspondientes mecanismos de financiación que permitan continuar la actividad empresarial sin «distraer» otros recursos que son necesarios para su desarrollo y crecimiento normal.
Además de constituir un punto de partida importante,  en todo el proceso de toma de decisiones, pues todos las decisiones que se toman en las empresas de una u  otra manera, afectan al área de su gerencia de riesgos, aspecto que al decir de los especialistas de esta rama,  será cada vez más evidente y necesario, a la luz de los profundos cambios económicos y sociales que se vislumbran.
Bajo ésta perspectiva, se le prestará cada vez mayor atención a elementos que deben ser una constante en el proceso de gerencia de riesgos; como son la prevención de riesgos laborales, políticas de gestión medioambiental, control y reducción de riesgos, así como  las leyes que a tales efectos se implementen.

1.1.2  Definición. Características comunes de los riesgos.

A pesar de que aparecen algunas diferencias en los detalles, en la mayoría de las definiciones el riesgo empresarial se interpreta a través de las categorías de incertidumbre, probabilidades, alternativas, pérdidas como veremos a continuación.
“Posibilidad de que ocurra un acontecimiento que tenga un impacto en el alcance de los objetivos, por lo cual el riesgo se mide en términos de consecuencias y probabilidad”.
“Evento fortuito e incierto resultante de nuestras acciones o por la acción de una causa externa que puede intervenir en el alcance de nuestras metas, causando daños directos o indirectos al patrimonio.”
“El consultor español Mauricio León Lefcovich, después de destacar que ser empresario significa correr riesgos calculados, describe los rasgos del riesgo empresarial de la siguiente manera: Existe riesgo cuando se tienen dos o más posibilidades entre las cuales optar, sin poder conocer de antemano los resultados a que conducirá cada una. Todo riesgo encierra, pues, la posibilidad de ganar o de perder, cuanto mayor es la posible pérdida, tanto mayor es el riesgo”. 3
Para otros autores, como los economistas rusos G. Goldstein y A. Gutz , lo definitivo en el riesgo es la incertidumbre. Según ellos el riesgo es la incertidumbre en cuanto al potencial de pérdidas en el proceso de alcanzar los objetivos de la organización empresarial.
En definitiva la incertidumbre es la condición en que un individuo no dispone de la información necesaria para asignar probabilidades a los resultados de las soluciones o alternativas, para ello deberá disponerse de herramientas que faciliten la obtención de la información, a partir de esto surge la probabilidad objetiva y subjetiva.
La probabilidad objetiva, es la posibilidad de que ocurra un resultado específico con base en hechos consumados y números concretos.
En tanto que probabilidad subjetiva, tales juicios varían de un individuo a otro, dependiendo de su intuición, experiencia previa en situaciones similares, conocimientos y rasgos personales (como la preferencia de asumir o eludir los riesgos).
A nuestro juicio coincidimos en los que consideran que el riesgo es la probabilidad de que por azar ocurra un hecho o siniestro, que produzca una necesidad patrimonial. Por lo que decimos que se soporta un riesgo cuando se sufren las consecuencias de la ocurrencia del hecho previsto como posible; que en ocasiones podrá confundirse el riesgo con el siniestro cuando, en realidad, este último no es más que la realización del propio riesgo.
Cabe anotar que el riesgo es un hecho que de ser transferido es asumido por una entidad aseguradora con el objetivo de reparar las consecuencias económicas de la realización del riesgo previsto; manteniendo o restableciendo el equilibrio económico del asegurado, evitando que el siniestro afecte su patrimonio.
Antes de valorar detenidamente las características es necesario distinguir que los riesgos se dividen en dos grandes  modalidades:

• Riesgos ajenos a la gestión empresarial o también denominada como riesgos colaterales, los que existen por sí mismos o bien son consecuencia de los riesgos propios de la gestión empresarial. Ejemplos: incendios, robos, deficiente calidad, inundaciones, contaminación, fraudes, cambios políticos, etc.
• Riesgos de la gestión empresarial: son los que se originan de la actividad normal de la empresa y dirección de la misma. Ejemplos: deficiente calidad en los servicios, falta de control presupuestario, concentración en una sola persona de la toma de decisiones, desprecio por las actividades de la competencia, etc.

Características comunes de los riesgos.
Conociendo las características de los riesgos conoceremos mejor la forma de minimizarlos. Estos tienen preferentemente 6 características fundamentales, entre otras que también las distinguen:

• Carácter universal: Podría manifestarse y afectar a todas las etapas y sectores de una organización económica, todas las actividades empresariales conllevan un riesgo.
• Su carácter incierto o posible: Primer elemento a tener en cuenta de un riesgo. Significa que alrededor de estos posibles sucesos que por azar pueden ocurrir y ocasionar una pérdida, existe cierto grado de incertidumbre, sobre su probable  manifestación, es decir sobre el momento exacto en que pueda concretarse como un hecho  y sobre su magnitud.
• Su carácter casual o fortuito: Se caracterizan además  porque las circunstancias  en que estos pueden materializarse, son imprevisibles e independientes de la voluntad de los hombres. Esta particularidad de los riesgos, es muy tenida en cuenta  en el proceso  de análisis de los mismos, por las serias implicaciones  de todo tipo que pueden  ocasionar a la estabilidad y seguridad integral de las empresas, trabajadores y sociedad en general. Lo anterior exige a la sociedad moderna la búsqueda  de alternativas para hacer frente a las exposiciones a pérdidas, y la aplicación  de técnicas correctas de gestión de riesgos.
• Implican una necesidad económica: Como potencialidad dañosa al fin, la materialización de los riesgos de pérdidas  implica la necesidad de disponer de determinadas cantidad de recursos financieros, propios o ajenos, para cubrir   las pérdidas que  acontezcan. La ocurrencia de un siniestro tiene que producir una necesidad económica que se satisfaga con la correspondiente indemnización.
• Carácter concreto: Esta característica tiene mucho que ver con la anterior: Es necesario la individualización y concreción de cada riesgo en sí, de manera que se pueda  determinar con certeza  y mayor precisión, qué actitud asumir ante cada riesgo. Lo anterior presupone determinar con objetividad, cuál es el origen de cada riesgo, su estado o constitución, etcétera. Una aseguradora tiene que analizar el riesgo que va a asumir desde dos puntos de vista: cuantitativo y cualitativo. Una aseguradora tiene que conocer la naturaleza, situación y características del riesgo que ha de aceptar. Por ejemplo, la fuerza que deberán tener los vientos que afectarán los techos de las naves de los almacenes de una empresa comercializadora, para que se considere asegurable ese riesgo en relación a la estructura de esta edificación y en correspondencia poder determinar la prima que se cobrará.
• Lícito: Para que un contrato pueda proteger contra un riesgo este tiene que ser lícito, no puede ir contra las reglas morales, políticas o jurídicas del país de que se trate, ni en perjuicio de terceros. Este principio es válido en todos los países y su incumplimiento convertiría de inmediato el contrato en nulo. Las dos únicas excepciones en los seguros de vida son el suicidio y las lesiones corporales o la muerte de terceros o daños a los bienes de estos, contenido del seguro de responsabilidad civil. En el primer caso las aseguradoras no están obligadas a pagar indemnización alguna si el suicidio ocurre antes del transcurso de 1 a 3 años, según se haya fijado en la póliza. Esta medida impide que se contrate un seguro para suicidarse y resolver una necesidad patrimonial de la familia. En el segundo caso se trata de proteger a las víctimas de la posible insolvencia de los responsables que, en cualquier caso, tienen que ser responsables de los accidentes por imprudencia, sin mala fe, y no intencionadamente.

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