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HISTORIA NATURAL DEL HOMO SCIENTIPHICUS O CARTA DE UN PRIMATE A LOS ANTROPÓLOGOS

Alfonso Galindo Lucas




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Los hechos de los apóstoles

La manera en que se han impuesto estas regulaciones ha consistido en los métodos más sucios, adulterados y corruptos, sin dejar de lado los palos de la policía anti-disturbios, las acusaciones por lo penal de los rectores a los manifestantes y las sanciones disciplinarias al personal laboral. Los nuevos cargos, como los de inspectores, que teóricamente serían muy necesarios, si se ejercieran correctamente, actúan como policía política y persiguen, ante todo, la libertad de expresión y las opiniones adversas a la reforma o las verdades relativas a los nuevos patrocinadores privados de las universidades. Incluso se llega a perseguir la enseñanza misma, mediante irrupciones en mitad de la clase, con el pretexto de una supervisión laboral.

Si no creen estas palabras, hagan la prueba, hablen de Universia y del Banco de Santander y la forma en que las entidades privadas están acaparando el ámbito de la enseñanza pública superior en España. Pronto tendrá usted quejas y denuncias de los alumnos; le acusarán de cosas que hacen otros profesores, pero no usted o de infracciones etéreas, como no explicar suficientemente bien, falta de interés, motivación, rendimiento o “actitud”. En definitiva, todos los dispositivos y mecanismos (excepto las muestras privadas de amistad) se pondrán en su contra... y para que le quede claro de qué se trata, cuando usted trate de solucionar los problemas, sus superiores se encargarán de sacar a relucir el tema de lo que usted ha opinado acerca de la reforma.

En ejercicio de esos “carguitos”, hay muchos profesores que ya se están haciendo un triste nombre entre el resto del profesorado. Cuando éramos estudiantes, teníamos al típico profesor hueso; ahora lo que tenemos es al profesor que asume un cargo y se convierte en inquisidor, creyéndose por encima de las libertades de los demás y haciendo gala, a veces, de un despotismo que habría escandalizado a los reyes absolutistas. La reforma se está llevando a cabo con un método muy claro: Divide y vencerás.

En los años 90, como todo el mundo sabe, la elemental labor de enseñar estaba muy abandonada en las universidades españolas. En la década siguiente, la labor de enseñar empezó a ser obstaculizada (prioridad para otro tipo de méritos, imposición de planes y programas de estudio, imperativos organizativos). Hoy se puede decir que dicha labor está siendo perseguida. Cada vez es más fácil y más frecuente que a un profesor se le sancione por enseñar lo que sabe y no me estoy refiriendo a opiniones ideológicas, sino simplemente a utilizar con fines de represalia la potestad sancionadora, con la excusa de que el profesor enseñó más o menos de la cuenta, con mayor o menor dificultad de lo que decía el programa o que sus enseñanzas incorporaban una determinada metodología y no otra. Los expedientes disciplinarios no sólo se multiplican, sino que se utilizan en gran medida para ajustes de cuentas, persecuciones ideológicas y acosos laborales. En ellos, se vulneran, no sólo la libertad de cátedra, sino los principios básicos del derecho sancionador.

La Inquisición

La Santa Inquisición era aquel grupo de malhechores institucionales que se encargaban de hacer el mal en nombre del bien. Seguro que todos los lectores que trabajan en la Universidad habrán recordado inmediatamente algún caso acorde con estas palabras. Hay, incluso, personas que se acogen a un cargo porque sospechan que algún compañero le perjudicaría bastante si lograse ejercerlo algún día.

La palabra “calidad” se esgrime para deteriorar la enseñanza, la “eficiencia” para propiciar una salida de recursos públicos hacia el sector privado (Fernández y Serrano, 2009), la palabra “aprendizaje” para designar la nueva estrategia de producción de tontos dinámicos en serie; la “excelencia” para recompensar a los sumisos. De la misma forma, en la Edad Media (aunque la Inquisición duró hasta el siglo XIX), el paraíso se utilizaba para castigar, la eternidad, para acortar vidas humanas, la “misericordia” para ejecutar a los disidentes, etc.

Toda esta ausencia de argumento, debate y verdadera reflexión, en el diseño e implantación de la reforma, ha tenido que desembocar en todo lo contrario: una clara puesta en escena moralizante, de adoctrinamiento. Esto justifica que el famoso EEES pueda ser denominado "régimen", lo mismo que el franquismo o la monarquía absolutista: primero, se trata de una imposición autoritaria, sin consenso entre los supuestos interesados (profesores, alumnos y humanidad, en general), pues se ha dado por supuesto que todo el mundo estará de acuerdo con todo (o al revés, mejor no someterla a debate, que nadie va a estar de acuerdo); segundo, la reforma contiene una gran carga ideológica tendente a legitimar al nuevo soberano: Los grandes inversores y empleadores.


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