BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

RECUERDOS NO OLVIDADOS. MEMORIAS Y TESTIMONIOS PERIODÍSTICOS

Raúl Quintana Pérez




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EL REGRESO

Según avanzaron los días de mi estancia en el campamento de La Mesa, se hacía más difícil poder establecer contacto con Fidel, que se hallaba en movimiento operacional por toda la zona, organizando la resistencia a la inminente gran ofensiva del ejército de la tiranía.

Incluso cuando ya creíamos que la oportunidad podía propiciarse, escuchamos a través del propio noticiero del Circuito Nacional Cubano, que la dictadura había restablecido la censura de prensa- tanto radial, televisiva como impresa- sin límite de tiempo. La censura significaba la imposibilidad de transmitir la entrevista con Fidel, aún en caso de que pudiera realizarse. Discutimos el asunto con Ramirito y otros compañeros, incluido los preparativos de la huelga general a realizarse para los primeros días de abril. El mes de marzo ya estaba finalizando. Las carreteras comenzaban a ser bloqueadas por los grupos clandestinos del Movimiento, con actos de sabotaje, incendios de ómnibus y camiones y tiroteos a aquellos vehículos que desobedecían la orden de no circular por las mismas Incluyendo además las propias medidas que tomaban habitualmente las fuerzas represivas. Pronto sería imposible transitar por la Carretera Central. Por lo que tras numerosas discusiones se llegó a la conclusión de que yo debía regresar a La Habana, antes de que fuera demasiado tarde. Traté de argumentar en espera de algún hecho que propiciara la entrevista, pero al fin tuve que acceder. Era ya más bien una orden.

Luego de los preparativos y de la coordinación de los necesarios enlaces, iniciamos una mañana muy temprano, para aprovechar la luz del día, el descenso por las lomas. Dadas las precauciones adoptadas y la seguridad de los días, el viaje se realizó sin grandes contratiempos.

Ya en Santiago de Cuba, volví al palacete de Vista Alegre, punto de partida hacía poco más de un mes, donde ya nos esperaban, incluso con el plan prevista de salida hacia La Habana. Una tarde soleada, me encontraba en el interior del ómnibus interprovincial rumbo a la capital. Era ya en los primeros días de abril de 1958, y solo se hablaba de la huelga general proyectada para el día 9. Los nervios estaban en tensión. No sabíamos, aunque nos lo imaginábamos, las dificultades que podíamos encontrar en el retorno. Los compañeros del Movimiento 26 de Julio en Santiago, no me dejaron traer fotografías, ni documento, alguno que pudiera poner en riesgo mi seguridad personal Estos quedaron en el campamento. Desafortunadamente nunca los recibí, lo que siempre lamentaré. Regresaba molesto por el fracaso de mi misión periodística, pero no defraudado. Había vivido y disfrutado de una de las etapas más emocionantes e instructivas en mi larga trayectoria profesional.

En varias ocasiones el ómnibus tuvo que detenerse ante retenes de los militares, quienes hacían bajar a los pasajeros, revisaban documentos y algunos equipajes, aunque ciertamente reflejando en sus rostros el temor que los dominaba, tratando de regir cualquier enfrentamiento o situación violenta. No pretendí ocultarme nunca de regreso en la capital. Creí que lo mejor era proceder como si realmente hubiera llegado de Nueva York, ciudad que no he visitado nunca. Mi piel tostada por el sol oriental, no dejo de crear algunas sonrisas, en los compañeros.

Volví a mi hogar, avisé por teléfono a la emisora de mi regreso y al día siguiente me reintegré a mis labores habituales. Nunca me molestaron las autoridades de entonces, ni me llamaron a interrogatorio alguno. Evidentemente los compañeros del 26 habían trabajado eficientemente en la labor de encubrimiento.

En La Habana el tema de conversación principal era el de la proyectada huelga general, proyectada para iniciarse el 9 de abril. La emisora CNC Reloj de Cuba, debía ser parte modesta de esos planes…pero es otra historia.


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