BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

RECUERDOS NO OLVIDADOS. MEMORIAS Y TESTIMONIOS PERIODÍSTICOS

Raúl Quintana Pérez




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DÓNDE Y CÓMO CONOCÍ A FIDEL

Como jefe de redacción del diario "Alerta", en la etapa que se liberó en parte de su pasado lastre reaccionario de tantos años, como apéndice del "Diario de la Marina", viví episodios muy interesantes de mi trayectoria periodística.

Era la etapa en que el gangsterismo oficial y la corrupción administrativa, creados por Ramón Grau San Martín durante su mandato presidencial (1944-1948) y mantenidos y estimulados por su sucesor y aventajado discípulo, Carlos Prío Socarrás (1948-1952), se hallaban en su nivel más alto (6).

La prensa burguesa y pro norteamericana, subvencionada abundantemente por el régimen, se limitaba a narrar alguno que otro hecho de violencia y de sangre que se producía, pero sin enfrentarse a esa situación nauseabunda que provocaba la indignación, ante la indiferencia, y aún más, la complicidad de las autoridades.

Todos esperaban que alguien, en algún momento, le saliera el paso a aquella horda de asesinos, con o sin uniforme, que sembraba el terror, sobre todo en la capital. Eran los años de las batallas campales entre los grupos armados, de los choques a tiros en plena calle esas bandas de mafiosos criollos que se disputaban el control de los cuerpos policíacos y del tesoro público a punta de pistola o de ametralladora. Era el predominio del "gatillo alegre".

El diario "Alerta" adquirido por Ramón Vasconcelos, logró cierta independencia de criterios y de posición política. Éste entonces era Ministro de Educación en el gobierno de Carlos Prío Socarrás, se disgustó con éste y renunció al cargo. Comenzaba la campaña de las elecciones presidenciales, ya que el mandato de (Carlos) Prío finalizaba en 1952.

El Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) había enraizado profundamente en las masas con el lema de Eddy (Eduardo) Chibás, de " Vergüenza contra dinero". Lo mejor y más sano de la juventud cubana y los que no eran tan jóvenes, que aspiraban a cambios sustanciales en los rumbos de la nación sumida en una crisis política y sociales ya al borde del caos, se agruparon junto a la Ortodoxia y empezaron a luchar por el poder a través de las elecciones. (7)

El diario "Alerta", que publicaba semanalmente los alegatos y denuncias que pronunciaba Eddy Chibás, en su programa dominical transmitido por la emisora CMQ, derivó gradualmente su tendencia política hacia la Ortodoxia. Vasconcelos, con buen olfato político, se dio cuenta que de celebrarse elecciones en la fecha señalada (junio de 1952), el triunfo del Partido Ortodoxia sería arrollador. Por lo que este diario, ya ubicado en su nuevo edificio de Carlos III (hoy Salvador Allende. N. del E.) Y Oquendo, se convirtió en el órgano semi oficial del partido chibasista.

Noche a noche los líderes de esa organización política-ya pujante y ostensiblemente mayoritaria- coincidían en la redacción de "Alerta" y comisiones de ortodoxos, apelaban a sus páginas para divulgar actos, mítines y asambleas partidistas.

Entre los que frecuentaban el diario de Carlos III estaba el joven Fidel Castro, que ya apuntaba como un indiscutible líder, inquieto, conversador y amable con todos, presto a la sonrisa y al chiste…y gran tomador de café. Con el transcurso de los días o las noches, llegó a ser uno más y habitual de la redacción. Un día apareció con un montón de cuartillas y varias fotografías.

- Aquí traigo algo sensacional - nos dijo - es una denuncia de los desmanes de Prío y de las obras de reconstrucción de su finca La Chata, utilizando a presos comunes y con fondos del gobierno.

Luego de revisar el impresionante reportaje con fotografías tomadas por el mismo Fidel desde un helicóptero, acudí a Vasconcelos, que fungía como director-propietario del diario. De primera intención éste lo analizó con cierto recelo. Políticamente le servía para combatir al régimen del cual habíase declarado opositor. ¿Pero se podría confiar en aquel joven que comenzaba a ser reconocido en el país por sus gallardas actitudes, valentía personal y honestidad revolucionaria?

Al fin logramos convencer a Vasconcelos. Salió aquel reportaje con gran destaque en primera plana, el cual causó gran sensación al recibir amplio respaldo de las masas populares. Después siguieron otros, con revelaciones y denuncias espectaculares de Fidel sobre las bandas gangsteriles semi oficiales, los negocios sucios que proliferaban en el ámbito gubernamental y otros escándalos y trapisonderías (8)

De esa etapa recuerdo, al borde de la década del 50, que en varias ocasiones los compañeros del taller nos alertaron de la presencia de elementos sospechosos que mantenían guardia por la avenida de Carlos III. Estos ocurría precisamente cuando Fidel se hallaba en la redacción revisando las pruebas de alguno de sus trabajos o reportajes, o en el taller contribuyendo a dirigir el emplane de una crónica suya- En esta tarea era yo el responsable y la ejecutaba regularmente Cuco Valdés, experto tipógrafo (que posterior al triunfo revolucionario estaba al frente de los talleres del periódico "Juventud Rebelde"), o su hermano Juan o el gallego Benigno Seijo.

El temor muy posible de que elementos mafiosos o agentes represivos del gobierno estuvieran preparando una agresión contra Fidel cuando se retirara, siempre solo y desarmado, al finalizar el emplane de sus trabajos en la madrugada, hizo que le recomendáramos que saliera por la puerta del fondo del edificio, que daba a la calle Estrella.

La primera vez costó trabajo convencerlo:

-¿Creen ustedes acaso que tengo miedo?- argumentó airado.

Los ruegos de otros compañeros de la redacción y talleres pesaron más. Y cada vez que observábamos movimientos sospechosos, lo instábamos a salir por el fondo. Disimuladamente, dos o tres compañeros le seguían hasta que consideraban que había pasado todo peligro. De ello, porque nunca se le dijo nada, es posible que aún hoy lo ignore el propio Fidel.

Recordamos algunas vivencias simpáticas que evidencian facetas de carácter. En una oportunidad, en esos meses que el amanecer sorprendía a Fidel, junto a la primera plana, donde se montaba un nuevo reportaje, exclamó de pronto:

- Bueno…. ¿pero hoy aquí no hay café?

- Fidel, esperamos que hoy te toque pagarlo a ti - dijo un cajista de los más próximos a él.

- ¡Ojalá pudiera! -respondió - pero miren - y volvió sus bolsillos al revés - ¡no tengo un centavo!

Y nunca faltaba alguien que registrara los bolsillos propios y dijera al aprendiz de turno:

- Muchacho, ve al "Agua fría" (nombre del bar y cafetería contiguo al local del diario del A.) y trae café, pero que sea acabado de colar.

Y así aquel joven, que ya despuntaba con valores propios y que de haberlo querido tendría los bolsillos repletos de dinero, nunca renunció a su probada modestia, su honestidad personal y principios revolucionarios. Desde entonces, considerándolo uno más en la gran familia de periodistas y tipógrafos que allí laboramos, aprendimos a quererlo y admirarlo sinceramente.

Aquella etapa, una de las más inolvidables de mi vida, quedó trunca por el "madrugonazo" del 10 de marzo de 1952. Vasconcelos, uno de los más vigorosos y brillantes panfletistas de Cuba, no pudo o no supo resistir a las ofertas, o sus debilidades personales lo sumaron al carro del régimen de (Fulgencio) Batista.

Esa actitud me dolió en lo más profundo y me decepcionó, pues yo sentía por él verdadera admiración como maestro y escritor, por su talento y por la confianza que había depositado en mi persona al entregarme prácticamente la confección del periódico. El se limitaba por lo general a redactar su artículo de fondo para la primera plana y en muchas ocasiones lo preparaba en su propia casa y lo enviaba con el chofer, sin llegarse a la redacción.

A Vasconcelos lo recuerdo más, como un ameno y formidable conversador. Era capaz de retener a un grupo de oyentes durante horas, escuchando sus relatos e historias con amenidad difícil de imitar. En varias oportunidades tuve que intervenir y romper los grupos que formaba en la redacción, paralizando la confección del diario, aún en horas de la madrugada.

- Director- le expresaba amablemente- si usted tiene interés en que el periódico salga hoy, debe dejar que el personal trabaje.

- Es cierto-confesaba - No me había dado cuenta. Está bien, ya me voy…

Y se retiraba sonriendo pero convencido.

Uno de esos contertulios me dijo en cierta ocasión:

- Vasconcelos es ideal para que la gente no se duerma en un velorio.

Después del golpe militar mi situación en "Alerta" se hizo insostenible. Ya los líderes de la Ortodoxia y las comisiones populares no frecuentaban, no podían frecuentar, un diario que se había puesto al servicio de la dictadura. En lo personal, como militante de ese partido, integrante de la organización de "Los Mil", formada por periodistas ortodoxos (cuyo carné aún conservo), me sentía muy mal. Tiempo después renuncié y pasé como redactor y agente publicitario de la revista "Carteles", desaparecida hace años. Y viajé a Venezuela con la misión de confeccionar un número especial dedicado a esa nación sudamericana-


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