BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DERECHO DE ¿AUTOR?

Lillian Álvarez Navarrete




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INTRODUCCIÓN

La idea de escribir e investigar sobre este tema nació cuando me descubrí impartiendo una de mis primeras conferencias sobre Derecho de autor. Tengo que confesar que hasta ese momento observabadesdelejosla especialidad,sinsabercuándola lograría dominar.Me sentía desafiadayatraídaala vez por su alto tecnicismo, las profusas normas, los interminables ycrípticos tratados internacionales. Ese día, por primera vez, noté que, aunque me había preparado con extensos materiales e intentaba aportar algo nuevo a mis oyentes, midiscurso nada tenía de diferente respecto de las tantas ponencias, textos yartículos que había leídoyque comúnmente se divulgan en las revistas especializadas de derecho, se discuten en seminarios o eventos de organismos internacionales especializados o aparecen en los sitios jurídicos de Internet. Algo andaba mal.

Y no es que sea mi vocación tener una opinión diferente o contrariaa toda doctrina, perosideDerecho se trata, como es el caso, depende este demasiado de los intereses concretos que lo configuran para que pudiera coincidir en algún momento con los puntos de vista de las transnacionales, al lado de la AsociacióndeProductoresde Fonograma (RIAA),dela Motion Picture Association of America, de Microsoft. Algo andaba mal sin dudas.Y ahí comenzó verdaderamente el estudio.

Volví mentalmente al punto cero y comencé, como ejercicio, a analizarlo todo desde un ángulo diferente; a tratar de descubrirelporquédeunauotra posiciónenlosforos,deuna u otra tendencia;a pensar desde los seres humanos, no desde la alta tecnología que todo lo invadeyque deslumbra, sino desdela humanidadque intenta sobreviviraladeuda,alSIDA, que no sabe qué hacer ante los cambios climáticosylas amenazasde guerrayno accedealas patentes,nialos textos necesarios para formar especialistas,ycuyas culturas vemos morir.

Traté de colocarme en el punto de vista de los verdaderos intereses de los países del Sur, que casi nunca son legítimamente representados por sus gobiernos en los foros y, por tanto, no promueven normas, ni señalan en la actualidad el rumbo del derecho internacional —mostrándose, en la mayoría de los casos, como pálidos apoyosalas propuestasde sus acreedores.

Busqué las opiniones de las organizaciones y movimientos sociales, coleccioné absurdos, noticiasqueme señalabanavoces que el camino había sido torcido,ylo estaba siendo cada vez más. Luego, las alternativas. Cosas que se hacen, gente que está pensando y padeciendo esos mismos problemas, y han entrado en acción, noticias que estaban ahí, pero que ciertamente había que buscarlas porque los principales medios solo dejaban ver algunos pequeños indicios; navegar en Internet, a contracorriente, me resultó muy útil y apasionante.

Durante los últimos tiempos, oigo difundir a diario noticias que pueden, sin dudas, calificarse como absurdas, por los grandes grupos transnacionales de la comunicaciónyla industria del entretenimiento, que promueven las políticas más represivas en materia de propiedad intelectual: el increíble hecho de que no puedan usarse imágenes del techo de la Capilla Sextina, pintadas por Miguel Ángel a inicios del siglo XVI, porque, después de su restauración, los derechos los posee una cadenade televisión japonesa,1ola propuesta de un senador norteamericano de destruir las computadoras que copien músicade Internet,2ola persecucióna que es sometido un adolescente noruego por la industria cinematográfica de EE.UU. como consecuencia de haber desarrollado un software que permite reproducir DVDs. La lista de ejemplos se hace interminable: el Gobierno de los EE.UU., según su fiscal general, intenta igualarla lucha contrala pirateríaala lucha contra el narcotráfico y aboga por reformas legales que criminalizarán no solo a los ladrones, sino también a usuarios de productos pirateadosyaempresas que desarrollen softwares que faciliten el pirateo (Induce Act);3 en los EE.UU., una organización Girls Scouts recibió una carta de la American Society of Composers, Authors and Publishers, en la cual se le exigía un pago por las canciones que las niñas cantaban durante los juegos en el campamento;4 entre otros.

Este trabajo es, entonces, fruto de esa necesidad que sentí, a escala individual, de conformarme un pensamiento propio.

Creo que es un ejercicio válido y necesario, ya que casi todas las esferas del pensamiento hoy en día están plagadas de teorías que, aunque se nos presentan como “de avanzada”, “apolíticas”y“ahistóricas”, nada tienen que ver con nuestras necesidades y realidades y sí con intereses que agotan todas las vías posibles, las legítimasyhasta las más suciasy sutiles para dominarnos.

No terminará conforme quien aspire encontrar en este texto soluciones que satisfagan las innumerables expectativas que generan hoy, en lo jurídico, el uso de las nuevas tecnologíasy los problemas de la sociedad contemporánea.

El hecho de haber tratado de unir en un solo texto problemáticas, tan distantes al parecer, como la protección a las expresiones culturales tradicionalesy elsoftware libre, no se debe a un capricho. Hay un fino hilo conductor entre todo esto; un denominador común en las posiciones dominantes: el desprecioa todoloque implique valores diferentesalosdel mercadoyalpoderdeldinero,el desconocimientodelasfuentes anónimasycolectivasdela creación,el rechazoala identidady al derechoal desarrollode las sociedadesy culturas no occidentales,la criminalizacióndela solidaridadyla cooperación,
la apologíaal individualismo, ala privatizaciónde saberesy al consumo.

Al tratarde reflejarla realidaddela creacióny el“consumo” de los países del Tercer Mundo en las materias que protege el Derecho de autor, he tenido que moverme desde la indumentaria y la artesanía hasta el software. En nuestros países confluyen estos contrastes como problemáticas a resolver.

De nada vale reflexionar sobre cómo asumir el reto tecnológico si no se está consciente de que la tecnología es medioy no fin;de nada valela infraestructurasila sociedad no puede apropiarse ni disponer de los contenidos; la apropiacióndelos contenidossi estos solo expresanel pensamiento único dominante: cultura-mercancía, ya sea literatura o cine; ysilos recursos disponibles en la red para el aprendizaje nos hacen dependientes de las tecnologías de las transnacionales o, peor, nos llevan a asumir como propio un pensamiento realmente colonial.

Creo importante profundizar en los porqués de lo que está sucediendo hoy en el Derecho de autor, llamar la atencióny provocar el debate sobre sus torcedurasy extremos, sus flaquezas y desequilibrios, y aportar al análisis una recopilación de las alternativas surgidas como respuesta a un estado de cosas tan irracional,alo que algunos han llamado “el derecho de autor sin autores”. Los creadores verdaderos, en su mayoría, estarán de acuerdo en la necesidad de un cambio, aunque se preocuparán, no sin motivo, por lo que implica el ensayo de fórmulas novedosas. Asumo la frase de Simón Rodríguez, citada por el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, para referirse a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA): “inventamos o erramos”. En el camino del error, ya los países del Sur hemos avanzado suficiente.

Creo en otro mundo posible; pero este no vendrá, sin dudas, hay que construirlo.


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