ENSAYOS DE ECONOMÍA POLÍTICA Y PENSAMIENTO ECONÓMICO INDICE
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ENSAYOS DE ECONOMÍA POLÍTICA Y PENSAMIENTO ECONÓMICO

Yoandris Sierra Lara




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3. LAS CONCEPCIONES TEÓRICAS SOBRE LAS PREMISAS MATERIALES Y LA NATURALEZA DE LA TRANSICIÓN AL SOCIALISMO EN EL PENSAMIENTO DE MARX, ENGELS Y LENIN

Introducción.

El tratamiento teórico de las premisas materiales y la propia naturaleza de la transición socialista es un tema de gran importancia para el pensamiento económico y político progresista. Es además altamente complejo. Esto responde a que su objeto de atención científica está instalado en las entrañas del modo de producción capitalista pero se conecta con una nueva sociedad que brota de su interior. Así, el estudio de las premisas materiales de la transición socialista demanda necesariamente como paso previo la comprensión científica del capitalismo. De hecho, pudiera considerarse que la mayoría de las hipótesis sobre la transición socialista se apoyan dialécticamente en algún criterio de comprensión previo de cómo funciona el capitalismo y cómo crea o afecta estas premisas materiales que sustentan la transición socialista.

La regla metodológica parece clara: interpretar el capitalismo para fundamentar la transición socialista. Creo que eso haya sido lo que aplicaron los clásicos en su momento histórico.

En la actualidad la teorización y la práctica de la transición socialista está aún en pañales - para emplear el término exacto del Che - y se demanda un esfuerzo intelectual enorme para hacer crecer la criatura. Ahora, un esfuerzo como este debe basarse en una interpretación y comprensión lo más exacta posible del pensamiento de los clásicos en este aspecto. No con el objetivo de rendir culto estéril a sus concepciones y repetirlas memorísticamente, sino con el objetivo de afrontar los retos que nos impone el presente y el futuro de la construcción socialista.

Este capítulo surge como reconocimiento de esta situación y se propone como objetivo sistematizar, con un enfoque de indagación y presentación crítica, las concepciones teóricas sobre las premisas materiales y la naturaleza de la transición al socialismo en Marx, Engels y Lenin, basándonos en una amplia revisión bibliográfica de las obras originales de estos autores.

Desarrollo.

1. La concepción de Carlos Marx y Federico Engels.

Es importante en primer lugar establecer el lugar histórico de la transición socialista en la perspectiva de Marx y Engels. Marx en sus trabajos se refiere a la secuencia histórica: sociedad capitalista – período de transformación revolucionaria - sociedad comunista. El período de transformación revolucionaria aparece como el proceso de transición socialista, cuyo lugar histórico queda establecido entre el modo de producción capitalista y el socialismo como fase inferior del modo de producción comunista .

Ni Marx ni Engels tenían la posibilidad objetiva de caracterizar la futura sociedad socialista o comunista en todos sus detalles, y de hecho, sus mayores aportes científicos radican en el descubrimiento científico de las contradicciones y leyes internas del desarrollo histórico del sistema capitalista. Precisamente, este descubrimiento fue lo que les permitió, principalmente a Marx, desentrañar lo que ahora manejamos como premisas materiales de la transición al socialismo.

Marx no inicia el estudio del sistema capitalista hasta que lo encuadra convenientemente como modo de producción históricamente determinado, contradictorio y por ende transitorio, análisis que se desarrolla desde su propia concepción del desarrollo histórico - social general reconocida como materialismo histórico.

El principio básico del materialismo histórico consiste en la tesis de que es el proceso de producción social el factor activo y más determinante en la sociedad, factor capaz de generar el conjunto de relaciones sociales llamadas superestructurales y condicionar así su carácter, naturaleza, contenido y límites históricos. En éste sentido las relaciones sociales de producción se constituyen en base de la sociedad.

Tales relaciones son objetivas, necesarias, materiales y están asociadas dialécticamente al desarrollo de las fuerzas productivas. Son estas últimas el motor impulsor en el plano material de la existencia humana y su influjo es la causa última de los cambios que se dan tanto en las relaciones sociales de producción, la base económica y, por extensión y necesidad objetiva, en la llamada superestructura .

Las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción se integran dialécticamente en el interior del modo de producción. Para los sucesivos modos de producción que ha conocido la sociedad, las fuerzas productivas muestran un grado diferente de desarrollo y las relaciones sociales de producción una estructura típica, específicamente asociada con el tipo y la forma de la propiedad.

El marco de las relaciones sociales de producción, conectadas a un determinado tipo de propiedad, muestra un carácter mucho menos flexible que el necesario para asimilar las nuevas y desbordadas fuerzas productivas; el resultado final de esta relación contradictoria es que se revolucionan las relaciones sociales de producción al variar necesariamente el tipo de propiedad vigente y con este cambio se transforma toda la superestructura social sobre una nueva base económica. Este cambio clasifica como una revolución social.

Los análisis de la progresión histórica en general, y del capitalismo en particular, encontrarían en la correspondencia fuerzas productivas – relaciones sociales de producción una base material, objetiva y concreta para interpretar, explicar y predecir el desarrollo social. Tal relación dialéctica alcanza el rango de ley, conocida como ley de correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. El propio Marx indica que “todas las colisiones de la historia nacen de las contradicciones entre las fuerzas productivas y la forma de relación”.

Al basar su análisis de la transición en elementos básicamente materiales, la teoría marxista se aleja de las propuestas utópicas y establece los patrones objetivos que caracterizarían el proceso socialista como acontecimiento histórico – social: 1. Tal proceso es necesario y posible; 2. fruto exclusivo del capitalismo desarrollado ; 3. un proceso universal y simultáneo.

Adentrarse en el modo de producción capitalista le permitió a Marx descubrir su ley económica fundamental y desde ella demostrar el carácter contradictorio, explotador y por ende transitorio del régimen del capital. En cierto sentido, es un análisis que permite identificar las formas concretas, específicas, particulares que revisten las premisas materiales de la transición al socialismo en éste régimen. Tal estudio fue realizado a plenitud por Marx en su obra cumbre El Capital.

Con ánimos de exposición, podemos clasificar las contradicciones asociadas a la lógica del sistema capitalista en dos momentos:

 Nivel 1: Contradicciones que tienen lugar en el proceso de producción y reproducción simple del capital.

 Nivel 2: Contradicciones que surgen en el proceso de acumulación del capital.

Nivel 1: Contradicciones que tienen lugar en el proceso de producción y reproducción simple del capital

1. La cuestión de la creación y apropiación del excedente económico en el capitalismo: Evidencia de la explotación económica de la clase obrera.

En las condiciones de la sociedad capitalista el excedente económico asume la forma de plusvalía. Esta es, en esencia, tiempo de trabajo excedente cristalizado en valor que es generada por la clase trabajadora y que es apropiada por la burguesía como propietaria de los medios de producción fundamentales. Esto demuestra que la sociedad burguesa se funda sobre una base de explotación económica. Esta situación brinda el reconocimiento teórico a la lucha política de la clase trabajadora por destruir el régimen del capital, al poner en claro su carácter explotador.

2. Desarrollo de las contradicciones antagónicas entre la clase obrera y la clase capitalista y a nivel de contradicciones económicas de sistema en el contexto de la reproducción y acumulación del capital.

El carácter explotador del sistema capitalista aparece como condición inmanente y expansiva del sistema capitalista, se despliega de conjunto con el proceso de reproducción del capital. Según Marx “… el proceso capitalista de producción, enfocado en conjunto o como proceso de reproducción no produce solamente mercancías, no produce solamente plusvalía, sino que produce y reproduce el mismo régimen del capital: de una parte al capitalista y de la otra al obrero asalariado”.

Nivel 2: Contradicciones que surgen en el proceso de acumulación del capital.

1. Las leyes de propiedad de la producción de mercancías se transforman en leyes de apropiación capitalista.

2. El proceso de acumulación polariza estructuralmente la sociedad capitalista.

3. El proceso de acumulación condiciona la composición orgánica del capital y esta a su vez la demanda de fuerza de trabajo, creando el denominado ejército industrial de reserva con base en la superpoblacion relativa que genera la dinámica del capital.

4. La acumulación capitalista provoca objetivamente la destrucción de la propiedad privada basada en el trabajo vía socialización de la producción.

Marx concebía que a cada forma de propiedad habría de corresponderle un determinado mecanismo de regulación económica, así, siendo la propiedad privada sustituida objetivamente por la propiedad social, el mecanismo de regulación capitalista privado - basado en la ley del valor - sería sustituido necesariamente por un mecanismo de regulación social planificado de la economía nacional.

De tal forma, las contradicciones asociadas a la propiedad privada capitalista y sus manifestaciones históricas – concretas son asumidas por Marx como premisas materiales de un orden económico social diferente al capitalista. Es el caso de las Sociedades Anónimas (S. A.) Según Marx la creación de las S. A. conduce a: “1. Extensión en proporciones enormes de la escala de la producción y de las empresas inasequibles a los capitalistas individuales. 2. […] Es la supresión del capital como propiedad privada dentro de los límites del mismo régimen capitalista de producción. 3. Transformación del capitalista realmente en activo en un simple gerente, administrador de capital ajeno, y de los propietarios de capital en simples propietarios, en simples capitalistas de dinero. 4. Prescindiendo del sistema de las acciones, el crédito brinda al capitalista individual un poder absoluto dentro de ciertos límites de disposición sobre capital ajeno y propiedad ajena, que es también, por tanto, un poder de disposición sobre trabajo ajeno”.

La conclusión definitiva que da Marx a la cuestión de la naturaleza socializadora de la producción que realizan las SA en el capitalismo es la siguiente: “El sistema de las acciones entraña ya la antítesis de la forma tradicional en que los medios sociales de producción aparecen como propiedad individual; pero, al revestir la forma de la acción, siguen encuadrados dentro del marco capitalista; por consiguiente, este sistema, en vez de superar el antagonismo entre el carácter de la riqueza social y como riqueza privada, se limita a imprimirle una nueva forma”.

Otros de los importantísimos efectos de la acumulación capitalista en la socialización de la producción y la gestación de las premisas materiales de la transición socialista puede sintetizarse en la siguiente idea de Marx donde analiza el impacto que tiene en el plano socioeconómico el surgimiento y desarrollo de la gran industria capitalista: “Con las órbitas de la pequeña industria y del trabajo domiciliario, destruye los últimos refugios de la “población sobrante” y por tanto, la válvula de seguridad de todo el mecanismo social anterior. Y, al fomentar las condiciones materiales y la combinación social del proceso de producción, fomenta las contradicciones y antagonismos de su forma capitalista, fomentando por tanto, al mismo tiempo, los elementos creadores de una sociedad nueva y los factores revolucionarios de la sociedad antigua”.

Refiriéndose a esta cuestión plantea Román García: “Con la Gran Industria, por primera vez en la historia, el proceso de producción mismo adquiere carácter social, determinado por la interdependencia y concatenación que se logra para crear un producto o servicio a partir de novedosos medios de trabajo y en la propia escala de la empresa. […] A lo interno de cada fábrica el proceso de producción se hizo “tecnológicamente” social. Por primera vez, desde el punto de vista técnico, se hace indivisible la propiedad. Ya es imposible fragmentar en “pequeñas” parcelas cada fábrica. Cada eslabón productivo es orgánicamente dependiente del otro, no importa la escala de la empresa y propiedad. Esa división interna del trabajo implicó la socialización gradual del proceso de producción, en la medida que la supeditación del trabajo al capital pasaba de formal a real. […] Significó para la naciente clase obrera, tuviese conciencia o no de ello, que la única solución posible a su status como clase explotada, era apropiarse -en su momento- de esa gran propiedad, ya socializada y convertirla en propiedad social, imposible ya de parcelar , con lo cual se descartaba, económica y técnicamente, la posibilidad de la lucha por la pequeña propiedad. […]Esta y no otra, es la fundamentación de su afirmación de que, con la creación de sus propias bases técnicas, el capitalismo había creado su propio sepulturero. Más que una metáfora es una predicción”.

5. El proceso de acumulación capitalista ocurre de tal manera que genera una tendencia secular a la disminución de la tasa de ganancia a escala global.

6. A nivel social, por la acción común de todos los capitalistas en la lucha competitiva, se obtiene un resultado que ninguno de ellos conscientemente se propone: desaparece la ganancia extraordinaria y desciende la tasa de ganancias.

7. Conflicto entre el medio utilizado, desarrollo incondicional de las fuerzas productivas, y el fin perseguido, la valorización del capital. Esta contradicción expresa la negación dialéctica del capitalismo contenido en su seno. Al propio tiempo en el plano social, se recrudece el antagonismo entre burguesía y proletariado.

8. Conflicto entre la expansión de la producción y la valorización entendidos como proceso.

9. Permanencia y acentuación de la contradicción económica fundamental de la sociedad capitalista.

10. Evidencia y permanencia de exceso de capital y exceso de población crónicos como resultado del proceso de acumulación capitalista.

Por otra parte, es conocido que el análisis de los clásicos no se limita a los factores puramente económicos, sino que se complementa con los factores de tipo subjetivo o políticos. De hecho, Marx y Engels no defienden una teoría del derrumbe automático del capitalismo, pues consideran fundamental el papel de la lucha de clases.

Marx y Engels plantean como un hecho seguro y objetivo el que la lucha de clases conduzca al poder del proletariado, y por consiguiente a la aniquilación de la sociedad burguesa. Esto responde, en su lógica, al reflejo consciente del choque insuperable de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción del cual los trabajadores son la principal víctima.

A la luz de nuestros días, podría considerarse entonces que uno de los aspectos que explica la no aniquilación del modo de producción capitalista está dado en el papel pasivo que en el mundo real ha desempeñado la clase trabajadora frente a su misión histórica.

J. A. Shumpeter introduce la siguiente crítica a la teoría marxista de la lucha de clases y al rol de la clase obrera: “Algo habrá que decir acerca de la consistencia lógica y la correlación del intento hecho por Marx para probar la inevitabilidad del socialismo. A este respecto, basta con una observación sobre lo que hemos llamado anteriormente su formulación de los sentimientos de los desfavorecidos por el éxito. Esta no era, una verdadera formulación de sentimientos reales, consecuentes o subconscientes. Preferible sería calificarla como un intento de sustituir tales sentimientos por una revelación, verdadera o falsa, de la lógica de la evolución social. Al hacer tal cosa y al atribuir a las masas su propia consigna de la “conciencia de clase”, Marx falsificó, indudablemente, la verdadera psicología del trabajador que se centra en el deseo de llegar a convertirse en un pequeño burgués y en el de servirse de su fuerza política para conseguirlo”.

Más allá de la supuesta falsificación marxista, es importante resaltar la veracidad de que no basta una relación objetiva dada para que un grupo de personas comience a actuar necesariamente en consonancia con esa posición. En realidad, no todos los individuos de la clase oprimida saben a que clase social pertenecen, y son poquísimos los que pueden comprender, y llegar a formular, los intereses cardinales dictados por la posición de la clase que constituyen en la organización de la sociedad. De ahí no se infiere que los intereses de clase existan aparte de los intereses de los individuos mismos. Eso confirma solamente la diferencia descubierta por el propio marxismo entre clase en si y clase para si, entre pertenencia objetiva de las personas a una clase y su conciencia y proyección política de clase.

Pero esta diferencia sustancial, descubierta y planteada por el propio sistema marxista, es uno de los elementos que más peso cobra a la hora de establecer los elementos que han entorpecido sobremanera las proyecciones objetivas de la ley de correspondencia.

Si se analiza el factor consciente de la transformación social, habrá que decir que nunca como ahora un sistema económico, social y político había hecho tanto y de manera tan sutil por hacer prevalecer su ideología, infestando de ella incluso a los efectivos afectados por la práctica económica que promulga tal teoría.

El individualismo se ha entronizado como ideal de vida y como expresión de una economía donde cada cual ha de encontrar el éxito y donde cada cual es responsable por su propio fracaso. Tal concepción del mundo liquida prácticamente cualquier tipo de actividad orientada a la transformación social.

El consumismo como ideología y forma de vida , el aburguesamiento progresivo que se ha establecido en grandes sectores de la población obrera, el efecto demostración e imitación que establecen los grandes medios de comunicación masiva, los desvaríos históricos del propio movimiento revolucionario, son elementos que nutren el poderío ideológico del gran capital.

Con todos esos elementos de por medio, no debiera creerse a priori y en abstracto que la clase trabajadora comandará necesariamente la acción revolucionaria contra el capital. Más bien consideramos que en las condiciones históricas actuales, tal fuerza revolucionaria no está predeterminada fatalmente, sino que puede encarnar en grupos, sectores o segmentos sociales variables en las distintas naciones. La clase trabajadora sería el factor a sumar a la construcción socialista para asegurar el éxito a largo plazo, pero no es necesariamente el sector social que inicie, planifique y ejecute la revolución.

En síntesis, podemos extraer de la concepción de Marx y Engels en torno a las premisas materiales de la transición al socialismo las siguientes: las tendencias a la concentración y socialización de la producción, el capital y la propiedad, el carácter explotador del sistema, las tensiones económicas más o menos sólidas provenientes expresadas en el comportamiento tendencial de la cuota de ganancias y el ciclo económico.

Todos estos aspectos materiales deben acompañarse de la actuación del sujeto revolucionario que cumpla con el rol de fuerza consciente y propicie definitivamente la revolución socialista.

Ahora bien, y sin que esto niegue lo anterior, existen otras aristas en el pensamiento de Marx y Engels no muy tratadas a la hora de exponer sus concepciones sobre las premisas materiales de la transición al socialismo. Estas se refieren a la postura favorable de los dos pensadores ante la posibilidad de que el capitalismo funcionara al tope de sus potencialidades como modo de producción, lo que, dialécticamente sería sinónimo de tope de desarrollo en sus contradicciones internas.

Por ejemplo, en lo referido a la disyuntiva proteccionismo – liberalismo, Marx consideraba al proteccionismo como un sistema conservador en tanto que al sistema librecambista lo definía como revolucionario, porque “actúa destructivamente. Desintegra las nacionalidades anteriores y hace culminar el antagonismo entre el proletariado y la burguesía. En una palabra, el sistema de la libertad de comercio, acelera la revolución social. Solamente en este sentido revolucionario emito yo, señores, mi voto en favor del librecambio”.

Engels por su parte refiere: “es bien sabido que nosotros no simpatizamos con la burguesía. Pero, esta vez, auspiciamos su triunfo”, porque “su victoria dará su conformación definitiva al mundo. Y, sin embargo, nada más evidente que lo que hacen es abrirnos en todas partes el camino a nosotros, a los demócratas y comunistas”.

Pero esto no sólo se limita a las políticas económicas o modelos económicos. También se hace referencia al Estado y su fortaleza. Marx: “Pero la revolución es radical. Está pasando todavía por el purgatorio. Cumple su tarea con método. Hasta el 2 de Diciembre de 1851 había terminado la mitad de su labor preparatoria; ahora termina la otra mitad. Lleva primero a la perfección al poder parlamentario, para poder derrocarlo”.

De forma muy general, se puede reconocer que la concepción de Marx y Engels está íntegramente basada en los rudimentos del materialismo histórico y toman como fuerza motriz de la sociedad de ley de correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción haciéndose acompañar de la lucha política de la clase explotada, sólo la integración de esta serie de ingredientes explica la visión que del desarrollo socioeconómico tuvieron estos pensadores.

2. La concepción de V. I. Lenin.

A partir de 1870 el capitalismo desarrollado comenzó una transición hacia una nueva fase de desarrollo reconocida como capitalismo monopolista, o imperialismo. El rasgo distintivo de la misma sería el dominio de los monopolios en la vida económica, social y política del capitalismo. Le correspondería a V. I. Lenin el estudio de este nuevo momento en la vida del capitalismo, y replantear la teoría económica de la transición al socialismo.

Soy de la opinión de que, a partir de la interpretación que realiza Lenin de la economía capitalista en su fase imperialista, va a presentar dos posturas diferentes ante la cuestión de las premisas materiales de la transición al socialismo y sobre el proceso de transición en sí mismo:

Postura I: Carácter necesario de este proceso y fruto del capitalismo central:

Lenin: “El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo. En los países avanzados, el capital ha rebasado el marco de los Estados nacionales, ha sustituido la competencia con el monopolio, creando todas las premisas objetivas de la realización del Socialismo”. Una segunda idea acerca aún más el ángulo del enfoque hacia el desarrollo objetivo del capitalismo central: “… el capitalismo monopolista de estado es la preparación material más completa para el Socialismo, su antesala, un peldaño de la escalera histórica entre el cual y el peldaño llamado Socialismo no hay ningún peldaño intermedio”. O esta tercera tesis: “La dominación del capitalismo no se ve socavada porque alguien quiera conquistar el poder. La “conquista” del poder sería un disparate. Sería imposible acabar con la dominación del capitalismo si no lo socavara y horadara la historia”.

Esta primera postura muestra a un Lenin que sitúa el proceso de transición socialista en el capitalismo central, extrayendo tal criterio del accionar de la correspondencia fuerzas productivas - relaciones sociales de producción, movimiento que en definitiva genera las premisas materiales de la transición y la necesidad histórica de corregir dicha correspondencia. En éste sentido Lenin muestra una continuidad casi absoluta con el pensamiento de Marx y Engels.

Postura II: Fruto del subdesarrollo capitalista, sin demasiada determinación histórica, y en uno o algunos países periféricos:

“Bajo el capitalismo es imposible un proceso uniforme de desarrollo económico de las distintas economías y de los distintos Estados” y extiende el alcance de esta idea: “La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que el Socialismo triunfe primero en unos cuantos países capitalistas, o incluso en un solo país capitalista”. O esta otra tesis: “Si para implementar el socialismo se exige un determinado nivel cultural ( aunque nadie puede decir cuál es este determinado “nivel cultural”, ya que es diferente en cada uno de los países de Europa Occidental), ¿por qué, entonces, no podemos comenzar primero por la conquista, por la vía revolucionaria, de las premisas para este determinado nivel, y luego, ya a base del poder obrero y campesino y del régimen soviético, ponernos en marcha para alcanzar a los demás pueblos”.

Esta segunda postura muestra a un Lenin situando el proceso de transición al socialismo en el capitalismo periférico, extrayendo tal comportamiento del accionar de la ley del desarrollo económico y político desigual, según él, típica del imperialismo.

La concepción leninista del desarrollo económico y político desigual, explica que en el capitalismo monopolista, el desarrollo ocurre a saltos, de forma desigual. Y si bien en los países subdesarrollados no se han creado todas las premisas materiales para la revolución socialista, la expansión del capitalismo monopolista y su sistema de explotación mundial, crea las premisas materiales para el triunfo de la revolución.

Los elementos que catalizarían el proceso revolucionario no serían en esta perspectiva demasiado sistémicos. Según él: “La revolución socialista puede estallar no sólo con motivo de una gran huelga, o de una manifestación callejera, o de un motín de hambrientos, o de una sublevación militar, o de una insurrección colonial, sino también con motivo de cualquier crisis política,…”.

No obstante, sea cual sea el camino seguido para la revolución socialista, central o periférica, el socialismo sólo podría instaurarse realmente a escala mundial . En este sentido Lenin coincide plenamente con Marx en cuanto a la necesidad de la revolución mundial.

Sobre la teoría del socialismo en la periferia gravita el siguiente cuestionamiento “¿cómo se resuelve el problema de la necesaria correlación entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas para el triunfo de la revolución socialista y consecuentemente el comienzo de la transición al socialismo en los países de relativamente bajo desarrollo de las fuerzas productivas en las condiciones del imperialismo?”

La respuesta de Lenin a este problema aparece conectada a su concepción del desarrollo económico y político desigual. Según él, éste movimiento diferenciador preparaba las condiciones concretas para la revolución socialista en los países periféricos en una especie de relación inversa entre el desarrollo económico y el movimiento político; de ahí su idea de la transición no sólo periférica, sino además en el llamado eslabón más débil de la cadena imperialista, es decir, dentro de la periferia en los países más atrasados.

La certeza de estar violentando alguna regularidad histórica llevó a Lenin a destacar en varios de sus trabajos lo estratégico de potenciar por todas las vías la productividad del trabajo como vía para consolidar y desarrollar el socialismo; en una especie de puesta al corriente de las fuerzas productivas con el lugar que para ellas exige materialmente la superestructura impuesta por las relaciones sociales de producción socialistas de forma obviamente arbitraria.

Lenin profundiza en las cuestiones teóricas y prácticas de la fase de transición al socialismo. Desde el punto de vista lógico y de la comprobación histórica, el período de transición al socialismo abarca un plazo relativamente largo en el que se produce una ruptura cualitativa de la antigua sociedad y el surgimiento de la nueva. El actor consciente fundamental de este período lo desempeñaría el poder del proletariado. En esencia, tal poder es una nueva forma que expresa los intereses económicos y políticos de la clase obrera desde el Estado.

Lenin enfoca en sus estudios toda la relevancia del Estado en la construcción del socialismo, y lo hace sin perder de vista el hecho de que prácticamente todo el pensamiento socialista, incluyendo al propio Carlos Marx, dejaba muy en claro la necesidad de la superación del Estado como única vía para obtener la verdadera democracia y libertad del género humano. Esta superación debe ser entendida como autoliquidación del Estado, en un plano extendido de desarrollo histórico.

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