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LAS REFLEXIONES DE FIDEL CASTRO: EXPRESIÓN DE UNA ÉTICA REVOLUCIONARIA

Raúl O. Quintana Suárez




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CONCLUSIONES

En no pocas valiosas y bien documentadas obras, que abordan el pensamiento progresista cubano y la vida, obra y pensamiento de sus principales representantes, en la etapa que abarca desde fines del siglo XVIII hasta el propio triunfo de la Revolución Cubana, el primero de enero de 1959, sus reconocidos autores le adjudican con razón, una serie de rasgos esenciales a su ideario, como son, en general, el quehacer pedagógico, y filosófico; la creatividad y originalidad de sus ideas, así como sus virtudes ético-patrióticas. No obstante, no se insiste con tanta fuerza, en el apego a la utilización de la prensa, particularmente de la escrita, en la divulgación de sus ideas revolucionarias, sin menosprecio en la actualidad al uso de otros medios más sofisticados de la tecnología de la comunicación, que lejos de opacarla y menos aún sustituirla, la complementan. Algo al respecto intentamos con nuestro trabajo titulado “Fidel Castro y la prensa escrita; legado y contemporaneidad”, aún inédito en Cuba, pero publicado en varias Páginas WEB de INTERNET (Véase Monografías. com e Ilustrados.com).

El pensamiento multifacético de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana, expresión de continuidad y ruptura con ese legado, constituye un caudal inagotable a la investigación científica, sin obviar que éste, como lo fuera Martí en su tiempo (sin incurrir en comparaciones absurdas entre ambos, como algunos intentan), son ante todo y por todo, políticos, estadistas de talla excepcional, cada uno en su tiempo y en su coyuntura histórica.

En nuestro criterio, un rasgo común que les da a sus sendos idearios excepcional valía, entre otras tantas virtudes, es su profunda eticidad, componente de su política de principios irrenunciables y de valores imprescindibles, que aplican a cada situación concreta con notable lucidez, acorde al contexto histórico, político, económico e ideo-cultural que les correspondió vivir. Ello permitió que Fidel Castro proclamase en el juicio del Moncada, en octubre de 1953 y en la “Historia me absolverá”, publicación divulgada clandestinamente en los meses posteriores, resumen de su alegato de autodefensa ante el tribunal, de que el verdadero autor intelectual del Moncada era José Martí. Quizás entonces muchos no comprendiesen el profundo significado de tal aseveración. Hoy tenemos todas las posibilidades para valorarlo con juicio propio.

En la primera ocasión que hablara al pueblo de Cuba, en una concentración popular, posterior al triunfo revolucionario, el mismo primero de enero de 1959, en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba, expresó como…“…la República no fue libre en 1895 y el sueño de los mambises se frustró a última hora; la Revolución no se realizó en 1933 y fue frustrada por los enemigos de ella. Esta vez la Revolución tiene al pueblo entero, tiene a todos los revolucionarios, tiene a los militantes (suponemos debe decir: militares. N. del A.) honorables. ¡Es tan grande y tan incontenible su fuerza, que esta vez el triunfo está asegurado!

Podemos decir con júbilo que en los cuatro siglos de fundada nuestra nación, por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirá.

Hace breves días, el 24 de febrero, me fue imposible resistir la tentación de ir a visitar a mi madre. La que no veía desde hacía varios años. Cuando regresaba por el camino que conduce a Baraguá, en horas de la noche, un sentimiento de profunda devoción me hizo detenerme allí, a los que viajábamos en el vehículo, en aquel lugar donde se levanta el monumento que conmemora la Protesta de Baraguá y el inicio de la Invasión. En aquella hora, la presencia en aquellos sitios, el pensamiento de aquellas proezas de nuestras guerras de independencia, la idea de que aquellos hombres hubiesen luchado durante 30 años para no ver logrados sus sueños porque la República se frustrara y el presentimiento de que muy pronto la Revolución que ellos soñaron, la patria que ellos soñaron serían realidad, nos hizo experimentar una de las sensaciones más emocionantes que puedan concebirse.

Veía revivir aquellos hombres con sus sacrificios, con aquellos sacrificios que nosotros hemos conocido también de cerca; pensaba en sus sueños y sus ilusiones, que eran los sueños y las ilusiones nuestras, y pensé que esta generación cubana ha de rendir y ha rendido ya el más fervoroso tributo de reconocimiento y de lealtad a los héroes de nuestra independencia…”. (277)

En sus Reflexiones, iniciadas en marzo del 2007, desde su nueva trinchera de combate, aún en plena convalecencia, el líder cubano valora, informa, argumenta y analiza, hechos de actualidad, tanto en el plano nacional como internacional, avalados por su experiencia de largos años, primero como revolucionario en la oposición, intransigente y lúcido y posteriormente como estadista en el poder, donde enfrentó al frente de su pueblo, los complejos avatares de un proceso revolucionario, constantemente hostigado y agredido.

Afortunadamente, muchas Reflexiones quedan aún en el tintero, pendientes de la pluma del luchador incansable y de su análisis, a partir del inagotable cúmulo de hechos que acontecen sin cesar, en la compleja contemporaneidad. Sepamos valorarlas, particularmente las nuevas generaciones, los dirigentes del futuro no tan lejano, con criterio y discernimiento propios, tanto las escritas como las por escribir.


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