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FIDEL CASTRO Y LA PRENSA ESCRITA: LEGADO Y CONTEMPORANEIDAD

Raúl Quintana Suárez




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TERCERA PARTE

3.- Fidel Castro: la prensa escrita como instrumento de divulgación de su ideario en la Cuba prerrevolucionaria (Octubre de 1947 al 1ro de enero de 1959)

El 10 de marzo resurge, en su fatal protagonismo en el escenario político cubano, la figura de Fulgencio Batista. Éste, aprovechándose astutamente del estado de crisis política, social, institucional y moral, en que los desgobiernos auténticos habían sumido al país y percatado de la imposibilidad de resultar vencedor en las cercanas elecciones generales, convocadas para junio de 1952, dada su impopularidad y la falta de base popular, de los partidos políticos que sustentan su candidatura, llega de nuevo al poder mediante un golpe de estado, en la madrugada del 10 de marzo del mismo año.

Desde los primeros momentos se aprecian tres tendencias entre los dirigentes de los partidos políticos en la oposición. Los que se suman al batistato en franca posición oportunista, como los “líderes obreros auténticos” Eusebio Mujal Barniol y su camarilla así como Miguel Suárez Fernández, Santiago Rey Pernas y Ramón Vasconcelos, entre otros; los que se acogen a la ineficaz posición de la “resistencia cívica”, entre los que destacan los dirigentes del PPC (O), tras la muerte de Chibás, como Roberto Agramonte y Millo Ochoa, entre los más representativos, y los que adoptan la firme decisión de una lucha vertical, por todos los medios posibles, incluso el uso de las armas, de miembros procedentes del sector de ideas políticas más avanzadas, particularmente de la Juventud Ortodoxa y la Federación Estudiantil Universitaria.

Entre estos últimos se va a destacar el Dr. Fidel Castro Ruz, ex dirigente estudiantil, ya con una trayectoria de lucha revolucionaria, pese a sus escasos 26 años, establecido recién graduado de abogado, en el Bufete Aspiazo, Castro y Resende, en Tejadillo No 57, en la capital. Desde su ingreso en la Universidad de La Habana, en septiembre de 1945, a la edad de 19 años, se involucra rápidamente en las luchas estudiantiles, asume responsabilidades en la FEU y se enfrenta, aún a costa de su vida, al “bonchismo” universitario, como se denominaba entonces al gangsterismo, insertado en el alto centro de estudios.

A todo lo largo de su trayectoria revolucionaria, éste ha tenido clara conciencia del esencial papel de los medios de difusión y particularmente de la prensa escrita (por su carácter documental), como instrumentos de divulgación y propaganda de las ideas revolucionarias, aún en las condiciones en que esta y el trabajo periodísticos se desenvuelve en la República neocolonial, más con carácter de negocio, salvo honrosas excepciones, que como vía de defensa de los intereses populares y de la propia nación.

Cómo valora el periodista Raúl Quintana Pérez, en su obra inédita “Recuerdos no olvidados”…”…la descripción del papel que desempeña la prensa en la tiranía de Batista-sin remontarnos a la de Gerardo Machado de 1925 a 1933- requeriría un meticuloso estudio y un grueso acopio de datos que rompería los límites de un simple bosquejo histórico…..Y no es precisamente porque la historia de la llamada entonces Gran Prensa Cubana, en esa etapa o en las anteriores, se diferenciara mucho de la prensa de otros países de Latinoamérica, porque en definitiva toda ella se ha desenvuelto bajo la poderosa influencia de la corrupta y comercializada prensa norteamericana. En definitiva responden todas-como ocurría en Cuba hasta la fuga de los jerarcas de las empresas periodísticas- a un grupo minoritario repleto de privilegios y supeditados a los intereses de la oligarquía nacional, castas militares y monopolios foráneos…La censura oficial impuesta por regímenes tiránicos afectaba los intereses políticos en pugna que podían poner en peligro la estabilidad del gobierno de turno….pero existían otras censuras en Cuba hasta 1960 en que se inició la etapa de las nacionalizaciones, que tenía un carácter permanente y eran mucho más sutiles, más ocultas las vías para ejercerla. Nos referimos al soborno oficial; al chantaje de los anunciantes nacionales y extranjeros; la presión de la embajada norteamericana mediante el control de las cuotas de papel; las obligaciones que se establecían por la posesión en manos de los dueños de diarios, de acciones o valores de determinadas industrias o compañías anónimas; el soborno de las asociaciones de comerciantes e industriales, de los productores de azúcar (colonos y hacendados); la vigilancia e influencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP),integrada por los dueños de las empresas periodísticas más poderosas y recalcitrantes de nuestro continente y las agencias de noticias imperialistas…”(1)

La dictadura batistiana, producto ella misma de la crisis en todos los órdenes en que se vio sumida la República neocolonial en su medio siglo de existencia, desencadenó a partir del 10 de marzo de 1952 , ejerció la censura de forma sistematizada y represiva, poniendo al descubierto por un lado, las contradicciones insalvables del sistema capitalista en las condiciones de un país dependiente y sometido al arbitrio prepotente de los intereses norteamericanos, y a su vez, las virtudes de un pueblo, negado por su historia y su idiosincrasia, a toda tiranía. En tales condiciones la personalidad de Fidel Castro sirvió de centro nucleador de lo mejor de la sociedad cubana de entonces en su enfrentamiento al régimen. El legado martiano, en el año de su Centenario, desempeñó entonces el papel protagónico principal, materializado en la acción e ideas de su pueblo.


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