BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

APUNTES SOBRE LA CIBERCULTURA Y LA ALFABETIZACIÓN DIGITAL POSMODERNA

Germán López Noreña




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3.1.2 Aproximaciones A La Definición De Los Culturalistas

Las aproximaciones a las definiciones de tipo culturalistas, presentan sus antecedentes en el retomar y el reelaborar la propuesta teórica de Tylor sobre cultura por parte de los estudiosos de este concepto de Gran Bretaña y Estados Unidos.

El estadounidense Lewis Henry Morgan , considerado uno de los gestores de la Antropología Moderna estableció en unión de antropólogos de Gran Bretaña las bases de la teoría de la Evolución cultural.

Morgan sostenía que el proceso de la evolución social humana (tecnología, relaciones sociales y cultura) se podía identificar con el proceso de crecimiento de un individuo de la especie. Por lo tanto, Morgan comparaba el salvajismo con la "infancia de la especie humana", y la civilización, con la madurez.

En los Estados Unidos las investigaciones sobre la cultura, daban un viraje hacia el relativismo, erigiéndose como su gran representante Franz Boas. La posición teórica relativista entro en una directa oposición a las ideas evolucionistas en la cultura, siendo Boas un agudo critico de Morgan y otros defensores del evolucionismo en la cultura, incluso llegando a afirmar que esas teorías eran meras conjeturas.

Franz Boas pretende dar una descripción analítica de los rastros fundamentales del arte primitivo; el desarrollo del tema se basa en dos principios: la identidad fundamental de los procesos mentales de todas las razas y en todas las formas culturales de nuestros días, y la consideración de todo fenómeno cultural como resultado de acontecimientos históricos

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La teoría evolucionista en la cultura cuestionada por Franz Boas , se entiende como el cambio a lo largo del tiempo de todos o algunos de los elementos culturales de una sociedad (o una parte de la misma). La evidencia muestra que, la cultura -usos, costumbres, religión, valores, organización social, tecnología, leyes, lenguaje, artefactos, herramientas, transportes-, se desarrolla evolutivamente por la acumulación y transmisión de conocimientos para la mejor adaptación al medio ambiente.

Sobre este episodio del entramado histórico en el desarrollo del concepto de cultura, Gilberto Giménez (2005), autor ya citado, nos argumenta al respecto de la siguiente manera:

Correspondería a Franz Boas, - un antropólogo marcado por el historicismo alemán que brilló en los años veinte y treinta del siglo pasado – rectificar esta perspectiva evolucionista contraponiéndole una concepción de la cultura basada en el particularismo histórico. En efecto, con Boas la cultura recupera la historia que obliga a enfatizar más bien las diferencias culturales y la multiplicidad de sus imprevisibles derroteros. Es decir, frente al rígido esquema evolutivo tyloriano, Boas afirma la pluralidad histórica irreducible de las culturas. Esta pluralidad implica en Boas y sus discípulos el relativismo cultural que obliga a abandonar “la pretensión de objetividad absoluta del racionalismo clásico para dar entrada a una objetividad relativa basada en las características de cada cultura” (Wagner, 1992, 16).

Se puede considerar que con Boas culmina el periodo fundacional de la antropología cultural. A partir de aquí la elaboración del concepto de cultura atraviesa por tres fases sucesivas – la fase concreta, la fase abstracta y la fase simbólica – caracterizadas respectivamente por otros tantos conceptos claves: costumbres, modelos y significados.

La crítica de Boas a la lectura evolucionista de la cultura retoma elementos de los filósofos alemanes Herder y Wilhem Dilthey , esto en razón de ser una propuesta direccionada a considerar la cultura como un fenómeno plural. Desde este enfoque Boas no habla de una cultura, sino de culturas, siendo lo más importante para esta escuela el estudio de la cultura desde la perspectiva etnográfica.

La concepción teórica de Boas fue asimilada y repensada por seguidores del maestro:

“Los antropólogos formados por Robin Reid hubieron de heredar muchas de las premisas […]. Entre otros casos notables, están el de Ruth Benedict. En su obra Patterns of culture (1939), Benedict señala que cada cultura es un todo comprensible sólo en sus propios términos y constituye una suerte de matriz que da sentido a la actuación de los individuos en una sociedad. Alfred Kroeber, retomando la oposición entre cultura y naturaleza, también señalaba que las culturas son fenómenos sui generis pero, en sentido estricto, eran de una categoría exterior a la naturaleza. Por lo tanto, según Kroeber, el estudio de las culturas debía salirse del dominio de las ciencias naturales y encarar a las primeras como lo que eran: fenómenos superorgánicos. Melville Herskovits y Clyde Kluckhohn retomaron de Tylor su definición cientificista del estudio de la cultura. Para el primero, también la recolección de rasgos definitorios de las culturas permitiría su clasificación. Aunque, en este caso, la clasificación no se realizaba en sentido diacrónico, sino espacial-geográfico que habría de permitir el conocimiento de las relaciones entre los diferentes pueblos asentados en un área cultural. Kluckhonn, por su parte, resume en su texto Antropología la mayor parte de los postulados vistos en esta sección, y reclama el dominio de lo cultural como el campo específico de la actividad antropológica” (Wikipedia La Enciclopedia Libre).


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