BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

FUNDAMENTOS DEL SERVICIO COMUNITARIO PRIVADO

Nelson de Vida Martincorena




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Receptores del servicio

Procede ahora, para cerrar el ítem de los sujetos, decir dos palabras sobre los receptores del servicio comunitario.

En lo que venimos de describir, se aprecia como preocupación de los sujetos activos una permanente referencia a lo comunitario, en el sentido de mayor latitud; puede abarcar la humanidad, es decir la comunidad mundial, o la nacional, en diversos niveles llegando al área geográfica más delimitada que integra el territorio de cada Club. (*)

Este particular enfoque, que obviamente no desdeña ni desconoce los destinatarios individuales de la obra leonística, pero que postula una forma global de apreciación, ya vimos que es una característica del servicio comunitario en general, que se da aquí, cumplidamente.

Incluso en muchas ocasiones los beneficios de interés público se proyectan a largo plazo, perfeccionando profesionales en diferentes especialidades, lo que redunda en forma indirecta pero no por ello menos efectiva en los receptores finales.

En la práctica de todos los días es evidente que en muchas ocasiones los Clubes de Leones atienden urgencias y necesidades personales, llevados por una sensibilidad humana que no está nunca ausente en sus tareas; en esos casos, las circunstancias que vive el destinatario influyen decididamente.

En contrapartida, debemos anotar que en tales hipótesis, no nos encontramos necesariamente en el área específica del servicio, salvo que así lo determinen las connotaciones de la tarea (coordinación de factores sociales, cooperación internacional, en procura de solucionar problemas personales de salud, etc).

En todo caso, la participación activa de los receptores, siempre que ella sea razonablemente posible, luce como un requisito del servicio, de muy positiva resonancia cuando se logra.

(*) Al respecto deberá tenerse presente que el «territorio» de cada Club, tiene importancia en lo atinente a la posibilidad de recaudar fondos dentro del mismo; según lo veremos al tratar el punto de organización del servicio.

El entonces León Angel A. Aguirre, Asesor de Conservación de la Vista del Distrito «J» 1, Ejercicio 1974-1975 en un fundado informe presentado al IV Foro Latinoamericano, realizado en Buenos Aires, describió críticamente la forma de ayuda tradicional a la persona ciega que se cumple: «...brindando alimentos, ropas, un instrumento musical, una radio, en fin, llevar un paliativo momentáneo para que ese ser humano continuara ‘sus días’, muy especialmente sin darnos clara cuenta de su real condición humana, es decir: lo estábamos ayudando a continuar vegetando entre sus cuatro paredes, a que prosiguiera su vida (por así llamarla), sin motivación, sin un día futuro de proyección».

Aguirre, que ha superado con admirable espíritu su propia incapacidad visual, creyó que el Leonismo tenía posibilidad de brindar una actuación mucho más positiva. Y así lanzó una campaña para ubicar personas ciegas y ponerlas en contacto con los centros de rehabilitación, la Escuela Residencial de niños ciegos del Consejo de Enseñanza Primaria y el Centro de Rehabilitación Tiburcio Cachón, del Ministerio de Salud Pública.

«Así pues es como vamos día a día convirtiendo nuestro Leonismo en el nexo entre ese tipo de persona vegetante, pasiva y la institución capaz de generar el cambio, que lo proyecte útil para sí y para su comunidad».

En síntesis el servicio se desarrolla de esta manera:

«1) Ubicación de la persona; 2) Canalización a la Educación o a la Rehabilitación; 3) Otorgamiento de becas que permitan la realización de los cursos; 4) Auspicio y gestión de oportunidades de trabajos competitivos, 5) Material para los jóvenes ciegos que se integran en Secundaria, Escuelas de Oficios y Facultades...». (9) (*)

El enfoque conceptual participativo resulta muy bien destacado en un trabajo presentado al FOLAC de 1980 por el Director Internacional León Raúl M. Scheelje: «La esencia del servicio es su papel transformador de la estructura y valores de la sociedad. Por tanto, todos los esfuerzos que realice deben estar encaminados a la modificación del medio dentro del cual actúa, con el objeto de colaborar en la búsqueda y establecimiento de estructuras más justas y un sistema de valores más solidarios.»

(*) En 1963 el Club de Leones de Montevideo Carrasco, con el apoyo de todos los Clubes del Distrito «J», auspició la publicación de un libro titulado «Cómo afronté la ceguera», de uno de sus integrantes, el León Homero De Gregorio. Allí se relata en forma muy vívida e instructiva, cómo el autor, que quedó repentinamente ciego a raíz de una caída, inició el lento y sacrificado camino de adaptación a la nueva situación. Desde la desesperación inicial («¿ valdría la pena vivir en tales condiciones?»), los primeros pasos dados y luego «un viaje sin paisaje», llegando a recibir entrenamiento especializado en un Centro Privado de Rehabilitación para Ciegos en Little Rock (USA), que contaba con apoyo parcial del Leonismo. Como ha dicho muy acertadamente en el Prólogo, Daniel D. Vidart: «el Fiat Lux que surge en más de un sentido de las páginas escritas por este ciego clarividente va a iluminar mucho más allá de nuestras tierras platenses...». («Cómo afronté la ceguera», Homero De Gregorio, Montevideo, 1963). Una deuda más contraída con el León PID Salvador Pugliese, que me facilitó un texto que es verdadero ejemplo de fortaleza espiritual.

En la programación de actividades «...Se debe utilizar como método básico el diálogo...» para «...estimular la capacidad creadora y de análisis de la comunidad sobre el medio que la rodea, con el objeto de comprender los antecedentes que han determinado la realidad que viven y llegar a conclusiones sobre las acciones que permitirían transformar positivamente esa realidad».

«El gran error que suele cometerse es convertir la acción material o específica en el objetivo único del servicio comunitario, y no considerarlo como el medio para posibilitar el diálogo. Cuando se incurre en este error, se desvirtúa el concepto del servicio dándole una acepción paternalista». (10)


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