BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

INTEGRACIÓN. TEORÍA Y PROCESOS. BOLIVIA Y LA INTEGRACIÓN

Alberto Solares Gaite




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3.8. Evaluación General

En realidad, el ALBA nace como una reacción contra el ALCA y una propuesta alternativa al mismo. Sin embargo, al estar completamente superado el intento del ALCA, en el marco de la VI Cumbre realizada en Caracas (junio de 2009), se tienen que modificar la denominación, convirtiendose en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, y algunos de sus planteamientos. En todo caso, no es un proceso de integración, es más bien un instrumento de aproximación y cooperación política entre países afines a una postura ideológica, cuyo sustento principal es un rechazo radical al imperialismo norteamericano.

Se proclama como única posibilidad de liberación de los pueblos la adhesión al denominado “socialismo del siglo XXI”, cuyo contenido ideológico es todavía confuso pero ante todo contradictorio al sistema capitalista, cuya eliminación se propugna en base a un ideario socialista rescatado de las mejores épocas de la guerra fría, imperante en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX.

Pese al discurso de reivindicación de la soberanía y dignidad de los pueblos de América Latina y el Caribe, que estimula sentimientos nacionalistas y populistas en nuestros países, el ALBA en si misma reproduce un esquema hegemónico de adhesión a las estrategias de Cuba y Venezuela respecto a la política regional. Desde su mismo origen, el ALBA nace de una concepción cubana para garantizar su seguridad energética mediante el petróleo venezolano, puesta en peligro por el casi derrocamiento de Hugo Chávez el año 2002. Dentro de esta concepción Cuba pone las ideas y la estrategia y Venezuela el financiamiento proveniente de sus enormes ingresos petroleros. Esta estrategia, no sólo consolidó al gobernante venezolano sino que le ha permitido, mediante hábiles maniobras políticas y electorales, proyectarse de forma indefinida en el poder con apariencia democrática; y para Cuba el sorpresivo rédito del ALBA ha significado ganar una influencia determinante en varios países de la región, lo que no pudo hacerlo ni en los mejores tiempos en los que pretendía exportar su todavía prestigiosa revolución.

Las políticas y acciones de Cuba y Venezuela respecto a los países del ALBA, son de una franca y abierta injerencia en lo político, económico y militar. Bolivia es quizá uno de los casos patéticos que ha generado un gobierno subordinado que sigue e imita estricta y fielmente el proceso venezolano, replica sus tácticas y ha conseguido imponer una nueva Constitución sin deliberación alguna, donde se constitucionaliza un socialismo comunitario combinado con un indigenismo radical, todo en el marco de generosas e incontroladas contribuciones financieras de parte de Venezuela, cuyas empresas se han apoderado también de varias empresas nacionales y medios de comunicación social.

La impresionante subida de los precios del petróleo hasta el año 2008, representó para Venezuela ingentes recursos por la venta de sus hidrocarburos, principalmente a los Estados Unidos, pero lo paradójico de esta situación es que dichos recursos no son utilizados para mejorar los índices de pobreza de su propio país, sino que son destinados a sustentar y difundir una posición de radical enfrentamiento a los Estados Unidos – su mejor cliente - y al respaldo financiero de los países afines que, sugestivamente, son los más pobres de la región y que quizá se motivan por la ayuda económica fácil.

En todo caso, la injerencia de Venezuela en la región y su instrumento el ALBA, al parecer son fuente de desestabilización política de los países y las economías, incluso para los países más grandes, algunos de los cuales, como la Argentina, tienen un nivel de aproximación evidente, ya que Venezuela es al momento el principal tenedor de los bonos emitidos para superar su crisis financiera.

El problema se torna cada vez más complejo y puede aparejar riesgos para toda la región, especialmente por las nuevas relaciones que ha iniciado Venezuela con países de alta conflictividad mundial como Irán, al que le esta abriendo las puertas de Suramérica en lo comercial y en lo político. Asimismo, en lo militar, mediante maniobras navales conjuntas en el Caribe está atrayendo a Rusia - una nueva Rusia fortalecida - a tener presencia en la región, quizá como una manera de provocar a los Estados Unidos, pero con alto riesgo de provocar un nuevo armamentismo y relaciones bipolares que se habían superado al final de la Guerra Fría.

En forma reciente, entre el 16 y 17 de octubre de 2009, se realizó en Cochabamba, Bolivia, la VII Cumbre del ALBA, con la participación de mandatarios y autoridades de nueve países de América Latina y el Caribe (Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Honduras (Canciller del gobierno depuesto), Dominica, Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas). La Cumbre concluyó con la suscripción de la Declaración de Cochabamba que entre sus 66 puntos consigna, quizá como el principal, la creación del Sistema Unificado de Compensaciones Regionales (Sucre), que apunta a “ …la eliminación de la dependencia del dólar en el comercio regional”, dando a este mecanismo una trascendencia exagerada si se considera que este tipo de sistemas son usuales en procesos regionales de integración con volúmenes de comercio recíproco que los justifiquen, que no es el caso de los países del ALBA donde el comercio recíproco es muy reducido. En el mismo sentido, afirmar que este es el primer paso hacia la futura creación de una moneda común, implica el desconocimiento de la mecánica de un proceso de integración que para llegar a una unión monetaria demanda un largo proceso de conformación de un mercado único y de la armonización de políticas macroeconómicas que impliquen, como en el caso de la Unión Europea, llegar a un alto grado de integración económica como base de una integración monetaria. Es poco comprensible , por otro lado, que la propuesta de una moneda común liberalizadora de la dependencia del dólar, provenga del Ecuador donde la moneda oficial, como se sabe, es precisamente el dólar americano.

La VII Cumbre del ALBA resolvió, asimismo, la creación de cinco empresas de propiedad estatal llamadas “grannacionales” (Grannacional de Importaciones y Exportaciones del ALBA; Grannacional en Materia de Aluminio: Grannacional en Hierro y Acero; Grannacional de Minas y Metalurgia, y el Instituto Grannacional de Investigación y Evaluación de Geología, Minería y Metalurgía). Además se determinó la creación de empresas binacionales para los textiles (Bolivia-Cuba): para Aluminio y vidrio plano (Venezuela-Cuba); y la Empresa Socialista de Capital Mixto (Bolivia-Venezuela).

En materia política, la Cumbre del ALBA ratificó su condena al gobierno de facto de Honduras para el cual pidió ampliar las sanciones comerciales y económicas de parte de la OEA y de la comunidad internacional. Asimismo, tras duras críticas al Gobierno de Colombia, se le pidió reconsiderar la autorización al Gobierno de los Estados Unidos para la instalación de bases militares en su territorio.

Pero la propuesta más debatida fue la formulada por el Presidente de Venezuela – convertido en el principal protagonista del evento – para la creación de una “alianza militar defensiva” con el fin de acabar con las “amenazas del imperio”, propuesta que no se concretó o por lo menos se postergó al no existir consenso entre los participantes. No obstante, se acordó la conformación de un “Comité Permanente de Soberanía y Defensa de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA-TCP” , que tendrá como objetivos principales la definición de una “ Estrategia de Defensa Integral Popular Conjunta y la constitución de una Escuela de Dignidad y Soberanía de las Fuerzas Armadas de los países del ALBA-TCP”.

En todo caso, merced al ALBA, la integración latinoamericana y las relaciones entre los países de la región se han tensionado y polarizado al extremo, adquiriendo un caríz de estrategias de geopolítica y de poder que están derivando en procesos de armamentismo y enfoques de militarismo que se suponía superado.

Lo último, el pasado 7 de noviembre de 2009, el Presidente de Venezuela, sorprendió a toda la región al convocar a las Fuerzas Armadas y la población de su país a prepararse para la guerra contra Colombia y los Estados Unidos, al considerar que el acuerdo militar entre estos dos países constituía un acto de agresión a Suramérica y que era inminente una invasión de Estados Unidos a la región. En realidad y así lo ha interpretado la opinión internacional, se trata de una sintomática sensibilidad del mandatario frente a un control más estricto que realiza Colombia sobre las FARC y el narcotráfico, pero además una maniobra distraccionista para desviar la atención de su población frente a los serios problemas internos de tensión y desabastecimiento de energía y hasta de agua que aquejan a Venezuela. En todo caso se ha calificado a este acto como de una irresponsabilidad extrema que crea innecesariamente una situación de tensión en toda la región.

Lo curioso del caso – pero previsible por su evidente sometimiento – es que esta convocatoria ha tenido eco inmediato en el gobierno de Bolivia, cuyo Presidente ha convocado a una reunión de emergencia a los países del ALBA y a sus Fuerzas Armadas, actualizando la propuesta de una fuerza armada conjunta para hacer frente a la imaginaria invasión norteamericana.


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