BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y SALUD

Ma. Guadalupe Ojeda Vargas y otras




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Las oraciones de sanación

El hecho de hablar de la religión como una forma más de tratamiento, es porque considero a ésta como un factor importante en la toma de decisiones a la hora de elegir una opción médica o de curarse mediante la fe. ¿Por qué un factor de influencia? Porque creo que ha otorgado como lo dice Fernández Liria, un nuevo espacio de resocialización. “Lo que se esconde en el fenómeno de la conversión es un intento de construir un nuevo espacio en el que la sociabilidad sea posible sin la enfermedad” (:15).

Esta alternativa representa otra forma de entendimiento de la enfermedad, del cuerpo y de la existencia misma, que desplaza argumentos que se han elaborado sobre las diferentes causas de los padecimientos (seres sobrenaturales, dicotomía frío-caliente, y tensiones sociales) hacia cuestiones más individuales como: la mente humana y su relación con lo espiritual; en el que la acción divina ya no actúa como una causa más, sino como un mediador, consolador y hasta como una forma de resolución de los problemas personales. “…la sanación carismática y la Ciencia Cristiana fundada por Mary Baker Eddy; (…) consideran que la sanación proviene de Dios y la persona es solamente un vehículo de su voluntad” (Hernández, 2005: 22). Se vuelve incluso un proyecto de búsqueda del sentido de la vida.

El concepto de sanación según Hernández (2005) concibe al cuerpo y al elemento espiritual del ser humano como un todo ya que:

Puede abarcar el alivio temporal o permanente de los síntomas o equilibrar un estado de bienestar. Cualquiera que sea el caso, lo importante es el cambio de actitud hacia la enfermedad que coloca al sujeto como responsable de su situación, tanto en el plano de las causas de sus malestares como en el aprendizaje que pueda realizar de ellas para mejorar. Esta perspectiva de la sanación cuestiona la efectividad de la medicina moderna para curar las enfermedades y ofrece una concepción alternativa de la salud/enfermedad que no disocia al cuerpo físico de la mente y el espíritu (Hernández; 2005: 22).

Precisamente lo que me interesa resaltar de esta otra alternativa es el cambio de actitud que propicia hacia la percepción de la enfermedad, en el que la nueva experiencia y el conocimiento se vuelven un referente para redefinir las fronteras epistemológicas del saber común y corriente de las personas.

Los principios divinos de la salud. Los adventistas y el cuerpo como templo del espíritu

Empezaré describiendo brevemente la forma en que la religión adventista ha influenciado la noción de enfermedad de sus feligreses. Esta iglesia llega a la región chol de Tabasco entre las décadas treinta o cuarenta por expulsados migrantes chiapanecos de Amatán que llegan a vivir al ejido Libertad (llamado legalmente Cerro Blanco). De allí se extendió primero al ejido de Madero I que cuenta con la primera Iglesia Adventista, después a Oxolotán y a Graciano Sánchez, para consolidarse paulatinamente después de los años cincuenta en casi el total de los ejidos, aunque no es hasta aproximadamente en la década de los ochenta que se establece en Noypac.

En lo que respecta a la sanación los adventistas pocas veces la practican (por lo menos en los términos que lo hacen los carismáticos o pentecostales), combinándola sobre todo con la intervención humana a través de las dos ideas de tratamiento que tienen: la preventiva y la curativa.

La medicina preventiva recalca a través de libros, de talleres, cursos y en el mismo culto cómo es que las personas deben de cuidarse porque según esta Iglesia “el cuerpo es el templo del espíritu santo” y no le deben entrar ni bebidas embriagantes, ni comidas impuras como el cerdo, el pato y el camarón. “Estas prohibiciones están escritas en la Biblia, así que la medicina preventiva dice cómo se debe de cuidar el cuerpo, la salud y la higiene personal”. La medicina curativa por otro lado, otorga sus servicios mediante una unidad móvil –que atiende en los principales pueblos, en la cabecera municipal en la Villa y en algunos ejidos–, y el Hospital del Sureste ubicado en Villahermosa. La atención es casi en su totalidad gratuita.

A diferencia de las otras iglesias, la adventista no practica las oraciones de sanación como tal, pues aunque cree en los milagros –como los que hizo Jesús– consideran que para curar una enfermedad debe de haber un procedimiento médico, ya sea homeópata o naturista , que son las dos alternativas consideradas aceptables por ellos, ya que cualquier otra, y en especial la medicina “tradicional”, es considerada charlatanería.

Y precisamente sobre enfermedades como el susto, daño y deseo, la iglesia adventista considera que son supersticiones, cosas satánicas, que aunque no ha logrado erradicar en su totalidad, sí ha logrado modificaciones en el pensamiento de algunos de sus feligreses. Realidad que observé directamente en los adventistas de Noypac, no sólo en sus nociones de enfermedad sino en su consumo terapéutico, ya que no acuden a los curanderos, y aunque el costo sea elevado, son los que más compran medicamento naturista de Mega Health (clara influencia de la Iglesia a la que asisten).

Con respecto a los nervios los adventistas dicen que son el producto de “un historial de problemas: violencia intrafamiliar, violencia en la niñez, situación con el esposo, la esposa (…) que no [se] han podido superar, número uno, porque no se atiende, número dos, porque la gente no cree que necesite ayuda”, es decir, la causa se relaciona, una vez más, con la historia personal y familiar “que van destruyendo [el] centro nervioso del cuerpo que es donde nosotros tenemos nuestra voluntad, nuestra seguridad como personas”. Y que se convierte, según esta Iglesia, en una problemática cultural: “…su misma manera de vivir los afecta, algunos son muy sumisos y aceptan todo lo que venga y que les hagan. Especialmente la mujer es la que tiene enfermedad de nervios, todo le pueden hacer y no puede decir nada, la valía de la mujer especialmente en esas culturas es muy baja”.

La forma de tratamiento que se sugiere por los adventistas para curar este padecimiento es a través de sicólogos y siquiatras, a través de consejeros profesionales “porque la Biblia nos dice que nosotros debemos pensar en todo lo bueno, en todo lo puro, olvidar las cosas pasadas y extendernos hacia el futuro, se le anima a la persona a pensar diferente, a ser arrojada hacia lo que viene adelante porque Dios siempre le da una nueva oportunidad cada día para vivir, para aspirar a una vida mejor y no quedarse sumido en esas depresiones” (Entrevista al Pastor de la Iglesia Adventista de Tapijulapa, 2007).


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