Entender la reproducción de las masculinidades: poder y hegemonía

Pensar aquí que las relaciones entre los géneros ya no debe ser por la raza o por la clase, puesto que las mujeres no constituyen una clase diferente subvalorizada o sobrevalorada. De acuerdo con Tourain (2007), se habla tanto de la diferencia biológica entre hombres y mujeres, pero debe quedar muy claro, la sexualidad es deseo, relación simple con el otro y construcción personal, en ningún momento subordinación. Para hombres y mujeres la sexualidad debe crear identidad y una enorme voluntad de crear unidad. ¿Entonces cómo entender que aun existen barreras para la transformación de la estructura social?

Una de las aportaciones más importantes al respecto de las relaciones sociales la establece Michel Foucault (1985), para este autor, las relaciones sociales, y en este caso, la relación entre los géneros son relaciones de poder. Dice Foucault, el poder no se detenta sino que se ejerce y se revela en todos los niveles de vida. Agrega que para la existencia de un dominio sobre el otro, es necesario que el receptor sea un sujeto activo, que responda, que reaccione o se resista. Por lo tanto, el poder es un enfrentamiento, Donde hay resistencia y coerción, hay relaciones de poder.

Connell (2003), encuentra que en prácticamente todas las sociedades, el poder en las relaciones de género, las mujeres están subordinadas. En los hombres, el poder se percibe como intrínseco en el ámbito público, al ser el espacio donde los hombres se convierten en individuos (como se había señalado ya antes) o en seres diferentes a los demás, Este espacio otorga a los hombres el derecho de administrar y controlar el poder, a disfrutar de sus “recompensas” y “placeres” (Del Valle, 2002).

Con base a lo anterior, Rowlands (1997:220) establece tres tipos de poder en los que se basa el empoderamiento. El poder para, lo defines como la capacidad para crear o generar nuevas posibilidades y acciones sin dominar. El “poder con”, es el poder colectivo que resulta ser mayor a la suma de los poderes individuales de quienes integran el colectivo y finalmente, el “poder desde dentro”, este es propio de las personas y sus decisiones.

Estas relaciones de poder configuran y determinan identidades masculinas y femeninas al tiempo que movilizan estructuras de intercambio y producción desiguales ente hombres y mujeres que pueden ser analizadas con base en las tres dimensiones que Connell (2003:109), propone (relaciones de poder, producción y cathexis).

• Las relaciones de poder: El eje principal es la subordinación de las mujeres y el dominio de los varones, porque existe una estructura general de poder entre hombres y mujeres, en las estructuras del Estado y en las relaciones de mercado.

• Las relaciones de producción. La organización sexual del trabajo asigna tareas y remuneraciones diferentes a hombres y mujeres.

• Las relaciones de cathexis. Aquí se alude a las emotividades de los cuerpos y por los cuerpos, dan forma y actualizan el deseo.

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