BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESNIVELES CULTURALES / DEMOLOGÍA EN LA HISTORIA

David Charles Wright Carr y otros




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De la exclusión al estigma de la incapacidad

Las restricciones sociales establecidas a las mujeres en cuanto a los límites de su formación, preparación o de participación laboral, confinándolas a las tareas de mantenimiento (lavar, planchar, barrer, etcétera), generaban por otro lado, el discurso de sus desventajas dadas por sus imposibilidades, atrofias, desconocimientos, inconsistencias, inexperiencias e imprácticas que permitían argumentar su debilidad de manera “natural”, es decir su lugar subordinado con cierta familiaridad, de acuerdo a sus habitus que la circunscribía en las tareas a realizar de acuerdo a sus capacidades demostradas - asignadas.

Pues lo que más me gustaba hacer de muy chica: brincar a la reata, y jugar canicas, porque, porque no había otros pasatiempos, los juguetes que antes nos distraían, los juguetes que entonces habían, pues no se comparan todo era hecho por carpinteros la reata sobre todo a los encantados, a la víbora de la mar, eso era lo que me gustaba como juegos de la infancia y posteriormente como ama de casa dedicarme a mis hijos, antes raras veces trabajaban las mujeres fuera de su casa. (Entrevista 103) (Amelia Gasca Yánez, 77 Años, Femenino, Primer Año de Comercio, Venta de telas, Celaya).

La interrupción brutal de actividades significativas y lúdicas, hace un canto triste, melancólico que remota al recuerdo (como vida vivida, no como vida mantenida y restringida), de vez en cuando busca la expresión latente en el espacio de permitido:

Lo que más me gusta es el baile la música, siempre me ha gustado, me gusta practicarlo, cuando tengo fiestecitas aprovecho la ocasión, y hasta a veces cuando tengo humor en mi casa, me gusta porque el corazón lo siente la alegría”. (Entrevista 13) (Josefina García Palma, 69 años, femenino, 5º primaria, empleada doméstica, Celaya, Gto.)

Sra. María: mis amigos, todavía conservo algunos, tuve muchos amigos, muchas amigas, de joven me gustaba mucho la pachanga, me gustaba, este irme de pachanga, anteriormente no eran discos, anteriormente eran tardeadas, empezaban a las cuatro de la tarde y yo tenía que llegar a las nueve de la noche, pero cosas muy limpias porque eran, éramos muy sanos, o sea si a caso la única, ora sí que la única cosa mala para mi, era que te fumaras un cigarro, o que te tomaras una cuba, y las entradas, eran de que si una señorita llegaba con una rosa en la mano entraba gratis a la tardeada, pero eran fiestas muy sanas, porque ahora que les dices a qué hora vas a llegar, tres cuatro de la mañana y eso es temprano, anteriormente no, se hacían en él estand de la feria, se hacían en él estand de los electricistas, pero eran tardeadas y pues no éramos así como ahorita, respetábamos a los papas, que nos decían a las 9 de la noche, (muchacho haciendo ruidos) a las nueve de la noche ahí estábamos, no sé si era miedo o respeto pero ahí estábamos. (Entrevista 42) (María Carmen Vargas Navarrete, Celaya)

La sexualidad en el fondo del discurso mojigato

La sexualidad era el tema tabú que alimenta el imaginario de las relaciones cotidianas en la cultura en las groserías, en los chistes, el chisme, el recuento de vidas, la crónica del pueblo, etcétera, el blanco móvil eran las mujeres (más objeto que sujeto), en el entramado simbólico se califica a las mujeres por su desenlace en esta suerte: casada – soltera; casada – madre soltera; mujer de buenas costumbres – puta; puta barata, puta insaciable, ninfómana, puta perdida, perdida, abandonada. Por eso las restricciones moralinas circulan en el trabajo, en la escuela, en la iglesia en los espacios públicos. La sanción, el estigma, el repudio, el rechazo, son los mecanismos de censura:

Mira pues me acuerdo que cuando estaba chica que ya pasaron quien sabe cuántos años, estando yo en la primaria fuimos a un evento que se iba a ser un evento cívico, que se iba a hacer en el puente Eduardo Tresguerras, después del evento cayó un aguacero pero terrible, y no había en que venirnos veníamos a pie todas mojadas he yo venía como con otras 3 o 4 amigas entonces paso un tío de una de las muchachas, ¡(dijo) súbanse! pero nos encontramos ya rumbo regreso a la escuela, nos encontramos a una maestra y a otras de nuestras compañeras que iban a pie todas empapadas, y nos vieron pasar en la camioneta, entonces al día siguiente casi nos expulsaban de la escuela, por nada mas fíjate por haber aceptado un aventón de unos desconocidos, hasta que tuvimos que comprobar que era el un pariente de uno de una de las muchachas que nos invito a subirnos a la camioneta, así que si no ha sido por que se identifico ese pariente, fíjate nada más nos hubieran expulsado. (Entrevista 103) (Amelia Gasca Yánez, 77 Años, Femenino, Primer Año de Comercio, Venta de telas, Celaya)

Pues el hecho de ver a una mujer con zapatos claros y vestido un poco corto ya decían que era una mujer pública. (Entrevista 83) (Abraham Tovar Jesús, 93 Años, Masculino, Artesano, Celaya).

La balanza de la historia cultural apunta a rupturas con los discursos ideológicos que encierran a las personas y a la imaginación en condiciones de subordinación, para desarrollarse en reivindicaciones de otro sentido. Para no eternizar los roles desiguales, ni ahistorizar la cuestión femenina.


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