BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL IDENTIDADES Y TERRITORIO

Héctor Ruíz Rueda y otros




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Conclusión

La crucifixión de Jesucristo, principal empresa de la Semana Santa, coloca a los chapakóobam en una condición ambigua: por una parte es necesario poseer un alma (jiapsi) fuerte, capaz de aguantar los pesares de este tiempo, pero a la vez resulta insuficiente para permanecer indemnes al contacto con el mal, pues éste los “toca”, los alcanza, los contamina. Se dice que durante los días fuertes de la Semana Santa, el diablo asecha a los sujetos rituales, aunque con mayor énfasis a las personas irresponsables. Algunas veces las potencias destructivas se desatan por provocaciones a la norma, pero también la ignorancia se presenta como detonante de algunas consecuencias negativas. Apagar con los dedos la veladora del altar o sentarse a comer en la esquina de la mesa, se dice que es motivo para que algún familiar mayor perezca. O, si un anciano interpreta el papel del O’ola y no es lo suficientemente fuerte “para cargar con los pecados de todos como lo hizo Jesús”, podría morir al poco tiempo. Asimismo, si un caballo tumba a un Pilatos es probable que muera en menos de un año. En general, si un participante en el ritual de la cofradía parisero no es confirmado, los pecados no han sido borrados y, aparte de las consecuencias físicas –como pérdida del sueño, cansancio y achaques en general– es suficiente para que muera posteriormente. También se dice que si la persona llega a morir en estas circunstancias no se va al cielo porque “muere en pecado mortal”: queda condenado a vagar en el monte como fariseo o, de acuerdo a otros elementos no contemplados con mayor profundidad en este escrito, tal vez semejante al yorem’goi (hombre-coyote).

Las consecuencias nefastas se extienden a las mismas personas que desempeñan el papel de los fariseos, y en ocasiones, son ellos mismos los portadores de esa negatividad, ya que encarnan el propio mal. El fariseo envidioso o irrespetuoso con las autoridades podría “endiablarse”: “si tú hiciste algo malo, tu imagen se ve en otra parte, aunque no seas tú. Pero es tu alma que anda vagando. Eso es señal de que no andas bien, no andas con el Señor”. El hecho de que exista una visión “por ahí, por el monte” de un fariseo, va más allá de una sanción reglamentaria: la persona está propensa a perder su alma. Así, podemos encontrar numerosos relatos de fariseos “endiablados” que perdieron “la luz” y es en este tiempo cuando su alma vaga. Algunas veces se dice que son los fariseos muertos por accidente durante las Semanas Santas pasadas. Otras, que son el mismo diablo.

Así, a lo largo de escrito elaboré la idea de un comportamiento preestablecido en el contacto con lo sagrado, una cualidad que aquí llamé “ambigua”, o como lo formulan sus protagonistas de “peligrosidad” o “del bien y del mal”, por el que se insertan sus participantes como testigos rituales. Que dicho estado los coloca en múltiples situaciones que pueden converger en una situación eventual de conflicto, puesto que el código reglamentario muchas de las veces no es cumplido con los fariseos mestizos. Así, dicha ambigüedad, que en la Semana Santa se percibe como una situación asecho constante, otorga el dispositivo por el cual se establece una posición más o menos definida entre los participantes, mayos y mestizos, según la situación particular de cada uno en relación con el complejo simbólico Yoreme y el conocimiento de las reglas y los “secretos” que guarda el tiempo de la Guaresma-Semana Santa. De esta forma, teniendo en cuenta que el conocimiento de la situación liminal es compartido por aquellos participantes que son instruidos con estricto apego a las formas simbólicas de la Semana Santa mayo, los mestizos que se enrolan como chapakóobam sin ningún tipo de medidas preventivas, desde el punto de vista de los mayos, son éstos quienes se corrompen y son susceptibles de las fuerzas potencialmente negativas. Como dice R. Crumrine: “Gracias al simbolismo, un mundo, que de otro modo sería caótico, se llena de sentido y de claridad para los mayos” (1974 [1968]: 16).

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