3.4.1. Educación

De la mayoría de los programas existentes en la región y el mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo, la educación ha sido el objeto de estudio de mayor importancia. En México por ejemplo el programa OPORTUNIDADES -antes conocido como PROGRESA- tiene varias evaluaciones de impacto. (Skoufias & Parker, 2001) demuestran por medio de un análisis cuasi-experimental el impacto del programa en una muestra de las comunidades que reciben los beneficios del programa y en comunidades comparables que reciben los beneficios en un momento posterior. Las interpretaciones se basan en un estimador de doble diferencia discutido que mide el impacto del programa teniendo en cuenta todas las diferencias preexistentes en la asistencia escolar de los niños.

Sus estimaciones muestran un aumento significativo en la asistencia escolar de niños y niñas, en 1998 después del inicio del programa la tasa media de asistencia de los niños en las comunidades que reciben el programa es sensiblemente más alta que la tasa media de asistencia en las comunidades que aún no están cubiertas por el programa. “Oportunidades” aumenta la tasa de asistencia de los niños de edad escolar primaria de 1,3 puntos porcentuales en noviembre de 1998 a 1,8 puntos porcentuales en noviembre de 1999. El mismo estudio revela que el programa tiene un mayor efecto en las tasas de asistencia en edad escolar de secundaria. Pues la tasa de asistencia de este grupo de edad incrementa un 10,2 en noviembre de 1999. Entonces los resultados muestran en general un gran aumento en la matrícula escolar, y de modo particular para las niñas (Skoufias & Parker, 2001).

En Chile existe el programa CHILE SOLIDARIO, Galasso (2006), utilizando una regresión discontinua, estima los efectos de este programa en la matrícula escolar. De modo general encuentra aumentos significativos en la matrícula preescolar de niños entre 4-5 años de edad. Se aprecian incrementos de 4-6 puntos porcentuales. Además su estudio manifiesta que la escolarización de niños de 6 a 15 años de edad ha mejorado entre 7-9 puntos porcentuales en relación con la no participación en el programa.

En Nicaragua se encuentra el programa Red de Protección Social (RPS) este, según Maluccio & Flores (2005) produjo un importante aumento en la matrícula escolar: la inscripción se elevó a 92,7% en el 2002, un efecto medio de 12,8% en la matrícula. El efecto del programa en la asistencia es aún más grande que en la matrícula, con un efecto promedio de 20 puntos porcentuales para los niños edades 7-13. En Honduras el Programa de Asignación Familiar (PRAF) también tuvo un efecto positivo en la matrícula escolar. A pesar de que éste fue pequeño, se dio un aumento medio de 3 puntos porcentuales (Glewwe & Olinto 2004)

Del mismo modo, en Colombia Attanasio, Fitzsimons, & Gomez (2005) encuentran que el programa Familias en acción (FA) tiene también impactos positivos en la matrícula escolar, con el mayor impacto en los niños de 14 a 17 años de edad, provocando un aumento en la matrícula escolar de alrededor de 5,5 puntos porcentuales en las zonas urbanas y rurales. Los efectos en los niños de 8 a 13 años de edad son ligeramente más bajos, en torno a 3 puntos porcentuales en las zonas rurales, y estadísticamente no diferentes de 0 en las zonas urbanas.

Para el caso ecuatoriano, los resultados obtenidos en torno a este tema, de los análisis del BDH guardan ciertas similitudes. Schady & Araujo (2007) encuentran que las transferencias del BDH resultaron en un aumento de aproximadamente 10 puntos porcentuales en la matrícula escolar de los niños. Edmonds & Schady (2008) revelan que las transferencias monetarias del BDH son utilizadas totalmente para apoyar la escolarización de los hijos de los hogares beneficiarios, especialmente en los niños en la transición de la escuela al trabajo -12 años de edad-. Éste es un gran efecto en comparación con las estimaciones para otros programas en América Latina que se ha analizado anteriormente. Asimismo, de modo similar que en otros países de la región los hogares que muestran esta tendencia tienden a ser muy pobres, Los gastos per cápita en la línea de base son poco menos de dos dólares per cápita por día, y menos de un dólar per cápita por día alrededor del 10 por ciento de los hogares de la muestra.

3.4.2. Utilización servicios de salud

De igual modo que en la educación, el incremento en el uso de servicios de salud, especialmente salud preventiva, son objetivos primordiales para los programas de transferencias monetarias. Por ello su análisis en relación al impacto de las TCE ha sido otro tema relevante en la región. Maluccio & Flores, (2005) en su estudio del impacto de la Red de Protección Social (RPS) de Nicaragua, encontraron que para el 2001 el RPS produjo un incremento significativo del 16,3% en la visita a los centros de salud de niños de 3 años de edad; luego en el 2002 este incremento fue únicamente del 8,4%. Posteriormente el efecto del RPS después del análisis de doble diferencia fue en promedio del 13.1 puntos porcentuales.

En Colombia, Orazio Attanasio et al.(2005) también reporta incrementos en la obtención de servicios de salud de niños menores de 6 años con el Programa Familias en Acción, del igual modo en Hondura el Programa de Protección Familiar (PRAF) refleja resultados similares (Glewwe & Olinto 2004). Por otro lado, en Chile, con el programa Chile Solidario según Galasso (2006) el impacto del programa en los resultados de salud es más moderada que en los resultados educativos. Se manifiesta que el único resultado coherente es que los hogares que participan tienen más probabilidades a ser inscritos en el sistema público de salud (SAPS) el 2-3% en las zonas urbanas y el 3% en las zonas rurales. El impacto sobre la salud preventiva en los niños menores a los seis años de edad se encuentra de 4 a 6 puntos porcentuales.

Para Ecuador, el impacto que en materia de salud ha generado el BDH, tampoco es trascendental, según Paxson & Schady (2007) encuentran que en las zonas rurales de los ecuatorianos las transferencias del BDH han mejorado relativamente la nutrición de los niños en especial mediante el uso de medicación para la eliminación de parásitos, aunque no mediante el uso de prevención de salud.

León & Younger (2005) evalúan este impacto considerando la nutrición de los niños. Se toma la estatura como un indicador nutricional o de problemas médicos, lo que refleja problemas en el bienestar del niño. Además, el peso de un niño la condición de edad se toma como un indicador intermedio de bienestar. El análisis refleja que el BDH ha tenido un muy modesto impacto en la situación nutricional de los niños.

En definitiva, a pesar de que los programas de TCE tienen sus propias particularidades en los diferentes países que los aplican, todos ellos han sido creados con el fin reducir los problemas de pobreza e incrementar la utilización de los servicios de salud y educación. Con esta sección se ha encontrado que estos objetivos similares han generado ciertos incrementos en el capital humano en sus diversas dimensiones.

Es así que, los principales resultados apuntan a incrementos sustanciales en la matrícula escolar de los hogares beneficiarios de los programas, esto particularmente en aquellas familias de bajos recursos económicos. Además, con relación a los usos de salud preventiva, existen impactos positivos, especialmente en los países de ingresos medios como México, Honduras, Nicaragua, etc.

Por otro lado, otro punto de especial importancia en el impacto de las TCE, particularmente del BDH, es el relacionado con las condiciones laborales de los beneficiarios. Es posible que estos incentivos o que la condicionalidad de las transferencias alteren el comportamiento laboral de los beneficiarios. Del mismo modo, otro aspecto de importancia son los efectos de las transferencias en el trabajo infantil. A continuación, se realiza un recorrido sobre los principales hallazgos que en materia laboral se han encontrado tanto en el trabajo de los niños como de los adultos.