BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

SISTEMA DE ACTIVIDADES PARA DESARROLLAR UNA SEXUALIDAD RESPONSABLE EN LOS ESTUDIANTES DE BIBLIOTECOLOGÍA DEL IPS-IPU “MARIO DOMÍNGUEZ REGALADO”

Miguel Angel Miranda Martín


 

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1.3 Labor de la familla en la educación sexual.

La familia ocupa las posiciones claves en la lucha por el desarrollo del hombre nuevo, en ella se forma la personalidad en su tono general, el carácter de los intereses y las habilidades para las relaciones mutuas. A diferencia de las instituciones educativas, la familia puede influir en todos los aspectos de la personalidad en el curso de la vida de las personas.

La familia es el grupo más importante de cualquier sociedad, el lugar donde se inicia la formación de la personalidad y donde los afectos están más comprometidos con las interrelaciones entre sus miembros.

El proceso normal de formación de la personalidad presupone que los adolescentes se adapten a la complicadísima red de relaciones sociales a través de la familia como peculiar modelo simplificado de sociedad, con una vida emocional más intensa en comparación con la de otros grupos sociales, con un sistema de poder entre sus miembros y con una singular atmósfera que beneficia al máximo la educación de sus hijos.

La familia tiene deberes que le son propios en medida mucho mayor que cualquier institución educativa; por eso es importante que se conozcan aspectos principales y los procesos que tienen lugar en la misma: es un componente de la estructura de la sociedad, como tal se encuentra condicionada por el sistema económico y el período histórico social cultural en el cual se desarrolla, es un grupo que funciona como tal en forma sistemática, que puede ser influido en su interconexión con la sociedad, tiene una comunicación cara a cara, que implica una interacción afectiva y diferenciada entre sus miembros, debe estar integrada al menos por dos personas, que conviven en una vivienda o parte de ella, durante un tiempo prolongado igual o mayor de un año, compartan o no sus recursos o servicios.

La familia, por constituir la célula básica de la sociedad, debe cumplir determinadas funciones:

Biológico-social: Expresa la reproducción biológica planificada de la familia, su sexualidad, su fecundidad, etc.

Económica: Comprende satisfacción de las necesidades materiales y de consumo de sus miembros, la creación de condiciones de vida y la distribución de roles para las tareas del hogar.

La división del trabajo marca las actividades que cada uno ha de desarrollar y aporta más ventajas que problemas para la familia; de común acuerdo se debe llegar al reparto de tareas delimitándolas con toda claridad.

Espiritual-cultural: Comprende la educación emocional de los hijos, los padres y los adultos que la forman, es decir, formar y desarrollar la capacidad de reconocer sus propios sentimientos y los de los demás, aprender a motivarse y manejar adecuadamente las relaciones que se sostienen con los demás y con uno mismo; la satisfacción de las necesidades afectivas de sus miembros, cuyas necesidades básicas son: afecto, seguridad, independencia, autoconfianza, aceptación de su individualidad y autoridad, y la transmisión de valores sociales, éticos y estéticos de nuestra cultura, que pueden ser positivos o negativos de acuerdo con su significación social.

La acción educativa de la familia es decisiva en la formación física, moral, laboral y social de cada uno de sus hijos. La estabilidad del núcleo, la cantidad de adultos que intervienen en la educación de los hijos, la forma en que la familia participa en la vida de la comunidad y en que se incorpora a las actividades sociales y políticas, es determinante en la formación de actitudes y sentimientos de los que en ella se educan.

El tipo de relaciones que establece el adolescente con lo que le rodea es fundamental para su adecuado y estable desarrollo emocional. Tener buenas relaciones con ellos no implica hacer concesiones, todo lo contrario, se requiere de un trato gentil y respetuoso, pero firme.

Es necesario que padres y profesores comprendan que se requiere entonces de un nuevo nivel de comunicación, con ellos no valen las formas bruscas y autoritarias, como tampoco el “dejar hacer”.

Tal como se educan a las generaciones del futuro para su desempeño exitoso en las variadas facetas de la vida, es imprescindible prepararlas también para la sexualidad, con vista a que esta se convierta en un elemento capaz de ennoblecer la personalidad, y que los educandos se encuentren posibilitados de establecer relaciones enriquecedoras con el otro sexo y con la pareja adecuadamente seleccionada para formar una familia venturosa que a su vez influya beneficiosamente sobre la sociedad en su conjunto.

Por esta razón las cuestiones relativas a la vida sexual se vinculan de forma estrecha a los problemas de la salud del hombre, y el logro de una adecuada salud sexual constituye uno de los requisitos indispensables para el total bienestar físico, psíquico y social del individuo. Se requiere un acercamiento basado en la real comprensión de las nuevas posibilidades del adolescente, saber qué piensa, qué le interesa, que le afecta, con quiénes se reúne, todo esto sin hacerlo sentir vigilado.

¿Qué lugar corresponde a la educación sexual en la educación integral de las generaciones del futuro?

Teniendo en cuenta que la sexualidad constituye una expresión de la personalidad, consideramos que la educación sexual es una dirección de labor educativa, en interdependencia con la educación político-ideológica, moral, estética, intelectual, patriótico- militar, entre otras.

En ocasiones sucede que padres, maestros y profesores se cuestionan si resulta conveniente o no, brindar educación sexual a sus hijos y estudiantes. En tales casos no se percatan de que siempre y en cada momento están influyendo, aunque no se lo propongan, sobre el desarrollo de la sexualidad. Por ejemplo, antes de nacer se crea la expectativa familiar en cuanto a su sexo y a la forma en que será criado, sin pretender ofrecer un cuadro crítico de la realidad y mucho menos adoptar una posición alarmista sin fundamentos.

En este sentido es importante dejar claro el hecho de que la educación sexual no es responsable de uno o varios factores sociales tomados aisladamente, sino de toda la sociedad, de un sistema de influencias educativas conformados fundamentalmente por la familia, las instituciones educacionales, las organizaciones políticas y los organismos e instituciones del Estado cubano.

La educación familiar y la escolar no se sustituyen una a la otra. La escuela no puede ni debe sustituir la función educativa de la familia, pero tiene el encargo social de dirigir y organizar científicamente el proceso de educación sexual, desempeña en consecuencia un papel rector.

La educación sexual no puede limitarse a lo instructivo, ni a realizar de un modo absoluto la transmisión de conocimientos aunque es indispensable que los educandos asimilen los hechos, conceptos e ideas de carácter científico acerca de la biología sexual y de las cuestiones morales y espirituales vinculadas con la sexualidad, esto no es suficiente con vistas a prepararlos activamente en dicha esfera.

Resulta imprescindible que la educación sexual se encamine básicamente a la formación de normas y valores morales, de sentimientos y necesidades que se conviertan en impulsores internos de la conducta y que determinen el desarrollo de modos de actuación acorde con las exigencias de la sociedad; por otra parte la educación sexual debe dirigirse hacia la formación de sentimientos de responsabilidad del individuo respecto a su comportamiento sexual, lo cual se logra en la medida en que este sea preparado de manera sistemática durante su vida.

Solo cuando se pertreche a niños y jóvenes de sólidos conocimientos, propiciando al mismo tiempo la asimilación de valores y principios morales adecuados, se podrá garantizar que actúen conscientes del alcance de su conducta, valorando la certeza de esta; que se orienten de acuerdo con la ética propia de la sociedad; que sean capaces, en fin de cuentas, de autorregular su vida sexual y autodeterminarse.


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