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OCIO Y VIAJES EN LA HISTORIA: ANTIGÜEDAD Y MEDIOEVO

Mauro Beltrami




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2. FUNDAMENTACIÓN Y METODOLOGÍA

Del mismo modo que existe una historia del turismo, también existe una prehistoria del fenómeno. Se parte considerando que el turismo tiene su aparición recién en la segunda mitad del siglo XIX, y que, anteriormente, no puede hablarse de la existencia de un fenómeno turístico en sí; pues se pecaría de presentismo si se identificara el turismo actual con sus precedentes formales, sin tomar en cuenta las diferencias de función y significado.

La aparición del turismo debe situarse en la Europa occidental en sentido estricto, aunque si se lo toma más ampliamente puede afirmarse que es el mundo Mediterráneo. ¿Qué es el Mediterráneo, qué es Europa? Preguntas cuya respuesta no es simple, y menos aún considerándola en el sentido de una historia del turismo. El Mediterráneo es el escenario donde fue configurándose la historia occidental, es el lugar en que las sociedades preturísticas al encontrarse en contacto movidos por la necesidad y el interés, iban moldeándose utilizando el viaje como vehículo de transmisión cultural, de cambio cultural. Es así que se considera al mundo Mediterráneo como marco geográfico del trabajo durante la Antigüedad, por haber sido el vehículo del imprevisible esplendor de la Antigüedad grecorromana.

Esto se modifica durante el Medioevo, para trasladarse a las sociedades occidentales europeas, las cuales comenzarán a compartir determinados rasgos comunes –aunque sin perderse nunca las particularidades regionales-: fundamentalmente, el sistema de producción feudal. Y el viaje durante el Medioevo europeo occidental presenta características comunes: se lleva a cabo tanto a partir de cuestiones heredadas de la Antigüedad, como de elementos que tienen su desarrollo en el devenir medieval. El viaje circular se reinventa con el devenir histórico. Es en esta región, en la Europa Occidental –la cuál no puede ser concebida aislada del Mediterráneo-, y en los pueblos o civilizaciones que de ella formaron parte, donde comienzan a desarrollarse las condiciones que hicieran posible el desplazamiento masivo de personas en viajes de ida y vuelta de carácter turístico. Margarita Barreto es una de las investigadoras inscriptas dentro de esta línea de estudio, mencionando explícitamente que la historia del turismo se halla “inserta dentro de la historia general de Occidente”. También Khatchikian escribe en la misma línea de Barreto, aunque con matices distintos en sus trabajos, pues el primero –pese a su marco teórico conceptual- hace ocasionales referencias a civilizaciones no mediterráneas u occidentales, como por ejemplo, al imperio Malí.

El trabajo se desarrollará dentro de las sociedades que se ubican en el período anterior a la aparición y desarrollo del turismo. Se acabó por decidir la denominación de viaje preturístico para nombrar al viaje que se ha rastreado y observado como origen de los viajes turísticos modernos por demostrar ser el término que más se adecúa conceptualmente a lo que se quiere mostrar. Ya Patrizia Battilani conceptualiza como “época del prototurismo” a la época que va desde la antigua Roma hasta la Revolución industrial, observando como sus características fundamentales: consumo de servicios turísticos reservados a la elite y ausencia de estructuras especializadas, que llevarían a hablar casi de un autoconsumo de servicios turísticos. En el mismo sentido, Margarita Barreto hablaba de una “proto-historia del turismo” para referirse a los viajes producidos durante la antigüedad.

Sin embargo, es preciso marcar desde aquí que, en su sentido específico, escribir historia es inseparable de la investigación directa de los materiales originales del pasado, sean de naturaleza arqueológica, epigráfica o de archivo. El estudio presente no aspira a esto, pues se basa simplemente en la lectura de obras disponibles de historiadores y de científicos sociales que han tratado, directa o indirectamente, aspectos relativos al viaje en su dimensión temporal.

En el trabajo, se parte afirmando que la aparición del turismo se produce en la segunda mitad del siglo XIX, aunque se considere una tarea casi imposible ofrecer una fecha -o acontecimiento en particular- que marque la aparición del fenómeno del turismo. No obstante, hay teóricos del turismo que consideran que sí puede marcarse una fecha para la aparición del turismo. Dentro de este grupo de investigadores se encuentra, por ejemplo, Manuel Ramírez Blanco, quién menciona que “… la mayor parte de los tratadistas ve en la actividad de Thomas Cook (…), el dato histórico que sitúa el nacimiento de este fenómeno quizá porque con la actividad realizada por este empresario inglés se encuentra en germen, pero con claridad, las notas características del fenómeno turístico”. Ramírez Blanco afirma implícitamente que el turismo surge con el primer viaje organizado por Cook en el siglo XIX. Finalmente, podría afirmarse la aparición de una verdadera “revolución turística” en la segunda mitad del siglo XX, existiendo autores que consideran que el fenómeno turístico con las características actuales sólo se da tras la segunda guerra mundial.

Las dos revoluciones mencionadas tuvieron su aparición en la Europa de fines del siglo XVIII, siendo su influencia tan marcada que acabaron por modificar radicalmente la organización social de las sociedades occidentales, económica y políticamente. “La gran revolución de 1789-1848 fue el triunfo no de la “industria” como tal, sino de la industria “capitalista”; no de la libertad y la igualdad en general, sino de la “clase media” o sociedad “burguesa” y liberal; no de la “economía moderna”, sino de las economías y estados en una región geográfica particular del mundo (parte de Europa y algunas regiones de Norteamérica), cuyo centro fueron los estados rivales de Gran Bretaña y Francia” . Siendo el turismo hijo de la revolución burguesa y del nuevo sistema político-económico, los flujos turísticos comienzan a desarrollarse en el seno de los estratos sociales burgueses. Ellos acabarán por ser quiénes influirán para que el viaje turístico exija la transformación del ambiente, más allá de la contemplación de los elementos que incentiven al individuo a emprender el viaje.

El turismo, entonces, tiene su aparición como un fenómeno propio de la economía capitalista y del nuevo régimen liberal-burgués. Esta línea de trabajo es afirmada, también, por otros turismólogos, entre los cuales se encuentra M. Barreto. Kurt Krapf, implícitamente, también afirma la modernidad del turismo, cuando afirma precisamente que “los movimientos turísticos de nuestros días, representan un fenómeno original (…)”.

Los viajes turísticos tuvieron su surgimiento como algo propio de ciertas élites sociales. Este hecho permite observar tres períodos bien marcados dentro de la historia del turismo, que corren paralelos a la periodización trazada anteriormente. Un primer período que se desarrolla desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la primera guerra mundial; el segundo, aquel que se desarrolla desde la primera hasta la segunda guerra mundial; y el tercero es el que se desarrolla desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad.

En el primer período, puede hablarse del carácter sacralizado del turismo, pues el acceso se limita a la clase burguesa, representando no sólo un privilegio, sino principalmente un símbolo de distinción entre las clases sociales. Es en éste período en que comienza a observarse el crecimiento del turismo, cuando se desarrollan los primeros estudios teóricos y cuando aparece la empresa dedicada a la venta de viajes de ida y vuelta.

Tras la primera guerra mundial, comienza el período denominado “de transición” o etapa intermedia. Aquí comienza a observarse la aparición de proletarios incluidos dentro de los flujos turísticos; aunque en realidad, el turismo continúa existiendo básicamente como un privilegio para élites. Los flujos turísticos ya revestían importancia anteriormente a la segunda guerra mundial en ciertas naciones europeas. De hecho, ya existían incluso un importante número de trabajos considerados hitos dentro de la investigación científica en turismo. Norval, por ejemplo, publicó su ya clásica obra “The Tourist Industry” en 1936, habiendo sido encargada con el fin de potenciar la importancia de los flujos turísticos en Sudáfrica. Al ampliarse el espectro social de los viajeros, puede hablarse del comienzo de la desacralización del turismo.

En el tercer período, es aquel en que el turismo se define como un fenómeno de masas. Forman parte de los flujos miembros de distintas clases sociales, y su carácter muta transformándose de un fenómeno exclusivo en un fenómeno colectivo. Las clases más altas buscan continuamente lugares de destino nuevos, intentando marcar nuevamente una diferenciación de clase a partir de la exclusividad del destino turístico.

No obstante, aquellos procesos sociales, políticos y económicos que permiten la aparición del turismo en la segunda mitad del siglo XIX comienzan anteriormente al surgimiento de este fenómeno, y se prolongan después en el tiempo. Es así que se recurre a hechos históricos para analizarlos y aplicarlos en una propuesta perteneciente al campo de confluencia entre turismología e historia.


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