BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

OCIO Y VIAJES EN LA HISTORIA: ANTIGÜEDAD Y MEDIOEVO

Mauro Beltrami




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CAPÍTULO 3: LA EDAD MEDIA: CONTINUIDADES, DISCONTINUIDADES Y REINVENCIÓN DEL VIAJE CIRCULAR

EL MEDIOEVO COMO OBJETO DE ESTUDIO

La caída del Imperio Romano de Occidente representa el acontecimiento que tradicionalmente separa a la Edad Antigua de la Edad Media, según el esquema legado por la época renacentista, particularmente desde 1550, cuando Giorgio Vasari comenzó a utilizar la periodización tripartita -Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna- que fue transformándose en habitual. Del mismo modo, como fecha de finalización del período medieval, se toma, generalmente, la conquista de Constantinopla por los turcos musulmanes (1942), el descubrimiento de América (1492) u alguna otra fecha situada entre la segunda mitad del siglo XV y los inicios del siglo XVI.

No obstante, resulta a simple vista erróneo intentar marcar con precisión el acontecimiento o la fecha histórica que abre el paso hacia el Medioevo, así como aquel que marca su finalización. El inicio y el fin de la Edad Media se determinan de acuerdo con punto de vista y el marco geográfico considerado para el estudio. No existe consenso entre los historiadores sobre los límites cronológicos medievales, aunque cabe mencionar que, comúnmente, se considera el tiempo que transcurre entre los siglos IX y XIII como el centro de la Edad Media. En todo caso, la denominación de Edad Media se encuentra definida de modo negativo, como una edad del medio (Etá di mezzo), como un tiempo intermedio (Moyen Âge, médium ævum, Middles Ages, Mittelalter), es decir, como una separación entre dos períodos en los cuales se desarrollaron grandes culturas.

Hay autores que hablan de una larga Edad Media hasta la revolución industrial como Jacques Le Goff, e, incluso, quiénes, aún estudiando la Edad Media, no utilizan nunca el adjetivo medieval, como Massimo Montanari. Desde ésta perspectiva, se observa que la denominación de Edad Media no es más que una forma puramente convencional de denominar un período histórico. Por ejemplo, existen muchas similitudes históricas entre los últimos siglos del Imperio Romano -el Bajo Imperio- y los primeros siglos medievales; así, el historiador argentino José Luis Romero, considera a la temprana Edad Media como la “continuación legítima y directa del Bajo Imperio”.

No es objeto del presente trabajo discurrir sobre el medievalismo y su objeto de estudio, o por las diversas líneas interpretativas del mismo; sino estudiar el milenio denominado medieval en relación a las formas de viajar que se produjeron en aquella época histórica. Aquí, la Edad Media se analizará periodizando el estudio dentro del arco cronológico que transcurre entre los siglos V y XV, centrándose principalmente en aquellos años que van desde el siglo VII al XIV. Puede considerársela, como ha hecho el historiador italiano G. Sergi, como una edad de experimentación, cuyas formas políticas más características estuvieron representadas en el señorío rural (llamado también feudo) y en el régimen comunal.

EL PASO DE LA EDAD ANTIGUA A LA EDAD MEDIA

Las causas generales que impulsaron la caída del Imperio Romano de Occidente pueden rastrearse en cuestiones tanto políticas y económicas como en aquellas religiosas y militares. La decadencia del Imperio encuentra sus comienzos con el período de anarquía militar (235-268), cuyos problemas se acentuaron, fundamentalmente, durante el siglo V.

Las causas económicas deben ser analizadas vinculándolas íntimamente a aquellas de orden político y religioso, las cuales, también, hicieron su aporte a la desintegración imperial; a lo que hay que sumar, asimismo, el lamentable papel cumplido por la amplia mayoría de los últimos emperadores romanos de Occidente: personajes sin mayor importancia ni dignidad para ocupar el cargo.

Si se hace referencia a las causas económico-financieras que contribuyeron a la caída del Imperio, deben mencionarse:

• Las pesadas cargas de impuestos, que provocaron miseria generalizada entre los habitantes del Imperio. Los campesinos, empobrecidos progresivamente, se unen a las bandas de forajidos, huyen a tierras “bárbaras” o se colocan bajo la protección de alguno de sus poderosos vecinos.

• La mala recaudación de impuestos. La cobranza es difícil e irregular, y marcada por la brutalidad de los procedimientos de recaudación, llegándose a la utilización de métodos como la reducción a la esclavitud, la tortura, la confiscación, etc.

• Estancamiento de la movilidad social. Las condiciones socioeconómicas existentes durante el trascurso del Bajo Imperio, unidas a determinados aspectos de la legislación, contribuyeron, también, a la desaparición del Imperio, además de impactar sobre la composición social medieval. Diocleciano, por ejemplo, decidió atar a los individuos a sus ocupaciones tradicionales, impidiendo que las abandonaran aún contra sus deseos y aspiraciones.

• Desequilibrio general entre las necesidades del Imperio y los recursos disponibles, agravada por la crisis del siglo III, que destruyó la clase media, contribuyó a la despoblación y disminuyó en gran proporción los recursos disponibles.

• Aumento de los gastos por la reorganización administrativa y militar, a partir de las reformas realizadas por Diocleciano y por Constantino.

• El estado de las vías de comunicación. Existía una insuficiencia técnica que impedía que el Imperio pudiese mantener una eficaz comunicación y contacto entre las regiones, reunidas bajo un sólo mando político.

La crisis de despoblamiento que afectó al Imperio resultó uno de los factores que contribuyó a que los pueblos germánicos que habitaban al este del Rin y al norte del Danubio, se desplazaran hacia tierras imperiales. Dicha crisis se venía acentuando por la baja de la natalidad, que se experimentó, en un primer momento, en Italia, para posteriormente extenderse por todo el Imperio Occidental. Los desplazamientos de los germanos fueron engendrando, en aquellos territorios anteriormente ocupados por el Imperio Romano, los llamados reinos romano-germánicos.

El sistema de producción esclavista-romano y el modo de producción primitivo-germánico fueron sufriendo una lenta desintegración y una silenciosa interpenetración durante los últimos siglos de la antigüedad. De la síntesis de ambos tendría nacimiento el sistema de producción característico del occidente medieval: el modo de producción feudal.


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