IV.5. ESTRUCTURA EMPRESARIAL DEL TURISMO RURAL

El turismo rural introduce un fuerte componente de modernización en el mundo rural. Si bien no es la panacea puede suponer un complemento de rentas si se acomete de manera integrada, buscando que tenga un efecto multiplicador y no distorsione a los otros sectores en crisis.

Para acometer estos procesos son necesarios profesionales capaces de garantizar la calidad buscada por los visitantes, conocedores del entorno, de poner en valor sus productos, conocer y difundir los recursos culturales y naturales, siendo responsables en la salvaguardia de los límites medioambientales (Lara de Vicente, en op.cit.5, 2008: 212)

Lo que diferencia unas empresas de turismo rural de otras es su capacidad de ofrecer actividades, para lo que no es a veces necesario la realización de costosas infraestructuras. En todo caso la planificación exhaustiva es importante. Sin el cuidado por los detalles, la amabilidad y atención personalizada entre otros no es posible prestar un servicio excelente.

Es necesario acometer dos problemas que carcomen a esta actividad:

1. La sobreoferta de alojamientos, derivada de las ayudas comunitarias.

2. El elevado número de alojamientos ilegales, con un déficit de calidad palpable.

Según el INE y la EOATR (2008) las casas rurales en España han ofrecido más de 80.000 plazas, generando un volumen de negocio de 280 millones de Euros, con un crecimiento anual de un 15%. Según el lugar y las características del establecimiento, la rentabilidad puede situarse entre un 8 y un 10% anual, recuperándose la inversión en unos diez años.

Siendo en su mayoría empresas pequeñas en volumen y de gestión familiar la obtención de economías de escala suele ser difícil. A ello se une rigideces en la estructura de gasto y escaso espíritu asociacionista, que impide trabajar para ofrecer servicios conjuntos. La falta de formación y la descoordinación en el rápido crecimiento de la oferta han supuesto que en su adolescencia el fenómeno del turismo rural esté en plena crisis. Si este sector consigue mantenerse y crecer es debido a su papel de complementariedad de rentas, ya que por sí es muy escasamente atractivo como actividad única.

Por otra parte no es una actividad que genere un gran volumen de empleos al estar encorsetada por los límites legales de capacidad de alojamientos ofertados. Un 74% de los establecimientos no contemplan actividades agropecuarias para los clientes. Según esto existe una clara división funcional entre agroturismo y turismo en el medio rural (Valdés y del Valle, 2006: 217, op.cit.6).

Un aspecto muy importante a destacar es que un 68% del personal no es remunerado y las mujeres representan el 44% del total. De ello se extrae como este sector se ha feminizado. Con ello se han introducido factores de modernización en el medio rural, implicando una salida laboral para muchas de sus mujeres.

Como se señala en Lara de Vicente, (2008: 224, en op.cit.6) de Pulido (2005) las empresas de turismo rural no se han adaptado bien al mercado. Nacen en muchos casos por medio de ayudas e incentivos públicos pero por razones de tamaño, falta de cualificación profesional, cortos canales de comercialización, baja relación de calidad – servicio y dificultades en la financiación por falta de solvencia en muchos casos se convierten en inviables y terminan por cerrar, trabajar en negro o languidecer.

Si este sector quiere estabilizarse y no caer en un agotamiento mutuo por una guerra de precios debe estudiar las demandas de los consumidores, ofertando las actividades que son localizables en su ámbito geográfico cercano. Los precios deben adaptarse a esta correlación de calidad y actividades pero siendo lo más asequibles posibles para no expulsar a la demanda de segmentos de menor poder adquisitivo.

Pero entre todos el principal factor que diferencia a este sector es la calidad del producto en su conjunto. A través de la gestión y relación personal entre encargado y visitantes se genera una imagen positiva o negativa que incide bastante en los resultados de negocio. No todos los encargados están preparados para soportar las dificultades técnicas de este tipo de negocio. Pero es condición sine qua non intentar mostrar interés en satisfacer, informar y ofertar propuestas a sus clientes.