BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DESPERTEMOS

Domingo Dell´Aquila


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BUSCAS LA SENDA?

En instantes que la humanidad está cegada por torpes ambiciones de dominio, cabe la insinuación al mundo, para que eleve sus pensamientos hacia la verdadera senda de la felicidad, honrando con acciones puras, los más sanos propósitos de una civilización, en pos de la altura moral, que dé a la existencia, los frutos propios de una especie superior.

Es imprescindible buscar el camino hacia la glorificación de la vida, purificando los ideales, y alejando de sí, el espectáculo pobre e ignominioso de los que buscan la felicidad fácil a expensas de sus semejantes.

Desgraciados los seres que el desvarío mental causado por la ambición desmedida los enceguecen, haciéndolos inhumanos, esos, tienen obscuro el entendimiento, porque de tener un poco de luz en sus mentes, comprenderían que no es el materialismo el imperecedero, sino el de los buenos sentimientos, las buenas acciones, la salud mental. Y por sobre todo, la justicia.

Es preciso que los que tienen a su cargo el ordenamiento de la humanidad, pongan en evidencia que también están dotados de esa ciencia innata, que incita por natural inclinación a hacer el bien.

Cuando aquellos de baja y grosera mentalidad, enceguecidos por las ventajas que adquieren con la impunidad, y desprovistos de las esenciales leyes que rigen los destinos de los sentimientos nobles y las mentes sanas, despierten, y la realidad les ponga ante sí el reflejo de toda su existencia nula, las vergonzosas acciones de pobrezas morales, quizá entonces, comprendan cual es la senda que lleva a la más alta expresión de la verdad; la de saberse humano en el sentido integro de la palabra.

Solo dedicando la vida al enriquecimiento moral de la misma, llegaremos a alcanzar el grado de jerarquía que la humanidad merece.

Es necesario, más aún, es obligación, espíritu de sacrificio, comprensión mutua, justicia absoluta, para que sea posible un mundo donde reine la fe, y el amor, sinónimo de felicidad.

Encendamos en nuestros pechos la luz de la grandeza moral, demos todos los días, los de arriba y los de abajo, un ejemplo de superación, y tendremos la recompensa en una conciencia tranquila.

Busquemos la senda de la felicidad moral, en la elevación de la misma, y habremos hallado el porque de nuestra existencia.


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