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EFECTO DE LA ADOPCIÓN DEL RIEGO POR GOTEO EN MAÍZ FORRAJERO SOBRE LA GERENCIA DE EMPRESAS AGROPECUARIAS EN LA IRRIGACIÓN MAJES, 2005

Neil Sandro Alata Olivares


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2.1.4. Tecnificación en riego como concepción socio-económica

Se establecieron principios para el uso y conservación del agua dulce en la Conferencia Internacional sobre el Agua y el Medio Ambiente de Dublín en el año 1992, donde se declara que el agua dulce es un recurso finito y vulnerable, esencial para sostener la vida, el desarrollo y el medioambiente, entre otros definió que el agua tiene un valor económico en todos sus diversos usos en competencia como un bien económico.

El riego puede ser un instrumento eficaz para reducir la pobreza, ya que el Programa Internacional para la Investigación Tecnológica en Riego y Drenaje, FAO, Roma (1999) ha señalado beneficios del regadío, entre otros: ingresos más elevados y estables para los agricultores, mayor seguridad alimentaria para los pobres, mayores oportunidades de empleo agrícola y no agrícola, y aumento del aprovisionamiento de agua potable que contribuye a mejorar la salud de los hogares de bajos ingresos.

El reto en la agricultura en los países en desarrollo principalmente, es combinar la producción de alimentos con un menor uso del agua sin atentar con el equilibrio de los ecosistemas (Claridades Agropecuarias, México, 2006).

La FAO (2005) indica que se observa si el nivel de ingreso de los países, donde las estimaciones indican que los países de bajos ingresos emplean en promedio cerca del 91 por ciento del total de agua para consumo humano, en tanto que los países de medianos ingresos utilizan en promedio cerca de 69 por ciento y los de altos ingresos apenas el 39 por ciento. En el caso de los cereales, que seguirá siendo la fuente de alimentos más importante del mundo, tanto por el consumo humano, como por su papel de insumo en la producción pecuaria, se estima que se requiere en promedio 1.5 m3 de agua para producir un kilogramo. Sin embargo, aún dentro de éstos existen importantes diferencias. Dependiendo de las condiciones de suelo y clima, se calcula que se requiere para producir un kilogramo de arroz de 1 a 3 toneladas de agua. El trigo por su parte, es un cereal con un menor requerimiento de agua, con cerca de la mitad de la que utiliza el arroz.

La UNESCO-WWAP (2003) indica que dentro de las diversas actividades que forman el sector agropecuario, hay algunas que requieren de mayores volúmenes de agua para su producción. En este rubro se ubica la ganadería vacuna. Se considera que para producir una cabeza de ganado bovino se requiere 4,000 m3 de agua, en tanto que para producir una de ovino o caprino cerca de 500 m3. La producción de un kilogramo de carne de pollo, la de mayor consumo mundial, requiere de 6 m3 de agua.

Jacob J. Burke y Marcus H. Moench (2000), indican que aumentar la eficiencia de los sistemas de riego tiene dos significados diferentes. Técnicamente, consiste en la reducción de las pérdidas del agua. En un sentido más amplio, se refiere a los retornos económicos netos de los usuarios del sistema, tomando en consideración todas las externalidades, lo cual implica acciones en distintos campos: tecnológico, institucional y de política ambiental. Sin embargo, el riego difiere de otros aspectos de la política agrícola en cuanto el agua no es un recurso sectorial. Es un recurso único y movible, que puede ser usado por todos los sectores de la economía y con diferentes propósitos. Por tanto, las políticas y los programas de regadío no pueden ignorar estos otros papeles y usos. El principio de que las políticas de gestión del riego, de cualquier tipo, deben reconocer al agua como un bien económico que tiene valor en usos competitivos, es ahora de aceptación universal.

John A. Dixon y K. William Easter (1986) sugieren que el enfoque de cuencas puede ser integrado con, o ser parte de, programas que incluyen las actividades forestales, la conservación del suelo, el desarrollo rural y comunitario y los sistemas productivos agrícolas, en acorde con un uso racional del recurso hídrico.

Marx (1856) analizó el tema de la formación del Estado, señalaba que existía la necesidad del uso común de agua lo que llevó al desarrollo de poderes centralizados. Sin embargo, en Balí no sucedió de esa forma, más bien se desarrolló un sistema altamente descentralizado. En Bali, la irrigación está en manos de las asociaciones locales de agricultores o subaks. Cada distrito tiene un número determinado de subaks. El distrito de Badung (dimensiones de 115 Km x 40 Km) posee 151 subaks. El mayor subak de este distrito controla 328 has de terrazas. El éxito de los sistemas de irrigación de Bali depende en un juicio muy preciso de caudales actuales y previstos, del nivel del agua en la tierra, del momento de la irrigación, tipo de cultivo y otras modalidades de gestión (Díaz Delgado, 2006).


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