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RELACIONES DE PODER: UN ANÁLISIS CUALITATIVO A PARTIR DEL PROCESO DE ELECCIÓN DE MODALIDADES EN ESCUELAS PÚBLICAS DE RAFAELA EN EL MARCO DE LA REFORMA DE LOS '90

Gabriela Virginia Andretich


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7.6. Síntesis teórico-metodológica para abordar el poder en la escuela

Dado el desarrollo del concepto de poder presentado recientemente, se puede en este momento, rescatar y resaltar algunos puntos nodales guías del trabajo en terreno. Los mismos no responden a una perspectiva en particular sino a varias de ellas, las que se complementan para comprender tan complejo fenómeno, como lo es el poder.

Se parte de una visión neomarxista de la sociedad y del poder; donde éste -imbuido del modo de producción capitalista- es ejercido por las clases dominantes sobre todas las clases sometidas pero no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado, pues, si así lo fuera, dicho poder sería relativamente fácil de derrocar (bastaría oponerle una fuerza armada equivalente o superior que trabajara para el proletariado); dicho poder se basa fundamentalmente en la "hegemonía" cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, entre otras instituciones. Por estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad de transformación. Ese mismo sistema de relaciones, es a la vez complejo y contradictorio; los sujetos pueden unir fuerzas para resistir la hegemonía, produciendo una contrahegemonía donde el poder tiene un papel central. Poder que presenta ciertas características centrales.

El carácter relacional…

Es central reconocer el poder como relacional. Las relaciones de poder, por lo tanto, tienen siempre dos direcciones, aunque el poder de un actor o grupo en una relación social sea diminuto comparado con otro. Las relaciones de poder son relaciones de autonomía y dependencia, asimismo el sujeto más autónomo es, en algún grado, dependiente, y el actor o grupo más dependiente en una relación retiene alguna autonomía.

El carácter latente y manifiesto…

Las relaciones de poder son intangibles, son difíciles de observar en sí mismas y de delimitar su naturaleza; ahora bien, es notorio que existen hechos, cosas o situaciones concretas de la sociedad que representan los elementos capaces de desequilibrar las relaciones de fuerza y construir así, relaciones de poder. Es cierto que si bien no podemos captar sensiblemente la relación de fuerzas que constituye el poder, sí podemos percibir los signos del poder, aquellas manifestaciones de los distintos actores que hacen posible la desigualdad entre los sujetos.

Lukes da sus propias respuestas sobres estos códigos del poder; sostiene que se puede analizar el poder a partir de los procesos decisorios (elección entre varios modos de acción alternativos); de las no decisiones (conducen a la supresión o frustración de un reto latente o manifiesto a los valores o intereses de quien adopta la decisión) y del control del programa político (no necesariamente a través de decisiones). También se lo puede abordar desde el conflicto latente, que estriba en la contradicción entre los intereses de aquellos que ejercen el poder y los intereses reales de aquellos a quienes se excluyen, haciendo alusión a la conjunción de intereses subjetivos y reales. Esta postura permite considerar a la elección de la modalidad en las escuelas polimodales como un proceso decisorio donde enfocar la mirada para estudiar cómo se dan las relaciones de poder en escuelas polimodales.

“Se pueden analizar tales relaciones de poder e incluso diría que es perfectamente legítimo hacerlo, focalizando cuidadosamente determinadas instituciones. Estas últimas constituyen un punto de observación privilegiado, diversificado, concentrado, puesto en orden y llevado al punto más alto de su eficacia. Es aquí que, -como una primera aproximación- uno puede esperar ver la apariencia de sus formas y la lógica de sus mecanismos elementales” .

En cuanto al cómo, Foucault dice que el análisis de las relaciones de poder circunscriptas a ciertas instituciones, presenta un cierto número de problemas. “En primer lugar, el hecho de que una parte importante de los mecanismos puestos en funcionamiento por una institución sean designados para preservar su propia conservación, traen consigo el riesgo de funciones descifrantes que son esencialmente reproductivas, especialmente en relaciones de poder entre instituciones. Segundo, en el análisis de las relaciones de poder desde el punto de vista de las instituciones le permite a uno abrir la explicación y el origen del primero en el último, lo que es decir, explicar el poder por el poder. Finalmente, en tanto las instituciones actúan esencialmente trayendo a la acción dos elementos: regulaciones explícitas o tácitas y un aparato institucional, se corre el riesgo de dar a uno u otro un privilegio exagerado en las relaciones de poder y por lo tanto ver en el último sólo modulaciones de la ley y la coerción”… “Esto no niega la importancia de las instituciones en la constitución de las relaciones de poder. Por el contrario, yo sugeriría que se debe analizar las instituciones a partir de las relaciones de poder y no a la inversa y por tanto el punto fundamental de anclaje de las relaciones -incluso si ellas están corporizadas y cristalizadas en una institución-, debe ser encontrado fuera de una institución” .

Encontramos en Foucault una posibilidad para mirar la escuela a partir de la constitución de subjetividad de sus actores. En el análisis de los mecanismos por los que la subjetividad se va disciplinando en una determinada dirección; las reglas, patrones de comportamiento y estilos de razonamiento con que los individuos piensan, actúan y hablan al producir su mundo cotidiano se convierten en el objeto de estudio que nos va permitir saber cuán normalizados y disciplinados en la dirección hegemónica están los sujetos, o no. Se pueden analizar así los efectos del poder en tanto que las formas con que los individuos construyen sus propios hábitos de discurso, definen categorías de bueno y malo, y anticipan posibilidades futuras. Esto debe buscarse en las muchas capas de la vida cotidiana de las escuelas.

Foucault plantea concretamente ciertos elementos que sirven para focalizar la mirada sobre el poder; los mismos han sido desarrollados en párrafos anteriores por lo que sólo cabe aquí hacer un breve recordatorio. Se trata de mirar las diferencias en los distintos ámbitos de la vida (cultural, económico, de competencias, etc); los beneficios y privilegios de ciertas posiciones estatutarias; los sistemas de vigilancia con sus distintas estrategias de control; las formas de institucionalización de costumbres, de estructuras legales, de funcionamiento institucional, de aparatos de vigilancia y por último los grados de racionalización y efectividad de todos los procesos que se ponen en juego en el ejercicio de poder. Se adicionan a esta enumeración las fuentes de poder ya presentadas desde la mirada de la sociología de las organizaciones.

La noción de poder como acción y como posibilidad de cambio…

Los filósofos modernos pensaron una noción de poder como posibilidad, como el “poder hacer”. Hay algo en el concepto del poder que no tiene que ver con lo que se retiene, sino con lo que se puede hacer, con lo que se motoriza a través del poder. Sobre todo si pensamos en una noción de poder que -mediante ese motor-, otorga poder, empodera a otros. Estamos pensando en una concepción que no se localiza circunstancialmente en un sitio, sino que circula en toda la sociedad como posibilidades de acción, pero además circula en toda la sociedad, como acciones que fortalecen a los otros en el intercambio .

Foucault lo expresa del siguiente modo “…lo que sería propio de una relación de poder es que esta es ser un modo de acción sobre otras acciones. Esto es decir, que las relaciones de poder están profundamente enraizadas en el nexo social, no reconstituido "sobre" la sociedad como una estructura suplementaria de la que podamos imaginar su desaparición radical. En todo caso, vivir en sociedad es vivir de tal modo que la acción sobre las acciones de los otros sea posible -y de hecho así sucede. Una sociedad sin relaciones de poder sólo puede ser una abstracción. Por lo cual cada vez es más políticamente necesario el análisis de las relaciones de poder en una sociedad dada, sus formaciones históricas, sus fuentes de fortaleza o fragilidad, las condiciones necesarias para transformar algunas o abolir otras” .

En cuanto a la posibilidad de cambio dice el mismo Foucault “…cuando se definen los efectos del poder por la represión se utiliza una concepción puramente jurídica de este poder; se identifica poder con una ley que niega; con la potencia de la prohibición. Ahora bien, creo que hay en ello una concepción negativa, estrecha, esquelética del poder que ha sido curiosamente compartida. Lo que hace que el poder se sostenga, que sea aceptado, es sencillamente que no sea sólo como potencia que dice no, sino que cala de hecho, produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; hay que considerarlo como toda una red productiva que pasa a través de todo el cuerpo social en lugar de cómo una instancia negativa que tiene por función reprimir”. En párrafos anteriores se asoció esta perspectiva con el carácter instituyente de las instituciones sociales.

El proceso de producción de poder desde una vinculación entre la macro y la microfísica…

Si se acepta que el poder no es una cosa sino una relación social, se puede pensar en cambiar las relaciones sociales, en construir nuevas relaciones sociales. El poder se construye en la medida que se construyen nuevas relaciones

Este proceso de construcción del poder se puede pensar de abajo hacia arriba, se puede ir cimentando en los lugares en los que vive, trabaja, sufre y goza la gente, la escuela, por ejemplo. Pero este planteo está ligado al de la fragmentación social, ya que quedarse en la microfísica es quedarse, en consecuencia, en la impotencia (Rubén Dri). Hay que tener en cuenta que la microfísica debe tender necesariamente a la macrofísica. Para esto es esencial recuperar el concepto de hegemonía (Gramsci, Williams) y con él la revisión de que “tomar el poder” no es tomar “todo el poder”, porque no es algo inescindible que se gana o se pierde, que se lo toma o se lo deja. La construcción del poder es una lucha continua por la hegemonía, también de abajo hacia arriba; poder que surja del diálogo, horizontalmente, que cuestione el ejercicio del poder de las clases dominantes, tal como lo están demostrando los nuevos movimientos sociales latinoamericanos (movimiento zapatista, los sin tierra, algunos grupos piqueteros y gremios docentes en nuestro país).


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