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OTIUM SINE LITTERIS MORS EST ET HOMINIS VIVI SEPULTURA (LAS PRÁCTICAS DE OCIO DURANTE EL ALTO IMPERIO ROMANO)

Maximiliano Emanuel Korstanje


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Estructura político-social y costumbres galas

En su libro número VI, de su Comentarios sobre la guerra en las Galias, César realiza una descripción etnográfica que sería la envidia de cualquier etnólogo moderno y de ellas hemos podido extraer ciertos fragmentos que han sacado a luz ciertas pautas y costumbres culturales de las tribus celtas en la región; sobre todo aquellas vinculadas a la organización política de sus tribus. La estructura político-social de las tribus se sustenta sobre facciones cuyos jefes o jerarcas mantienen para sí el mayor prestigio y cuya jurisdicción cae sobre todos los asuntos de estado público. La función de este líder es bregar y defender los derechos de sus súbditos, a tal efecto que “ninguno tolera que los suyos sean oprimidos y avasallados; y si actúa de otra manera, no tiene ninguna autoridad entre los suyos” (César, VI, 11).

Particularmente, siguiendo los comentarios de César, podemos establecer dos facciones dominantes en la zona: los eduos y los secuanos. Estima César, cuando él llega a Galia, el poder militar y político estaba en mano de los eduos. Pero luego tras ciertos pactos con los germanos harudes, los secuanos parecían tener controlada la situación hasta lograr finalmente la hegemonía de toda la Galia (César, VI, 11-12). En cuanto a la jerarquización social, los pueblos celtas ostentan dos clases de hombres libres: los druidas y los caballeros. Diferente son sus funciones, como también sus obligaciones y alcances; mientras los druidas se constituyen como un grupo élite religioso, los caballeros forman parte de un grupo guerrero. Luego, la plebe, los esclavos o clientes, pasan a ser parte de la mayoría de la plebe, pero éstos tienen escaso reconocimiento dentro de la cultura celta.

En boca del propio César, observamos que “En toda Galia hay dos clases diferentes de hombres que tienen alguna importancia y honor. Pues la plebe tiene casi el lugar de los esclavos, de modo a que no se atreve a nada por sí misma y no es invitada a ninguna asamblea. Muchos se entregan como esclavos a los nombres, cuando son oprimidos por las deudas, por la cantidad de tributos o por la agresión de los poderosos; y para ellos rigen las mismas leyes que para los esclavos en relación con sus dueños” (César,VI, 13). Por otro lado, la función de los druidas está vinculada “a los asuntos divinos”, encargándose de conducir los sacrificios públicos o privados e interpretar los deseos y satisfacciones de los dioses. Gran cantidad de personas, acude diariamente a este grupo para obtener por medio de la magia ciertas cuestiones. Principalmente, este prestigio les da a los druidas un gran poder político y se conforman como un grupo destinado al control social. “Si se ha llevado a cabo un asesinato, si hay alguna controversia por una herencia, por los límites de un terreno, de igual modo son ellos quienes deciden y resuelven los premios y los castigos. Si algún individuo o pueblo no cumple con lo decidido por ellos, prohíben los sacrificios. Este es el castigo más duro entre los galos. Y quienes sufren esta prohibición son tenidos por impíos y criminales, todos se apartan de ellos, rehuyen su conversación para no recibir en el contacto parte de la calamidad” (César, VI, 13)

La formación jerárquica dentro del mismo grupo es unipersonal, ya que sólo uno de todos los “sacerdotes druidas” ejerce la suprema autoridad. No obstante, el cargo no es perpetuo y es en ocasiones se otorga por votación o la lucha armada. La mayoría de ellos se capacitan y reciben sus tradiciones en la isla de Britannia (al norte de Galia); la transmisión de ese saber no es escrito sino oral, por lo que no existen mayor evidencias que ciertas crónicas de viajeros o militares; como la de Julio César que en este punto nos explica “los druidas suelen estar ausentes de la guerra y no pagan tributo alguno a los demás. Están exentos del servicio militar y tienen inmunidad en todo. Tentados por semejantes privilegios, muchos van a aprender su doctrina por propia iniciativa o son enviados por sus padres y parientes. Dicen que allí aprenden de memoria gran número de versos. Y así algunos permanecen veinte años aprendiendo. No consideran lícito poner por escrito su enseñanza, mientras que en todas las demás cosas, negocios públicos o privados, usan las letras griegas” (César, VI, 14).

Según la doctrina druida, las almas no mueren sino que pasan de un cuerpo a otro en forma de reencarnación. Esta costumbre vitaliza y renueva la valentía de los galos en frente al combate y exacerba su valentía. Tienen un detallado conocimiento sobre los astros y otros menesteres; y consideran que la escritura no permite mantener viva la memoria. En segunda instancia, tenemos a los caballeros o guerreros galos, que se componen de ciertos valores con arreglo a la guerra y al linaje. En realidad, la segmentación y el estatus de los caballeros no estaban vinculados a los conocimientos de fórmulas religiosas adquiridas, sino a la cantidad de sirvientes conseguidos en batalla, al linaje al cual pertenecía el individuo, y a su propia fortuna. A grandes rasgos, en un atisbo de sociología contemporánea comparada, podemos señalar que mientras los druidas o sacerdotes fundamentaban su poder mediante a un estatus adquirido, los caballeros lo hacían por medio de un status adscrito.

Seguramente, los sacrificios humanos eran permitidos por los celtas, y esto habría causado mucha impresión por parte de los conquistadores romanos. En ocasiones, aquellos que eran apresados por robo o bandidaje eran sacrificados o quemados vivos como suplicio a los dioses, pero como bien observa César “hay escasez de esta clase de gente, incluso los inocentes llegan a los suplicios” (César, VI, 16-17). El tiempo para los galos, no se mide en días (como en los pueblos latinos) sino en noches, y los cumpleaños se celebran tomando en cuenta que el día debe seguir a la noche. En cuanto a los matrimonios, los varones aportan una parte de su patrimonio como dote, mientras las mujeres proponen la otra parte. Esta costumbre, va variando de tribu en tribu, y (a diferencia de sus primos los celtiberos) no se encuentra en todas las regiones por igual.

Por último, podemos decir que los rumores y chismes deben ser tratados exclusivamente en las asambleas públicas, y que enterado un sujeto de un rumor que hace a toda la tribu éste tiene la obligación de no divulgarlo; en este sentido, sólo los jefes de la asamblea harán mención a la noticia en concordancia con el bien de la comunidad. Asimismo, si la noticia es perjudicial o genera pánico, la asamblea está constituida de tal forma (por ley) que puede ocultar información o manipularla según sea la ocasión. “Las tribus que son consideradas más eficientes en administrar los asuntos públicos tienen decretado por ley que, si alguien se entera de algo acerca de una cuestión pública, por los vecinos, gracias a un rumor o un comentario, debe llevar la noticia al magistrado y no compartirla con ningún otro, porque a menudo se vio que hombres temerarios y sin experiencia son aterrorizados por falsos rumores y llevados al crimen y a tomar decisiones sobre cuestiones cruciales. Los magistrados ocultan lo que saben; lo que juzgan que es de provecho, lo comunican a la multitud. No está permitido hablar de cuestiones públicas sino en la asamblea” (César, VI, 19-20).


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