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EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



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CAPÍTULO 11. LA LUNA MÁGICA DE CHICHÉN ITZÁ

Con el pesar de saber que el Gran Sol Colibrí agonizaba, Flor de Luna, Donají y José Pablo se internaron en la región de Chichén Itzá. Esperaban encontrar un lugar lúgubre y triste debido a la oscuridad cada vez más profunda del ambiente. A pesar de no contar ya con la compañía de Quetzalcóatl, caminaban con confianza. Al adentrarse en la Ciudad y encontrarse frente al edificio del Palacio de Chichén Itzá, se detuvieron escuchando un coro que les dio la bienvenida:

--¡Que el amor los acompañe!.

Las voces provenían de niños mayas que deambulaban y jugaban entre prados llenos de flores, donde además abundaban árboles cubiertos de todo tipo de frutos. Flor de Luna, dirigiéndose a su muñeca Huitzi, a quien llevaba en brazos, dijo:

--¡Mira quienes cantan!, ¡son unos niños como tú y yo!.

No bien acababa de decirlo, cuando un grupo de niños se detuvo delante de Flor de Luna, Donají y José Pablo preguntándoles:

--¿Quiénes son ustedes?.

--Me llamo Flor de Luna, ellos son Donají y José Pablo, y junto con Huitzi vamos en busca de mi mamá, la cual fue raptada por Bezelao y la Matlacihua.

--¿Bezelao y la Matlacihua?, no lo dudo, se refirió a ellos el jefe de los niños mayas de nombre Duende de Agua.

--No importa, pues aquí aprenderán a amar como nosotros amamos, dijo otra vocecita.

--¿Aprender amar a quién?, preguntó Flor de Luna.

--¡Pues...,intentó responder la vocecita, cuando fue interrumpida por un vozarrón que dijo:

--Pues nada más ni nada menos que a mí, ja, ja, ja....

Todos voltearon sorprendidos, descubriendo que la voz provenía de Bezelao, quien junto con sus fantasmas rodeaban a los niños: sorpresivamente habían tomado la Ciudad de Chichén Itzá.

--No es posible que esto esté sucediendo, dijo Donají.

--Pues aunque lo duden, lo que sus ojos ven y sus oídos escuchan es la verdad, respondió burlona la Matlacihua, quien se encontraba al lado de Bezelao.

De manera brusca, todos los niños, incluidos Flor de Luna, Donají y José Pablo fueron conducidos al centro de la plaza de Chichén Itzá, en la cual los fantasmas de Bezelao trataron de asustarlos embistiéndolos, haciéndoles gestos, y lanzándoles gritos de espanto.

--¡Qué buena idea la tuya Matlacihua de cubrirnos con la neblina y poder llegar sigilosamente!, ¡fue fabuloso, nadie notó nuestra presencia!, comentó Bezelao en medio del desorden ocasionado por los empujones y enredos de sus fantasmas.

--¡Me da gusto que estés contento conmigo Bezelao, lo único que te pido después de este triunfo es que dejes que los niños me adoren!, fue el comentario de la malosa deidad.

Bezelao se detuvo delante de Flor de Luna, Donají y José Pablo comentando:

--Tengo la sospecha que estos niños no son normales.

--Esperen, a estos niños los he visto antes...¡Claro, los encontré en la gruta encantada de Monte Albán y después los vi con Quetzalcóatl en las regiones de los binigulazas!, exclamó la Matlacihua, quien agregó:

--Déjenmelos a mí, con ellos atraparé, no solo a los niños mayas, sino también a Quetzalcóatl. Hoy es el día más feliz de mi vida, recalcó gozosa la Matlacihua. Y luego, parándose en medio de la plaza de Chichén Itzá gritó:

--¡Quetzalcóatl, si quieres ver vivos a estos niños, entrégate inmediatamente!, antes de que cuente hasta diez...Uno....dos...

--Ni sigas Matlacihua, pues Quetzalcóatl no se encuentra con nosotros, fue el comentario de José Pablo.

--A mí no me vengas con esos cuentos niño, ya estoy bastante grandecita para darme cuenta que me quieres engañar, comentó la deidad.

--Pues yo diría que estás más que grandecita, se expresó Donají.

--¿Qué dijiste chamaca?...¡Quetzalcóatl, sal de tu escondite!, comenzó a gritar desaforadamente la Matlacihua, quien después de un rato se dio por vencida:

--Es verdad, esta vez Quetzalcóatl no se encuentra con ustedes. Con mayor razón serán destruidos más fácilmente, comentó la Matlacihua.

--¿Y se puede saber cómo pretendes hacerlo?, encaró Donají a la deidad.

--De muchas maneras, por ejemplo, echándote al cenote de esta Ciudad...si, eso haré, dijo la Matlacihua, decidida a tomar con sus propias manos a Donají.

--Un momento, te reto a que me derrotes antes de hacerlo, intervino desafiante Flor de Luna.

--¿Derrotarte a ti?, eso dalo por hecho, ¿pero en qué?.

--...Bueno, en lo que tú propongas, respondió decidida Flor de Luna.

--¿Qué es lo que dices?, se dirigió Donají a Flor de Luna.

--No tienes que hacer sacrificios innecesarios, recriminó José Pablo a la princesa binigulaza.

--Yo sé en qué, intervino Bezelao. Todos voltearon a ver al dios, quien agregó:

--Será divertido ver compitiendo a esta niña y a la Matlacihua, subiendo las escaleras del Palacio manejando una pelota con sus pies sin dejarla caer. Quien deje caer la pelota primero o llegue al último será el perdedor, y por lo tanto echado al cenote, ¿qué les parece?, sentenció confiado Bezelao.

--A mi no me hace ninguna gracia esta propuesta, pero si tú insistes competiré con el insignificante rival que me propones, pues ganaré sin dificultad alguna...¿Pero, qué le corresponderá al ganador?, preguntó retadora la Matlacihua.

--Pues el derecho a solicitar lo que quiera, respondió Bezelao.

--Si es así, exigiré que la región de Chichén Itzá me rinda tributo, respondió la Matlacihua.

--Pues manos a la obra, sentenció Bezelao, quien indicó que él proporcionaría a Flor de Luna y a la Matlacihua la pelota de la competencia.

Luego acercó a ambos competidores al pie de las gradas del Palacio agregando:

--Se me olvidó decirles que llevarán atados los brazos y las manos para que no puedan utilizarlas en la competencia, ¡eah!, ustedes, amarren a las competidoras, ordenó Bezelao a dos de sus fantasmas, quienes aparentaron ejecutar las órdenes del dios, pero diciéndole al oído uno de ellos a la Matlacihua:

--No te preocupes, Bezelao ordenó que te amarráramos superficialmente para que puedas desatarte fácilmente, y que a la niña le pusiéramos doble nudo...

--Gracias, sabía que en los momentos difíciles cuento con mis amigos, dijo ufana la Matlacihua.

--¡Que inicie la competencia!, gritaban emocionados los fantasmas de Bezelao.

--¡Que el amor te acompañe!, repetían las vocecitas de los niños mayas tratando de animar a Flor de Luna.

Bezelao indicó que él daría el instante de salida cuando entregara la pelota a las competidoras. El dios se quedó pensativo un momento, y después decidió que ello ocurriría cuando la luna llena estuviera sobre el edificio del Palacio de Chichén Itzá. Precisamente cuando esto sucedió, súbitamente el dios disparó su flecha hacia la luna atrapándola. Después la tomó entre sus manos convirtiéndola en pelota para aventársela a las competidoras, por lo que el instante de salida dio la impresión de ser más rápido de lo previsto. La emoción contenida en las gargantas se convirtió en zozobra cuando Bezelao afirmó:

--Competidoras, quiero indicarles que cada vez que la luna se les caiga, en la Tierra ocurrirá una verdadera desgracia, así que cuidadito...ja, ja,ja

--¡Mejor para mí!, se alegró la Matlacihua.

Flor de Luna se dio cuenta de la gran responsabilidad que tenía, y como pudo, extendió su pierna derecha y con su pie sostuvo la luna que estaba a punto de caer cuando la aventó Bezelao. Inmediatamente Flor de Luna comenzó a desplazarse con sus pies descalzos por las escaleras del Palacio de Chichén Itzá llevando la luna en sus pies como si fuera un balón. Pronto la Matlacihua se dio cuenta de las maldades que podía provocar en la Tierra, y se abalanzó contra la princesa para derribarla:

--¡Toma, tienes que caerte!, le decía.

Era sorprendente contemplar a Flor de Luna subiendo las escaleras controlando la luna como pelota, manifestando una habilidad especial para hacerlo. Pero Flor de Luna se dio cuenta de que si no aceleraba su paso la Matlacihua se abalanzaría sobre ella sin más, y aparte de provocar desgracias en la Tierra, podría ganar la carrera. De reojo contempló como la Matlacihua se desató fácilmente, pudiendo avanzar más velozmente. Pero decidió no perder la concentración. Rápidamente emprendió un movimiento desplazando hacia su izquierda a la Matlacihua, la cual en respuesta comenzó a empujarla tratando de tirarla por las escaleras. Pero Flor de Luna no se dejó intimidar y se sostuvo firme en su avance. En breves instantes se volvió a adelantar a la Matlacihua, quien al notar que había sido rebasada aceleró su paso al máximo, llevando libres sus manos, violando la regla aparentemente rígida impuesta por Bezelao:

--¡Matlacihua tramposa!, le gritó Donají desde las gradas donde se encontraba.

Flor de Luna no se dio por vencida, pues para ella el triunfo dependía de no perder la concentración. El sudor escurría por sus mejillas. Al pie de las gradas todos contenían la respiración. Los niños mayas apretaban sus manos emocionados, faltaban unos cuantos metros, y Flor de Luna adelantaba un paso a la Matlacihua. En el último momento, los cuerpos de ambas contendientes se encontraban parejos. Los niños mayas, Donají y José Pablo lanzaron un grito de júbilo cuando notaron que Flor de Luna, en el último momento, ganó la carrera, pues todos los espectadores vieron como casi en el momento de alcanzar a Flor de Luna para derribarla, la Matlacihua lanzó un grito descomunal, perdiendo su propio equilibrio para rodar por las escaleras del Palacio.

La razón fue que cuando la luz de la luna llena iluminó las gradas del monumental edificio del Palacio, éstas comenzaron a reflejar la imagen de Quetzalcóatl en forma de serpiente emplumada, causándole el desconcierto que la hizo rodar.

--¡Qué tonta eres Matlacihua!, gritó Bezelao a la deidad cuando ésta se levantaba dolorida después de su caída.

Justo al llegar a la meta, y cuando Flor de Luna depositaba la luna en el piso del palacio con sumo cuidado, la luna comenzó a flotar regresando a su lugar en el cielo:

--¡Oh!, fue el grito de admiración de los presentes, mientras, sin aliento, la Matlacihua se lamentaba de su derrota.

Donají, José Pablo y los niños mayas corrieron a desatar y abrazar a Flor de Luna, quien nuevamente había hecho morder el polvo a la Matlacihua y al propio Bezelao, que antes de la competencia estaba más que seguro del triunfo de su aliada.


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