BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



Esta página muestra parte del texto pero sin formato.

Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP (724 páginas, 1.48 Mb) pulsando aquí

 

 

CAPÍTULO 23. EL GRAN RUBICUNDO

El Gran Rubicundo de la Ciencia no solamente imponía respecto por su fastuosidad, sino por sus gestos y modales graves y reservados acentuados por la oscuridad de su piel. Se hacía acompañar por dos guardias y su zopilote:

--¿Esos guardias los hemos visto antes?, comentó Donají a su hermano.

--Sí, sus caras se me hacen conocidas, se refirió al comentario José Pablo sin que recordaran de momento donde habían visto esos rostros.

--Pero también el zopilote se parece a..., insinuó Donají, sin completar su idea.

--¿Observas la piedra oscura en forma de alacrán que cuelga del cuello del Gran Rubicundo?, señaló José Pablo.

--¡Es verdad, y también porta una pluma como la de Quetzalcóatl!, exclamó Donají.

--¿Quién se la proporcionaría?, reflexionó su hermano, justo en el momento en que fueron conducidos frente al trono principal del Gran templo del Saber de Tecno-Monte Albán. El Gran Rubicundo ordenó entonces a los presentes guardar absoluto silencio y prestar la mayor atención mientras acariciaba a su enigmática ave negra:

--Capitán Matacuás Secundino, ordena a tu subalterno Trinquete Segundo que conduzca a mi presencia a los invitados.

--¡Trinquete Segundo!, conduzca a los invitados ante su majestad ordenó el capitán Rubicundo.

--Así se hará, respondió el subalterno.

--¡Eah!, ¡son los descendientes de Trinquete y Matacuás!, ¡con razón se nos hacían conocidos!, exclamó Donají.

--¡Ver para creer!, fue el comentario del asombrado José Pablo por el parecido de los sucesores de los soldados Rubicundos del pasado.

El Gran Rubicundo fue tajante al decir:

--Así que ustedes son los visitantes estelares que ahora están incrustados en la corte de la “capitana”, encargados de hacerle los mayores mimos, ja, ja, ja...Si los Niños Corsarios fueran más cautos, deberían condenar la conducta de ésta, pero eso está muy lejos de suceder, y al contrario, han aceptado su presencia, sus gestos, y según tengo entendido, hasta sus consejos...¿y dicen que también poseen una Ciencia Suprema?, balbució el Gran Rubicundo.

--No sé si sea suprema, pero sí hemos desarrollado Ciencias, intervino José Pablo.

--¿Y en qué fundamentan tal creación?, inquirió el representante de los Rubicundos.

--En que entre nosotros existe la necesidad de aspirar por el Bien, la Verdad y la Belleza, intervino Donají.

--No entiendo exactamente el significado de lo que me quieres decir, pero sobre todo, debo entender que son cualidades propias, ocasionales, que tratan de atribuirle a su Ciencia, buscando su perfección, expresó el Gran Rubicundo, quien no dejaba de acariciar al zopilote que se quedaba viendo de una manera poco amistosa a los niños.

--Vamos amigo, no te inquietes, se dirigió José Pablo a la enigmática ave.

--¿Ya te diste cuenta que el zopilote se parece al animal que existía en Jalatlaco?, parece que nos quiere devorar, comentó quedamente Donají.

--Es verdad, le confirmó José Pablo.

Mientras el zopilote aleteaba queriendo atacarlos, José Pablo comentó:

--Majestad, la Ciencia no es perfecta sino perfectible.

--Nosotros los Rubicundos creemos en el Conocimiento Perfecto, y esto también ha ocurrido desde nuestro origen, cuando los primeros padres, encarnando el principio masculino y femenino, dieron origen a nuestra primera Ciencia. Nosotros si estamos seguros de ser más perfectos que antes. Lo manifiestan nuestras ciudades, nuestros conocimientos, cada uno de los Rubicundos. Nosotros no aspiramos, ¡nosotros somos perfectos porque la Ciencia que poseemos todo lo mide, todo lo determina!, sentenció solemne el Gran Rubicundo.

--Yo no pongo en duda sus afirmaciones Majestad, ya que una forma de descubrir nuestras perfección es precisamente comprobar nuestros defectos, y la Ciencia nos ayuda a lograrlo, sobre todo cuando aspiramos por valores como la Armonía y el Bienestar, que ustedes anhelan también...Pero a pesar de que investiguemos mucho, no puedo afirmar que estemos más cerca de una Ciencia Perfecta, expresó Donají.

--¿Creen entonces en una Ciencia que no los hizo perfectos?, ¿qué clase de Ciencia es esa entonces?, dijo impasible el Gran Rubicundo.

--No estamos seguros que exista una Ciencia Perfecta, pero si estamos ciertos que la Ciencia debe ser un medio para lograr la Armonía y el Bienestar de los seres vivos, sentenció Donají.

--¿Armonía, Bienestar?, ¿qué significa eso para la Ciencia?, inquirió el Gran Rubicundo.

--Solamente puedo decir que es proporcionar los satisfactores básicos a toda la población, y no exclusivamente a la elite gobernante, enfatizó Donají.

--Armonía, Bienestar...deseos ingenuos de la capitana, parecido al de ustedes de encontrar a Quetzalcóatl. La única manera de lograr ésto es establecer el poder absoluto de los Rubicundos en este Universo...En fin, por lo que han expresado, entendemos que su Ciencia es menos perfecta que la nuestra, y por lo tanto menos poderosa ¿o miento?, dijo con ironía el Gran Rubicundo.

--Majestad, tal vez lo ofendería si me atreviera a establecer alguna comparación de este tipo. Como lo expresó mi hermana, el conocimiento científico debe servir para lograr el Bienestar y no solo el poder; y aun cuando aquí existiera una Ciencia Perfecta,¿ acaso yo sé, o usted mismo, si su Ciencia Perfecta y la mía son completamente diferentes?...pues ambas cumplen la misión de generar nuevo conocimiento sistematizado, respondió José Pablo.

--¡Qué ingenuidad, al igual que su deseo de encontrar a Quetzalcóatl en este lugar!. Ahora pueden marcharse, concluyó enigmáticamente el Gran Rubicundo.

--Antes, si me lo permite, yo deseo preguntarle algo majestad, ¿qué pasó con la Ciencia de la Armonía y el Bienestar en su mundo?, le expresó directa Donají.

--¿Qué?, ¿por qué te atreves a preguntar algo que es una herejía?, ¿por qué esta falta de respeto haciendo alusión a esa “seudo ciencia”?, respondió con enojo el Gran Rubicundo, mientras el misterioso zopilote trataba de abalanzarse contra los niños.

--Perdón majestad, es que como usted hablaba de la Ciencia Suprema que poseen, pensamos que ésta se relacionaba con la libertad de pensamiento y de expresión que se requiere para lograrla, cavilando que éstos valores existen aquí en Tecno-Monte Albán nos atrevemos a comentar lo anterior, pero si lo hemos ofendido muchas disculpas majestad, intervino José Pablo.

--Para mí, y para los Rubicundos, la Ciencia de la Armonía y el Bienestar ni siquiera alcanza el rango de ciencia, pues no es más que un montón de embrollos que trata de venderse como tal. Es inaccesible al examen empírico, por lo mismo es crédula, pues no somete sus especulaciones a prueba alguna; es dogmática, ya que no cambia sus principios cuando fallan ni como resultado de nuevos hallazgos. No busca novedades, sino que se queda atada a un cuerpo de creencias. No encuentra ni utiliza leyes generales. No interactúa con ninguna ciencia propiamente dicha, toma conocimientos sin dar nada a cambio. Es fácil, no requiere un largo aprendizaje. El motivo es que no se funda sobre un cuerpo de conocimientos auténticos. Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico, no busca la verdad desinteresada. Se mantiene al margen de la comunidad científica. Sus principios son incompatibles con algunos de los principios más seguros de la Ciencia.

--Majestad, ¿cómo dice eso si no conoce la Ciencia de la Armonía y el Bienestar?, lo cuestionó Donají.

Por su parte José Pablo dijo:

--Con el respeto que me merece, los argumentos que acaba de señalar en contra de la Ciencia de la Armonía y el Bienestar se aplican a la Ciencia en general, pues muchos principios de ésta no tienen un fundamento empírico propiamente dicho, por ejemplo, los números no existen como tales en el mundo real, pero como conceptos son muy útiles: la Ciencia también se basa en la credulidad y el “dogma útil”. Las investigaciones no buscan novedades, sino conocimiento, y éste puede referirse a cosas ya conocidas pero que vuelven a ser investigadas. Gran parte de la Ciencia son conocimientos específicos validos a veces para áreas específicas del conocimiento. Lo que denominamos leyes generales son “fenómenos naturales” que existen en la naturaleza, como la gravedad que atrae las cosas, que la Ciencia explica de una manera sistematizada. De igual manera, muchas Ciencias interactúan con otros campos del conocimiento sin devolverles nada a cambio: ningún método estadístico es resultado de una propuesta concreta de los conceptos económicos o físicos, aun cuando la Economía o la Física casi no pueden operar sin la Estadística. Lo fácil o difícil de un campo del conocimiento no parece ser un criterio valido para definir si algo es Ciencia, ni tampoco si es la búsqueda de la verdad desinteresada, pues casi siempre éstos son criterios ajenos a los científicos, impuestos por quienes financian la investigación. En la vida cotidiana, muchas veces es Ciencia lo que los grupos en el poder quieren que sea “la Ciencia”.

--¡Uhmm, creo que hemos platicado más que suficiente, Capitán Matacuás Secundino, los visitantes pueden marcharse!, concluyó enfadado el Gran Rubicundo, tratando de calmar a su zopilote que se impacientaba más y más.

--Gracias Majestad, expresó Donají, quien junto con José Pablo fueron conducidos hacia el lugar donde los esperaba la comitiva de los pequeños corsarios.

--Por aquí, síganme a la salida ordenó el subalterno Trinquete Segundo, mientras Donají no podía contener la risa al mirar al soldado Rubicundo.

--¿Viste el enojo del zopilote?, comentó Donají.

--Sí, me recordó al ave negra que nos persiguió en Jalatlaco, y por lo tanto a...

--¡La Matlacihua!, Donají interrumpió el razonamiento de José Pablo.

--Debemos ser muy cuidadosos en lo sucesivo, pues las fuerzas oscuras se han movido en este lugar desde hace mucho tiempo atrás, y seguramente Bezelao debe andar también por aquí, comentó José Pablo mientras caminaban.

La capitana esperaba impaciente a los hermanos. Cuando Donají y José Pablo le contaron los detalles de su entrevista con el dirigente del Imperio de los Rubicundos, su comentario fue:

--No sabría decirlo con certeza, pero creo que el Tratado de la Armonía y el Bienestar que acabas de lograr, al menos como intención, es un gran paso para salir adelante...Pero ten cuidado...En lo particular noté que los representantes del Gran Rubicundo están dispuestos, en la primera ocasión que se les presente, a echar por la borda toda negociación, respondió Donají.

--Efectivamente, yo también temo lo mismo, pero ¿qué podemos hacer para evitarlo?.

--Creo que es necesario prever mejor que nunca los posibles sucesos del Gran Día cuando sea firmado el Protocolo de la Armonía y el Bienestar, y planear la contraofensiva que podemos desarrollar. De lo contrario, ellos tomarán la iniciativa, intervino José Pablo.

La capitana miró con preocupación a los hermanos, pero después, serenándose, suplicó a éstos:

--¿Podrían ayudarnos a prever dichos sucesos?...

--¡Claro que sí!, respondieron los hermanos, cosa que complació enormemente a la dirigente de los Niños Piratas.

--Puedes diseñar una estrategia aplicando la metodología de la Planificación, sugirió Donají.

--Desearía que me explicaran ésta con mayor detenimiento, solicitó Adivina Ruborosa.

--Lo haremos sugiriendo directamente un plan, pues el planear es una de las actividades de mayor apoyo para la Ciencia, intervino José Pablo.

--Por ahora quisiéramos enseñarte algo que a lo mejor te puede ayudar a salir triunfantes en la lucha contra el Imperio de los Rubicundos, comentó Donají a la capitana, la cual accedió gustosa a su demanda.

--El principio será que algunos de tus Niños Piratas tienen que conocer y aprenderse estos ritmos, participó José Pablo, al mismo tiempo que extraía un reproductor de música que escondía entre sus ropas, acercando los audífonos a la capitana, la que al escuchar la música que el aparato tocaba se quedó pasmada.

--Bueno, esto parece un buen principio, recalcó gustoso José Pablo.

Por respuesta, Adivina Ruborosa se recostó en el pecho de José Pablo para escuchar mejor las melodías que la tenían embelesada, mientras informaba a los hermanos lo siguiente:

--Deseo darles una buena noticia, tendremos invitados especiales para el día de la ceremonia. Les va a alegrar mucho su presencia, pero no les diré quienes son para que sea una sorpresa para ustedes.

--Bueno, si es así, esperaremos con emoción, comentó Donají, quien se quedó mirando sonriente a su hermano, dando a entender que no le extrañaba la actitud de la capitana para con él.


Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles
Enciclopedia Virtual
Biblioteca Virtual
Servicios