BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



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CAPÍTULO 2. EL ENCUENTRO CON JADE SIN LUZ

A sus siete años de edad, Flor de Luna se encontraba triste e inconsolable. A pesar de vivir rodeada de lujos y comodidades por ser la princesa hija del rey de Monte Albán, era presa de una angustia más allá de su edad: había perdido a su madre, y su mundo ahora era oscuro y gris. Ni las gemas, perfumes, ni alabanzas de sus vasallos podían sustituir el cariño, atención y caricias que su madre le prodigaba. Su propio padre, el rey Petela, poco había podido hacer por consolarla, pues él mismo se encontraba triste y sin respuesta a las dudas que emanaban de la mirada de Flor de Luna: ¡cuánto daría por estar en los brazos de su madre Xunaxi!.

A Petela, junto con sus guerreros, sabios y sacerdotes, les resultó imposible penetrar el mundo del más allá donde moraba el tenebroso Bezelao. El rey binigulaza se dio por vencido, comentándole a sus hijos Flor de Luna y Cocijoeza que su mamá Xunaxi seguramente había muerto.

Por eso, esa noche clara de luna nueva, cuando todo el mundo dormía, Flor de Luna salió de su palacio abrazando a “Huitzi”, su muñeca de barro negro, decidida a exigir a las estrellas una explicación a las interrogantes que lastimaban su alma:

--¿A dónde se fue mi madre?, ¿quién se llevó los colores de mi mundo?, ¿por que todo lo que vive tiene que morir?, ¿por qué la muerte?.

Su duda se escuchó en la gran plaza de Monte Albán, y aunque la repitió más de una vez, solo le respondió el eco de las piedras de los grandes edificios de la ciudad situada sobre el monte que dominaba el gran valle binigulaza.

Con los ojos llenos de lágrimas corrió hacia el arroyo que se encontraba a los pies de Monte Albán, entonces lleno de penumbras, deseando que le diera la respuesta que su razón exigía: ¿cómo no lo iba a hacer si en sus cristalinas aguas, con su hermano Cosijoeza y Huitzi su muñeca, pasaba muchos de sus mejores momentos jugando en las piedras que surcaban sus orillas?.

Pero el arroyo se mostró indiferente, cosa que no ocurrió con un pájaro negro, que posado sobre las ramas de un enorme huaje, la contemplaba en su penar. Las aguas del arroyo seguían su curso sin detenerse siquiera a mirarla, y mientras sus lágrimas bañaban sus mejillas, en el fondo del arroyo contempló el reflejo de su rostro acompañado de la luna y las estrellas a pesar que la noche era gris. Sus delicados labios no acababan de preguntar nuevamente:

--¿Por qué la muerte?

cuando descubrió en el fondo del arroyo, junto a su rostro reflejado en el agua, como el pájaro negro se transformaba en una figura que la sobresaltó: era la de un anciano con el pelo blanco y la cara llena de arrugas, cubierto con una túnica oscura de la cual colgaban huesos y calaveras.

Con temor, Flor de Luna le preguntó:

--¿Quién es usted?.

El anciano, mirándola fijamente, le respondió con cavernosa voz:

-- Soy Jade Sin Luz, pero en este mundo todos me llaman “muerte”, y estoy aquí porque aun a mí que carezco de corazón me ha conmovido el llanto que brota de tus ojos.

--Lloro por mi madre, le aclaró Flor de Luna.

--Lo sé.

--Es que tal vez donde se fue esté sufriendo, insistió la princesa.

--¿Y si fuera feliz?, la interrogó el anciano mirándola fijamente.

--Entonces no se acordará ni de mi padre, ni de Cocijoeza mi hermano, ni de mí, le respondió la niña.

--Puede ser feliz y acordarse de todos, insistió el misterioso personaje.

--Pero se marchó sola, agregó pensativa Flor de Luna.

--Puede ser feliz, acordarse de todos, y estar acompañada de muchos, dijo el anciano mientras el viento sacudía su túnica oscura.

--Pero, ¿por qué se marchó?, volvió a preguntarle Flor de Luna.

Y Jade Sin Luz respondió:

--Tal vez por obedecer designios señalados desde el principio de los tiempos.

--¿Pero quién los señaló, y por qué?, brotó la duda en Flor de Luna.

El anciano nada respondió de momento, por lo que la princesa insistió:

--¿Por qué la muerte?, ¿quién la creó y para qué?.

Jade Sin Luz solo respondió con otra duda:

--¿Acaso alguien podría responder certeramente el por qué y para qué de la vida aunque la viva?.

La niña pareció no comprender, por lo que el anciano con voz cavernosa se vio precisado a decirle:

--Existe un lugar donde tal vez encuentres respuesta a las dudas que te hacen sufrir. Incluso es posible que tú seas la encargada de rescatar a tu propia madre, ¿quieres venir?, ¿estás dispuesta a hacerlo?.

Flor de Luna, después de consultar a su muñeca Huitzi, y mirándolo fijamente, le dio a entender que sí, por lo que Jade Sin Luz le comentó:

--Esto que haré es una prerrogativa especial para ti, pues tu llanto es sincero. Pero debes estar preparada para las pruebas y retos a los que serás sometida. Dame tu mano y cierra tus ojos. Juntos nos trasladaremos hacia un lejano lugar, pero antes pediremos la ayuda de otros amigos que ya antes se han enfrentado y derrotado a los espíritus de la oscuridad como la Matlacihua. Estoy seguro que te ayudarán.

El misterioso anciano, tomando con su mano izquierda a Flor de Luna, agitó con la otra las calaveras y huesos que llevaba, provocando que la tierra y los árboles se sacudieran. La princesa sintió de pronto el frío que emanaba del cuerpo del anciano, y todo dio vueltas a su alrededor. Tuvo la sensación que ella misma abandonaba su propio cuerpo poniéndose a flotar, por lo que con mayor fuerza apretó contra sí a Huitzi.

De una manera que ni ella misma logró explicarse vio desde lo alto Monte Albán, su palacio, su habitación, a su padre, a su hermano y demás vasallos durmiendo, y aun se atrevió a hablarles sin que nadie lograra responderle, porque nadie notó su presencia. Ni los guardias que velaban la entrada de los templos respondieron a su llamado.

Así que flotando, abrazada de Huitzi, una fuerza misteriosa la atrajo, junto con Jade Sin Luz, hacia un extraño lugar.


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