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EL TÚNEL MÁGICO DE LOS PARADIGMAS ….LA CIENCIA REGIONAL AL ALCANCE DE LOS JÓVENES

Andrés E. Miguel Velasco y otros



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CAPÍTULO 23. LA AYUDA DEL CONEJO DE LA LUNA

--Pues yo no permitiré que logren su idea de región armónica. En su esquema el desorden no existe, pero el caos lo provocaré yo, comentó para si la Matlacihua, la cual estaba decidida a echar por la borda las ideas de los abuelos y niños binigulazas después de escuchar al Espíritu del Arco Iris mágico. Así que inmediatamente maquinó su nuevo plan contra los binigulazas. Por lo pronto, se dirigió hacia el centro de la plaza de Monte Albán donde causó destrozos al altar de muertos dedicado a Jade Sin Luz.

Todos se indignaron, incluyendo a Donají, José Pablo y Quetzalcóatl. Hasta el Espíritu del Arco Iris mágico se desconcertó ante la actitud de la Matlacihua.

--Yo les sugiero que de una vez por todas se deshagan de la Matlacihua, pues siempre los va a estar molestando, se dirigió José Pablo a los binigulazas.

--Yo opino lo mismo, insistió Donají.

--¿Y cómo piensan que lo lograremos?, preguntó el abuelo Plumaje de Quetzal.

--Bueno, se me ocurre que tal vez....interrumpió su intervención José Pablo.

--Dilo de una vez, le sugirió Quetzalcóatl.

--...Pues verán, consiste en que enviemos a la Matlacihua lejos, muy lejos, montada en una región, tal vez en una de las regiones complejas, que son las que vuelan más alto, más rápido y más lejos, aclaró José Pablo.

--Ya te entiendo, intervino Donají, quien agregó:

--Tú sugieres que atrapemos una región compleja y que sobre ella pongamos a la Matlacihua, ¿no es así?.

--Efectivamente, intervino Quetzalcóatl, quien añadió:

--Solo que para lograrlo necesitamos la ayuda de todos.

Y el venerable abuelo de los binigulazas intervino diciendo:

--En su plan cuenten con nosotros.

Así que inmediatamente los niños guerreros se dirigieron al lugar donde las regiones anidan para atrapar una región compleja. Para lograrlo utilizaron sus mejores ardides de cacería. Entre todos destacó Zahuindanda, el cual se subió hasta la montaña más alta, el Cempoaltepetl, y desde allí, con su arco y su flecha lanzó una red hacia una región compleja que entonces volaba por allí atrapándola: esa región estaba rodeada de caos, es decir, su contorno era difuso y cambiante, y por lo mismo no definía totalmente su forma decisiva, pero era cierto que por ser caótica, se encontraba en plena evolución. Con ella a cuestas regresaron los niños guerreros, y la colocaron cuidadosamente en el centro de la plaza de Monte Albán, donde al ser depositada lucía como una laguna en movimiento.

Plumaje de Quetzal preguntó:

--¿Y ahora que haremos?

La respuesta de José Pablo fue:

--Ponérsela de señuelo a la Matlacihua, y el plan es el siguiente...

Todos escucharon atentos, y después se dieron a la tarea de atraer a la Matlacihua. A un pequeño binigulaza de nombre Travieso se le encargó actuar en el rol principal.

Así que valiéndose de la oscuridad, cuando la Matlacihua decidió convertirse en coyote para penetrar en Monte Albán, Travieso, el niño bonachón, simuló aprovechar las sombras para sustraer las pertenencias de las familias binigulaza, particularmente huevos y polluelos de guajolote, así como almudes de maíz. Inmediatamente, la Matlacihua en forma de coyote se parapetó en la entrada del jacal de Travieso, y cuando lo vio le dijo retadoramente:

--Coyote, ¿me ayudarás a hacer trampa a los binigulazas?

--¡Eah!, ¿quién me habla?, respondió desconcertado el coyote, quien agregó:

--Si, yo puedo ayudarte a hacer travesuras a los binigulazas sin que tengas que mancharte las manos, dijo la Matlacihua en forma de coyote.

--¿Tú me ayudarás?...¡No puedo creerlo!, dijo Travieso mirando fijamente al coyote.

--Así es. Y quiero proponerte un trato que va a ser de mucho provecho para ti, afirmó la Matlacihua.

--¿En qué consiste?, preguntó el niño aldeano.

--En que todas las travesuras las haré yo por ti durante la noche, sin que tengas que exponerte al frío ni vejaciones. Yo despojaré a todos por ti, ¿estás de acuerdo?, inquirió el coyote.

--¿Así que tú harás todo eso por mi?...Bueno, me parece bien, aseveró Travieso.

--Pero es necesario que a cambio de ello tú hagas un trato conmigo, intervino nuevamente el coyote.

--¿En qué consiste el trato?, preguntó Travieso.

--En que a cambio de lo que yo haré por ti tú pregonarás ante la gente que yo, la Matlacihua, deseo el bien a los binigulazas. Convencerás a todos que mi poder es benéfico, y si lo logras, aparte de los bienes que noche a noche traeré hasta tu hogar, te concederé el poder de gobernar a tu pueblo.

--Acepto, contestó presuroso Travieso.

--Si es así, vamos hacia el espino, y allí pondrás tu mano sobre mi garra, para formalizar el trato, ordenó la Matlacihua.

Dicho lo anterior, el coyote y el niño bonachón se dirigieron al espino, que se encontraba en medio del patio del jacal de Travieso, pero antes el aldeano preguntó:

--¿Y cuando terminará el pacto?

--Nunca, a menos que una fuerza superior me aleje de ti, respondió la Matlacihua.

--Sea, respondió seguro Travieso.

Y esa noche en Monte Albán sucedió un hecho notorio: no había casa en la que prácticamente no hubieran desaparecido los guajolotes y las existencias de maíz.

Travieso esperó pacientemente la llegada del coyote a la entrada de su jacal. Se acercaba la madrugada cuando apareció el animal llevando en su trompa un guajolote y unas bolsas de maíz:

--Aquí tienes tú última ración del día, dijo satisfecho depositándola a los pies del pequeño.

--Humm...me parece que cada vez traes menos, afirmó Travieso.

--¿Te parece poco lo que estoy haciendo a cambio de la nada que tú haces por mí?, replicó el coyote.

--Si no te gusta mi trabajo lo mejor será que terminemos el pacto, recalcó Travieso.

--¡Eso nunca!. ¡Tu compromiso conmigo es para la eternidad!, recordó con satisfacción la Matlacihua, mostrando sus amenazantes colmillos a la luz de la luna.

--Tú dijiste que se podría romper el pacto, insistió Travieso.

--Pero recuerda que sólo si una fuerza superior a mí me aleja de ti, afirmó lleno de satisfacción el coyote.

Y no bien había terminado de decirlo cuando varios niños binigulazas se lanzaron sobre él con una gran red para atraparlo, pero era tanta la fuerza de la Matlacihua que pudo librarse sin mucha dificultad.

--¿Así que con esta insignificante fuerza quieren agarrarme a la mala verdad?, ¡pero esto no se va a poder!, insistió enérgico el coyote mientras se lanzaba sobre Travieso con la intención de llevárselo. Cuando estaba a punto de lograrlo apareció Plumaje de Quetzal diciendo:

--¡Detente coyote, yo te lo ordeno!.

--¿Y quién eres tú para gritarme?, le respondió burlonamente la Matlacihua.

--¡Soy el representante de mi pueblo, en cuyo nombre exijo respeto!, respondió el abuelo.

--¡Desconozco lo que es eso que tú llamas “respeto”!, dijo con sarcasmo el coyote, quién insistió:

--¡Si no se alejan me los comeré a todos!, mostrando sus fauces donde relucían sus colmillos.

Todos se alejaron temerosos ante tal amenaza, menos Plumaje de Quetzal, quien con mucho cuidado sacó debajo de su ayate un hermoso conejo blanco. Mientras lo acariciaba, puntualizó dirigiéndose a la Matlacihua:

--¿No se te apetece este manjar?.

Haciéndosele agua la boca, el coyote respondió:

--¡Claro que sí, pues de cualquier manera me lo comeré!.

--¡Es todo tuyo si logras alcanzarlo!, insistió el abuelo al mismo tiempo que dejaba en libertad al conejo.

El coyote olvidándose de Travieso y los demás binigulazas, se abalanzó sobre el conejo, quien huyendo a toda prisa se dirigió hacia la Laguna Encantada que rodeaba Monte Albán. Estando en su orilla, el conejo se quedó quieto. La Matlacihua sonrió ante tal oportunidad reclinándose para saltar sobre él. Justamente cuando lo hizo el conejo dio un brinco tan grande que llegó hasta la luna, en tanto que el coyote se hundía en la Laguna Encantada, dándose un tremendo golpazo.

Temblando del golpe, y mientras le rechinaban los colmillos, el coyote levantó la vista, logrando contemplar en la luna el conejo que poco antes estuvo a punto de atrapar. Así que la Matlacihua, bajo la forma de coyote, se puso a aullar a los pies del conejo de la luna para desahogar su frustración. Y sin que se diera cuenta, los binigulazas soltaron a la región compleja que aparentaba ser parte de la Laguna Encantada. Ésta llevando a la Matlacihua a cuestas, emprendió su rápido vuelo hacia las alturas:

--¡Sáquenme de aquí binigulazas!, ¡si lo hacen les prometo que jamás volveré a molestarlos!, ¡y yo siempre cumplo lo que prometo!, gritaba desde las alturas la deidad en forma de coyote.

El pueblo binigulaza se reunió con antorchas para celebrar la derrota de la Matlacihua y agradecer la ayuda del conejo de la luna, de Donají, José Pablo y Quetzalcóatl. Todos alabaron la buena actuación de Travieso, quien se había prestado como actor para engañar a la Matlacihua y atraparla, quien vociferaba:

--¡Algún día volveré y me las pagarán, infames!.

--Creo que la Matlacihua no tendrá razón para aburrirse en la región compleja que tiene ahora como hogar, comentó Quetzalcóatl.

--¿Por qué aseguras esto?, le preguntó Donají.

--Porque una región compleja tiene la propiedad de ser cambiante debido al caos que posee, ya que éste representa la lucha que las regiones entablan en diversos niveles para lograr adaptarse al cambio. La complejidad vista así es diversa, cambiante y dialéctica. La complejidad tiene la propiedad de ser “incluyente”, y a esta propiedad se debe la creación de lo nuevo. Además, la región en la que vuela la Matlacihua tiene algunos volcanes, también la atacan huracanes, de repente la sacuden sismos, y a veces la afectan incendios y heladas...Los fenómenos naturales demuestran que la región que habitará está en plena evolución, lo cual indica que la Matlacihua tiene mucho que hacer.

--Con eso que nos dices la Matlacihua tiene bastante con que entretenerse, intervino nuevamente Donají.

--Creo que nos equivocamos al escogerle una región compleja como hogar. Le hubiéramos escogido una región más simple como un triángulo o un hexágono para que se aburriera y su tedio fuera su castigo, ¡como no lo pensamos antes!, exclamó José Pablo.

--Lo que fuere lo tiene bien merecido, intervino Quetzalcóatl, quien agregó:

--Niños, creo que ahora si es hora de partir, pues ya casi tocamos el Arco Iris mágico. Se aproxima el tiempo de que regresen a su dimensión.

Los niños y Quetzalcóatl se dirigieron hacia el consejo de abuelos para despedirse, quienes les agradecieron su ayuda y consejos. Cuando supieron que se marchaban, los presentes se dirigieron a los niños colmándolos de abrazos. En ese momento, Plumaje de Quetzal comentó:

--Quetzalcóatl, no se pueden marchar sin la ceremonia de despedida que los binigulazas tributamos a quienes nos honran. Ustedes se han ganado este reconocimiento, así es que no pueden marcharse sin él. Por lo tanto, les ruego que se preparen para el homenaje.

Quetzalcóatl hizo una reverencia en señal de aceptación y agradecimiento, y les explicó a Donají y José Pablo el sentido que tenía la petición del consejo de abuelos binigulazas, por lo cual aceptaron participar en la ceremonia de despedida, la cual inmediatamente dio inicio cuando el Arco Iris mágico que debían tocar apareció en la plaza de Monte Albán.


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