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CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA MIGRACIÓN DE MEXICANOS A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Horacio Mercado Vargas y Marisol Palmerín Cerna



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8.6.- LA REFORMA MIGRATORIA EN EUA Y LA POSICIÓN DEL PRESIDENTE BARACK OBAMA.

La situación de los latinoamericanos en EUA ha ido variando a través del tiempo. En el 2008 sólo los mexicanos alcanzaban los 12 millones, 17 veces más de lo que eran hace 30 años. Sin embargo, entre el año 1998 y el 2007 la cifra de deportados pasó de los dos millones, en su mayoría hispanos que de una u otra forma fueron en contra de las leyes migratorias. La polémica alrededor de este tema se multiplica por el hecho que muchas familias quedan separadas, dando origen a problemas de tipo social y económico. El intento de reformas migratorias tiene en cuenta estos y otros problemas. Qué tan cerca se está de una solución, es la pregunta clave.

Hasta hace poco las proyecciones señalaban que la población blanca sería minoría para el 2042. Así, mucho antes en el 2023, ya lo serían los niños blancos, eso como consecuencia de la proporción con que la población de otros grupos raciales ha aumentado, en especial la latina. Los hispanos representan el 15% de la población de EUA, lo que fue el resultado de la inmigración y de la alta tasa de fertilidad entre las mujeres latinas.

Pero en los últimos años ese crecimiento ha disminuido, como consecuencia de: la disminución de los puestos de trabajo, la crisis financiera en general, y las leyes migratorias. De tal forma que ya no es buena opción buscar una vida mejor en los EUA. Lo que se puede observar en la disminución del crecimiento hispano: fue del 3.4% entre el 2007 y el 2008, comparado con el 4% entre el 2000 y el 2001.

Otra de las consecuencias, de esta recesión es que los latinos han preferido quedarse en centros urbanos y en los estados a los que arribaron originalmente como: California o Texas. Así que en estados, como: Nuevo México y Hawai, las supuestas minorías ya son mayoría. Durante el auge económico muchos negros, asiáticos y latinos se movieron hacia los suburbios buscando oportunidades de trabajo y menos competencia laboral. La baja del movimiento se refleja en que las grandes ciudades y los estados fronterizos retienen más gente de razas y etnias distintas, mientras que en los suburbios existe menos diversidad.

Aparentemente, George W. Bush tuvo la intención de insertar una reforma en las leyes migratorias. Sin embargo, el ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001 levantó nuevamente los muros hacia esta perspectiva. Al contrario de lo que se había conversado, después de los atentados, el miedo se instaló entre la población norteamericana que exigía una respuesta rápida del gobierno dirigida a los extranjeros. Pero el clima de desconfianza que se generó cualquier iniciativa pro-inmigrantes se dejó de lado. Cabe señalar que durante cierto tiempo, inmigrante y terrorista parecían ser sinónimo.

Los hechos del 11 de septiembre del 2001, significaron un retroceso en cuanto a la actitud en Estados Unidos frente a los inmigrantes. Así, estos últimos se llenaron de temor al ver el grado de desconfianza que se había generado en contra de ellos.

En el 2006 el Congreso (dirigido por los republicanos) presentó la Ley de Protección de la Frontera, Antiterrorismo y Control de Inmigración Ilegal para su aprobación que buscaba acelerar las deportaciones y construir un muro en la frontera. Al siguiente año, se intentó aprobar la Ley de Reforma de Inmigración mientras mucha gente salía a marchar para lograr su asentimiento que, de modo contrario, planteaba la integración a la ciudadanía de los indocumentados. Sin embargo, ninguna de las dos se concretó debido a las discrepancias entre el partido demócrata y el republicano.

Con la llegada de Barak Obama, a la presidencia de Estados Unidos, nuevas perspectivas se abrieron en cuanto a las reformas que fueron abandonadas en el gobierno anterior. Ya en su campaña lo había anunciado: reabriría el debate para otorgarle facilidades a los 12 millones de inmigrantes, sin documentación, la mayoría de origen mexicano, que se encuentran en el país norteamericano a la fecha. Se buscaría concederles la residencia permanente y por tanto, lograr mejoras en su nivel de vida.

Obama, como representante de una minoría, lo dijo literalmente antes de ser presidente: "No hay una América blanca, otra afroamericana y otra América hispana. Hay una sola América". Sus palabras tuvieron un reflejo en las elecciones. El 4 de noviembre del 2008, el 67% de los hispanos votó por él. En plena crisis económica, era difícil que temas como el de la inmigración entraran en la agenda prioritaria del Presidente estadounidense. Tampoco había una idea clara de lo que sería con exactitud la propuesta si el tema se retomaba.

Sin embargo, no puede negarse que el tema económico está perfectamente vinculado con el tratamiento de la situación de los inmigrantes indocumentados. Sin duda, los inmigrantes tienen una participación fuerte dentro de los ingresos del gobierno norteamericano directa e indirectamente. Por ejemplo, en el 2006 se calcula que ingresaron 586,000 millones de dólares por los trabajadores indocumentados que declararon impuestos con números de seguro social de otras personas, sin recibir los beneficios.

Ante este escenario, los republicanos podrían mover a la población a oponerse a estas reformas, en un momento en que muchos americanos han perdido su empleo y la competencia podría tonarse mayor. Sin embargo, en realidad lo que se busca es formalizar a los inmigrantes que en general ya se encuentran trabajando en el país. El propio Obama, es consciente de lo problemático que puede llegar a ser el tema: "Sé que es un asunto emotivo”, declaró.

En el viaje que realizó Obama a México en abril de 2009, demostró preocupación por dos temas centrales: el del narcotráfico y la inmigración. Debido al momento crucial que está viviendo Estados Unidos, la visita no trajo un plan preciso pero sí dejó vislumbrar la voluntad de Obama de trabajar mano a mano con el gobierno de Felipe Calderón.

Durante una reunión con líderes del Congreso, el presidente Barack Obama reiteró el 25 de junio de 2009, su apoyo a una reforma migratoria que pudiese legalizar a más de 12 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, y fortalecer la seguridad en la frontera sur del país.

El mandatario, que prometió en su campaña electoral aprobar la reforma en su primer año de gobierno, anunció que la Secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, encabezará un grupo de trabajo bipartidista con el fin de llegar a un acuerdo que conduzca a la aprobación de una nueva ley migratoria.

"Una de las cosas que se han dicho en esta mesa es que el pueblo estadounidense aún no está convencido de que el Congreso y el gobierno se tomen en serio la seguridad en la frontera", comentó Obama en la reunión.

"El consenso es que a pesar de la imposibilidad de aprobar esto (la reforma migratoria) en los últimos años, los estadounidenses desean que se apruebe", manifestó el presidente.

Obama, que sólo había estado cinco meses y cinco días en la Casa Blanca, dijo que la solución al problema migratorio significa también "reforzar nuestras fronteras, castigar a los empresarios que utilizan trabajadores para rebajar los salarios y reconocer y legalizar el estatus" de los indocumentados.

En la reunión no se acordó fecha alguna para comenzar los debates de la reforma. Estuvieron invitados a la misma la propia Napolitano, el jefe del gabinete de Obama, Rahm Emanuel, la Secretaria de Trabajo, Hilda Solís, y el Subprocurador general David Ogden.

Entre los congresistas estaban los demócratas: Bob Menéndez, Luis Gutiérrez, Xavier Becerra, Silvestre Reyes, Loretta Sánchez y Nydia Velázquez, además de los republicanos: Mel Martínez, Lincoln Díaz-Balart, el ex adversario de Obama, el senador John McCain, y otros para un total de 30 legisladores.

"Tenemos que asegurar nuestra frontera de la violencia que desborda desde México", subrayó McCain, autor de uno de los proyectos de reforma migratoria que fracasó en el Congreso en 2006.

Por su parte, el congresista Gutiérrez dijo que "cuando alguien toma el liderazgo, sobre una cosa tan importante, hay que aplaudirle. Se necesitan 218 votos en la Cámara de Representates y 60 en el Senado para aprobar la reforma migratoria. De acuerdo con la corresponsal de Univisión en Washington, Lourdes Meluzá, el jefe del gabinete Emanuel dijo que "no había votos suficientes" en estos momentos, pero que se podrían conseguir "antes de la elecciones (legislativas) de 2010".

La reunión del 25 de junio, se realizó luego de sufrir dos cancelaciones este mismo mes. En varias ocasiones anteriores, el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs, había dicho que los debates sobre la reforma migratoria no habían comenzado porque no había suficientes votos en el Congreso para aprobarla.


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