BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


MARCO INSTITUCIONAL DE LA CONTABILIDAD Y LAS FINANZAS

Alfonso Galindo Lucas



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10.2. El caso ENRON y Andersen consulting

De la compañía Enron llama la atención tanto su debacle como su anterior ascenso. La clase política estadounidense estuvo directamente relacionada con las buenas perspectivas de esta empresa. La desregulación de Bush padre, en 1989 fomentó la venta de gas sin sujeción a impuestos especiales. La victoria del siguente Bush en 2000 (la famosa elección en la que votaron los difuntos en Florida) también dio alas al sistema de cotización ENRON On-Line y al crecimiento y complejidad del holding66. Los premios recibidos y las buenas referencias en las publicaciones como Fortune o Financial Times fomentaron el crecimiento de Enron a través del denominado capitalismo popular.67 Como contrapartida de una regulación favorable, la donación que la carrera política de Bush recibió de la empresa Enron se ha calculado en 623.000 dólares de los años 90, según el Centro de Políticas Responsables, en Estados Unidos (González et al., citando a Cardoso, O. R.). Además, el presidente ejecutivo de Enron (Kenneth Lay) era consultor del gobierno de G. W. Bush. Todos estos datos confirman el papel preponderante de las instituciones de Derecho público en el éxito empresarial (que en otro lugar se ha denominado "intangible relacional") y confirma que estamos en un sistema capitalista de no-mercado.68

Esta compañía nace en 1985 como fruto de una pequeña fusión de compañías estatales y no deja de ser una pequeña extractora de gas de Texas. Al comienzo de 2001 ya es una gran multinacional dedicada a la distribución y servicios diversos, cuya estructura dispersa le permite disfrazar excesivos endeudamientos y ofrecer una contabilidad maquilladamente saneada.

El 28 de diciembre de 2000, las acciones de Enron cotizaban a un precio récord de 84'87 dólares. En agosto del año siguiente, un empleado envía una carta a Kenneth Lay informando de irregularidades contables detectadas. A pesar de eso, Ley decide ejercer opciones de compra, habiéndose comprobado que el precio de las acciones era muy elevado (es decir, esperaba que siguiera en ascenso). En octubre de 2001, la firma de auditores Arthur Andersen, a más importante del mundo en ese momento, comienza la destrucción de documentos relacionados con la auditoría que había practicado en Enron. Como se ha explicado en el capítulo 3, el requisito de "control" falla a voluntad del controlador, porque no hay un organismo sistemáticamente encargado de controlar a quien controla. Los tribunales de justicia pueden ejercer un control a posteriori, pero no evitan la toma de decisiones perjudiciales para los pequeños inversores.69

En aquellos momentos, la Comisión del Mercado de Valores estadounidense (Securities Exchange Commission, SEC) ha abierto una investigación. En Octubre de 2001, la compañía empieza a reconocer pérdidas. Se producen intentos de deshacerse de paquetes de acciones por fuera del mercado, comparecencias públicas, destituciones (al Vicepresidente Financiero).

De igual forma que la euforia elevó al máximo las cotizaciones, de la misma forma injusta, las malas noticias originan perturbaciones en el mercado ajenas a la realidad de las operaciones industriales de la empresa. La firma de "inteligencia crediticia" Moody Investors, en su ranking de deudores, degrada a Enron en la confianza que le adjudica. Las acciones de Enron caen a fines de noviembre a menos de un dólar y a comienzos de 2002 a unos cinco centavos, es decir, menos del uno por mil de su cotización máxima un año antes. Todo esto acelera el proceso de fracaso empresarial, pues un sistema especulativo se basa en gran medida en estas informaciones coyunturales. La falta de regulación pública convierte el sistema en un capitalismo dirigido por entes privados, como empresas de rating y grandes inversores.

Enron es declarada en quiebra y comienza una investigación por la vía penal. En Arthur Andersen también hay destituciones en enero de 2002. La muerte de Enron termina también con la vida de un ex-directivo. Según parece, se suicidó. Poco después, la firma Arthur Andersen decide llamarse Coopers and Accenture.

La investigación criminal termina con sentencias condenatorias y, como ocurre en otros casos, la personificación de los delitos crea una apariencia de que el sistema no falla; el que la hizo, la pagó, al menos en este caso. Pero la condena de los culpables no ha reparado a los pequeños inversores perjudicados. Éste y otros casos ilustran que los sectores estratégicos, como las energías, no pueden ser gestionados por manos privadas, ni siquiera en un bloque económico, como Estados Unidos, donde se supone que existe el mercado.


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