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LAS POLÍTICAS INDUSTRIALES DURANTE EL GOBIERNO DE RAÚL ALFONSÍN

Priscila Palacio



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II.3.3. POLÍTICA DE INVERSIONES. INVERSIONES NACIONALES Y EXTRANJERAS EN EL SECTOR INDUSTRIAL

El contexto macroeconómico internacional que se inició a partir de la década de los ochenta, asumió características particulares que estuvieron determinadas por el desencadenamiento de la crisis de la deuda latinoamericana y el incremento en las tasas de interés internacionales. Estos acontecimientos ocasionaron que la mayor parte de la década estuviera caracterizada por el bajo flujo de inversiones extranjeras, y de créditos internacionales disponibles, para países los latinoamericanos. A esa “sequía” de capitales prevaleciente en el contexto internacional se añadió un contexto nacional de creciente inestabilidad económica, que desmotivó la reinversión de utilidades por parte de las empresas de capitales extranjeros (y nacionales), tanto como la radicación de nuevas inversiones en el sector industrial nacional. Así lo muestran Katz y Kosacoff (1989: 29 y 30), cuando dicen que la participación del capital extranjero en el producto industrial decayó en el período, debido al cierre de plantas, la escasa reinversión de utilidades y la no radicación de nuevos emprendimientos; la participación de capital extranjero que se registró fue mínima, y ocurrió en el marco de pocos grandes proyectos (de producción de insumos intermedios de uso difundido) realizados al amparo de regímenes de promoción industrial, y encarados por grandes grupos económicos nacionales.

Cuando se analiza el nivel de inversiones, en general, que se realizó en el sector durante el período bajo estudio, se observa claramente que el mismo fue decreciente: en 1989 el nivel de inversión bruta interna equivalía a poco más de un tercio de la correspondiente a 1980, un nivel que resulta insuficiente, incluso, para reponer el capital preexistente (Llach: 5).

Por ello, los autores refieren a esta década como el período en el cual se registró una “crisis de inversión”: la inversión en equipo durable de producción, es decir, la que incorpora progreso técnico, decreció a un ritmo del 11,5 % anual acumulativo; mientras que la de maquinaria y equipo lo hizo a un 12 % (Llach: 10 y 11). Sin embargo, es importante destacar que si se toma como año base el año 1983, la caída en estos valores es mucho menor. En el caso de la inversión bruta fija, la misma asciende en dicho año a 1460,2 (australes a precios de 1970), llegando en 1989 a un valor de 888, lo que representa una caída del 39,18 %; valor muy inferior al 65,26 % que se registra si se toma como base el año 1980.

Con respecto a las causas que generaron esta crisis de la inversión, Llach (13 a 16) considera que, para el caso de la inversión pública la más importante fue la crisis de la deuda, que afectó la transferencia de fondos del Estado hacia la formación de capital; con respecto a la inversión privada, el autor reconoce que hubo una multiplicidad de factores que la ocasionaron, entre los cuales menciona:

o La caída de la inversión (con su efecto propulsor) en el sector público.

o El achicamiento generalizado de los mercados, especialmente del mercado interno.

o La permanente inestabilidad macroeconómica y la discontinuidad e inconsistencia de las políticas económicas aplicadas en el período, así como la creciente inflación.

o La imposibilidad de acceder al mercado financiero internacional y el encarecimiento del crédito externo (por la elevación de las tasas de interés), así como la carencia de crédito interno para la producción.

o El mayor atractivo que comenzaron a tener las colocaciones en el mercado financiero, con una rentabilidad muy superior (y a más corto plazo) a la que podía obtenerse por la inversión productiva.

La caída en la inversión privada es en realidad mucho más grave de lo que presenta la retracción en la formación de capital, cuando se tiene en cuenta que la mayor parte de la inversión realizada en el período se hizo en el marco de proyectos promocionados, a los cuales el Estado contribuyó con menores impuestos (Llach: 17)

Puede observarse que en el año 1986 y 1987 se produce un pequeño repunte de la inversión bruta fija. El mismo se explica por el lanzamiento del Plan Austral, que posibilitó un repunte de la actividad económica, y un nuevo impulso a la actividad industrial. Sin embargo, a partir del año siguiente se vuelve a evidenciar una nueva caída en el nivel de inversión bruta fija, que se profundiza más hacia fines de la década.


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