BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL SIMULACRO DE LAS MARCAS DE CONSUMO

Raúl Arturo Sánchez Irabu



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La Reflexividad.

El principio de reflexividad ética, significa que nuestro pensamiento influye activamente en los hechos en que participamos y sobre los cuales pensamos. Se manifiesta como aquella capacidad del ser humano que nos hace ponernos en contacto con la realidad. El hombre mismo puede comprender la realidad no puede excluirse de ella. Sin embargo ésta realidad que se interpone como un fenómeno que se nos presenta ante nuestros ojos, puede no tener correspondencia con lo que hemos pensado por el principio intrínseco a la realidad humana que es su ser falible. Por ello hablar de la simulación de la realidad no se contradice, sino sustenta dos realidades que tienen que ver con el ámbito ético-social de la realidad humana de occidente, sobre todo cuando hablamos de las sociedades en donde están involucradas las sociedades de consumo.

El ser humano reconoce las situaciones reales que existen en su entorno por su capacidad reflexiva, aunque no todos la reconocen de la misma forma, porque el ejercicio de su capacidad reflexiva requiere de un conocimiento que no nos es común de la misma forma a todos, por lo cual la realidad se mantiene simulada hasta que la o las personas no descubran las contraseñas para entrar en la realidad que no ha sido desvelada. La realidad que no ha sido desvelada corresponde a la falibilidad propia de la naturaleza del ser humano. Esta falibilidad reconoce que hay una falta de correspondencia entre lo que se piensa y la forma de actuar. Por lo que las construcciones que la persona hace de la realidad tienen su ámbito objetivo y subjetivo que se manifiestan no sólo en el plano individual sino en el plano social, comunitario, organizacional, de gobierno...etc., que se involucran en nuestra sociedad occidental.

La reflexividad ética nos hace darnos cuenta de las realidades que se encuentran detrás de los argumentos falaces, que manifiesta nuestra realidad social actual. Por ejemplo, es posible que nos demos cuenta de la realidad que simula Walt Mart que es una empresa que ha diseñado toda una propuesta comercial en gran parte del mundo, y se ha convertido en una de las empresas transnacionales más rentables . Para realizar su estrategia, en el caso de México, ha comprado una gran cadena de cadenas de autoservicio, para ir gradualmente penetrando en el mercado, incluso diversificando sus mercado objetivo. La estrategia principal ha sido la implementación de los bajos precios provocando que las compras sean rentables a partir del volumen, y poder desplazar a la competencia, y en un cierto sentido también desplazar a los minoristas, provocando la irrentabilidad de los negocios minoristas.

Esto se concibe como una forma no ética de valorar las realidades del mercado, sino como la lucha descarnada de quien tiene mayores posibilidades económicas para mantenerse en la dinámica mercantil contra quien no tiene el capital necesario para luchar. Esto ha dado cuenta, de que en nuestra realidad existen, hay quienes tienen la hegemonía mercantil y quienes desaparecen, y en algunos casos sobreviven.

Ha este tipo de situaciones es lo que hemos denominado como la transculturación comercial de las grandes marcas de consumo, que pueden ser desveladas por la reflexividad de las realidades que se viven en el contexto de la actividad de consumo y que no nos son ajenas a nuestra propia realidad, además de que relevan las grandes diferencias sociales que existen en nuestro contexto social.

Sin embargo, quedarnos en esta perspectiva de desvelar únicamente las realidades que se dan en estos contextos, sería como quedarnos en una función estática de quien utiliza su racionalidad, para argumentar aquellas situaciones que están fuera de la normalidad. Más bien, la actitud a la cual nos invita la racionalidad crítica es garantizar un principio, que se origina de la misma conscientizacion de la realidad, que sería expuesto de la siguiente forma: Yo puedo estar equivocado y tú puedes tener la razón .

Es una actitud de disposición que nos hace afrontar la realidad a una nueva expectativa de las situaciones. Es una actitud que se propone para que participen los sujetos que están involucrados en los procesos de simulación de la realidad social.

No basta con que racionalmente nos demos cuenta de las situaciones, sino hay que estar dispuestos a cambiar, a desarrollar nuevos ámbitos de relación humana, en donde los diferentes actores de la realidad, se involucren en modificar incluso los modelos, que forman parte de nuestra hiperrealidad, porque el hecho de reflexionar se debe convertir en sí mismo en una realidad ética, que conlleve a un compromiso personal y colectivo.

A partir de aquí, es interesante confrontarnos, y pensar en una sociedad que no quiera implantar sistemas fundamentalistas, sino que en cambio valore las situaciones y se ponga en esta actitud de cambio ético. Por ejemplo, cómo poder concebir que las grandes empresas transnacionales modifiquen su actitud frente a las realidades en donde si antes se enorgullecían de ser motores de aumento de empleos prefieren ahora identificarse como motores del crecimiento económico. La diferencia es sutil, pero no cuando se busca trabajo. Es verdad que las empresas están haciendo crecer la economía, pero como hemos visto lo logran mediante despidos, fusiones y consolidaciones; en otras palabras, a través de la degradación del empleo y la pérdida de puestos de trabajo . De tal forma que el valor intrínseco propio del ser humano ha quedado relegado a una experiencia comercial, y no es en sí misma la más apropiada para el proceso de integralidad interior de su propia personalidad.

Ciertamente el principio lleva consigo una serie de consecuencias que van en contra de los fundamentos del mercado, pero es precisamente a partir de esta situación en donde sustentamos que la realidad humana está por encima de la realidad que se origina del movimiento mercantil provocado por el sistema neoliberalista, y de esta misma forma desvela la simulación social de la realidad, que llevará consigo realidades que sustenten nuestra humanidad más que el pragmatismo del fundamentalismo mercantil.

En el ámbito individual se puede manifestar una apertura a la relación con el otro. Debe conformarse como una actitud de disposición a corregir las propias creencias, que se dará siempre y cuando encuentre una respuesta de apertura crítica frente a la realidad del otro. Esto explica que el individuo tiene una responsabilidad personal, que tiene injerencia en el ámbito colectivo. No porque las empresas procuren analizar la situación de forma individual, para obtener mayores ganancias productivas, van a desligarse de la realidad colectiva que están conformando. Y viceversa, también las decisiones colectivas, no corresponden en algunas ocasiones con las realidades individuales. Esta última argumentación, se verifica en las relaciones políticas que se manifiestan en diferentes países, como en México, en donde los actores políticos no actúan en conformidad al bien que se dicen representar, sino al movimiento de intereses convencionales, del cual participan en el sistema político, y al cual deben de responder.

El principio epistemológico de la racionalidad, no puede reducirse a un análisis lógico gramatical, sino que ha de estar en conformidad con las decisiones particulares, que pueden conformar ámbitos colectivos y que pueden sustentar una decisión ética, si están fundamentadas en la reflexividad.

No podemos pensar en una ética que deje fuera elementos de corresponsabilidad social, ya que las grandes marcas comerciales están influyendo en una red de corporaciones, que tienen distintos nombres y ubicaciones comerciales, pero que en el fondo inciden en diferentes ambientes de la realidad humana. Por ejemplo, es interesante ver cómo es que una empresa pueda degenerar el ambiente sin convertirse en sujeto de crítica por parte del gobierno o por los actores que conforman la sociedad en donde se desenvuelve. Este es el caso de los pequeños agricultores que han sido desplazados por la irracionalidad de los principios del mercado, como lo ha sido la agricultura orgánica, que había sido un proyecto socio-económico alternativo que ayudaba directamente al pequeño agricultor y revitalizaba a las comunidades rurales. Este movimiento comenzó con agricultores pequeños que vendían productos frescos en mercados locales, pero en años más recientes grandes corporativos agroindustriales como ADM, ConAgra y General Mills, han comenzado a añadir productos orgánicos a sus líneas d producción, y cadenas de supermercados; son productos hechos por corporaciones transnacionales. Esta práctica comercial está encabezada por Hain Food Group que es dueña de varias marcas en el mercado como Bearitos (chips de maíz) Bread Shop (granola) Celestial Seasonings (té) Health Valley y otras más. Esta empresa, tiene dueños más grandes como la Philips Morris, Citigroup, Walt Mart, Nestlé, etc. Por otro lado la bebida de soya Silk Soy Drink, es de la compañía White Wave que es subsidiarias de Dean Food, la cual tiene acciones de Microsoft, GE, Citigroup, Pfizer, Exxon Mobil, Coca cola, Walt Mart, Pepsi Co y Home Depot .

Esta cuestión de la actividad de las transnacionales en estos ámbitos ha generado una controversia ética, para quienes entienden que los productos orgánicos son mucho más que la mera ausencia de pesticidas en los alimentos, y elimina la posibilidad de establecer un intercambio directo entre el agricultor y el consumidor a nivel local. Por tanto, la agricultura agrícola es preferible en términos ambientales a la convencional, sin embargo será nociva y devastadora para la salud espiritual, moral y social de la humanidad si es tratado como un mero conjunto de técnicas que nos implica nuevas relaciones sociales.

Este ejemplo nos da pie para sustentar que la reflexividad aplicada en las técnicas de comercialización, no tiene en cuenta la realidad del otro, son ejercicios de independencia individual, que pueden ser considerados más bien como irracionales, ya que la propuesta de la reflexividad, tiene que ser constatada como un deber ético, frente a la realidad de los pequeños agricultores. Esto provoca una sociedad fundamentalista, es decir, regida bajo los parámetros o principios del movimiento del mercado, en donde el poder del más fuerte es el que sobresale.

Frente a esta constatación, la propuesta es tener una actitud de apertura al cambio, verificando que nuestra realidad puede ser distinta, siempre y cuando nos atrevamos a aplicar el principio de reflexividad, que implica estar abierto a los cambios sustanciales, a sostener un reto para la transformación de mi realidad individual y colectiva, que no todos podrán asumir del mismo modo, pero que no por esto, hay que dejarlo de intentar.

Por eso estamos también concientes de que junto con la racionalidad, elemento fundamental de la naturaleza humana, existe en ella misma una dificultad, que está en dinamismo para ser superada. Nos referimos al hecho, como lo veremos a continuación, de que la realidad del hombre es perfectible, o mejor dicho, que la realidad del ser humano es falible, es decir que puede equivocarse y que hay que estar abiertos a equivocarnos, porque es parte de la experiencia humana, que provoca en la asimilación del término una respuesta ética, en continua evolución.


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