BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


EL SIMULACRO DE LAS MARCAS DE CONSUMO

Raúl Arturo Sánchez Irabu



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El Fundamentalismo Mercantil.

Lo anterior nos da pie a comprender que lo anterior ha quedado subordinado al mecanismo del movimiento mercantil del neoliberalismo, al cual le podríamos denominar con el término de hiperrealidad colectiva, porque se ha convertido en un modelo de integración social, el cual ha involucrado diferentes aspectos de la vida del hombre y estos han quedado subordinados a la actividad de las empresas trasnacionales, que manejan y manipulan los movimiento del flujo de capital. De esta forma es interesante recuperar algunos de los elementos teóricos que George Soros maneja y que aplica a partir de los principios de Karl Popper.

Sostiene que en lugar de lo que se ha llamado como el liberalismo, considera más bien como fundamentalismo del mercado, que establece, como hipótesis, que los valores monetarios y los mercados transaccionales no ofrecen una base suficiente para la cohesión social, sino más procuran dentro de su dinámica interna una simulación de la realidad social, a partir de las transacciones de valores, que no se traducen en realidades concretas, sino en capital especulativo.

Sostiene su trabajo de investigación como una relación de la economía al ámbito social, en donde la política tiene una importancia relevante por el papel que juega en la interrelación del individuo con su entorno y del sistema en el cual estamos viviendo.

Hace referencia además al término que acuñó Karl Popper en la sociedad abierta, que había sido considerado así por los regimenes totalitarios que existían cuando fue escrita esta obra, que considera estos regimenes como estructuras sociales cerradas.

Hemos de recuperar esta idea pero en sentido contrario a la situación económica que se ha fundamentado en la liberación de los mercados y en el flujo de capitales, los cuales como menciona Soros se han convertido en un sistema fundamentalista, convirtiendo al libre mercado en una estructura cerrada administrada y llevada a cabo por unos cuantos organismos internaciones que han llevado a cabo las ideas neoliberales, en las nuevas estructuras de Estado, entre ellos el FMI, OMC y el BM.

El peligro que ha provocado este tipo de situaciones es que la toma de decisiones que se hacen de manera individual, a partir del sistema establecido, no se manifiesta del mismo modo de forma colectiva, y esto tiene que ver con el trabajo que ejerce la política como dimensión social de una realidad en concreto, y tiene que ver además con una severa crisis del ejercicio político que se lleva a cabo en las sociedades de libre comercio, que más bien se han convertido en nuevas empresas sociales demandantes de beneficios sociales, pero carentes de propuestas concretas, adaptadas a las nuevas necesidades del fundamentalismo del mercado, que ha marcado sus líneas políticas y estructurales de una nación, como en particular ha sucedido en México.

A partir de la realidad existente en el mercado y sus actuales consecuencia, podemos retomar los conceptos que son fundamentales en el sistema de Karl Popper, para establecer con ellos una línea crítica-ética, de las repercusiones que han sido captadas por la inestabilidad del sistema capitalista, en especial por el movimientos de los mercados, en los cuales se involucran las marcas de consumo.

Hay que reconocer además, como lo hemos analizado en el segundo capítulo que la actual sociedad, que el fundamentalismo mercantil se maneja por el concepto de equilibrio de conveniencia, el cual debe ser contrarrestrado por los términos de reflexividad y la falibilidad en los sistemas.

A partir de aquí queda claro que debe de existir un equilibrio del mismo sistema capitalista, que por el contrario ha provocado un mayor desequilibrio global a partir de las nuevas tendencias económicas. Lo que necesitamos, como lo manifiesta Soros, es un equilibrio correcto entre la política y los mercados, entre la elaboración de las reglas y el acatamiento de las mismas .

Para estabilizar y regular una economía verdaderamente global, es necesario algún sistema global de toma de decisiones políticas. En una palabra, necesitamos una sociedad global que respalde nuestra economía global. En la medida en que hay intereses colectivos que trascienden las fronteras estatales, la soberanía de los estados debe subordinarse al derecho internacional y a las instituciones internacionales. Sin embargo las economías que pretendan establecerse bajo estos sistemas necesitarán tener las mismas condiciones de desarrollo, para que se convierta en una realidad que deba ser tratada con mejores condiciones de diálogo ético en donde no existan naciones que pretendan establecerse como las que controlan las políticas internaciones. Lo anterior porque es evidente que tanto Estados Unidos como otras naciones han establecido su hegemonía económica que no ha favorecido el crecimiento económico-social-político de las naciones que se consideran en desarrollo.

El sistema económico capitalista ha sido el marco de referencia en el cual se ha desarrollado casi todo el S. XX, como sistema económico-político dominante en los países de occidente, y ha desarrollado un nuevo ingrediente que ha sido la liberación del mercado para establecer una nueva dinámica económica que no esté sustentada por el Estado sino que sea regida por las variables del flujo de capital, de manera que los países sostengan sistemas de apertura comercial.

Este nuevo ingrediente se sostiene en la desregularización del mercado, en el libre flujo de mercancías y en la libre competencia de bienes y servicios, que pueden traspasar las fronteras del país de origen. En este sentido existen factores económicos que determinan la viabilidad de inversión de las grandes empresas transnacionales en países de menos flujo de capital, que es otro de los elementos que constituyen parte del sistema neoliberal que se ejerce en las sociedades capitalistas.

El problema en México y en otros países de América Latina, es que este desarrollo económico se ha generado entre grandes desigualdades de oportunidad, ya que no contamos con las mismas circunstancias de desarrollo político, económico, social y cultural con relación a las naciones desarrolladas, sin embargo se han negociado muchos acuerdos comerciales poniendo en la mesa del diálogo las fortalezas y debilidades de cada país, argumentando poder complementarse en el ejercicio comercial de una nación con otra.

A nivel político hemos visto que sigue existiendo una crisis aguda del ejercicio republicano de representación popular, en donde no hemos podido ponernos de acuerdo en los grandes problemas que el país necesita ejercer para establecerse en la dinámica del libre mercado, como son las grandes reformas a nivel hacendario para recabar mayor número de impuestos, y la reforma eléctrica que en ningún momento es vender al país sino es hacerlo más productivo, el cual necesita capital exterior para reactivar su economía y ser competitivo.

Se sostiene por tanto, que la política y la economía son actividades que están ligadas en su ejercicio y que ambas son complementarias en el ejercicio del sistema, por lo que tienen que tener una estabilidad para alcanzar una congruencia en su ejercicio dentro del sistema. Sin embargo parece que estas dos actividades no logran conjuntarse porque los intereses políticos y económicos van en diferentes direcciones y no se corresponden en una misma idea política y económica.


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