BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


HISTORIA DE LA MODERNIDAD EN MÉXICO, SIGLOS XIX -XX (ENFOQUE ESTRUCTURAL FUNCIONALISTA)

Jorge Isauro Rionda Ramírez



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PAPEL ECONÓMICO DE LA IGLESIA EN MÉXICO

La historia oficial mexicana, es la historia hecha por el decreto de quienes arriban al poder. La influencia de la logia masónica yorkina, desde José Vasconcelos se deja ver en el abierto desprecio con que se trata a esta institución, cuyo papel en la historia de México es por lado importante, como también controvertida.

Por una parte es bien sabido que la Iglesia católica de México en el siglo XIX detenta más de l 50% de la propiedad inmobiliaria del país, también debe comprenderse que siendo rentista y agiotista como toda empresa que persigue la acumulación, su papel en el mercado inmobiliario hizo que las rentas en el país se mantuvieran a niveles muy bajos, lo que no permite, bien es cierto la acumulación capitalista, como garantiza que quienes alquilan no sean sujetos de explotación inhumana, al no existir leyes inquilinarias, ni de rentas de tierras y precios.

Debe partirse de comprender que la Iglesia católica es una institución que parte de instituciones de tipo feudal y que su lógica no es correlativa a la acumulación capitalista.

No está demás indicar que la Iglesia católica contaba con mazmorras y cárceles clandestinas donde mantenía los disidentes como justiciaba a los “desobedientes”. Contaba con su propia policía secreta, mercenarios como capital para financiar ejércitos propios. Deseaba existiera en toda constitución fueros que les trataran bajo privilegios jurídicos aparte de la población civil.

Su control respecto a los nacimientos, matrimonios y defunciones era total para una población abrumadoramente católica. Instituciones como el diezmo y las manos muertos les acumulaban una gran riqueza. Controlaba los testamentos y resolvía las controversias mediante Juzgados testamentals propios. Para ello se contaba con las Capellanías que entre otras controlan las llamadas Obras Pías, que más que fuesen de la Iglesia a la población, eran de la población a la Iglesia, cuyos fondos bien eran para obras de misiones, construcción de templos, educación y seminarios de clérigos, hospitales o para financiar obras tales como el agio y el pagar mercenarios que boicotearan toda iniciativa que no les fuera conveniente.

La Iglesia Católica de hecho realizaba préstamos a los Virreyes como a particulares de los que obtenía intereses. Los servicios que la Iglesia presta a sus feligreses también le son un importante ingreso puesto que iban desde servicios de bautismo, matrimonio, confirmación, primera comunión, extremaunción, como otros tantos más sacramentos.

Su poder financiero es tal que durante toda la historia virreinal como en el periodo independiente, incluso a la fecha, derroca gobiernos, financia ejércitos, compra cabildos para promover iniciativas de reformas constitucionales a favor de sus propios intereses. En el siglo XIX financia levantamientos y asonadas contra los gobiernos liberales, quienes en busca de adquirir capitales, ven a la Iglesia como la principal poseedora de tesoros de la nación independiente.

Tal como lo afirma Francisco Martín Moreno en su novela histórica México ante Dios, el clero convierte los púlpitos en auténticas tribunas políticas.

La confesión es el principal recurso de chantaje y cohecho que esgrime esta institución. Su obra educadora siempre obedeció más que a la evangelización, en crear una ideología a favor de cuidar sus intereses terrenales.

Las fiestas religiosas son otra de las formas de expoliación de la población católica puesto que mediante las fiestas patronales, las Iglesias captaban más recursos tanto de las limosnas como de la sujeción de lo parroquiales quienes debían contribuir con la Iglesia con la fiesta patronal.

Gracias a la influencia de la Iglesia Católica por más de tres siglos al país no podían inmigrar personas cuya religión no sea la católica. Es por eso que no obstante la migración europea de todo tipo a América, a México solo se permitía el ingreso a quienes provinieran de naciones católicas. Cuestión que bien evita separatismos y divisiones en la población, mantiene la unidad y la identidad nacional, por otra parte excluye y presenta intolerancia a diversas creencias que no son precisamente las católicas.


 

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