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MIGRACIONES, CONFLICTOS Y CULTURA DE PAZ

Vicent Martínez Guzmán y Eduardo Andrés Sandoval Forero



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Migraciones y paz en la ciudad de Castelló de la Plana

Arnau Matas Morell
arnau.matas@gmail.com

Introducción

En los últimos años el País Valencià se ha convertido en una de las principales regiones de llegada de migrantes en el Estado español. El caso de Castelló es llamativo por su preponderancia en cuanto a inmigración de origen rumano, hecho que se está encontrando con un creciente rechazo de tintes xenófobos.

Esta situación es un serio impedimento para la convivencia pacífica y la integración.

En primer lugar, en este trabajo nos proponemos trazar un breve esbozo del fenómeno migratorio en la ciudad de Castelló, centrándonos en el colectivo de origen rumano. En segundo lugar, analizaremos la conflictividad vinculada al fenómeno migratorio en dicha comunidad. ¿Cuáles son las dificultades con las que se enfrentan las personas migrantes en este contexto urbano? ¿Cuál es su percepción y conducta? ¿Cuál es la percepción y conducta de la población local? ¿Qué potencialidades de violencia son más peligrosas? Al final, y partiendo de las bases sentadas por las cuestiones anteriores, aventuramos algunas propuestas de intervención para la construcción de la paz en relación con el fenómeno migratorio en Castelló.

Breve esbozo del fenómeno migratorio en Castelló En los últimos años la franja levantina de la Península Ibérica se ha convertido en un foco de atracción de migrantes procedentes tanto del Estado español como de otros países. Para hablar de Castelló hay que decir que de los 135 municipios que integran la provincia, la mayor parte de sus habitantes reside en una quincena, concentrándose 30.8% del total de la población en la capital provincial. El 62% de la población extranjera se encuentra en cinco localidades: Castelló, Borriana, Vila-Real, Benicarló i Vinaròs (las cuales albergan 53% del total de la población provincial) (Piqueras, 2007: 203).

Si hablamos de la procedencia de la población extranjera en la provincia de Castelló, vemos que casi la mitad es de nacionalidad rumana. En la ciudad de Castelló la población extranjera representa 16.43% del total (Piqueras, 2007: 208).

En cuanto a la inmigración rumana en Castelló, representa, como decimos, algo más de 45% (en 2006). Como sustentos explicativos de la interconexión de los mercados migratorios español (de demanda de fuerza de trabajo migrante) y rumano (de oferta de fuerza de trabajo migrante) habría que mencionar las razones concretas de que Castelló sea la provincia con mayor concentración relativa de población rumana inmigrada y la segunda, después de Madrid, en términos absolutos. Viruela (2002) aporta la clave de la religión adventista como eje de las redes tejidas entre personas de Castelló fieles de este credo y las primeras personas llegadas de Rumania. Así, a comienzos de la década de 1990, a través de esta iglesia y de la Cruz Roja se instalaron siete u ocho familias rumanas en la localidad.

Esto encaja con los principales focos de emigración de la población rumana hacia Castelló, que se corresponden con las zonas y ciudades donde mayor arraigo tiene la iglesia adventista, minoritaria en Rumania respecto a la iglesia ortodoxa. Las redes sociales y de ayuda entre fieles, más las vecinales y familiares, serían más tarde las responsables de toda una tendencia emigratoria hacia Castelló. Tanto es así que, en Rumania, a menudo personas o familias enteras se proclamaban adventistas para entrar a las redes 109 Migraciones y paz en la ciudad de Castelló de la Plana que facilitaban la emigración a España, y a Castelló en concreto (Piqueras, 2007: 210-211).

La particular “desregulación social” en la provincia de Castelló de las actividades turísticas, agrícolas, de la construcción y de los servicios personales o domésticos, entre otras, terminaría por hacer el resto, sirviendo como factor de atracción de la fuerza de trabajo rumana, la cual encontraba muy difícil su inserción en los más regulados mercados laborales centroeuropeos, y muy especialmente el alemán, que era por el que en principio mostraba mayor predilección la población rumana (Piqueras, 2007: 211).

Si bien, por tradición, la provincia registra una de las menores tasas de paro de España (circunstancia que atrae a su mercado laboral a inmigrantes empadronados en las provincias limítrofes), la fuerza de trabajo inmigrante encuentra muy difícil el acceso al segmento regularizado, por lo que se ve obligada a insertarse en el segmento más precario del mercado laboral, en permanente expansión, donde padece además de fuerte discriminación. Cuestión que viene reforzada por su situación de irregularidad estructural, lo que redunda en su mayor potencial de explotabilidad y, de hecho, en el incremento efectivo de las tasas de explotación a su costa (Piqueras, 2007: 219-220).

El proceso de etnificación del mercado de trabajo castellonense no nos debe hacer olvidar que en junio de 2005 91% de las afiliaciones a la Seguridad Social correspondía a fuerza de trabajo española, frente a 9% de la inmigrante. El 72% de estos últimos afiliados eran hombres y sólo 28%, mujeres, lo cual señala la todavía más escasa regularización de las condiciones laborales de ellas (Piqueras, 2007: 220).

Esta cuestión laboral es central. Algunas investigaciones cualitativas revelan que la razón que más esgrimen los migrantes como motivo migratorio es “la búsqueda de una vida mejor”: emigrar para encontrar más posibilidades y mejor calidad de vida. Huelga decir que, en muchos casos, “vida mejor” coincide con “procurarse mejores ingresos”, con lo que nos situamos en el carácter netamente económico de la mayoría de la inmigración castellonense (Piqueras, 2007: 227-228). Una condición necesaria para la inte- 110 Migraciones, conflictos y cultura de paz gración es poder disfrutar de una estabilidad económica mínima que garantice las necesidades básicas —materiales, pero también emocionales— de las personas.

Conflictividad vinculada al fenómeno migratorio en Castelló La ciudad es el espacio conflictivo por excelencia. Las urbes no han sido jamás sistemas equilibrados de relaciones humanas integradas y serenas; al contrario, las ciudades han sido siempre el punto de máxima tensión de todo sistema social, a causa de una marcada división del trabajo que las caracteriza, de la interdependencia de las funciones y del antagonismo de los intereses que de ellas derivan (Signorelli, 1999: 37).

Sabemos que la extranjerización es una construcción social y supone una gradación de cercanía/lejanía que se modifica históricamente y que tiene su mayor expresión en la racificación e inasimilación de la alteridad (Juliano, 1994; Piqueras, 2007). En Castelló no sólo tiene fuerza la etiqueta “inmigrante” o “extranjero”, sino que se impone la de “rumano”. La importante presencia de migrantes de ese origen (importante en relación con el resto de procedencias) hace que la categoría social “rumano” se refuerce de forma continua.

A pesar de las identidades múltiples de las que gozamos las personas, el entramado político-mediático se encarga de enfatizar la condición de “inmigrante rumano”, que se desprende de su carga descriptiva y aséptica para convertirse en una identificación sociopolítica que abre las puertas a la proliferación de la xenofobia.

Por fortuna, también existe en la ciudad de Castelló otro entramado: el de los movimientos asociativos. La labor de muchos de estos movimientos va, precisamente, en un sentido contrario: difuminar estereotipos y promover el conocimiento y la convivencia normalizada entre personas de orígenes diversos. Y en este pulso se encuentra Castelló.

Algunos estudios indican mucha diversidad en cuanto a las percepciones que las personas inmigrantes tienen sobre su propia 111 Migraciones y paz en la ciudad de Castelló de la Plana integración, su participación social y su relación con los autóctonos (Piqueras, 2007: 238). Sin embargo, algunos datos reflejan una baja participación social y asociativa de los colectivos inmigrantes (Piqueras, 2007: 252).

En cualquier caso, si hablamos de integración no podemos olvidar que lograr un empleo constituye un verdadero punto de inflexión en este proceso. Tanto es así que encontrar trabajo se convierte en uno de los objetivos prioritarios de las personas al llegar a una nueva sociedad (Piqueras, 2007: 264). Pero la importancia del empleo en la integración social no es sólo de orden económico. En el trabajo se conocen entre sí tanto “inmigrantes” como castellonenses (incluidas también personas que llegaron de otros lugares del Estado español).

Sin embargo, la integración no se reduce a tener trabajo, sino que tiene otros elementos centrales como la familia. Muchos inmigrantes llegan sin las personas que integran su núcleo familiar.

En este aspecto existen dificultades porque, en general, el tiempo mínimo para la reagrupación familiar “legal” es de entre tres y cuatro años, lo cual provoca que se debiliten los lazos familiares o que se produzcan reagrupamientos familiares irregulares, obviando los plazos y los trámites que la legislación contempla (Piqueras, 2007: 266-267).

Aunque si hablamos de Castelló y de la migración de origen rumano, no podemos dejar de mencionar la religión. La práctica religiosa se constituye en otro posible punto de encuentro o desencuentro entre los “inmigrantes” y la sociedad de destino.

La mayoría de personas “inmigrantes” este-europeas en Castelló son rumanas y de éstas la mayoría son adventistas del séptimo día, hecho debido en gran parte a la “cadena de inmigración” de la que hablamos antes. En la ciudad hay sólo una iglesia adventista y en ella se reúnen todos los que profesan esta religión independientemente de si son rumanos o de otra nacionalidad.

Así, la iglesia adventista se erige como un importante lugar de encuentro semanal entre “inmigrantes” y castellonenses, en donde no sólo se asiste al sermón del pastor, sino que se organizan diversas actividades. Fue, precisamente, en el seno de esta iglesia donde 112 Migraciones, conflictos y cultura de paz nació la idea de fundar en la ciudad de Castelló la Asociación de Inmigrantes Rumanos de Castelló, cuyo presidente fundador es una persona “autóctona” (Piqueras, 2007: 268).

Los ortodoxos, el resto de rumanos y este-europeos que viven en Castelló, también tienen su iglesia, en donde se reúnen todos los domingos, pero muchos de ellos consideran tan semejantes la religión católica y la ortodoxa que no tienen ningún reparo en frecuentar las iglesias católicas, asistir a las misas y formar parte de muchas acciones que se organizan allí (Piqueras, 2007: 269).

De forma numérica, las personas rumanas adventistas sobrepasan con mucho el número de adventistas españoles practicantes, que tenían, antes de la llegada de las población rumana, una pequeña iglesia que con rapidez se mostró insuficiente. En estas condiciones, y en conjunto con rumanos y españoles, sin dudarlo, han construido otra mucho más grande donde caben todos, no sólo para asistir a los encuentros religiosos sino para organizar todo tipo de actividades: como la ayuda a los más necesitados del colectivo, asistencia a domicilio para personas discapacitadas, cuidado en el hospital de los enfermos, y muchas otras. Al realizarse en conjunto, estas actividades han estrechado los lazos de amistad tanto entre las personas recién llegadas, como entre éstas y las castellonenses que participan (y sus familiares), constituyendo un caso excepcional de relación entre ambas poblaciones (Piqueras, 2007: 269).

Con todo, existen muchas dificultades burocráticas para que los migrantes puedan obtener o prolongar su situación de regularidad.

Esto se traduce automáticamente en una situación de vulnerabilidad (Piqueras, 2007: 269). Y es que en realidad existen muchos problemas estructurales en la comarca de la Plana Alta: amplia bolsa de población extranjera en situación irregular, sujeta a fuertes restricciones administrativas para la obtención de los permisos de residencia y laborales. Lo cual se manifiesta en denegación de solicitudes a personas con precontratos u ofertas de trabajo en firme, fuerte limitación del acceso a la regularización por arraigo, una elevada tardanza en las tramitaciones administrativas, y desorientación y desinformación en materia jurídicoadministrativa (Calvet, 2004: 83-84).

113 Migraciones y paz en la ciudad de Castelló de la Plana Es curioso que sea una imagen demográfica de la ciudad la que nos dé pistas acerca de la integración y los grados de exclusión. En Castelló, como en tantas otras ciudades, existe una distribución espacial desigual, que coincide con la distribución de la riqueza.

Las personas inmigrantes tienden a instalarse en determinados barrios, que a la postre —por un efecto de feedback—, acaban por convertirse en barrios empobrecidos (carencia de espacios verdes, excesivos niveles de ruido, falta de limpieza en las calles y mayores niveles de “delincuencia”). Existe una interrelación entre la mala calidad de los barrios, las infraviviendas y el deterioro social de las personas que viven en ellos, porque ambos procesos se retroalimentan. Así, el entorno urbano tiene la capacidad de humanizar o deshumanizar las relaciones, actúa de puente o de barrera entre las personas.

La estereotipación se acentúa y se refuerza por la irrupción de algunos partidos políticos con planteamientos abiertamente xenófobos y criminalizadores de los inmigrantes. Partidos como España 2000 o Democracia Nacional, financiados por empresarios valencianos, tienen un protagonismo residual pero creciente, siguiendo la línea del auge de la extrema derecha a nivel europeo, que focaliza en la figura del “inmigrante” buena parte de los males de la sociedad.

La prevención de manifestaciones graves de esa violencia estructural es clave. Son necesarias actuaciones de construcción de paz que sigan en la línea de las que ya existen en Castellón y que trabajen para minimizar la xenofobia que se alimenta de la propia exclusión social de los colectivos migrantes.

Propuestas de intervención para la construcción de paz La integración sólo es posible si las personas migrantes tienen los mismos derechos que el resto de la población. Así, la prioridad debe ser promover reformas institucionales encaminadas a revertir la situación de vulnerabilidad y explotación a la que están sometidos muchos migrantes. En realidad, se trata de eliminar los focos de exclusión que se manifiestan en las ciudades. La irrupción del 114 Migraciones, conflictos y cultura de paz fenómeno de la inmigración no supone de forma cualitativa ningún problema nuevo: acaso lo que hace es radicalizar el conflicto estructural de la exclusión y la desigualdad en el seno de las ciudades.

Algunas propuestas de cambios estructurales son: reconocer la contribución económica y social de los inmigrantes indocumentados, priorizar la recabación de datos e información, implicar a las ong’s locales en la dirección de las investigaciones y en el diseño de las políticas públicas, incluir a las personas inmigrantes indocumentadas en las políticas de integración y en las estrategias de inclusión social, invertir en la inspección del trabajo, garantizar el derecho a la igualdad ante la ley, garantizar el derecho a organizarse, regularizar a los inmigrantes indocumentados y abrir el debate sobre el futuro del sector de bajos salarios (Anuario CeiMigra, 2007).

En el fondo, de lo que se trata es de empoderar a las personas inmigrantes indocumentadas. Una forma de hacerlo es promover su organización; pero además de empoderar, hay que desarrollar sus capacidades para que lleguen a involucrarse en las decisiones políticas que las afectan. También se debe permitir y promover que los y las trabajadoras tengan acceso a los sindicatos. Todo esto acompañado de una lucha contra la explotación y el abuso a través de la mediación y las acciones colectivas, incluso trabajando de manera directa con los empleadores. En el horizonte debe estar la defensa de la legalización y la regularización de las personas trabajadoras indocumentadas (Anuario CeiMigra, 2007).

En resumen, trabajar en el empoderamiento de los colectivos migrantes para que se conviertan en actores que luchen para minimizar su vulnerabilidad social. Pensemos en un dato: 74% de los y las inmigrantes castellonenses no participa en asociaciones (Sastre García, 2005: 225). Algunos estudios muestran cómo necesitan más y mejor información sobre la regularización, el trabajo, la vivienda, la sanidad y otras prestaciones sociales. Se necesitan apoyos económicos y psicológicos, también para la lengua, la homologación de títulos y otras actividades culturales (Sastre García, 2005).

¿Cómo lograr todo esto? ¿Es suficiente? Para responder a estas cuestiones hay que incluir otro factor importante: cuando 115 Migraciones y paz en la ciudad de Castelló de la Plana personas inmigrantes y locales logran contactos positivos, esto significa un debilitamiento de los patrones de estereotipos y un fortalecimiento de la convivencia normalizada, sin que se reduzca a las personas migrantes a su condición de “inmigrantes”.

Mientras se trabaja en los problemas estructurales es fundamental emprender acciones para reducir la estereotipación de los colectivos migrantes. Para lograrlo, una buena idea es promover espacios de convivencia entre inmigrantes y lo que podríamos llamar “autóctonos”.

Aunque en el imaginario colectivo la representación de las personas “inmigrantes” en su conjunto está fuertemente estereotipada, en sus ámbitos cotidianos o en los de sus círculos sociales casi todas las familias de la ciudad de Castelló conocen o han entrado en contacto con más de una persona “inmigrante” y, así, de experiencia en experiencia, muchas han aprendido a través de la convivencia a personalizar a los “inmigrantes” en lugar de tratarlos como colectivo (Piqueras, 2007: 275). Conviviendo se aprende mucho, tanto por parte de los inmigrantes como por parte de los autóctonos.

Hay muchos espacios físicos que tienen potencial para convertirse en un foco de construcción de paz. El mercado, los supermercados, los partidos de fútbol de la televisión son ejemplos de espacios en los que las personas autóctonas y las inmigrantes pueden entrar en contacto y convivir. La religión, la práctica del deporte, la música y la gastronomía también son actividades de confluencia que se pueden enfocar hacia la construcción de paz.

Es aquí donde muchas entidades e instituciones resultan buenas mediadoras para promover actividades de encuentro entre colectivos castellonenses e inmigrantes.

Sin embargo, la clave está en fijarse también en el proceso y no sólo en los objetivos. Esto es, lograr una integración satisfactoria se consigue practicando la integración. Involucrar a personas migrantes en los procesos que promueven un cambio y una transformación social es clave para que esas demandas de cambio incorporen las necesidades particulares de los inmigrantes. Además, trabajando juntos se pone en práctica la convivencia, se superan estereotipos y se lleva a cabo un proyecto común.

116 Migraciones, conflictos y cultura de paz Por desgracia está claro que esta incorporación de los migrantes a los movimientos sociales es muy difícil, precisamente, por la vulnerabilidad que los caracteriza. Con un trabajo que supone en la práctica una explotación, con muchas necesidades elementales sin cubrir y con la amenaza constante de una expulsión por parte del Estado es complicado que las personas dispongan de información, tiempo y fuerzas como para dedicar algunas de sus horas a los movimientos sociales. De ahí la relevancia de involucrar a las personas migrantes que ya disponen de cierta estabilidad y tienen cubiertas las principales necesidades.

Conclusiones La llegada de importantes grupos migrantes permite que se radicalicen los problemas ya existentes en las sociedades que los acogen.

Así, aumentan los viejos problemas de exclusión y precariedad, aprovechando la llegada de nuevos colectivos con una situación de vulnerabilidad especial. En este sentido, las personas migrantes se encuentran con una serie de problemas estructurales que sólo tienen solución estructural.

Sin embargo, las percepciones —que acaban manifestándose en conductas— pueden ayudar a reforzar y legitimar estos problemas estructurales o, en cambio, contribuyen a minimizarlos y transformarlos. Así, trabajar sobre las percepciones y actitudes de la gente respecto a sus relaciones con los “inmigrantes” y viceversa quizá sea una estrategia de construcción de paz y de prevención de manifestaciones violentas cargadas de xenofobia.

Sin regularización no hay integración ni respeto a los derechos humanos de las personas migrantes. Es así como éste se convierte en uno de los objetivos esenciales. Sin embargo, no hay que olvidar que la regularización no implica por fuerza la desaparición de problemas de explotación, precariedad y exclusión social.

Estos problemas son estructurales en nuestras sociedades, de modo que hay que seguir empoderando a la sociedad para que luche por transformarlos. ¿Y los inmigrantes? Deben ser integrados, y también sus demandas, en este proceso de empoderamiento 117 Migraciones y paz en la ciudad de Castelló de la Plana colectivo que exige transformar las realidades socioeconómicas.

Que la migración sea transversal a estas peticiones, de modo que en el proceso de empoderamiento estén incluidas las personas migrantes.

Con esto se trabaja la integración. Hay que transformar la realidad no para los inmigrantes, sino junto a ellos. Se trata de pensar y actuar sin que la etiqueta “inmigrante” sea vehicular.

Sólo así los problemas propios de las personas migrantes se convertirán en problemas propios de la sociedad... y esto abre las puertas a la posibilidad de cambio.

Bibliografía Anuario CeiMigra (2007), Las migraciones en un mundo desigual, Valencia: CeiMigra.

Calvet, María Luisa [dir.] (2004), La inmigración como fenómeno multidimensional, Castelló: ad Accord Castelló.

Juliano, Dolores (1994), “La construcción de la diferencia: los latinoamericanos”, en Papers, Barcelona, núm. 43, pp. 23-32.

Piqueras, Andrés (2007), Capital, migraciones e identidades.

Inmigración y sociedad en el País Valenciano: el caso de Castellón, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I.

Sastre García, Vicente José et al. (2005), Las necesidades sentidas de los inmigrantes en la Comunidad Valenciana. Estudio sociológico cualitativo y cuantitativo, Valencia: Centro de Estudios para la Integración Social.

Signorelli, Amalia (1999), Antropología urbana, México: Anthropos.

Viruela, Rafael (2002), “La nueva corriente inmigratoria de Europa del Este”, en Cuadernos de Geografía, núm. 72, Valencia: Universitat de València, pp. 231-258.


 

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