BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


NUESTRA FILOSOFÍA DEBIDA

Andrés A. Correa



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¿CÓMO DIJO SR. DIPUTADO?

¿ A QUIEN HAY QUE RECUPERAR?

Como la institución como tal no existe, quienes se enferman son los individuos que la conforman.

Otra convicción es aceptar que la institución enferma debe ser asistida desde el afuera, al menos para generar los primeros procesos de curación internos. Este abordaje terapéutico también debe ser una convicción política y técnica.

Pero , aquí es necesario reconocer que existe un poder institucional que es generado por cada uno de sus individuos, y se va consolidando como algo autónomo a ellos y que les disputa el poder . Aún así, este tipo de “consistencia institucional” no justifica la existencia de la institución como algo fuera de los individuos . Existe, supera al individuo, pero está dentro de él y desaparece con él. Esa “fuerza institucional” interna es la causante de varias “derrotas” de la individualidad de las personas institucionalizadas. Es tremendamente difícil “sobrevivir” como individuo en estas condiciones institucionales, justamente, por esa presencia interna de “lo institucional” en Uno Mismo.

Ninguna enfermedad institucional persiste si no tiene individuos donde habitar . De allí que planificar estrategias de curación institucional significa llanamente diseñar estrategias de sanación o recuperación de los individuos que en ese momento estén encarnado a esa institución. Toda estrategia de recuperación institucional que no haga base en la individualidad misma de las personas que la componen, se convierte en una estrategia para consolidar aún más la patología que supuestamente nos proponemos superar.

Resulta tan esencial considerar a los individuos de la institución para este fin, que nos planteamos la siguiente estrategia:

HUMANIZAR A LAS INSTITUCIONES

Si acordamos que todas estas enfermedades institucionales confluyen en el deterioro de la individualidad de quienes las habitan, resultando de ello, personas mentalmente condicionadas (deben pensar únicamente como institución) , emocionalmente anuladas (deben sentir solo el sentir institucional), moralmente débiles o corrompidas (la preservación del interés corporativo-institucional – que es el de sus representantes- está por encima de todo otro interés y valor general o particular). Entonces podemos aseverar que el impacto fuerte de estas patologías institucionales es la “des humanización” de sus individuos. Que el gran “vaciamiento” que sufren nuestras instituciones es el de su humanidad . La proliferación de individuos deshumanizados en las instituciones.

Pues entonces y en tal sentido , se impone como estrategia de recuperación de nuestras instituciones, la urgente humanización de las mismas.

Comenzar a tener nosotros ( los “vaciados”) presencia real en ellas, no ficticia.

Este debería ser nuestro primer Deseo. Es una cuestión de convicción y el deseo es la primer convicción humana.

Otra convicción es aceptar que ninguna institución argentina en tales condiciones de salud, nos regalará nada que tenga que ver con nuestra naturaleza humana. Por lo que nuestro propósito de humanización , que es lo mismo y mas acertado decir : “la humanización de nosotros mismos en cuanto víctimas de nuestras propias instituciones” , se convierte en un plan sub-versivo. En un claro y consciente acto de sedición.

Nuestro Plan de humanización de nuestras instituciones exige estrategias no necesariamente acordadas con la institución destinataria.

Reitero: lo que tenemos de humano los argentinos, resulta una amenaza para la institución argentina, porque ella aún está ganada por una patología basica: la des-humanización de sus individuos.


 

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